Capítulo Cincuenta y Uno
Cuando ames a alguien, olvida por unos segundos lo que sucede a tu alrededor y vive el momento.
Mis ojos van fijos en la ventana del auto, sin querer darle una mirada la conductor que me obligó a subirme a su auto con una simple camisa blanca, un short corto, mis tenis y cabello desordenado. Es inaudito, intolerable, irritante y molesto. Cruzo mis brazos cuando el auto se detiene con las aceras poco transitadas y algunos autos pasando seguramente a sus hogares. Porque ya son las siete de la noche.
Una mano grande se posa sobre mi pierna y da un ligero apretón, lo miro con desdén. Una mirada molesta encontrándose con una divertida. El contraste más irónico.
—¿Sigues molesta?
—Tú dime Jefferson. —respondo regresando mis ojos a la acera, unos cuantos pasos lejos se encuentra un callejón sumido en la oscuridad absoluta.
¿Qué hacemos aquí?
Mateo no responde y simplemente se baja del auto rodeándolo para llegar a mi lado, abrir la puerta, hacer una reverencia y extender su mano en mi dirección sin enderezar su cuerpo. Mantengo mi posición molesta que a este punto de la noche está comenzando a desaparecer por su actitud tan tierna, atenta y divertida. Eleva su rostro con sus ojos brillantes y sonrisa enorme.
—¿Me dejarás esperando así? —asiento sin eliminar el contacto visual de nuestras miradas— Puedo esperar toda mi vida linda. —dice divertido bajando su rostro.
Una fuerte exhalación se desliza fuera de mis labios como si estuviera muy molesta, tan molesta como para golpearlo antes de decidir tomar su mano y bajar del auto bajo su mirada oscura. Mateo cierra la puerta del auto, activa la alarma y me guía lejos de él tirando de nuestro agarre, me detengo en seco cuando veo que pretende ingresar al callejón seguramente sin salida. Estoy comenzando a poner en duda toda la confianza que he depositado todo este tiempo en Mateo Jefferson.
El pelinegro trata de tirar nuevamente de mi mano, pero me retengo manteniendo mis pies pegados al suelo. Puedo jurar que las plantas de mis pies y la sucia acera son uno.
—Vamos. —apremia girando a mirarme.
Me niego.
—No entraré a ese callejón Jefferson. —gruño entre dientes mirándolo a él y el callejón desconfiada.
Mateo mira el callejón, luego nuestras manos unidas y por último la mueca disgustada que mi rostro debe retratar. ¿En qué está pensando este idiota? Traerme a un callejón sin salida después de no permitirme ponerme linda para nuestra primera cita eleva mi enojo a niveles estelares. Suelto su mano dejando en claro que nada de esto me tiene feliz y él solo niega divertido acortando la distancia entre ambos, depositando sus manos sobre mi cintura.
—¿Ya viste el final de este callejón? —pregunta buscando mi mirada y cuando nuestros ojos se encuentran me sonríe.
—No necesito verlo para querer golpearte por traerme. —contesto girando mi rostro en otra dirección.
—¿Te parece un trato? —lo miro de reojo con mi ceja elevada, sus ojos brillan cuando obtienen mi atención—. Me golpearas si no te gusta el final, pero si te gusta me besaras.
Medito su propuesta varios minutos bajo su mirada, escucho las carcajadas de una pareja que pasa a nuestro lado e ingresan sin dudarlo al callejón vistiendo una simple pijama de conejo. Ambos y tomados de la mano. Vuelvo a entrelazar mi mano con la de Mateo, asiento y tiro de él hacia el callejón para analizar el lugar curiosa, pero sin dejar de lado mi desconfianza. ¿Qué razones tiene esa chica rubia y su novio de cabello castaño para entrar a un lugar tan oscuro como ese? Mis ojos logran captar una tenue luz roja antes de que la puerta de acero custodiada por un sujeto grande se cierre de golpe, giro y sin pensarlo estrello mi puño contra el pecho de Mateo.
—Llamare a Logan, me voy de aquí. —anuncio enojada, mucho.
Dio un paso lejos de Mateo, pero sus manos me toman de la cintura atrayendo mi espalda a su pecho, siento su respiración chocar contra la piel de mi oreja cuando se inclina y ese acercamiento de ambos hace que un escalofrío recorra mi espalda.
—Entraremos a ese lugar, tu me pediste que te trajera.
—Pues ya no quiero ir.
—Vamos a entrar, mi paciencia llegó a su límite Veronica. —me dice cansado, su mano de nuevo se encuentra con la mía.
Imponiendo la evidente diferencia de fuerza de ambos a pesar de plantar mis pies al suelo logra meterme al callejón escuchando mi centenar de insultos a él, pero toda palabra que grito en contra de Moni desaparece cuando el hombre grande en la puerta extiende su mano en su dirección y Mateo le entrega una tarjeta roja, la puerta de acero es abierta por ese guardia de seguridad y mis ojos se encuentran con una pequeña habitación roja, total y completamente roja, un pasillo oscuro y al final de este una cortina. Tengo miedo. ¿Esto es un prostíbulo? ¿Mateo Jefferson asiste a este tipo de lugares? Lo miro incrédula y asqueada, claro que él se percata de eso, sus dedos toman mi barbilla girando mi rostro a la izquierda mostrándome un letrero.
Una simple palabra en letra cursiva iluminada por rojo neón.
Bousni.
¿Y eso qué significa? ¿Es una palabra refinada para definir este prostíbulo? ¿Así le llaman al sexo por aquí? Bousni.
—Entremos. —apremia Mateo tomando mi cintura y con nuestros cuerpos un lado del otro tira de mí al interior de esa habitación roja.
Es una simple habitación roja con un par de sofás y percheros. Nada fuera de lo normal. Sigo a Mateo en el interior del pasillo con mi corazón latiendo a mil, el golpeteo de ese órgano retumbando contra mis tímpanos y solo hace que mis nervios se disparen cuando estamos a pasos de pasar al otro lado de esa cortina. Me cuelgo del brazo de Mateo. Tengo miedo. Me preparo mentalmente cuando el pelinegro toma la cortina de terciopelo también roja e ingresamos a la siguiente habitación.
Pero no veo nada, literalmente nada porque cerré mis ojos y escondí mi rostro en el brazo de Mateo.
¿Hola Dios? Soy yo de nuevo.
—¡Bienvenidos a mi cafetería y hotel Bousni! Soy Marie. —mis ojos se abren de golpe cuando escucho la voz de una chica alegre.
Las palabras cafetería y hotel hacen eco en mi cabeza, entonces...
—¿No es un prostíbulo? —musito abriendo mis ojos y parpadeo varias veces acostumbrandome a la iluminación.
—No linda. —me sonríe divertida Marie—. Busquen su mesa, en un momento los estoy atendiendo.
Mateo da un ligero apretón en mi cintura guiándome a otro pasillo con mesas a sus dos costados, las paredes que componen el pasillo están tapizadas por una pizarra que inicia desde la derecha, pasa por el techo y termina a la izquierda. El título "La pizarra del amor" me roba una enorme sonrisa cuando pasamos debajo de ella escuchando los murmullos de las parejas, los escritos en la pizarra son por distintas caligrafías y seguramente de parejas que asistieron el local. Observo el aspecto abierto del lugar, las mesas de madera, algunas plantas cuelgan del techo, veo la misma pareja con su pijama de conejo comiendo en una de las mesas y no son los únicos en pijama, todos dentro de este local visten pijama como otros ropa casual. Detallo las escaleras a la izquierda cuando Mateo me guía a una de las mesas vacías, un segundo piso donde bajan otras parejas tomadas de la mano.
—¿Por qué no vinimos en pijama? —pregunto cuando acomoda la silla para que pueda sentarme.
—Estabas molesta por venir así, en pijama no te habrías subido al auto. —contesta Mateo sentándose al frente mío.
Asiento delineando con mis dedos el mapa tallado en la madera. Este lugar es hermoso. Unas carcajadas llaman mi atención mirando que al otro costado de este primer piso hay un área de karaoke y un poco apartado de este se encuentra un área para leer con los libros de Kate en un estante aparte.
—Este es el menú, cuando sepan que pedir pueden levantar su mano y serán atendidos de inmediato. —informa una chica dejando una tableta de madera con el menú pegado a ella.
—¿Qué quieres comer? —me pregunta Mateo inclinándose ligeramente sobre la mesa para observar también la lista de comidas.
Leo el contenido, pero mis ojos se desvían al nombre de la cafetería y hotel.
—¿Qué significa Bousni? —indago alzando mis ojos y encontrándome con sus ojos brillantes de cariño.
—Bésame.
Me alzo de hombros uniendo nuestros labios, su rostro se inclina a un costado confundido por mi acción.
—No, en serio, ¿qué significa?
Mateo niega incrédulo y deslizando su dedo índice sobre su labio inferior se deja caer sobre su silla.
—Eso, bésame.
—¿Bésame? —cuestiono conmovida, la palabra Bousni se me ha muy tierna para que signifique bésame.
Mateo se inclina de nuevo sobre la mesa y une nuestros labios, tal y como lo hice yo al comienzo, lo miro sorprendida, pero él solo se alza de hombros restándole importancia.
—¿Vamos a comer Mini? —pregunta regresando a su lugar y mirándome a la espera.
Regreso mis ojos a la tabla de madera leyendo las comidas que ofrece Bousni. Mi estómago gruñe leyendo cada una de esas comidas, todas lucen deliciosas desde mi perspectiva y las bebidas también lo hacen. Dios mío, ¿por qué no conocía este sitio desde antes? Dejo el menú sobre la mesa apuntando con mi dedo lo que quiero comer. Mateo se inclina para leer lo que señalo.
—¿Eso?
—Siempre he querido probarlas.
—Lo que ordene mi chica. —su mano se levanta captando la atención de una de las camareras y mis mejillas se sonrojan ligeramente.
En poco tiempo hace el pedido, la chica se aleja con nuestra comida apuntada en su pequeña libreta junto con el menú. Apoyo ambos codos sobre la mesa y luego mi mentón sobre las palmas de mis manos observando a Moni de pronto interesada. Quiero saberlo todo sobre este sitio, cómo consiguió esa tarjeta para ingresar, cuál es la historia, todo. Mateo gira sus ojos captando mis intenciones.
—Logan me trajo. —resume deslizando una mano por sus rulos negros—. La chica que nos dio la bienvenida es la dueña, en esa ocasión Logan la había contactado para que le hablara de su local y nos relató la historia. Su idea principal es producir ese misterio y miedo antes de que ingreses, las tarjetas son repartidas por ella misma durante el día en un auto negro entregándole ese ambiente de mafia a las personas para que estén completamente obligados a venir por miedo.
—Es muy mala. —digo sorprendida, pero maravillada.
¿Quién se monta todo un espectáculo para atraer los clientes a su local? Solo ella.
—También tengo entendido que es prima del novio de Kate. —comenta de pronto.
Abro mi boca sorprendida. Eso explica porque hay un estante personal para las historia de la chica, aunque yo de tener un local también tendría un espacio especial para las cosas que me gustan, como por ejemplo: las historias de Kate y BTS, obviamente.
—¿Visitaste el segundo piso?
—Claro, Logan obtuvo un recorrido con todo incluido. —responde Mateo divertido—. Las habitaciones son muy espaciosas y su decoración está compuesta por una gran parte de plantas. El local ofrece dos tipos de habitaciones, la primera es exclusiva para las parejas bajo el nombre de Amicofilia, esas se encuentran en el tercer y cuarto piso, para el quinto y sexto las habitaciones son departamentos llamadas Sempiterno.
—Me gustaría conocer alguna. —musito con un puchero.
—¿Quieres que vayamos a una habitación? —indaga el pelinegro con una sonrisa ladeada, deslizando detrás de mi oreja un mechón de mi cabello.
—No confío en el tono que usaste.
—¿Qué tiene mi tono?
—Es sospechoso. —susurro entrecerrando mis ojos en su dirección.
—Su pedido —identifico la voz de Marie, una chica bajita de tez blanca, ojos celestes, cabello negro y vestido completamente negro con un delantal vino. Deja sobre la mesa nuestra comida y bebidas— y esto lo dejo Kate para ti. —luego le entrega a Mateo un paquete café.
—Muchas gracias. —le agradezco antes de que se vaya.
Tomo mi plato con una deliciosa crepa de nutella con frambuesas y crema batida sobre ella, Mateo también pidió una crepa que no duda en tomar sus cubiertos y comenzar a comerla. Tomo el tenedor, luego el cuchillo y parto una pequeña porción de la crepa notando el chocolate deslizarse fuera de ella, unto mi porción de crema batida y la llevo a mis labios. Deliciosa. El sabor de la nutella explota en mi boca provocando que emita un sonido de felicidad.
—¿Por qué tarde tanto en probar esto? —me quejo tomando otro trozo de la crepa y la llevo a mi boca.
—Una gran elección. —halaga Mateo, miro su plato que está totalmente limpio.
—¿Te gustó? —bromeo llevando la última porción a mis labios y la devoro enamorada con la comida. Mateo asiente—. Estoy comenzando a poner en duda mi enamoramiento contigo, las crepas están casi superando tu puesto en mi corazón.
Moni en lugar de lucir indignado con mi declaración acerca su dedo a mis labios, lo desliza por el contorno inferior de mi labio inferior, cuando separa su dedo de mi boca detallo el color café de la nutella y lo lleva a su boca. Mi corazón se dispara con esa simple acción sonrojando mis mejillas de inmediato.
—¿Crees que sea así todavía? —pregunta mirándome con una sonrisa ladeada, solo atino a negar—. Ven, tienes que conocer la terraza.
Doy un rápido sorbo a mi batido de fresa antes de levantarme para tomar su mano y seguirlo a la terraza, avanzamos pasando por el área de karaoke donde una pareja se divierte cantando alguna canción, después por el área de lectura y solo en ese instante me percato de la puerta a un lado del sofá de cuero. Mateo desliza a un costado la puerta de vidrio, el frio de la noche golpea contra la piel de mi cuerpo y me encojo contra su cuerpo buscando calor, sus brazos me rodean pasando entre pequeños cubículos divididos por biombos de bambú, veo de reojo a las parejas acurrucadas charlando en su propia atmósfera cubiertos por una frazada en un sofá.
Mateo me guía hasta el final de la terraza donde entramos a uno de los cubículos vacíos, me siento en el sofá apoyando mis brazos en la baranda observando las luces de la ciudad de Londres. Mis ojos deben de brillar destellantes con la imagen de los edificios y la carretera iluminados. Me siento agradecida por compartir esta vista con el chico que acelera mi corazón y eso hace que una amplia sonrisa se abra paso en mis labios. El sonido de una cámara llama mi atención, me giro observando la cámara instantánea que sostiene Mateo y la foto que ha salido de ella en el borde superior.
—¿De dónde sacaste eso? —pregunto cuando saca la fotografía y me entrega la cámara.
—Están en los cubículos, al salir pagas las fotografías junto a la comida. —me explica mirando la que me ha tomado.
—Quiero una tuya. —le pido llevando mi ojo al visor de la cámara negra.
Mateo deja mi fotografía a un lado sobre el sofá, sus dedos formando una V descansan alrededor de su ojo derecho, con su rostro serio y ojos intimidantes. Presiono el botón, el flash se dispara, un suave sonido emite la cámara antes de que la fotografía completamente negra aparezca en la parte superior. Tomo de inmediato la fotografía mirándola con atención para captar todos los detalles de cuando se revele.
Una frazada suave cae con mi espalda, miro a Mateo y tiro de su brazo para meterlo también debajo de la manta cubriendonos a ambos. Su mano me muestra la fotografía que me tomó, me veo bien, así que no me siento apenada de que saliera horrible.
—Comprare un estuche transparente para mi celular y la llevare. —me dice emocionado.
Envuelvo mis brazos alrededor de su cuello eufórica con solo pensar que mi fotografía va a andar con él a todo lugar que lleve su móvil y yo solo deseo ir a alguna tienda de accesorios para teléfonos donde pueda comprar un estuche transparente para mi también y cargar con su fotografía en mi móvil. Observo la foto y en mi vientre las mariposas revolotean entusiasmadas.
—Hare lo mismo. —le digo y tomo de nuevo la cámara—. Una foto de ambos, ¿sí?
Él asiente. Nuestro rostros se acercan uno junto al otro cuando sostengo la cámara mostrando mi más grande sonrisa del mundo porque estoy feliz, muy feliz por tener a Mateo de nuevo en mi vida, por entregarme estas memorias tan hermosas juntos, siendo felices, sintiéndonos amados, siendo nosotros mismos. Presiono el botón, el flash deja unos instantes mis ojos viendo pequeños puntos blancos, pero eso no evita que me gire y presione mis labios contra los de mi chico.
Sus manos me toman de la cintura subiendome a su regazo antes de introducir sus manos debajo de mi blusa y acariciar mi piel directamente. Mi cuerpo se estremece bajo su tacto delicado y caliente, el roce de nuestros labios solo dispara mis latidos que aumentan la fiesta de las mariposas en mi vientre. Me alejo apoyando mi frente contra la suya y en algún punto de nuestro beso mis manos se colaron en su cabello largo, lo acaricio mirando sus ojos iluminados.
—Me voy a bajar. —anuncio pretendiendo bajarme de su regazo y cuando hago un pequeño movimiento sus manos me retienen. Lo miro confundida—. ¿Pasa algo?
—Quiero disfrutar de este momento.
—Mañana nos veremos de nuevo, luego pasado mañana y así durante todo el año. —le recuerdo sonriendo en grande.
—Por favor. —pide y asiento, apoyando mi frente contra su pecho disfrutando de este momento al igual que él.
Simplemente siendo nosotros mismos, amándonos, siendo felices, eufóricos, sin restricciones. Deslizo mis brazos por su cuello hundiendo mi nariz en su cuello, su fragancia me encanta y los círculos que traza en mi cintura juegan con mi cordura.
Feliz viernes con V de 뷔!
Casi no actualizo hoy, pensé que era jueves :) pero me di cuenta rápido y ahora actualicé.
Algo así me imagino las fotos de los chicos:
¿Les gustó el capítulo? Se me hizo muy tierno, ellos definitivamente sacan mi lado romántico♡
Bousni: Bésame.
Amicofilia: Placer por ser arañado.
Sempiterno: Que durará por siempre; que habiendo tenido principio, no tendrá fin.
¿Conocían esas palabras? 7u7
Muchas gracias por leer, me haces muy feliz con tu voto o comentario :')
Nos leemos la próxima semana.
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