𝑻𝒆 𝒆𝒙𝒕𝒓𝒂𝒏̃𝒐.
Tres días habían transcurrido desde que Jimin había visto por última vez la cara de Jungkook.
Tres jodidos días.
El miedo y la tristeza se habían apoderado por completo de él, aun cuando intentó ser fuerte, simplemente no aguantó más y se desmoronó ahí. Estaba solo y acurrucado en la cama, su rostros húmedos y pequeños sollozos salían de sus labios.
La cama se sentía tan grande y fría, y eso solo lo hacía sentir aún más solo.
¿Dónde está, Jungkook?
¿Este era realmente el final?
No quería pensar aquello, pero por más que se negaba a hacerlo, las acciones de los últimos días parecían indicar todo lo contrario.
Pero Jimin, a pesar de ya ser un adulto, seguía siendo un hombre que amaba los mimos y las cosas cursis, los abrazos y los besos, las palabras cariñosas todo el tiempo. Joder, Jungkook era todo lo que él necesitaba.
Eran alrededor de las cinco de la mañana y Jimin no había dormido absolutamente nada, tampoco creía poder hacerlo. Había llamado más de veinte veces al número de Jungkook, pero este estaba apagado.
Jimin no volvió a ir a la empresa y esperó paciente en casa.
Pero, ¿cuánto más debía esperar?
su cuerpo se sentía pesado a causa del cansancio y su cabeza parecía querer explotar. Sin muchos ánimos, se levantó en busca de una pastilla, pero no encontró nada en el dormitorio y bajó las escaleras con cuidado de no tropezar ya que no había encendido ninguna luz.
llegó a la primera planta del departamento y caminó hasta la cocina, donde abrió un cajón en el cual guardaban algunas medicinas y revisó hasta que logró encontrar una para su terrible migraña. Sacó una botella de refrigerador y bebió directo de ella para poder tragar la asquerosa pastilla.
Salió de la cocina y caminó hasta que llegó al sofá, en donde se desplomó sin cuidado. Pensó por un momento que el departamento era demasiado grande para alguien que vive solo, recorrió con la mirada todos los lugares en donde Jungkook en esos tres años le hizo el amor sin importar nada. Una triste sonrisa se formó ante aquellos recuerdos.
—Te extraño... —murmuró bajito, mientras se hacía un ovillo en el sofá y nuevas lágrimas comenzaban a salir sin mayor esfuerzo.
Cerró los ojos y trató de no pensar más en lo que lo estaba abrumando. Trató, pero le fue imposible.
Sentía que solo necesitaba descansar ya que su cuerpo se lo imploraba, y sin darse cuenta, había caído en un sueño profundo.
***
Los fanales miel de Jimin se abrieron tan rápido que se vio obligado a cerrarlos a causa de la luz que se filtraba por las orillas de las cortinas, cuando logró adaptarse por completo a la iluminada mañana, observó el lugar en el que estaba y su ceño se frunció.
Estaba en el dormitorio.
Él no recordaba haber subido las escaleras y menos haberse acostado en la cama.
Dispuesto a levantarse, notó que la cama no estaba fría como estos últimos tres días, y que un ancho brazo rodeaba su diminuta cintura.
Inmediatamente, su corazón se aceleró y su labio inferior comenzó a temblar, pero lo atrapó entre sus dientes para calmar el mar de emociones que comenzó a abrumarlo nuevamente. Giró lentamente el rostro y miró por sobre su hombre unos cabellos negros.
Unos que conocía a la perfección.
—¿Ju-Jungkook? —su voz salió casi inaudible y pequeñas lágrimas se acunaron en las esquinas de sus ojos.
Se sentía tan desesperado y necesitado por su atención.
Al no tener respuestas, giró su cuerpo lentamente hasta quedar por completo frente a un dormido Jungkook.
¿Cómo podía dormir tan tranquilo?
Jimin solo se limitó a observarlo en silencio por unos minutos, y luego quitó con cuidado unos mechones que caían por los ojos del mayor. No pudo evitar sonreír al escuchar un leve ronquido por parte de Jungkook y sin pensarlo mucho, acercó su cara a la de él, haciendo que sus narices y labios se rozaran. Estaban tan cerca que Jimin sintió la respiración tibia en su cara.
Quiso besarlo. Quiso llorar. Quiso golpearlo. Quiso gritar. Incluso, quiso asfixiarlo con una maldita almohada porque Jungkook dormía tan despreocupado y relajado, totalmente ajeno a su dolor.
Jungkook no tenía idea de una mierda. Jungkook no lo vio torturarse con miles de pensamientos negativos. Jungkook no lo vio llorar hasta que su cabeza dolió y se quedó dormido.
Jungkook no tenía idea de nada y ahora estaba ahí, durmiendo y abrazándolo como si nada hubiera pasado.
Cerró los ojos y depositó un casto beso en los labios agrietados del pelinegro, quitó el brazo de su cintura con sumo cuidado y salió de la cama para ir al baño y darse una buena ducha. La necesitaba ahora más que nunca.
Cuando salió del baño, lo hizo completamente arreglado y pudo ver que Jungkook aún dormía. No lo despertó.
Bajó las escaleras hasta llegar a la cocina y se preparó algo rápido para comer. Cuando terminó, lavó todo y subió sin meter mucho ruido y fue directo al baño, donde lavó sus dientes y se puso un poco de su perfume. Bajó nuevamente las escaleras, tomó sus llaves y sin despedirse, salió del departamento.
Manejó hasta el edificio donde vivían sus amigos y lo llamó, diciendo que lo iría a dejar al trabajo. Taehyung se sorprendió un poco, pero no supo qué decir o cómo aconsejarle, él también había estado mal cuando rompió con Nayeon e hizo casi lo mismo.
—Gracias, Mimi. Realmente no debiste molestarte.
—Shh... —siseó— Cuando salgas vendré por ti y nos iremos a un salón de belleza que vi el otro dia. Arreglaremos nuestros cabellos y nos pondremos más bonitos.
—Pero si tú ya eres bonito así —le sonrió con cariño, haciendo que las mejillas de Jimin se tornaran rosa— ¿Te cambiaras de color?
—Hm... sí, pretendo volver a mi color natural.
—Oh, ya. ¿es castaño, no? —Jimin asintió con su cabeza— Te quedará hermoso. Yo me lo podría cambiar a negro, me hará lucir más maduro —ambos se rieron complice de sus ocurrencias.
—Ya, entonces paso por ti cuando salga.
—¿Dónde irás ahora? —preguntó, mientras se quitaba el cinturón de seguridad y agarraba su bolso.
—Iré a molestar a Hobi.
—Hm.
—Es solo que... n-no quiero volver a casa hasta en la noche —abultó su labio y Taehyung suspiró.
—¿Realmente no quieres hablar con él? —Jimin negó sin abandonar su puchero— Bueno, si te sientes triste vienes por mí y me doy a la fuga, ¿bueno? —Jimin sonrió una vez más.
—Vale —el mencionado se acercó y besó la mejilla del peligris para luego bajar del auto y caminar hasta la entrada del restaurante, Jimin puso en marcha su auto y fue hasta la florería de su amigo.
Jimin llegó a la florería de su amigo y lo estuvo ayudando lo que más pudo, aunque a veces solo se sentaba y miraba por la ventana, perdiéndose en sus pensamientos, aquellos que le estaban carcomiendo los nervios a causa de su novio ausente.
—¿Quieres un café? —le ofreció Hoseok, sacándolo de su transe.
—¿Eh?
—¿Que si quieres una taza de café? —le sonrió con cariño.
—Lo siento, estoy... —bajó la mirada a sus manos— Sí, quiero un café.
—Vale, ya vengo —Hoseok fue hasta la pequeña cocina que tenía en su florería y lo preparó, no tardó mucho cuando volvió y la taza de café entre sus manos— Toma, cuidado que está caliente —advirtió, mientras Jimin tomaba la taza.
—Gracias...
—¿Está todo bien en casa? —el peligris negó con un movimiento lento de cabeza— ¿Quieres hablar de ello? —volvió a negar y sus ojos se cristalizaron en el momento que pensó en la raíz de su tristeza, en el único que podría ponerlo en ese estado, el hombre que amaba y que por alguna razón que desconocía, lo estaba perdiendo— Tranquilo, todo estará bien. Las parejas tienen sus problemas y es normal, solo deben saber solucionarlo y conversar las cosas —Hoseok intentaba animarlo, aconsejarlo y de alguna manera consolarlo.
Cosa que Jimin agradeció de todo corazón.
Las horas avanzaron y ambos conversaron, también rieron de cosas sin sentido y por momentos, Jimin olvidaba aquello que lo afligía. Cuando llegó el momento de ir por Taehyung al trabajo, se despidió de Hoseok con un cálido abrazo y se puso en marcha.
***
No tardó mucho en llegar al trabajo de su amigo, el cual lo esperaba con una hermosa sonrisa cuadrada. Taehyung subió al auto, se abrazaron y luego hablaron en todo el camino hasta que llegaron al salón de belleza.
—¡Qué bonito lugar! —canturreó emocionado.
—Lo es —estuvo de acuerdo.
Entraron y fueron recibidos por una hermosa chica de cabello naranjo, la cual pidió sus nombres y verificó la reserva. Cuando lo hizo, los guió hasta el lugrar donde harían el corte de cabello y el cambio de color.
Estuvieron alrededor de dos horas, pero dos horas que valieron totalmente la pena ya que el resultado en ellos fue increíble.
Ambos lucían completamente diferentes y aun mas hermosos de lo que ya eran. Los mismos trabajadores del local quedaron sorprendidos de lo atractivo que se veían con sus tonos de cabellos más oscuros.
Definitivamente el cambio había sido una buena idea.
Se despidieron y agradecieron el buen trato, entraron al auto y una vez más, se miraron y sonrieron al ver lo bonito que habían quedado. Jimin se puso en marcha hasta llegar al edificio de su amigo donde se despidió con un fuerte abrazo y muchos besos en sus mejillas.
—Promete que grabarás la cara de Hobi.
—Claro, seguro se asusta cuando me vea pensando que soy alguien más— se burló Taehyung, mientras soltaban risitas divertidas— Maneja con cuidado y me mandas un mensaje apenas llegues.
—Sí, sí. Descansa, Tae.
—Con cuidado —le recordó y se despidió una vez más. Jimin lo vio como se perdía en el interior del edificio.
Manejo con cuidado, como se lo pidió Taehyung, pero los nervios lo estaban matando. No sabía si Jungkook se encontraba en el departamento o se había ido.
Su enamorado corazón solo pedía que estuviera en casa, porque lo extrañaba.
Cuando estacionó el auto y subió por el elevador hasta su piso, marcó la clave y entró en completo silencio. No tardó mucho en darse cuenta que todo estaba tan oscuro y silencioso.
Jimin suspiró decepcionado y el nudo en su estómago se formó.
Quería llorar, gritar y maldecir. ¿Por qué el destino los unió si al final no tendrían un final feliz?
Dejó sus llaves en un cuenco de madera que había en un mueble, quitó sus zapatos y sin encender las luces, subió al segundo piso para ir directo a la habitación.
Mientras iba subiendo las escaleras sin muchos ánimos, pudo escuchar a alguien toser con dificultad. Su cuerpo se tensó y se detuvo un momento.
¿Jungkook estaba en casa?
Siguió avanzando cuando nuevamente lo escuchó toser. La puerta de la habitación estaba entreabierta, pero las luces estaban apagadas.
En ese momento solo pudo pensar en una cosa.
Jungkook está enfermo.
Quizás por eso dormía tan profundo en la mañana...
Mierda.
Se sintió tan culpable por haber salido durante todo el día sin siquiera preocuparse de que estuviera bien. Quizás no ha sido capaz de salir de la cama y no ha comido nada, quizás se siente tan mal que necesita un doctor.
Apresuró el paso y encendió la luz, su corazón latía tan fuerte que quizás era posible escucharlo desde la distancia, pero sintió que se detuvo unos segundos cuando vio un gran bulto en la cama.
Ahí estaba, completamente tapado y sin moverse.
Jimin caminó hasta que llegó a su lado y vio a Jungkook con sus ojos cerrados y su cabello revuelto. Su pecho se estrujó al verlo así y sonrió triste.
Con sus dedos apartó unos cabellos de la cara para tocar suavemente la frente del mayor y así asegurarse de que no estaba ardiendo en fiebre.
Cuando retiró la mano de su frente y se aseguró de que no estaba hirviendo, las ganas de abrazarlo y besarlo, las ganas de llorar y reprocharle todo lo que ha tenido que soportar en estas casi dos semanas por su maldita actitud lo invadieron, mas no lo hizo.
Sin embargo, la voz ronca y somnolienta que escucho lo hizo dar un pequeño brinco del susto y pudo ver que dos ojos negros lo estanan mirando.
—Jimin... —murmuró bajito.
—Ho-hola, Jungkook...
—Tu cabello... se... se ve hermoso —la voz de Jungkook sonaba tan agotada, tan sin fuerzas pero seguía siendo ronca.
Las palabras de Jungkook ya no eran arrastradas ni torpes, porque Jimin había dejado de hablar en español hace tiempo y con la ayuda de Jungkook logró pronunciarlas y decirlas correctamente.
—Hm... Gracias —dijo, sin ser capaz de moverse del lugar.
Se sentía tan extraño y avergonzado sin siquiera saber por qué.
—¿Dónde estuviste todo el día? —preguntó con un tono de voz suave.
—Por ahí —respondió cabizbajo el ahora castaño y se encogió de hombros.
Jungkook lo observó unos segundos en silencio y vio como este jugaba con sus pequeñas manos. El dolor en su pecho lo invadió y lo abrumó de cierta manera.
¿Cómo debía enfrentar la situación con Jimin?
Pero sabía que no podía seguir así, no podía lastimarlo más.
No quería lastimarlo.
No era justo para Jimin y él lo tenía más que claro.
—Jimin... —el mencionado alzó la vista y clavó sus ojos miel en los del contrario. Jungkook sacó fuerzas de donde no tenía y se sentó en la cama— Debemos hablar, Jimin.
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