𝑷𝒆𝒔𝒂𝒅𝒊𝒍𝒍𝒂𝒔.
Tres semanas desde la última vez que vio a Jungkook. Desde que probó y se deleitó con el sabor de sus besos, de sus labios, de su lengua. Tres semanas donde se mensajeaban y se hablaban por teléfono a diario. Pero nada de eso era suficiente, Jimin quería verlo, quería sentir su olor y quería... ¡Mierda! Quería sus labios finos y húmedos sobre los suyos.
Luego de faltar al trabajo y sin avisar, porque olvidó llamar a su jefe ya que andaba mas pendiente de un hombre mayor y de cabellos negros. George, su desagradable y endemoniado jefe, contrató a su hermano menor para que ayudara en la cafetería.
Antonio o Tony, como su hermano lo llamaba, un chico moreno, jodidamente alto y con bastante masa muscular en su cuerpo. Era la nueva pesadilla de Jimin y de Lisa.
Sí, pesadilla. El chico tenía un carácter horrible y era demasiado problemático, tanto así que ya había tenido más de un problema con él, incluso Jackon, a quien despidieron una semana atrás, apenas terminó el mes gracias a Tony.
—Ojalá me despidan pronto... —comentó Lisa, mientras fruncía sus labios en una mueca. Estaba cansada de las palabras ácidas del moreno.
—Si te despiden, me voy contigo. No creo soportar a este hombre yo solo.
—Extraño a Jackie...
—Y yo —puchereó, haciendo que Lisa sonriera.
—Venga, movamos las manos antes que nos caiga el demonio encima —tomó un paño amarillo y se dispuso a ir hacia el salon, donde comenzo a limpiar las mesas.
El local estaba vacío, por lo que decidieron que era momento de ordenar todo hasta que les diera la hora de poder ir a casa.
Jimin limpiaba la máquina de café cuando su celular vibró en el bolsillo de su delantal, por lo que tomó la bolsa de basura y salió con la excusa de ir a tirarla al tacho que estaba en la parte trasera del local.
Tony lo miró curioso y decidió seguirlo. Porque Antonio era un hombre de veinte años, inmaduro, curioso, violento, problemático. Una verdadera pesadilla disfrazada de hombre.
—Hola —respondió alegre, Jimin. Dejó la bolsa en el suelo para responder.
—Hola.
—¿Qué haces despierto a esta hora? —preguntó, acordándose de que debían ser eso de las cinco de la mañana en Corea. Jungkook soltó una risita ronca.
—Yo estar en Estados Unidos.
—Oh...
—Solo trabajo —aclaró rápidamente— ¿Tú cómo as-estás? —se le escuchó cómo arrastraba las palabras, haciendo que Jimin sonriera aún más.
—Muy bien, ¿y tú?
—Yo bien, aunque... yo piensa mucho en tú.
—Mhm, ¿me extrañas? —bromeó Jimin. Con el paso de los días, habían adquirido cierta confianza entre ellos y eso los hacía sentir cómodos a los dos.
—Sí, muy —se oyó un suspiro del otro lado de la línea— No puede ir a verte y yo quiere. Aquí trabajo muy.
—Lo sé, no te preocupes.
—Pero yo quiere... yo quiere verte.
—Ya habrá tiempo —contestó tranquilo, aun cuando también quería verlo.
—Sí, yo voy hacerlo. Uhm... me refiero a tiempo, yo lo hago y voy.
—Aquí estaré.
—Sí... —se escuchó otra voz de fondo llamando a Jeon en ese momento, Jungkook respondió rápidamente y luego volvió con Jimin— Yo debe irme, tener reunión con socio viejo.
—Suerte en tu reunión, Jungkook.
—Gracias. Te habla más tarde.
—Nos hablamos más tarde —colgó y suspiró. Tomó la bolsa y la lanzó al gran tarro de basura a su costado para volver a su labor.
Jimin entró sonriendo, con más ganas de seguir en lo que estaba, ignorando por completo todo a su alrededor.
Antonio, alias el matón, era malditamente curioso e inteligente, tanto así que logró ver el cambio de actitud en Jimin mientras contestaba esa llamada y el bonito rubor que adornaban sus mejillas. Y le molestó. Malditamente le molestó, sin siquiera saber la razón.
—Ya me voy... —Lisa se acercó a Jimin, para despedirse con un beso en su mejilla— Mañana nos vemos, guapo —bromeó.
—Llevame contigo, Lis —puchereó.
—No entras en mi bolso.
—Boba. ¿Mañana entras a la misma hora?
—Síp. Mañana llega alguien nuevo —le recordó a Jimin. Habían escuchado a su jefe diciendo que hacía falta personal y que traerían a alguien más— Esperemos no sea como Tony... —habló en un tono más bajito.
—Esperemos —se abrazaron y se despidieron.
Jimin puso a cargar su teléfono al lado de la caja registradora y avisó que iría un momento al baño. Tony, aprovechó el momento.
Tomó el teléfono y para su sorpresa, no tenía bloqueo de pantalla.
—Qué idiota —murmuró casi en un susurro, mientras sonreía al tener acceso tan rápido. Buscó el historial de llamadas y vio el nombre de la persona registrada.
Jungkook 🖤🐾.
Alzó la vista y miró hacia la entrada, asegurándose de que Jimin no estaba aún en su campo de visión y rápidamente se fue a los mensajes.
Frunció el ceño al leer el chat, pero luego le dio a la imagen del contacto y salía un hombre de traje negro. Nuevamente alzó la vista y al ver que no había señales de Jimin, subió y subió en la conversación, leyendo de manera rápida todo lo que se hablaban. Vio unas fotos de un hombre de cabellos negros en traje y en ropa deportiva, paisajes que este le mostraba y de... de Jimin.
Jimin con pijama y su cabello húmedo. Tony tragó saliva y se humedece sus labios. Luego leyó un mensaje:
"Quiero besarte."
Salió de todo, dejó el teléfono donde estaba y se alejó de la caja registradora.
¿Que acababa de leer y de ver?
Jimin llegó a los minutos y continuó con la limpieza del salón, sin siquiera prestarle atención a Tony.
Antonio, tardó media hora que su retorcida cabeza meditara lo que acababa de ver, y llegó a la única conclusión razonable para él.
—Es maricón —murmuró con su ceño fruncido, y una desquiciada sonrisa se formó en sus labios. Levantó la cabeza y buscó con sus ojos a Jimin. Lo encontró.
Jimin guardaba la última loza que quedaba en el fregadero para finalmente ir por sus cosas. El inútil de George se había marchado casi junto con Lisa, dejando a Antonio a cargo del cierre del local.
—Así que... ¿Eres maricón, Jimin?—soltó sin tacto, de la manera más ácida que le fue posible cuando estuvo al lado del peligris, quien sacaba sus cosas de su casillero.
—¿Qué?—la tensión y la cara de asombro fue notoria en Jimin. Tony sonrió al dar en el clavo.
—Que eres homo, gay, marica.
—¿Q-qué te importa?
—Entonces sí lo eres, eh. ¿Eso quiere decir que te chupar penes y que te den por el culo? —su voz salió con ese desagradable tono de burla.
—Mi orientación sexual no tiene por que ser de tu interés. Ahora, hazme el favor y déjame en paz —cerró su casillero y tomó su bolso, dispuesto a salir del lugar.
Tony lo agarró firme del brazo, impidiendo que se retirara.
—Los maricones como tú dan asco. Que desperdicio de hombre eres, Jimin —el agarre comenzó a doler en el brazo de Jimin.
—Ugh... —se quejó— M-me duele, idiota.
Jimin atrapó su labio inferior entre sus dientes para que no temblara por el dolor y la rabia que estaba sintiendo. Su ceño estaba fruncido, pero no porque estaba enojado, más bien, parecía un cachorro asustado. Tony lo observó atentamente. No se perdió ningún gesto en el rostro de Jimin.
Ternura y lástima. Fue lo que sintió al analizar el delgado chico bajo su agarre. Tan frágil, tan bonito.
Lo soltó horrorizado por su propio pensamiento.
—Mañana viene a trabajar mi primo, sabes. Es un maldito demente, Jimin.
—¿Y a mí qué? —bufó molesto mientras sobaba su brazo.
—Estarás en problemas. A él no le gustan los maricas, hombre.
—Y-yo no estoy buscando problemas, tú me los estás dando.
Tony sonrió, negando con su cabeza.
—Ser homo no es normal, tú no eres normal. Mereces que te fastidien, Jimin.
—No. Tú estás enfermo —reprochó con su voz áspera. Tomó sus cosas y salió del local, tan rápido como sus temblorosas piernas se lo permitieron.
***
Tal como había dicho antes el demonio de Tony, su primo llegó al día siguiente y a primera hora.
David.
Era igual de alto o incluso un poco más que Tony, delgado, moreno y tenía casi la misma edad que Jimin. En resumen, era su pesadilla número dos.
¿Qué tipo de familia son esas donde los hijos y primos salen todos grandes y matones? Pensó para sí mismo, mientras miraba a David y un escalofrío recorrió su cuerpo cuando el moreno lo miró.
—¿Qué tanto piensas, guapo? —bromeó Lisa. Acababa de llegar del edificio de al lado, luego de entregar un pedido de cafés y pasteles— ¿Cómo estuvo ayer después que me fui? —preguntó curiosa.
—Tony... —la miró— No sé como... uhm... pero sabe algo —frunció sus labios.
—¿Sabe qué? —preguntó al no entender.
—Que ando viendo a un hombre... —murmuró bajito, sintiéndose repentinamente avergonzado.
—¿Qué? —se sorprendió— ¿Cómo sabe eso? Dios, No dejes que te haga nada porque si lo hace, iremos a denunciarlo.
—No creo que me haga algo —contestó, pero no estuvo seguro de sus propias palabras.
Ay Jimin, pobre ingenuo.
El día avanzó y los clientes no dejaron de llegar. Para cuando el turno de Lisa finalizó, ella se acercó como de costumbre y se despidió.
—¿Quieres que me quede a esperarte? —Jimin alzó la vista de la vitrina, estaba acomodando unos pasteles.
—Oh, no —sonrió— Estaré bien, tranquila —la abrazó y besó su mejilla— Ve a casa y descansa, mañana nos vemos.
—Bien. Te quiero, feo.
—Y yo a ti, boba —ella le dio un golpecito en el brazo y se marchó.
Y como si el universo estuviera en su contra, el inútil de su jefe tomó sus cosas y se fue. Ahora, Jimin estaba solo con los dos demonios.
La primera media hora fue tranquila, incluso Jimin creyó que todo marchaba bien ya que casi acababa su turno. Se equivocó.
—¡Hey! —le habló David— Así que tú eres el maricón, eh —su tono fue de burla— Que asco, hombre. Que asco saber que te gusta que te den por el culo.
Jimin no lo miró y tampoco respondió palabra alguna, solo se limitó a terminar lo que hacía para luego tomar sus cosas y marcharse, pero la ira invadió a David, al ver que su blanco de burla no le prestaba la atención que él quería.
—Oye Imbécil, te estoy hablando —gruñó molesto, se acercó a Jimin y lo tomó bruscamente de su ropa— ¿Ser maricón te hace ser sordo?
Un quejido de dolor escapó de los labios del peligris cuando fue tomado con brusquedad y jalado hacia el demonio de David.
—Su-suéltame —pidió— No tengo porque hablar contigo... —intentó zafarse del agarre, pero le fue imposible.
—Oye —apareció Tony— ¿Qué mierda le haces al pequeño Jimin? —comenzó a caminar hacia ellos y tomó el brazo de su primo— Déjalo tranquilo, hombre. Apenas lo conoces hoy y ya lo andas molestando.
Entre los dos, David, era más temperamental y retorcido.
—¿Por qué lo defiendes? No me digas se te pegó lo homo —se burló. Tony rodó los ojos— Este pedazo de mierda me estaba ignorando —bufó molesto.
—Ya, suéltalo. Si vas a hacer algo, que no sea dentro del local, hombre.
Decir que Jimin estaba asustado, era poco. Estaba aterrado y sabía que era el inicio del tormento, sabían que eso lenesperaba si estaba en una relación con otro hombre. No sería fácil.
—Déjame, por favor... —pidió lastimeramente. Se sentía humillado e indefenso.
David acercó su rostro al de Jimin, su entrecejo estaba totalmente fruncido y la mirada de asco era visible en su cara.
—Me das asco —escupió sus palabras— Eres una basura, un maricón que solo sirve para chupar pollas, una lacra que debería extinguirse. Ojalá te mueras, homo de mierda —sin previo aviso, apretó su puño y golpeó con fuerza la boca del estómago de Jimin.
David, el maldito infeliz, sabía muy bien cómo golpear. No se aguantó las ganas, pero trabajar con un homosexual no era algo que le hiciera mucha gracia. Él los odiaba.
Jimin gritó del dolor y cayó al suelo, llevando sus manos a su dolorido estómago. Comenzó a sudar frío a causa del intenso dolor, su respiración comenzó a ser errática e intentó desesperadamente respirar por la boca, dejando escapar pequeños jadeos entrecortados. Se había hecho un ovillo en el suelo ya que todo comenzaba a dar vueltas.
—¡Qué mierda! —gruñó David, totalmente divertido— Ni siquiera soportas un pequeño golpe.
Jimin comenzó a temblar en el piso y a toser.
—Imbécil —Tony alejó a su primo del peligris que aun estaba en el piso— No puedes golpearlo, no aquí. Estamos en el trabajo, idiota —Suspiró fastidiado— Jimin tal vez ni siquiera sabe pelear.
—No lo defiendas o creeré que eres igual de homo que ese idiota.
Jimin intentó pararse como pudo, tomó su mochila y salió trastabillando del local. Tony lo miró y por alguna razón que ni él mismo entendía, sintió el impulso de ayudarlo, mas no lo hizo.
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