𝑺𝒐𝒓𝒑𝒓𝒆𝒔𝒂.
Los días avanzaron, convirtiéndose en una semana. Todo seguía de la misma forma o incluso peor y el estado de ánimo de Jimin, empeoró considerablemente.
Los cariñosos mensajes en su teléfono y las llamadas de Jungkook fueron dolorosamente ignoradas. Las noches se habían convertido en su momento de desahogo cuando no pudo contener el llanto a causa del acoso que estaba sufriendo en su trabajo.
Jimin se estaba apagando poco a poco y no pedía ayuda. Las crueles palabras de David hacían eco en su cabeza y comenzaba a creerlas sin darse cuenta.
Jimin llegó como cada día a su trabajo y pasó directo a dejar sus cosas en su casillero, puso su delantal en la cintura y se acercó a Lisa para saludarla. Ella sabía que algo pasaba, no era tonta, pero Jimin no hablaba y no sabía cómo llegar a él.
—Hola, Lis... —saludó sin ánimos.
—Hola, bonito —lo miró y le sonrió— ¿Estás bien? —cada día le preguntaba lo mismo, con la esperanza de que Jimin le dijera que pasaba.
—Sí. Uhm... solo estoy cansado.
—¿Seguro? —no le creyó.
—Seguro, boba —le sonrió de manera forzada— Quiero... Estoy cansado y quiero dormir.
El día fue tranquilo y lento ya que no hubo tanto cliente como otros días, pero para mala suerte de Jimin, esa tranquilidad estaba a punto de esfumarse.
El turno para Lisa había llegado a su fin y ella fue por sus cosas y luego caminó hasta la parte donde se preparaban los cafés, vio entonces a Jimin ahí, lavando unas tazas.
—Me voy —anunció mientras lo abrazaba por detrás— ¿Seguro que no pasa nada? Puedo esperarte y comer un helado por ahí, yo te invito —le animó.
—No... —se giró y le tocó las mejillas con sus manos mojadas.
—¡Jimin! —chilló. Luego de varios días, finalmente Jimin sonrió sincero.
—Es solo agua, boba. Y no, ve a casa.
—Pero...
—Pero nada —la interrumpió— Quiero llegar a dormir y descansar.
—¿Has hablado con tu chico? —lógicamente, Lisa sabía todo.
Jimin desvío la mirada hacia otro lado.
—No...
—¿Por qué? —preguntó, mientras secaba sus mejillas— ¿Es eso lo que te preocupa?
—No. No hay nada realmente.
—¿Cómo no? Ustedes tienen algo.
Jimin se encogió de hombros.
—No tenemos nada, solo nos gustamos o eso creo.
—Él dijo que tú le gustabas —le recordó— ¿A ti te gusta?
—Lis... no quiero hablar de él, no aquí.
—El viernes saldremos, ¿vale?
—No quiero.
—Le diré a Jackie, aun no encuentra trabajo el inutil —sonrió— Debemos juntarnos como antes.
—Está bien... —suspiró resignado.
—Vale, ahora me voy —besó una mejilla de Jimin— Mañana nos vemos, y no dejes que te molesten.
—Claro que no... —la vio salir de la pequeña cocina y volvió a concentrarse en lavar las tazas.
Rogaba al cielo y al universo porque terminara pronto su turno y siguiera así de tranquilo. No sirvió de nada.
—Oye tú, maricón. ¿Ya te follaron? —escupió cada palabra con una horrible sonrisa sádica en sus labios— Los homos se dejan coger por cualquiera, ¿no?
Jimin no le respondió, lo ignoró como cada día. Grave error.
—¡Maldito homo hijo de puta! —gritó colérico— ¿Es que no escuchas? —lo tomó del cabello y Jimin giró su rostro ante tan doloroso agarre— Cuando te hable, mírame, bastardo.
—S-suéltame —exigió, sus ojos se cristalizaron y su ceño se frunció a causa del dolor. Estaba cansado de todo, pero por sobre todo, de David.
—¿O qué? ¿Me vas a pegar lo homo, idiota?
Jimin, harto de la situación, se armó de valor y lo empujó. David trastabilló hacia atrás y lo miró desconcertado.
—Pequeña mierda insolente...
—¿Cual es tu maldito problema? —gruñó Jimin— ¿Molestar personas es tu pasión?
David estaba molesto. Nadie le había hablado así antes y Jimin no sería la primera persona.
Jimin salió de la cocina con la bolsa de basura que había al lado, caminó hacia la parte trasera y la tiró en el gran tarro.
Suspirando, acomodó su cabello y ropa, su cuerpo temblaba ante el miedo y la frustración.
El teléfono en su bolsillo vibró, como cada día.
Era Jungkook.
No respondió, no podía en ese momento, aun cuando necesitaba escuchar su voz o aquellas palabras bonitas.
La puerta se abrió abruptamente y David salió del interior, mirando con furia a Jimin, quien instintivamente retrocedió.
—¿Crees que puedes gritarme y luego salir como si nada? —preguntó, sin dejar de sonreírle— Eres una mierda, homo. No eres nada, no vales nada —caminó lento hacia Jimin.
Antes de que Jimin pudiera escapar o siquiera gritar por ayuda, fue tomado por el cuello de la camisa que llevaba puesta, la cual se rasgó ante aquel agarre. Jimin intentó zafarse y cayó al suelo.
—Voy a disfrutar esto, imbécil —tronó sus dedos y se agachó para quedar a la altura se Jimin, lo jaló del cabello para alzar su cara y levantó su mano, la cual apretó en un puño. Estaba dispuesto a arremeter contra Jimin, pero todos sus planes se vieron frustrados cuando Tony apareció.
—¿Qué mierda? —Tony apartó a David de Jimin— ¿Qué pretendes golpeándolo?
—Solo nos estábamos divirtiendo.
—Controla tu ira, hombre. Nos meterás en problemas.
Jimin se puso de pie y secó con el dorso de su mano, las lágrimas que habían comenzado a caer.
—No le hice nada, ¿bien? —gruñó y entró al local.
—Oye, ¿estás bien? —preguntó Tony, mas Jimin no le respondió. En cambio, pasó por su lado ignorándolo y entró al local para tomar sus cosas y volver a casa.
***
Dos semanas exactas se cumplieron y Jimin siguió ignorando los mensajes y las llamadas de Jungkook, aun cuando deseaba responder.
Jimin simplemente no podía. Estaba hecho pedazos y cada día, su estado de ánimos empeoraba, y la confianza de sí mismo decaía con cada palabra que le escupía David. Y quizás tenía razón.
¿Por qué Jungkook estaría realmente interesado en él? No tenía lógica.
Quizás solo era un objeto para su entretención y su pasatiempos al otro lado del mundo, porque así nadie se enteraría de que el gran Jeon Jungkook estaba con un hombre.
Ese día, Lisa, fue al médico por lo que se ausentó con permiso en el trabajo. Las cosas anduvieron bien. Siempre andaban bien durante la mañana y luego del almuerzo, todo cambiaba cuando George se iba y dejaba a su hermano a cargo.
El teléfono de Jimin sonó y miró la pantalla.
"Jungkook 🖤🐾"
Suspirando, deslizó su dedo para cortar, pero terminó aceptando la llamada.
—¿Hola? —se escuchó del otro lado de la línea. Jimin entró en pánico, pero inhaló profundo en un intento de calmar sus nervios para poder hablar.
—Hola... —respondió casi en un susurro, y caminó hacia la puerta trasera para poder hablar sin problema.
—Jimin —dijo Jungkook, con su increíble voz ronca.
—Jungkook —repitió él, intentando sonar divertido.
Apoyó su espalda en una de las paredes y miró sus pies mientras escuchaba a Jungkook.
—Tú no responder —le reprochó— Yo no te llama más, Jimin.
-Lo siento, Jungkook, pero ahora estoy en el trabajo y no puedo hablar...
—Bien. Adiós, Jimin —colgó, sin siquiera esperar que Jimin dijera algo más.
El nudo en su estómago se creó de inmediato y las lágrimas comenzaron a inundar sus ojos miel. No culpaba a Jungkook, claro que no. Él fue quien lo ignoró por dos semanas, estaba en su derecho de mandarlo a la misma mierda.
Ese día, Jimin salía a las siete de la tarde del trabajo como ya era costumbre, pero a él no le importaba. El clima seco y caluroso del verano ya había llegado a su fin y el otoño daba la bienvenida a las tardes con aire fresco. Era perfecto para él.
Cuando terminó de barrer el salón, fue hasta la cocina para dejar la escoba y ahí estaba Tony. Se miraron, pero no se hablaron. Tomó la bolsa de basura que había dejado anteriormente anudada en el piso y salió por la puerta trasera para tirarla en el tarro y así finalmente irse a casa.
David, quien supuestamente había salido a comprar, estaba ahí.
Jimin no dijo nada e hizo lo que debía hacer. Tiró la bolsa en el tarro y luego avanzó para entrar e ir por sus cosas. Quería irse, salir de ahí, estar lejos de él.
David era un maldito enfermo, estaba demente, no era alguien normal y solo habia ira en su interior. Ira que desataba con el más débil, en este caso, con Jimin.
—Hey, pero si no es Jimin el marica —canturrió en un tono que solo sonaba divertido para él— ¿A donde vas, mierdecilla? —se puso frente a la puerta, impidiéndole el paso a Jimin.
—¿Qué quieres? —trató de no sonar nervioso, aun cuando estaba realmente asustado.
—Te has follado a hombres, ¿no? —preguntó, con una estúpida sonrisa en sus labios— ¿Te gusta ser follado o follar? —dio una calada al cigarro que había entre sus dedos.
Cuando el humo llegó a las fosas nasales de Jimin, se dio cuenta de que no era un cigarro, sino un porro.
El imbécil energúmeno se drogaba en el trabajo.
Jimin lo miró con fastidio y suspiró. Totalmente cansado de las mismas preguntas siempre, y no lograba entender a dónde querían llegar.
—Necesito entrar, dame permiso —pidió, pero David no se movió.
En cambió, avanzó hacia delante y Jimin retrocedió. Él sonrió aún más. Disfrutaba ver el miedo que le causaba a Jimin.
—No puedes, aún tenemos que divertirnos.
Jimin intentó pasar por su lado, pero este lo agarró del brazo y luego lo tomó por el cuello.
—No tienes idea de lo bien que se siente hacer esto —apretó el agarre, impidiéndole el paso del aire a Jimin— Todos ustedes deberían morir de la peor forma. Todos los maricaa como tú —le susurró en el oído— Puto anormal.
—Ugh... —movió sus brazos en un intento desesperado por librarse. El aire casi no le llegaba y sus pulmones comenzaban a exprimirse— Da...vi...
—¡¿Quieres llorar, marica?! —le gritó cerca de su cara.
David lo soltó de tirón, haciéndolo caer en seco contra el piso y un quejido lastimero se escuchó.
—Marica débil, ni siquiera defenderte puedes —dio una ultima calada al porro y luego lo lanzó al piso— ¿Por qué no lloras, idiota? Sé que quieres, al final todos los maricas son así.
Jimin se levantó con dificultad y tocó su brazo lastimado. No había ni una posibilidad que él pudiera ganarle a David.
El moreno, al verlo ahí y sin decir nada, lo tomó del hombro y hundió sus dedos en la piel, para luego empuñar su otra mano y golpear justo en la boca del estómago de Jimin. Todo pasó tan rápido que Jimin no lo vio venir. Cayó sobre sus rodillas y llevó ambas manos a la zona golpeada, abrió la boca y tomó bocanadas de aire, su cara estaba roja y la mueca de dolor era visible en él.
Tony salió y casi corrió hacia su primo.
—Ya detente, hombre —le dio un leve empujón— ¡No jodas, David! ¿Qué te pasa? —gruñó molesto.
—¿Por qué mierda siempre estás defendiendo al marica? —gruñó— ¿Acaso el imbécil te gusta?
Tony no dijo nada ante aquella acusación y David soltó una risita, una que estaba lejos de ser divertida.
—Entra —le ordenó David a Tony.
-No le hagas nada, Dav...
—¡Que entres! —le gritó furioso, interrumpiéndolo.
Tony era un chico malo, abusador y que solía meterse en líos, pero hasta él conocía los límites. David, no.
—Nos meterás en problemas...
—Antonio, entra —habló sin mirarlo— Ve y cierra el local.
David se inclinó y jaló hacia arriba a Jimin, obligándolo a ponerse de pie. El gemido de dolor escapó de sus labios cuando su cuerpo se sacudió violentamente gracias a un doloroso agarre en su brazo ya lastimado.
—David, hombre...
—Ya me tienen harto este puto amariconado. Es momento de enseñarle que es lo que les pasa a la basura como él.
—¡Mierda! Nos meterás en un gran problema —soltó nervioso antes de entrar corriendo, dispuesto a cerrar todo y volver para llevarse a su primo.
El puño de David se cerró y Jimin, quien forcejeaba e intentaba zafarse del agarre, simplemente apretó sus ojos con fuerza, resignado a su maldito destino. Pero el golpe nunca llegó.
—Suéltalo —exigió con una voz peligrosamente tranquila.
Jimin abrió los ojos y la imagen de Jungkook frente a él lo sorprendió.
Jungkook llevaba un elegante y costoso traje oscuro, su cabello bien peinado y su perfume... jimin ronroneó cuando se embriago con ese delicioso aroma que tanto había extrañado.
—¿Quién mierda eres tú? —David no lograba entender de dónde había salido aquel hombre.
Jungkook era un poco más bajo que el moreno, pero en ningún momento se vio intimidado por la altura.
La mano de Jungkook sostenía el brazo alzado de David. Este soltó lentamente su agarre en Jimin, dispuesto a golpear al azabache, mas Jungkook golpeó primero.
Un golpe certero en la sien y otro en la mandíbula. Esto desestabilizó al energúmeno de David, quien cayó al piso sin comprender lo que había pasado y totalmente mareado.
—Ju-Jungkook... —balbuceó, aún estaba sorprendido.
El mencionado lo miro. Ojos negros y penetrantes.
—¿Tú bien? —se acercó a Jimin y lo ayudó a levantarse del suelo.
—S-sí...
—Bien —tomó su teléfono y marcó un número. La llamada fue atendida de inmediato y Jungkook comenzó a hablar en su perfecto inglés, totalmente molesto. Jimin observó y escuchó en silencio hasta que vio al azabache colgar y guardar su teléfono.
David seguía mareado en el piso.
—¿Pero qué mierda? —preguntó Tony, quien acababa de salir.
—Vamos —Jungkook tomó la mano de Jimin, quien se quejó de dolor— Lo siente, ¿duele muy?
Jimin lo miró y le sonrió. Totalmente absorto.
Tony se agachó para examinar a su primo y cuando quiso exigir alguna explicación, un hombre de traje apareció. Era el chofer de Jungkook.
—El señor Jeon acaba de contactar a sus abogados para levantar una demanda contra él —apuntó a David— Y contra la empresa, la cuál será tramitada lo antes posible a petición de él —comunicó— Él fue testigo, al igual que yo —mintió en lo ultimo, pero eso daba igual. Siempre gana quien tenía más dinero— No importa que no sepamos sus nombres ahora, la denuncia les caerá igual y les llegará una notificación del juez. Con permiso —se retiró, volviendo al auto para llevar a su jefe al destino que este le pidiera.
Tony pasó saliva con dificultad ante la información que acababa de escuchar, y luego miró a su primo, el cual aún estaba mareado a causa de los golpes. Y mierda, estaban en grandes problemas.
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