Capítulo Cuarenta y Nueve
Esa mañana me desperté más temprano de lo usual sin darle una mirada a mi móvil a pesar de los mensajes mañaneros que recibí, solo me arrastre al baño para darme una merecida ducha a tempranas horas. Específicamente a las ocho una mañana de domingo. Estuve una hora más dentro del baño humectando mi piel, cuidando mi cabello y verificando que todo estuviese perfecto. Tampoco es algo que no haga con regularidad, pero este domingo en específico, tengo que estar perfecta.
Me doy una última mirada en el espejo frente al lavado después de cepillar mi cabello y vistiendo una blusa ancha blanca en conjunto con un short corto me encuentro con la mirada divertida de mi madre al abrir la puerta del baño.
—¿Qué haces despierta tan temprano hija? —me pregunta como si no supiera del tema, con un tono tan desinteresado, pero a pesar vez tan insinuante al pasar a mi lado e ingresar al baño para humedecer su rostro—. Esto es atípico en ti.
—¡Mamá! —me quejo como una niña pequeña—. Sabes porqué.
—Quiero oírlo de nuevo. —bromea acercando una mano a su oreja esperando que lo diga.
Cruzo mis brazos con la toalla húmeda contra mi pecho y frunzo mis labios con un puchero pronunciado. Me niego a decirlo de nuevo, ella solo lo hace para avergonzarme y reírse de mí un buen rato. En el buen sentido, claro está.
—Te negare la salida si no lo dices. —canturrea sin mover su mano.
—Porque hoy tengo mi primera cita con Moni. —musito mirando mis manos avergonzada.
—No te escuché —insiste agitando su mano para que eleve el tono de mi voz—, ¿podrías repetirlo?
—Porque hoy voy a salir oficialmente con Moni. —respondo con el tono de voz alto obteniendo una amplia sonrisa de su parte.
Sus brazos me rodean estrujandome contra su cuerpo con fuerza, siento que el aire no llega correctamente a mis pulmones y golpeo suavemente su espalda en busca de que me libere, pero hace todo lo contrario, su agarre se refuerza dejando besos sobre mi cabeza.
—¡Jamás creí que este día iba a llegar! —canturrea emocionada contra mi oído, una mueca se forma en mis labios por el estridente ruido— ¡siempre creí que ibas a morir sola junto a tus siete chicos! Pero ¡mira! Ahora vas a tener una cita, lo escribiré en Weverse, tal vez le envíen bendiciones a su futura relación por este gran logro.
Sus brazos me liberan y pego mi espalda a la pared de enfrente del pasillo tomando grandes bocados de aire e imponiendo Distancia entre ambas . ¿En qué momento mi madre se volvió tan fuerte? Pobre de papá si la enoja y golpea su espalda, lo veo capaz de escupir algún órgano por su boca. Y con respecto a lo que dijo...
—¡No exageres mamá! —vuelvo a quejarme sin dejar de lado mi berrinche— ¡y no publiques nada en Weverse! Que vergüenza, seguro Army lo va a leer y ni pensar los memes que harán. —cubro mi rostro con ambas manos sintiendo mis mejillas arder.
—¿Ya sabes a dónde irán? —me pregunta cambiando de tema y apoyando su costado izquierdo en el marco de la puerta.
—No me quiso decir.
—Es de esperarse con ese niño. —se carcajea mamá separándose del marco—. Tina llamó hace un rato, mencionó algo de que deberías ver tu móvil. —comenta ingresando al baño y cerrando la puerta.
Avanzo en la dirección contraria a mi habitación rumbo al patio trasero de la casa para dejar la toalla húmeda bajo los rayos del sol. Admiro el césped verde gracias a las fuertes lluvias que se han presentado en algunos días pasados, el cielo azulado repleto de hermosas nubes decorandolo y la utilería en el único lugar con techo para evitar daños hasta la próxima semana. Un par de días nos separan de la boda de Tyler y Tina, el tiempo pasa volando.
Me acerco a las mesas y sillas apiladas a la espera de ser utilizadas reviviendo el momento en que Tyler le pidió matrimonio a Tina en este mismo patio trasero, con la familia de ella y los Jefferson. Mateo y yo no nos hablábamos en los absoluto y aún así estuvimos encerrados en el baño unos minutos bajo un ambiente tenso. Hablaba con Blue todos los días. Y ahora, casi finalizando el año, en la primera semana de septiembre todo dio un giro inesperado. Estoy con Mateo, ambos vamos a tratar de iniciar una relación, no hablo más con Blue y mi hermano esta a nada de casarse. El tiempo vuela, las personas cambian, la vida no es la misma al despertar cada mañana, pero aún así avanzamos.
—¿En qué piensas? —me giro con una enorme sonrisa en mis labios al escuchar su voz.
—Creí que te iba a ver hasta en la noche. —respondo mirando ahora la sonrisa en sus labios.
—Vine a pasar el rato $comenta acortando la distancia entre ambos al posar sus manos en mi cintura y acercarme a su cuerpo—, también tus padres siempre cocinan comida rica los domingos
—Entonces, ¿vienes por la comida? —le pregunto elevando mi ceja, Mateo se inclina un poco quedando a la altura de mi rostro.
—Y vine a verte. —finaliza la oración.
Mis ojos se desvían unos segundos al interior de mi casa y cuando me percato que no hay nadie a nuestro alrededor tomo el cuello de su camisa color vino y acorto la distancia entre ambos. Deslizo mis labios lentamente sobre los suyos obteniendo una respuesta rápida de su parte, mi mano se mantiene en su camisa evitando que se aleje y el agarre se deshace cuando sus manos me atraen aún más desde la cintura acabando con la escasa distancia entre nuestros cuerpos.
—Buenos días Veronica. —musita contra mis labios.
—Buenos días Mateo. —respondo de la misma manera sintiendo una sonrisa en medio de nuestro beso.
Esa sonrisa corta mi respiración y hace mis piernas temblar, me alejo un poco sintiendo mis labios picar por la ligera hinchazón en ellos y cuando miro a Mateo, quiero lanzarme de nuevo a sus labios al verlos sonrojados y entreabiertos, pero evito hacerlo cuando mi estómago gruñe en busca de desayuno y mis padres aparecen todavía en pijama caminando directamente a la cocina.
—¿Ya desayunaste Mateo? —le pregunta papá al acercarse y estrechar su mano con el chico.
—Sí señor.
—¿Te quedaras para el almuerzo? —cuestiona esta vez mamá desde la cocina encendiendo la cafetera.
—No me perdería el almuerzo por nada en el mundo.
Giro mis ojos divertida al escuchar su respuesta y lo tomo de la mano ingresando a la casa para reclamar mi parte del desayuno cuando esté listo. Con papá dentro de la cocina, tan cerca de mamá, significa —te puedo dejar sin tu desayuno si eres lenta a lo que se traduce como peligro.
Por ello, cuando mamá termina de hacer unas tostadas me encuentro discutiendo con él cuando queda un trozo restante en el plano a pesar de ambos haber comido cuatro trozos cada uno.
...
Un jadeo de sorpresa de escapa de mis labios cuando los dedos finos y largos de Mateo se cuelan por debajo de mi ancha camisa al sentir su toque cálido directamente contra la piel de mi cintura. Lo miro divertida cuando nuestros ojos se encuentran, su mirada brilla como si las mismas estrellas estuviesen atrapadas dentro de esos iris oscuros.
—¿Qué haces? —le pregunto divertida.
—¿Puedo tocarte? —indaga separando su mano de mi piel.
Tomo su mano y la regreso a la posición en donde se encontraba, una sonrisa tierna se forma en sus labios cuando desliza su mano sobre mi abdomen no tan plano avanzando a mi costado izquierdo donde traza dibujos inexistentes en mi piel, pero se detiene unos segundos. Mi rostro de tiñe de rojo, me siento avergonzada cuando la yema de sus dedos traza la forma de una estría en mi costado izquierdo, una que se pierde en el interior de mi short. Tomo su mano sacándola del interior de mi camisa y él me mira sin perder el brillo en su mirada. Mateo me mira con cariño a pesar de la mezcla de emociones que debo de poseer, la vulnerabilidad y miedo me invaden al sentirme expuesta a pesar de traer ropa bajo sus oscuros ojos.
—No me gustan.
—¿Qué cosa?
—Esas marcas, las estrías.
—Yo no sentí nada. —responde besando la punta de mi nariz—. Solo toqué piel, como cualquier otra con o sin marcas.
Mi corazón se salta un latido cuando me toma de la cintura y me obliga a sentarme entre sus piernas, frente a frente, sus manos buscan las mías y al lograr atraparlas, las acaricia.
—¿Puedo verlas? —niego de inmediato soltando nuestras manos y aprieto la tela contra mi estómago—. Seguro son hermosas como la portadora.
—¿Qué tienen de lindo unas líneas rojas, moradas y blancas? —me quejo mirando mi cuerpo con desprecio.
—¿Qué no tendrían de lindo? —réplica.
Suspiro debatiendome mentalmente. ¿Por qué dejarle ver? ¿Exponer ante sus ojos esa parte que menos me agrada de mi cuerpo? ¿Hacerlo cambiaría algo? ¿Dejaría de sostener mi cintura como siempre lo ha hecho al verlas? Tengo miedo de que algo cambie entre nosotros si las ve, todo ha ido bien hasta el momento, vamos a tener nuestra primera cita y si las muestro, ¿todo eso se va a acabar?
—Veronica, déjame mostrarte que no me desagradan tus estrías. —habla con ternura, acunando mi rostro con su mano.
Lo miro, él me mira. Nos perdemos en nuestras miradas, pero tengo miedo, uno que se refleja en mis ojos que combate contra el cariño en los suyos. Hay muchas personas en este mundo que les desagrada ese tipo de marcas, las estrías, la celulitis, cicatrices, cuerpos no perfectos. Personas que hacen comentarios hirientes referentes a estas marcas. Suspiro tratando de relajar el latido nervioso de mi corazón. Kim Namjoon dijo love yourself, pero a veces es tan difícil que duele.
—¿Prometes que nada va a cambiar? —pregunto tan bajo, con todo el temor que mi cuerpo contiene.
—Lo prometo. —asegura acariciando nuestras narices.
Tomo el borde de mi camisa y lo elevo lo suficiente para dejar a la vista un poco de mi abdomen no plano. Mateo mira con atención la poca piel descubierta, sus dedos acaricias las líneas de las estrías en mi costado izquierdo con cuidado, delicadeza, como si temiera romperme bajo su tacto y su enorme sonrisa particular se asoma en su rostro cuando ve en el costado derecho también tengo otro par de estrías. A pesar de su cariño en sus facciones y acciones no puedo evitar sentirme insegura si no dice nada.
—¿No dirás nada? —pregunto con miedo, la sensación de exponer mi temor no deja que mis sentidos se relajen a pesar de las acciones de Mateo que buscan tranquilizarme— ¿no piensas lo mismo que yo? Que son feas... —susurro y mi boca se cierra cuando su mirada se conecta con la mía.
—¿Sabes que me gustaría hacer? —asiento con el corazón acelerado, de pronto su mirada se ha tornado severa— Me gustaría hundirme en tu piel, llenarte de besos y caricias en todos esos lugares donde portes una de esas supuestas imperfecciones para mostrarte que no me desagradan. Me gustan, me gustas.
Quiero replicar, mostrarle que esas estrías no tienen nada de bello en mi piel, en un lugar donde dependiendo de la ropa que lleve se van a notar, las van a ver, me van a juzgar y mirar con desagrado, pero no me lo permite. Sus labios se funden con los míos, me besa con cariño, cuidado, inclinando ligeramente mi cuerpo hacia atrás hasta quedar aprisionada contra el calor de su cuerpo y las sábanas de mi cama. Un hormigueo se crea en mi vientre cuando deslizo mis manos alrededor de su cuello acariciando los cabellos de su nuca y sus manos se apoyan en mis costados. Mateo deja un beso en mis labios antes de separarse y mirarme.
—No me gustan Veronica —dice deslizando sus manos en el interior de mi blusa y dejando expuesta esa pequeña parte de mi piel—, me encantan, me fascinan, amenazan con acabar mi cordura.
Un chillido de sorpresa se escapa de mis labios cuando se inclina de pronto dejando besos húmedos en la piel de mi cintura, me retuerzo bajo el contacto de sus labios abrumada por las desbordantes emociones que me invaden. Las mariposas en mi estómago parecen formar una fiesta que no tendrá fin muy pronto. Mis manos se cierran sobre la tela de la cama cada que sus labios se posan sobre mi piel y en ocasiones nuestras miradas se conectan donde Mateo me sonríe de lado.
Mateo deja un último beso en el centro de mi abdomen antes de acostarse a mi lado y envolverme entre sus brazos.
—¿Siguen sin gustarte? —indaga sin separarse de mí, asiento— Te ayudare a amarlas.
Mis ojos pican enternecidos por sus palabras tan seguras y asiento, confiando en sus palabras, porque estoy con él, Mateo Jefferson. Nuestra burbuja de amor explota cuando mi móvil me obliga a moverme fuera de su agarre para atender la llamada entrante, pero eso no evita que Mateo recargue su cabeza sobre mi muslo, abrace una almohada y cierre sus ojos.
—¿Hola? —pregunto depositando mi mano libre entre sus rulos, acariciándole con cariño.
—¡Que bueno que respondes Veronica! Llevo todo la mañana tratando de contactarte.
Elevo mi ceño confundida al escuchar las palabras de Tina, pero una risa divertida se escapa de mis labios cuando me percato que no he tocado mi móvil durante la mañana.
—Perdona, he estado ocupada. —respondo mirando a Mateo y la escucharme una sonrisa se forma en sus labios.
—No importa, necesito que vengas a probarte el vestido de dama de honor, ¿puedes?
Una mueca se forma en mis labios y me siento mal.
—Iré en seguida, perdona por no responder temprano.
—No importa linda, ¿puedes ir por Mateo? Tyler me dijo que él no llegó.
—Claro, en un momento llegamos.
—Te espero, en el chat esta la dirección. ¡Nos vemos!
Tina cuelga la llamada y mis caricias en la cabeza de Mateo se detienen obteniendo un gruñido de su parte.
—¿Por qué no fuiste a probarte el traje con Tyler?
—Logan sabe mis medidas.
—Mateo. —gruño mirándolo sentarse a mi lado.
—Es que me daba flojera. —responde formando un puchero en sus labios.
—Eres incorregible.
—Se que te traigo loca amor.
—Lo mismo digo cariño. —respondo giñandole mi ojo, me levanto buscando mis zapatillas y al encontrarlas me las calzo—. ¿Nos vamos?
El chico asiente saliendo perezosamente de las sábanas de la cama, poniéndose sus zapatos también.
Feliz viernes con V de 뷔
¿Cómo estuvo su semana? ¿Están bien? ¿Necesitan hablar de algo que les causa incomodidad o dolor? Mi DM aquí e instagram esta abierto si necesitan hablar con alguien♡
¿Les gustó el capítulo?
Siempre quise hablar de las marcas en los cuerpos, porque es una realidad para todos los cuerpos, tanto hombres como mujeres porque es importante amarnos tal y como somos.
Nunca vamos a escapar de los prejuicios de la sociedad porque siempre nos van a señalar por cualquier cosa. No somos perfectos, somos humanos, podemos cometer errores y tener estas magníficas marcas en nuestros cuerpos.
Yo las tengo y estoy aprendido a amarlas. Porque es mi cuerpo, este hogar que tengo desde que nací y tendré hasta el día de mi muerte, y lo voy a amar. Como dijo Mateo, odiar es una pérdida de tiempo y NADA ganamos intoxicandonos con ese sentimiento tan oscuro.
Si yo digo
—Love yourself!
Ustedes dicen
*espacio que espera su respuesta*
Gracias por leer y llegar hasta aquí, estoy feliz de tenerte en mi vida con tus comentarios y votos.
Nos leemos la otra semana♡
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