𝑪𝒆𝒏𝒂.
Comenzar la semana con el maldito turno de apertura, era una jodida tortura para su perezoso cuerpo. Apenas se abrieron las puertas del local comenzó a llegar gente.
Jimin, quien llevaba su delantal negro atado en su delgada cintura, su cabello gris bien acomodado hacia atrás y que sonreía como si trabajar desde las siete de la mañana fuera lo mejor que le pudiera pasar, se deslizaba desde la cocina hacia el salón con cafés y pasteles en la bandeja que cargaba ágilmente con una de sus manos. Llevaba los pedidos tan rápido como le era posible.
Una vez libre, se acercó a la caja donde se encontraba Lisa.
—¿Ya viste al Dios griego? —comentó Lisa, casi en un susurro para no ser escuchados por nadie más.
—¿Qué? —preguntó Jimin. No entendía realmente a quién se refería.
—Ash —Lisa lo miró con sus ojos entrecerrados— Eres demasiado lento, sabes. Nunca captas mis señales.
La puerta del local se abrió y la campanilla que había en ella sonó, anunciando un nuevo cliente y por inercia, ambos miraron.
—Ahí está —le murmuró Lisa— El Dios griego.
Oh.
Jimin no dijo nada, él también lo encontraba extrañamente guapo. Hermoso. Precioso. Comestible.
Oh por Dios, Jimin, calmate.
—Buenos días, ¿qué le gustaría pedir el día de hoy? —le preguntó Lisa a la chica frente a ella.
Jimin no supo qué pidió porque dejó de prestarle atención. En cambio, decidió perderse en la increíble vista frente a él.
Ese cabello negro, jodidamente bien peinado. Esos ojos azabaches, profundos y penetrantes. Esos labios, finos y con un tono levemente enrojecidos. Y ese lunar...
Jimin se imaginó lamiendo esos labios, ese lunar. Definitivamente quería besar ese lunar y de paso, morder esos labios.
Oh, Mierda.
Ambos se miraron unos segundos, pero el más alto volteó hacia la salida, no sin antes regalarle una pequeña sonrisita. Una que Jimin devolvió.
Mierda, mierda, mierda, mierda.
—Es tan guapo... —pensó. Pero pensó en voz alta, sin darse cuenta que lo hacía realmente.
—Oh mi Dios, Jiminie... —Lisa lo miró con sus ojitos entrecerrados y una sonrisa— ¿Te gusta el Señor Jeon?
—¿Señor Jeon? —repitió con toda curiosidad y volteó a mirarla.
—Sí. La chica le acaba de llamar así cuando le preguntó qué quería llevar.
Jimin alzó las cejas, totalmente fascinado por tan pequeña información.
—Uhm... interesante.
—¿Te gusta? —Lisa se aventuró a preguntar, sin dejar el tono divertido y Jimin rodó los ojos.
—No me puede gustar, ni siquiera lo conozco —respondió. Llevó su vista al ventanal que daba a la calle y logró verlo.
—¿Y eso qué? A mí me gustan los cantantes y ni los conozco, pero me gustan.
—Iré al baño antes de que llegue más gente —soltó, esquivando la conversación y fue hasta el fondo del local.
***
—Debes ir a dejar este pedido al piso quince, la recepcionista te los recibirá —Lisa acomodó los seis cafés y los sándwiches en una bonita caja con logos del local.
La cafetería quedaba al lado de un gran edificio, uno donde estaba repleto de oficinas con gente importante. Los mismos trabajadores y jefes de ahí, eran los clientes frecuentes. A la hora de hacer reuniones, algún encargado llamaba y ordenaba cosas para comer y beber. Jimin era quien siempre se ofrecía en ir a dejar las cosas.
—¿Por qué no voy yo? —preguntó Jackson, quien había llegado hace poco.
—Cuando fuiste te perdiste y las cosas llegaron frías - le recordó Lisa.
—Ya, pero llegué.
Lisa rodó los ojos.
—Bien, ¿ya está todo? —preguntó Jimin, mientras tomaba la caja con cuidado.
—Sí. No lo olvides, piso quince.
—No lo olvido —caminó hacia la salida y Jackson le abrió la puerta.
Dejar el pedido fue fácil y llegó rápido. Ahora estaba ahí, esperando el ascensor para volver al primer piso e ir a la cafetería.
Y cuando las puertas se abrieron, sus bonitos ojos miel conectaron con unos que ya había visto y se le hacían bastante intimidantes, pero de cierta forma, lograban hipnotizarlo. Sintió un calor repentino subir por sus mejillas.
Jeon estaba dentro, frente a él, mirándolo. Jimin se sintió avergonzado e intentó no seguir mirándolo y entró al elevador quedando a un lado del más alto.
—Hola. Uhm... ¿tú abajo o arriba? —preguntó Jeon de manera torpe. Jimin lo miró unos segundos y parpadeó aturdido.
¿Escuchó bien, o era su subconsciente quien le estaba jugando una mala pasada?
—Ho-hola —respondió con su ceño levemente unido. Jeon sonrió ante tal reacción.
—¿Entonces? —volvió a preguntar. Las puertas del elevador comenzaron a cerrarse y el piso veinticinco estaba ya marcado.
—Voy al primero... —Jeon lo miró. Su español no era tan bueno y necesitaba un momento para entender lo que le estaban diciendo.
—Malo suerte, va arriba —hizo un gesto con sus manos, indicando que iba subiendo.
—Uhm... no importa —se encogió de hombros y lo miró, su ceño seguía levemente fruncido, entonces reaccionó— ¿Habla español? —preguntó, sonando más sorprendido de lo que esperaba.
Jeon soltó una risita mientras asentía lentamente con la cabeza.
—Me dis...descubriste —arrastró las palabras— No mucho, ser malo.
Jimin también tuvo que tomarse un momento para entender lo último, hasta que lo captó.
—Le voy a contar a todos su secreto... —bromeó, soltando una risita baja.
—¿Cómo... tu nombre? —preguntó, antes de que llegara al piso que había marcado.
—Jimin —se apresuró a responder.
—Mucha... mucho gusto, Jimin —el elevador se detuvo y las puertas se abrieron— Yo Jungkook, nos vemos —se despidió y salió en dirección de alguna oficina.
Las puertas se cerraron una vez que Jimin marco el piso uno. Soltando un suspiro, apegó su espalda en una de las paredes del elevador.
Jodida mierda. Jeon Jungkook estaba causando estragos en los pensamientos de Jimin.
Cuando su día de trabajo terminó, Jimin, se apresuró para ir por sus cosas y así poder cambiarse de ropa e irse luego de ahí.
Necesitaba un respiro y distraerse un rato.
—Nos vemos mañana —se despidió Jimin de los chicos, que para mala suerte de ellos, aún les quedaba una hora de trabajo.
—Mañana abrimos juntos —le recordó Jackson.
—Síp. No vemos —besó la mejilla de Lisa y con Jackson chocaron las manos.
—Nos vemos mañana, Jiminie.
Una vez afuera, respiró hondo. Tenía ganas de salir a mirar ropa, zapatos o algo que le llamara la atención. Antes de avanzar en dirección de la parada del autobús, sacó su teléfono y comenzó a mirar sus notificaciones de las redes sociales, totalmente concentrado, sin prestar atención a su alrededor.
—¿Jimin? —una voz femenina lo hizo alzar la vista.
—¿Sí?
—Hola —le sonrió— Disculpa por molestarte, soy Lily, la asistente del señor Jeon —anunció.
—Oh... —musitó, alzando las cejas y ella continuó hablando.
—El señor Jeon desea saber si le gustaría tener una cena con él —suspiró nerviosa. Para ella era tan raro como para Jimin. Jeon jamás pedía cenar con gente que no conocía lo suficientemente bien, ni siquiera con sus propios socios, ya que solía evitar ese tipo de reuniones— Para pasar el rato, conocerte o qué sé yo —sonrió levemente incómoda— Realmente no me dio mayor información del por qué.
—Oh... Uhm... —Jimin sonrió también, pero no porque se sentía incómodo, sino porque quería decir que sí - Hoy es complicado, tengo mucho que hacer y no puedo —mintió. Realmente no tenía nada que hacer más que ir a ver ropa.
—Lo podemos dejar para otro día, solo si quieres...
—Claro, puedo durante la semana.
Lily asintió con su cabeza y sacó rápidamente su teléfono para escribir algo rápido en el. Jimin pudo ver a lo lejos a Jungkook, quien salía del edificio.
—Nos vemos, Jimin —se despidió rápido al ver que su jefe esperaba por ella. Jimin los observó curioso y pudo jurar que ella le explicó que se negó, porque Jungkook lo miró.
Jimin se sintió repentinamente nervioso y quizás ansioso.
Algo había en esa mirada penetrante, algo que lo estaba incitando a aceptar cualquier cosa que él le propusiera.
¿Pero qué demonio? Pensó y se golpeó mentalmente para dejar de estar embobado ante aquel hombre y se dispuso a caminar en dirección del autobús. Necesitaba distraerse y comprar algo, lo que fuera.
***
La semana pasó rápido y luego vino la otra, y así fue como Jimin no volvió a toparse ni a ver por ahí a Jungkook. Trato de no darle mayor importancia, en fin de cuentas, se notaba a kilómetros que Jeon era un hombre de negocios por lo que su tiempo debía ser reducido.
Pero no pudo dejar de pensar en él. Por las que lo intentó, no pudo quitar de su mente al hombre guapo con el que apenas había hablado y que apenas veía.
Mierda. Jimin quería arrancarse los cabellos por sentirse como una adolecente hormonal con algún tipo de enamoramiento.
Era mediodía del viernes y Jimin estaba por entrar al local cuando una presencia que ya conocía lo hizo detenerse.
—Hola, Jimin —era Lily, tan bonita y arreglada como siempre.
—Hey...
—¿Cómo estás? —su voz sonaba tan dulce, tan suave.
—Todo bien, gracias.
—¿Estarás libre esta noche? —preguntó con una gran sonrisa.
—Uhm... sí, no tengo nada por hacer —le devolvió la sonrisa.
—Eso es genial. ¿Te gustaría ir a cenar hoy con el señor Jeon?
La cena. No lo había olvidado, pero no pensó que se lo volvería a mencionar.
—Claro —respondió serio, intentando no sonar emocionado.
Bien, cualquier persona normal dudaría de aquella invitación, pero a Jimin le importó tres hectáreas de mierda la lógica. Él era un hombre solo, sin nada de emoción en su vida y lo que estaba sintiendo por otro hombre era nuevo. Quería aventurarse, quería intentarlo, quería atreverse a hacer algo más.
—¡Perfecto! —la vio sacar su teléfono— Solo necesito tu número para que me envies tu ubicación.
—Claro, dame eso —extendió sus manos para que ella le entregara el teléfono— Te lo anoto.
—Gracias. Un auto pasaría por ti a las nueve. ¿Te acomoda a esa hora?
—Uhm... —frunció el ceño levemente— Salgo a las ocho de aquí. ¿Puede ser a las nueve y media?
—Por supuesto, a las nueve con treinta entonces —le volvió a sonreír— Bueno, eso es todo. Nos vemos, Jimin —se despidió.
—Nos vemos... —dijo, y la chica se fue en dirección del edificio que había al lado.
Jimin entró finalmente a la cafetería y Jackson estaba con una tonta sonrisa, esperándolo ya que había visto todo.
—¿Y? —preguntó apenas Jimin pasó por su lado.
—¿Qué?
—Vamos, te vi —apuntó hacia afuera— Con ella. ¿Te gusta?
Jimin soltó una risita divertida.
—Claro que no. Ella es la asistente del señor Jeon.
—¿Señor Jeon?
—Ajám.
—¿Y? —volvió a preguntar, alzando sus cejas al no entender.
Jimin rodó los ojos.
—Me invitó a cenar —Jackson lo miró de la misma forma. Maldición, él era tan lento como Jimin— A cenar él y yo.
—Oh.
—Cambia la cara, idiota —sonrió al ver la cara de asombro de su amigo.
—Entonces, ¿vas a salir con un hombre guapo y rico? —se quejó, ya que él quería lo mismo pero con una mujer.
Lalisa, quien estaba escuchando atenta mientras acomodaba los pasteles y sándwiches que habían llegado, también se quejó.
—No es justo, Mimi. Tienes un sugar, papucho, Dios griego, cosita bien hecha y yo no tengo ni a quien me mire feo —bufó fingiendo indignación. Jimin rodó los ojos y se fue a cambiar de ropa para no seguir escuchando a ese par.
Su día laboral fue lento. Generalmente los viernes había menos gente ya que las oficinas cerraban más temprano y todos preferían ir a casa antes que pasar a tomar un café.
Lisa se fue primero y Jackon una hora antes que Jimin, por lo que se quedó solo con el administrador ordenando lo poco que quedaba.
—Vamos, Jimin —habló su jefe— Ya esta todo ordenado.
Fue por sus cosas y se quitó el delantal de la cintura para meterlo todo arrugado en la mochila. No se arregló como comúnmente lo hacía, él simplemente salió así para poder llegar a casa y darse un buena ducha.
—Que tengas un buen fin de semana, Jimin —se despidió su jefe.
—Igualmente —caminó en dirección de la parada del autobús, pero antes, sacó sus audífonos para irse escuchando música y logró ver un mensaje de un número desconocido. Uno que le pedia la unicacion de su casa para ir por él a la hora acordada.
Supo de inmediato de quién podría ser.
Una vez en la soledad de su departamento, miró todo a su alrededor y suspiró nervioso. Le fue inevitable no sentirse ansioso todo el día, pero las mariposas en su estómago no ayudaban a calmar los nervios y el deseo de salir pronto del trabajo para poder ver a Jeon.
Encendió la televisión un momento para tener algo de ruido y comenzó a quitarse la ropa, dejándola caer sin cuidado en el suelo. Su departamento era pequeño, de un ambiente por lo que la cocina y el dormitorio estaban ahí, todo a la vista y sin paredes.
Avanzó desnudo al baño y se lavó con calma cada parte de su cuerpo. Cuando salió del baño ya seco, saco de su closet unos pantalones negros que dejaban a la vista sus rodillas ya que estaban rasgados. Tomó una polera blanca que en el centro decía "Dior" de mangas cortas, claramente era una imitación, pero a Jimin le encantaba. Se puso sus converse clásicas y se acomodó el cabello.
Luego se observó en el espejo y sonrió satisfecho. Salió del baño con sus dientes lavados y tomó su teléfono mientras esperaba.
Entró a las notificaciones y lo primero que vio fue:
"Besties🛐 - 56 mensajes no leídos"
—Pero qué mierda —dijo en voz alta y comenzó a ver que tanto hablaban.
Yo
21:05
Que mierda ustedes 👀 no leí nada ahahahaa
Jackie~
21:09
Manda fotos de lo que vas a comer akdjqkdksk
Lis~
21:10
Mejor manda fotos de lo que hacen después 👁👄👁
Jackie~
21:10
😳
Lis~
21:11
AJAJAJSJNSSN
Yo
21:13
No mandaré nada
MAÑANA HABLAMOS
Lis~
21:14
YA PERO NO ME GRITES 😤
Yo
21:16
Snnfdnfn tonta ❤
Lis~
21:17
Te bañaste?
Yo
21:18
Sí 👀
Jackie~
21:20
Para andar oloroso 👀🔥
Lis~
21:20
Por si pasa algo 👀🔥
Jackie~
21:22
Apostamos? 👀🔥
Lis~
21:23
apostamos 👀🔥
Yo
21:25
Los voy a silenciar si siguen.
Después de eso, sí tuvo que silenciar el grupo.
A las nueve y media en punto, el teléfono de Jimin sonó y él respondió.
—Buenas noches, Jimin —era Lily— El auto esta abajo esperando por ti, es un BMV negro del año —le informó— Lo reconocerás altiro.
—Vale, bajo enseguida.
—Que la pases bien, nos vemos.
—Gracias —cortó la llamada.
Tomó sus llaves y salió a toda prisa, pero sin dejar que se notase. Una vez fuera del edificio, buscó con sus ojos un auto negro y lo encontro.
Un hombre alto, quien vestia un pulcro traje negro, esperaba por él al lado de la puerta abierta señalando que ingresara al auto.
Jimin avanzó nervioso, pero al subir, inmediatamente se encontro con esos ojos negros penetrantes y parpadeo varias veces tratando de asimilar lo que estaba pasando.
Jeon Jungkook estaba ahí, dentro del auto junto a él.
—Hola —saludó con una hermosa sonrisa— ¿Tú bien? —Jimin le sonrió. Dios, Jeon vestía un impecable traje oscuro, se notaba que estaba hecho a la medida y de algún diseñador reconocido. Demasiado elegante para los gustos de Jimin.
Mientras que él solo llevaba unos jeans oscuros, sus converse gastadas y una polera barata.
—Hola... Uhm... sí, todo bien —a pesar de sonreirle, estaba malditamente nervioso.
Jimin pudo notar que siquiera se le dio indicaciones al chofer, él supo dónde debía ir.
—Ir a bonito lugar, espero guste —habló lento y arrastró cada palabra.
—Vale —fue todo lo que pudo responder.
Hubo un silencio que para sorpresa de Jimin, no fue incómodo.
—A mí ga-gusta tu pendiente —habló Jeon y Jimin se sorprendió cuando él tocó su oreja izquierda— Ti quedan bien.
—Ah... me los hice hace años, cuando era joven y rebelde —soltó una risita al recordar viejos tiempos.
—Tú aún joven.
Él sólo miró a Jeon. Algo había en él que lo atrapaba cada vez más. Y antes que pudiera hablar, el auto se detuvo.
—Llegamos —dijo Jeon, sacándolo de sus pensamientos.
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