Capítulo Dieciséis

Recuerda: El odio es un sentimiento.

Froto de nuevo mis nudillos sobre mis ojos tratando de mantenerme despierta en el restaurante de los departamentos de Lewes, los estudiantes a mi alrededor charlan animadamente con sus ánimos por los cielos, con sus atuendos preparados para partir al instituto y Mateo todavía se encuentra en pijama bebiendo una taza de café a mi lado. Tal parecía que ninguno de los dos había logrado dormir bien.

El clima en Lewes era distinto a Londres, era extaño teniendo en cuanta que solo lo dividian un par de horas de viaje a ambos. El sol mañanero iluminaba el interior del lugar, sus suaves rayos dando el calor que se perdía frente a la ventizca fría que se colaba debido a la falta de paredes del restaurante.

Lewes department's tenía un aspecto normal por fuera, tan solo un edificio sobresaliente en el pueblo por contar con once pisos y una terraza, al ingresar en la recepción su aspecto era cálido, paredes beige, piso de cuadros negros con blanco, un gran sofá color café y plantas decorando. Las habitaciones eran de un tamaño pequeño, al ingresar pasabas por un estrecho y corto pasillo, a tu derecha la puerta que daba al baño y al frente la cama junto a una gran ventana con vista a la carretera principal. El restaurante era enorme, las mesas rodeando la zona de las comidas que olían delicioso y combinado del aroma a las bebidas calientes, al no contar con paredes, su aspecto abierto te permitía mirar las grandes plantas que rodeaban la estructura similando paredes naturales.

Al conocer gran parte de los departamentos tenía curiosidad por conocer la terraza, era de acceso libre, pero ayer al llegar tan cansada la idea no era alentadora, así que pensaba en subir después de llegar del concurso. Deseaba ver el cielo estrellado de Lewes y disfrutar del silencio del campo.

—Tienen veinte minutos para ducharse y arreglarse, deben de estar puntuales en la recepción para partir al instituto de Lewes. —informa uno de los profesores que nos acompaña en la actividad.

Uno a uno los estudiantes se van levantando de sus lugares para irse a dar una ducha o simplemente a pasar el rato entre ellos, la gran mayoría ya se encontraba con sus atuendos puestos. Mateo suelta un fuerte bostezo y estira sus brazos tratando de despertarse, pero por mas que hiciese eso no lograba espabilar.

—¿No dormiste bien? —obvia la pregunta, pero necesaria.

—Necesitaba más almohadas, con una sola no era suficiente. —se queja revolviendo sus rulos.

Asiento sin comprender muy bien a que se refiere con su falta de almohadas cuando las sábanas y colchón eran muy cómodos. Me levanto de mi silla para irme a la habitación a buscar ropa decente para ir al instituto. Mateo se levanta arrastrando sus pies, su camisa ancha blanca y pantalones de dormir anchos de un verde oscuro, y agregando su expresión soñolienta, le daban una apariencia tierna.

Donde lo vieras te daban ganas de abrazarlo con fuerza y no soltarlo nunca.

(...)

El instituto de Lewes no era nada distinto al nuestro, en realidad era muy similar en estructura y distribución. La actividad inició con unas cuantas palabras de la directora para dar inicio a las distintas presentaciones que se fueron mostrando una a una. Bailes tradicionales como de bandas famosas —mi lado fangirl se encendió al escuchar la melodía de Mic Drop—, luego siguieron aquellas personas que cantaban —también reconocí canciones de Selena Gómez como de Shawn Mendes— y para finalizar las obras de teatro. Nuestro instituto al igual que los otros eran talentosos, como una jueza podría darle el primer lugar a cada uno de los participantes por su grandioso trabajo.

Cuando formabas parte de este tipo de actividades caias en cuanta sobre el talento que desbordan los jóvenes, cada uno de ellos participando después de horas de trabajo y verificación para que todo salgs como desean, pocos sobresaliendo en el mundo y los otros simplemente resignandose a estudiar alguna otra profesión para no morir de hambre.

Mateo permaneció a mi lado mirando atento cada una de las presentaciones con sus brazos cruzados y oscuros ojos. La faceta tierna de la mañana fue reemplazada por su faceta de siempre, serio e inexpresivo, con una camisa color vino, jeans negros, tennis del mismo color y sus lentes. De haber sido un juez con su expresión fría no tendría la capacidad de subir al escenario y presentarme bajo su mirada.

Los fuertes aplausos provocan que mis ojos se despeguen de Mateo para observar como la chica que presentaba su monólogo se inclinaba y bajaba del escenario.

—Muchas gacias a todos los que se han presentado en este escenario. Es admirable la seguridad que poseen al momento de presentar sus obras aquí. —exclamo el presentador cuando la última obra de teatro finalizó—. Nuestros jueces han de tener un arduo trabajo con tanto talento dentro de este concurso. —el último grupo de jueces asintió, levantándose de su lugar para salir del gimnasio—. Las calificaciones se están realizando y el jurado esta tomando sus decisiones, en poco tiempo los resultados serán dados.

Deslice mis manos sobre mi pantalón, nerviosa por lo que se avecinaba.

—Dentro de este tiempo pueden dirigirse al comedor para almorzar y luego pueden ir a observar las obras dentro de los salones del primer piso. —el hombre le regala una amplia sonrisa a todos los estudiantes presentes—. No olviden su tiquete. —agita el papel que saco del bolsillo de su pantalón.

Mi estómago gruñe en respuesta cuando el olor de la comida inundó el gimnasio. Moría de hambre. Rebusco entre los bolsillos de mi pantalón el dichoso tiquete para comer, pero ¡no estaba! ¿Y ahora? ¿moriría de hambre? Esa no era una opción, nunca lo era. Abro mi mochila rebuscando entre las pocas cosas si había una señal del trozo de papel, pero no.

—Veronica, aquí esta tu tiquete. —saco la cabeza de la mochila para mirar a Mateo.

—¿Dónde lo encontraste? —le pregunto soltando un suspiro, tomando el papel.

—Cuando fuiste al baño lo dejaste en tu asiento. —responde estirando su cuerpo sobre su lugar.

Cierro rápidamente la mochila, guardo el tiquete dentro del bolsillo de mi jean y me levanto dispuesta a salir directo al comedor. El gimnasio estaba bastante vacio, muchos ya se habían ido a comer y suponía que los otros a mirar las obras de los otros participantes, los pocos que quedaban daban la impresión de ser parejas del instituto. Bajo rápidamente los pocos escalones, pero me detengo al no escuchar los pasos de Mateo detrás mío, giro y lo encuentro sentado tranquilamente, mirando a la nada.

—¡Mateo! Vamos, tengo hambre. —gruño cruzando mis brazos.

Él me mira sin deseos de levantarse.

—¿No puedes ir a comer sola?

—Bien, nos vemos. —giro rápidamente para bajar los pocos escalones que me quedan y salir del gimnasio.

Mi emoción por comer desaparece cuando giro a mirar la enorme cola del comedor. ¿Debería de esperar? Realmente la idea de permanecer por mucho tiempo de pie entre desconocidos no era muy alentadora. Observo el área verde que se extiende hasta las grandes puertas que dan al interior del instituto. Iría a mirar las obras de los otros participantes para esperar que la cola disminuya.

Comienzo a caminar rodeando la larga cola rumbo a las puertas del instituto, pero mi camino se ve interrumpido por el dichoso y famoso Simon el desagradable. Sus ojos estudian de arriba hasta abajo mi cuerpo, me cruzo de brazos cortando su estudio para mirarlo con molestia por su mirada atrevida.

—¿Quieres que te acompañe a mirar las exposiciones? —se atreve a interrogar formando una sonrisa ladeada.

Las ganas de tumbarle de un golpe esa sonrisa no faltaron, pero me contuve soltando una risilla incrédula por su estúpida pregunta.

—Conoces muy bien cual será mi respuesta.

Camino dispuesta a rodearlo, pero él detiene mis pasos al tomarme del brazo y acercarme a su cuerpo. Poso ambas manos sobre su pecho apartandolo de golpe, eliminando la cercanía entre ambos.

—Insisto, puede sucederte algo. No conocemos a las personas de este instituto.

—Tengo la ligera impresión de que los estudiantes de este lugar si entienden al primer no y respetan el espacio personal. —ambos giramos al escuchar las palabras de Mateo.

Mi corazón revolotea al verlo acercarse con su mirada sobre Simon. Lucia serena, pero me daba la impresión de que no era así del todo. Se detiene a mi lado, me escondo detrás de su cuerpo, evitando la mirada de Simon. ¿Por qué insistía en mirar de ese modo tan deseoso mi cuerpo? Yo no era una de esas chicas fáciles que se acostaba con cualquiera y mucho menos con él, si eso era lo que pensaba que ganaría al mirar tanto mi cuerpo.

—Solo trataba de ser amable con Vero...

—¿Acaso no te quedo claro? —responde Mateo girando sus ojos, irritado por Simon.

—Recuerda mis palabras Veronica, nos descansare hasta ver su sufrimiento. —responde mirándome, ignorando a por completo Mateo.

Ambos se dedican una última mirada desafiante para que Simon termine en alejarse a la cola con su grupo de amigos. Sus palabras retumban como un eco dentro de mi cabeza. Mateo se gira para enfrentarme, su mirada oscura me provoca la necesidad de esconderme, aún mas imaginando los posibles escenarios de él siendo dañado por Simon.

—Deja de discutir con Simon, es una perdida de tiempo. —me mira severo, cruzando sus brazos y siendo mucho mas alto que yo, dándole un aspecto intimidante.

—No lo haré, no se lo permitiré. —gruño cruzando mis brazos, tratando de tomar una pose igual de intimidante a la suya.

Pero me daba la impresión que desde lejos ambos solo debíamos de vernos como yo siendo reprendida por Mateo.

—Puedo cuidarme solo Veronica, si es eso lo que tanto te preocupa.

Sus palabras me toman por sorpresa, descolocandome por completo. Entonces... ¿él lo sabia? Pero ¿desde hace cuánto? Parpadeo sorprendida sin salir de mi estado. Tal parecía que esconderme tampoco era mi única debilidad.

—¿Desde hace cuánto? —cuestiono por lo bajo.

—Su discusión en el comedor, fue fácil de interpretar el motivo de tu reacción. —responde restandole importancia.

—¿Planeabas decirme?

—No realmente, esperaba el momento en el que te dignaras a decirme —suelta alzando su ceja divertido—, pero esa parte no estaba dentro de tus planes.

—No, era algo mas como buscar el modo de siempre estar a tu lado para cuidarte de ese imbécil. —gruño mirando con odio a Simon.

—Ahorrate el tiempo que le dedicas a Simon, hay cosas mas importantes.

Aparto mis ojos de Simon para depositar mi mirada en Mateo y su mano extendida en mi dirección.

—¿Qué clase de cosas?

—Como ir a ver las obras, ¿vamos?

Dudo en tomar su mano, pero termino por hacerlo no muy segura. Él nos arrastra al interior del instituto, ingresando al primer salón repleto de pinturas hermosas. Abro los ojos fascinada acercandome a cada uno de ellos y señalando lo que mas me gusta, Mateo a mi lado asiente de acuerdo a las palabras que le digo sobre cada pintura.

El tiempo pasa volando a nuestro alrededor, mirando pinturas, charlando como en el pasado y los temas de conversación no acabaron hasta que la premiación fue anunciada. Mis palabras se esfumaron al sentir el ataque de nervios apoderarse de mi cuerpo, aumentando conforme iban anunciando uno a uno los ganadores de cada etapa —actualmente la banda del instituto, Blue en fotografía y una pareja de chicas en danza clásica, esos eran los ganadores del primer lugar de nuestro instituto— y llegando finalmente a Literatura.

El nerviosismo que me rodeaba era palpable, mis manos húmedas siendo secadas consecutivamente sobre mi pantalón, escuchando el tercer lugar de otro instituto, el segundo de nuestro instituto de las dos chicas que compartieron el autobús con nosotros y el primer lugar repleto de suspenso.

—El primer lugar va para la obra... —el hombre se toma su tiempo para leer el nombre y las ganas de gritarle para que se apresure son tentadoras— Perspectiva de Mateo Jefferson y Veronica Adams.

Los aplausos rompen el silencio, trayendome a la realidad. Mateo a mi lado se levanta regalandome una amplia sonrisa, aplaudiendo en mi dirección. Me levanto bajando los escalones escuchando los aplausos finalizar una vez la medalla de primer lugar es colocada en el cuello de ambos.

Miro a Mateo todavía sobre el escenario acompañados de los ganadores de las otras fases escuchando las felicitaciones del presentador. Sostengo la medalla entre mis manos, sintiendo mis ojos picar de la emoción con una amplia sonrisa.

—¿Ganamos? —musito cerca de Mateo sin poder creer que el primer lugar era para ambos.

Puedo escuchar la suave risa de Mateo a mi lado mientras asiente mirándome.

—¡Ganamos! —chillo a su lado rodeando con mis brazos su cuerpo, abrazandolo.







¡WENAS!

¿Cómo están? ¿les gustó el capítulo?

Odio a Simon. Fin del comunicado.

Hace un buen tiempo había publicado "Perspective" y olvidé decirles que podían pasar a leerlo... JAJA perdonen el olvido. =)


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