💠 Capítulo 21 💠

(Narra Massimo)

La pantalla de mi teléfono brillaba en la oscuridad de mi habitación. A pesar de que eran más de las dos de la mañana, no podía dormir. Mi mente estaba atrapada en un torbellino de pensamientos, todos girando en torno a una sola persona: Barbi. Había conseguido su número gracias a uno de mis contactos, uno de los seguratas de la discoteca Momento. Me lo había proporcionado sin hacer preguntas, sabiendo que cuando yo pedía algo, era mejor no cuestionarlo.

Al principio, dudé. ¿Debería escribirle? ¿O sería mejor dejar que las cosas se enfriaran un poco después de lo que había pasado en el baño? Pero la verdad era que no podía sacarla de mi cabeza. Cada vez que cerraba los ojos, las imágenes de ese beso, de su cuerpo tan cerca del mío, invadían mi mente. Necesitaba verla de nuevo, tocarla, llevar las cosas más allá de lo que habíamos empezado esa noche. Nunca me había sentido así con nadie. La idea de que otro hombre pudiera estar con ella me volvía loco, y sabía que esta sensación era imposible de sostener.

Finalmente, la necesidad se impuso a la duda y decidí escribirle. La conversación que tuvimos fue más de lo que jamás habría imaginado. Había visto en Barbi una chica con carácter, alguien que no se dejaba amedrentar fácilmente, pero pensé que en otros aspectos sería más recatada. No podría haber estado más equivocado. Cada mensaje que me enviaba era como una chispa en mi cuerpo, incendiando el deseo que ya sentía por ella.

Estaba sorprendido y encantado. Barbi no era como las otras mujeres con las que había estado. Normalmente, las chicas con las que me cruzaba o eran arpías que solo querían mi dinero, insinuándose de manera tan obvia que resultaba repulsivo, o eran demasiado tímidas para manejar mi intensidad. Pero Barbi... ella era diferente. Perfecta. Con cada respuesta suya, sentía que la necesitaba más, que la quería ahora, sin esperar un segundo más.

Pero cuando ella escribió, "Dime cuándo y dónde," no respondí de inmediato. Sabía que dejarla enleída, sin respuesta, la excitaría aún más. Sonreí para mí mismo, disfrutando de la sensación de control que tenía en ese momento. Me levanté de la cama y fui directo al armario. Cogí una camiseta negra ajustada, unos vaqueros oscuros y mi chaqueta de cuero. Era simple, pero sabía que me veía bien con eso. Cogí las llaves de mi coche, un Lamborghini Urus negro mate, la perfecta combinación de lujo y agresividad, y salí de la casa.

Sabía exactamente dónde vivía Barbi. El socio de mi padre tenía una mansión impresionante en una de las zonas más exclusivas de Marbella, y aunque no me había presentado allí oficialmente, sabía lo suficiente como para encontrar el camino. Conduje hasta su casa, disfrutando del rugido del motor bajo mis pies. Cuando llegué, aparqué justo debajo de su portal, dejando el coche encendido, sus luces iluminando la entrada.

Tomé mi teléfono y finalmente respondí a su mensaje.

Massimo: "Ahora mismo, debajo de tu casa."

Pasaron solo unos segundos antes de que la vi asomarse por la ventana. Estaba claro que no podía creer lo que estaba leyendo.

Barbi: "¿Estás loco? ¿Qué haces ahí? ¡Te van a ver!"

Sonreí para mí mismo, sintiendo una oleada de adrenalina al imaginar su expresión mientras escribía eso. No le respondí de inmediato, solo la observé desde abajo, esperando a que el impulso la venciera.

Massimo: "Baja."

Barbi: "No, estás loco. Vete, ¿cómo voy a bajar a estas horas? ¡Nos pillarán!"

Sabía que estaba nerviosa, que la situación la superaba un poco, pero también sabía que el deseo que sentía por mí estaba ganando terreno.

Massimo: "No me voy a ir. Tú verás lo que haces, pero yo no pienso irme. Quiero tenerte, Barbi, ahora. No me iré hasta que estés aquí conmigo."

Sentí una oleada de satisfacción al escribir eso, sabiendo que las palabras eran lo suficientemente directas como para que entendiera exactamente lo que quería decir. No la quería de una manera suave o romántica. La quería ahora, de manera urgente, visceral.

Sabía que este tipo de conversación no era algo a lo que ella estuviera acostumbrada, pero eso la hacía aún más excitante. Podía imaginarla mordiéndose el labio, debatiéndose entre el miedo y el deseo, hasta que finalmente una de esas emociones ganara.

(Narra Barbi)

Estaba flipando. Nunca había vivido algo así, y la verdad es que no sabía cómo reaccionar. Miré el mensaje de Massimo una y otra vez, preguntándome si realmente se había vuelto loco. Pero la verdad es que, aunque mis manos temblaban, había algo increíblemente excitante en todo esto. Jamás había tenido una conversación tan caliente con nadie, y mucho menos con alguien como él.

Miré por la ventana una vez más, viendo su coche negro estacionado justo debajo de mi casa. Las luces delanteras iluminaban la entrada, dándole un aire casi cinematográfico. Sabía que bajar significaba cruzar una línea de la que no habría vuelta atrás, pero la verdad es que en ese momento no me importaba.

Mi corazón latía con fuerza, cada segundo que pasaba sentía que la situación se volvía más y más irreal. Pero, finalmente, el deseo ganó. Cogí una chaqueta ligera y me dirigí a la puerta con pasos cautelosos, asegurándome de no hacer ruido. No quería que nadie se despertara.

Bajé las escaleras en silencio, sintiendo cómo mi respiración se volvía más rápida con cada escalón. Cuando finalmente abrí la puerta y salí al exterior, el aire frío de la noche me golpeó en la cara, pero no hizo nada para calmar el calor que sentía en mi interior.

Massimo estaba esperándome junto a su coche, una sonrisa peligrosa en su rostro. Mi corazón dio un vuelco al verlo allí, tan seguro de sí mismo, tan decidido.

—Estás loco... —susurré cuando llegué a su lado, mis palabras apenas audibles.

—¿Y eso te molesta? —respondió con una ceja levantada, su voz profunda y seductora.

Negué con la cabeza, incapaz de decir nada más. Antes de que pudiera procesarlo, Massimo abrió la puerta del coche para que entrara, y lo hice sin pensarlo dos veces. Cuando cerró la puerta y se subió al asiento del conductor, supe que no había vuelta atrás y no quería que la hubiera.

(Narra Clara)

Cuando llegué a casa, Martina me acompañó hasta la puerta, dándome un último abrazo antes de despedirse. Agradecí su apoyo, aunque el dolor seguía palpitando en mi pecho. Subí las escaleras hasta mi apartamento, sintiendo que cada paso era más pesado que el anterior.

Mis padres ya estaban en la sala cuando entré. Siempre había tenido una relación muy cercana con ellos, y esa noche no fue la excepción. Me miraron con preocupación cuando les conté lo que había pasado con Tomás. Les expliqué todo lo que Barbi me había dicho, las lágrimas empezaron a caer mientras les contaba cómo me había sentido, cómo había reaccionado.

Ellos lo pasaron tan mal como yo al escucharme, pero su apoyo fue incondicional. Me abrazaron, tratando de consolarme, pero sabían que las palabras no iban a ser suficientes para calmar el dolor que sentía.

Finalmente, mi madre sugirió que le enviara un mensaje a Tomás, que le pidiera explicaciones directamente. Sabían que necesitaba respuestas, aunque temían lo que esas respuestas podrían ser.

Me armé de valor y saqué mi teléfono, con los dedos temblando mientras escribía.

Clara: "Tomás, tenemos que hablar. Barbi me ha contado lo que te vio haciendo anoche. ¿Es cierto?"

No pasó mucho tiempo antes de que recibiera una respuesta, aunque cada segundo que pasaba sentía que se me hundía más el estómago.

Tomás: "¿De qué hablas? Yo no he hecho nada. Estaba con mis amigos, no sé de qué te están llenando la cabeza."

Cerré los ojos, sintiendo cómo el enfado y la tristeza se mezclaban dentro de mí. Sabía que estaba mintiendo, podía leerlo en cada palabra. Volví a escribir, más decidida esta vez.

Clara: "Sé lo que vi, Tomás. Deja de mentirme. ¿Por qué me haces esto?"

Pasaron unos minutos antes de que respondiera de nuevo, pero cuando lo hizo, su tono había cambiado. La furia que sentía se filtraba en cada palabra.

Tomás: "Vale, Clara. Sí, estuve con otra. ¿Y qué? No fue nada, solo un beso, un error. Pero quiero verte, necesito hablar contigo. Por favor, no lo acabes todo por una tontería."

Sentí cómo mi corazón se rompía un poco más al leer eso. Se estaba arrastrando, rogándome que lo perdonara, pero no podía hacerlo. No después de todo el dolor que me había causado.

Clara: "No, Tomás. No puedo verte ahora. No puedo hacer esto más. Necesito tiempo para pensar."

Le di a enviar y apagué el teléfono, incapaz de seguir con la conversación. Me derrumbé en el sofá, entre los brazos de mi madre, sintiendo que todo lo que había construido con Tomás se desmoronaba ante mis ojos.

La conversación había terminado, pero el dolor que sentía estaba lejos de desaparecer. Sabía que este era solo el comienzo de un proceso largo y doloroso, pero también sabía que no podía quedarme con alguien que me había traicionado de esa manera. Aunque doliera, tenía que alejarme y era hora de cambiar mi vida por completo.

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Comentario de la autora: Agradezco todo el apoyo que me dais con vuestros votos y comentarios, son muy importantes para mí porque me ayudan a mejorar, ¡gracias! 🩵

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