Capítulo. 7: Preguntas clave
• Perspectiva de Cream •
—Y entonces, me dijo que no podía salir conmigo al parque porque hablaría con Shadow, ¡cuando en realidad ni lo hizo! ¡¿Puedes creerlo?! —Amy se quejaba subiendo la voz en cada palabra que soltaba.
Mi mente no había logrado escuchar el resto de su historia por estar pensando en lo que Tails me había dicho.
—¿Estás escuchándome? —inquirió al ver que la veía aún en blanco.
—Perdón, me perdí. —hice una mueca avergonzada sentándome sobre el colchón—. ¿Que el señor Shadow qué? —intenté recapitular lo que había dicho con anterioridad.
—Shadow no, ¡Sonic! —contestó fastidiada levantándose de mi cama donde nos encontrábamos recostadas.
—Oh, tiene sentido. —me tapé la cara con mis orejas apenada.
—Has andado muy distraída, Cream. —la eriza rosada se cruzó de brazos mirándome con más preocupación que curiosidad.
—Lo sé, no lo hago a propósito. —miré hacia la ventana perdiéndome con la vista de ésta.
Casualmente, Tails salía de su taller con Sonic a su lado.
—¿Qué ves? —mi amiga siguió mi mirada.
—Nada. —bajé la vista al piso como si fuera lo más interesante del mundo.
—Ah, ya entiendo lo que ocurre. —me frunció el ceño con molestia a lo que yo ladeé la cabeza en señal de confusión—. ¡Estás viendo a Sonic! —me gritó enfurecida, apuntando hacia la ventana.
—¿Disculpa? —la vi sorprendida por lo que acababa de decirme.
No sabía si reír u ofenderme.
—Ahora tiene sentido que estés tan distraída, ¿te gusta no es así? Pues, te diré que es mucho mayor que tú, y no deberías-... —la interrumpí.
—¡Amy, no me gusta Sonic!
—¿No? ¿Entonces porque lo observabas desde aquí? —la chica puso sus manos en sus caderas acusadora.
—No lo estaba viendo a él. —me ruboricé levemente luego de darme cuenta de lo que dije.
La eriza se quedó en silencio analizando la situación y después de mirar a ambos chicos por unos segundos, todo se aclaró.
—Oh, mi Dios, soy una torpe; perdona. —Amy rió—. ¿Por qué no me lo habías dicho antes? —soltó un gritito de emoción y se lanzó a mi lado en la cama con una sonrisa en el rostro.
—¿Qué cosa? —inquirí sin comprender.
—Que te gusta Tails. —me dio un suave empujón.
Ahora que lo escuchaba sonaba tan aterrador que alguien pudiera llegar a gustarme, es decir, ¿qué tal si me rechaza o simplemente no le gusto de vuelta? ¿Realmente me gusta o solo le tengo mucho cariño? Con eso que me dijo de Charmy, ¿qué tal si solo me ve como su amiga o su hermana menor?
—Amy, no te lo dije porque ni si quiera yo estoy segura de eso. —suspiré harta de tanta confusión.
Mi compañera estudió mi expresión facial y supe que se dio cuenta de que estaba en conflicto conmigo misma.
—Es muy fácil, preciosa. —se levantó para incorporarse y sentarse sobre el colchón—. ¿Te gusta estar con él? —replicó con una pregunta.
—Uhh, sí. —respondí dudosa de a dónde pararía esto.
—¿Se te hace linda su manera de ser?
—Sí, también. —asentí.
—¿Piensas en él casi todo el día sin que sea a propósito?
Esa me había tomado por sorpresa, pero no pensaba mentirle a Amy.
—Ergh, de hecho, sí. —me encogí de hombros con un dejo de vergüenza.
—¿Se te hace atractivo físicamente?
—Supongo. —esta vez, sonreí con timidez y sentí mis mejillas arder.
—Sus orejitas, su bella sonrisa, sus ojos azules. —la eriza enlistó y no pude evitar estallar de emoción.
—Va, sí, demasiado.
—Lo gracioso de todas estas preguntas clave es que en realidad no importan sus respuestas, si no la manera en que las que las respondes. —aclaró y colocó su mano sobre mi hombro en señal de apoyo.
—¿Eso quiere decir...? —interrogué con curiosidad.
—Timidez, mejillas rosadas, la peculiar sonrisa al responderlas. Eso quiere decir que estás enamorada de Tails. —susurró como si alguien pudiera llegar a escucharnos.
Mi corazón empezó a latir rápidamente, sin embargo muy dentro de mí, yo ya lo sabía; a pesar de eso, me sentí feliz de por fin haberme dado cuenta de mis sentimientos y haberlos aceptado.
—Es cierto. —achiné mis ojos al sonreír abiertamente.
—Qué tierna que eres. —Amy me envolvió en un cálido abrazo que yo correspondí—. Ustedes dos harían una muy linda pareja, por cierto. —tocó mi nariz.
Le di un empujón jugando para que se callara de una vez.
—Muchas gracias, Ams. —musité con honestidad—. Gracias a ti ya no estoy más confundida y de cierta forma me siento libre. —terminé.
—Sabes que puedes contar conmigo para lo que sea, linda, incluyendo estas confusiones. —me acarició una de mis orejas con cariño—. Ahora, te estaba contando que el mejor amigo de tu crush me bateó. —me volvió a contar la anécdota de Sonic con la diferencia de que ahora yo estaba más concentrada que nunca.
• Perspectiva de Shadow •
Toc, toc, toc...
No respondí.
Toc, toc, toc...
Volví a no responder y me importaba poco quién podría ser.
¡Toc, toc, toc, toc!
—Shadow, sé que estás ahí. —una voz femenina muy conocida me habló desde el otro lado de la puerta.
Claro, tenía que ser ella. Abrí los ojos con frustración hacia la puerta y me senté en la orilla de mi cama mientras me daba un pequeño masaje en las sienes para controlar mi enojo. ¿No podían simplemente dejarme en paz, cierto? Tenían que hacerme la estadía una molestia. Si por mí fuera, no estaría en esta jodida casa, pero tengo arresto domiciliario por unos cuantos meses más.
Así es, me dieron arresto domiciliario por haber ayudado en pasados planes al Dr. Robotnik; eso quiere decir que si salgo de esta casa sin consentimiento del gobierno, iré a prisión. Sin embargo, podía jurar que ya me estaba volviendo loco con toda esta gente y estaba pensando en la posibilidad de que la cárcel sería mejor que estar aquí.
—Necesitas comer. —aquella voz me llamó de nuevo sacándome de mis pensamientos.
—Déjame en paz, Rouge. —contesté más ronco de lo usual.
Silencio; fue lo que obtuve de vuelta y estaba estaba algo impresionado de que fuera así. La murciélaga suele ser muy persistente cuando-...
Toc, toc, toc...
Escuché unos toques en el cristal de mi ventana.
—Demonios. —maldije cuando vi a la chica volando a fuera de ésta.
A eso me refiero cuando dije que es persistente.
—Ábreme ahora. —me gritó desde afuera mientras sujetaba un plato y vaso en cada mano.
Suspiré pesadamente y rendido, me levanté para abrir la ventana antes de que algo malo sucediera.
—Lo que me haces hacer, hombre. —la murciélaga renegó en cuanto entró a la habitación para después colocar la comida en mi escritorio.
—Te he dicho que-... —estaba por correrla.
—Shhh... Antes de que empieces con tus sermones amargados, mira lo que estaba en tu ventana antes de que entrara. —fue entonces que me di cuenta de que levantó un sobre blanco el cual parecía ser una carta.
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