Capítulo. 3: Como tú

• Perspectiva de Tails •

Me desperté tirando baba en el sillón. ¿Cuánto tiempo habré dormido? Me limpié y volteé a mi izquierda dándome cuenta de que Sonic estaba recostado sobre mis colas. Sé que le encantan, pero no es para que las use de almohada. Del otro lado de Sonic estaba Espío escuchando música con sus audífonos.

No quería despertar a Sonic, así que perdí el tiempo un rato en mi celular; pronto, llego un punto en el que en serio quería levantarme y me estaba inundando un sentimiento de claustrofobia. Sigilosamente, me fui parando lentamente a lo que Espío negó con la cabeza diciéndome que no era una buena idea. Estaba por recostar la cabeza de Sonic en la almohada en lugar de en mi cola, hasta que Charmy y Cream aparecieron bajando las escaleras rápidamente. No sé que me dio en ese momento que me sentí algo distraído, y por accidente, tumbé a Sonic del sillón.

—¡Woah! —gritó el cobalto espantado y cayendo al suelo.

El camaleón no paraba de reír al ver lo que había ocurrido. Yo en cambio me hundí en la pena.

—¡Sonic! Perdona. ¿Estás bien? —lo intenté levantar.

—Pero, ¿qué te ocurre? —murmuró adormilado.

—Es que intente no despertarte, pero... Yo-o... Lo siento. —mis orejas se hicieron instintivamente para abajo.

—Está bien, solo... no lo vuelvas a hacer. —advirtió mientras se subía a su habitación algo agotado.

Espío me miró por unos segundos y luego volvió a reír. Por la vergüenza, decidí salir corriendo de la casa para dirigirme al patio trasero. Me senté en el pasto y admiré la naturaleza calmándome a mí mismo. ¿Qué fue lo que me ocurrió allá adentro? ¿Por qué me distraje?, pensé.

Un par de risas a lo lejos me hicieron salir de mi nebulosa. Me asomé por un lado de la casa y visualicé a Cream y a Charmy jugando fuera de la casa. Sentí algo que no podía explicar del todo. Cada vez que miraba a Cream, yo la veía con cariño, como una buena amiga; sin embargo, siento que ahora es diferente. Es extraño, pero siento la necesidad de estar más tiempo con ella, de hablarle, de hacerla reír. ¿Eso no es algo malo o sí? Por lo mismo, me levanté del pasto y marché hacia donde se encontraban.

—Hola, chicos. —saludé.

—Hey, Tails. —la conejita me sonrió.

—¿Qué hay? —Charmy me regresó el saludo.

En ese momento, me les uní. Armé varios castillos de Lego, platicamos sobre tonterías y le hice una corona de flores a Cream sin que se diera cuenta. Se la daría cuando Charmy se fuera. Después de tiempo, el momento llegó al fin.

—¡Charmy! ¡Ya nos vamos! —gritó Vector desde la puerta a un lado de Espío.

—Bueno chicos, tengo que irme; los veo luego. —la abeja se despidió y apresuró el paso.

—Adiós, cuídate. —soltamos Cream y yo al unísono.

Después de que se fue, yo me quedé con solo Cream.

—Y, ¿qué has hecho? —pregunté tratando de sacar un tema de conversación.

La chica posó sus ojos color miel sobre mí y sentí como un pequeño escalofrío recorría mi piel. ¿Qué ha sido eso?

—Pues... —pensó por un momento—. Últimamente, he estado escribiendo en una nueva libreta que me dio mi mamá. —confesó.

—¿En serio? —inquirí intrigado—. ¿Algo así como un diario? —reafirmé con una pregunta.

—Así es. Ahí escribo todos mis secretos o sentimientos del momento.

—Ohhh. —exclamé escondiendo mi curiosidad.

Unas inmensas ganas de leerlo recayeron en mí. Como un mecanismo, le mostré la corona de flores que había guardado a mis espaldas, a lo que ella abrió los ojos por la sorpresa.

—Te hice algo. —musité más nervioso de lo que esperaba.

Se la coloqué en la cabeza con delicadeza y ella me dedicó una cálida sonrisa.

—¡Tails! ¡Está preciosa! —gritó Cream de la alegría.

—Como tú. —pensé en voz alta.

Ahora era yo quien había abierto los ojos como platos. Esas palabras habían salido de mi boca sin mi consentimiento. Vi como Cream empezó a ponerse roja y yo no podía sentir mis mejillas más calientes.

—Gracias. —la conejita corrió a abrazarme.

Mentí, mis mejillas sí podían estar más calientes; ahora, estaban ardiendo.

—No es nada. —correspondí el abrazo.

• Perspectiva de Cream •

No podía creer lo que me acababa de decir Tails; había sido tan lindo y adorable. Sentí como mis cachetes estaban cálidos por los halagos y sentía un cosquilleo de mi nariz a mis pies. Me aparté de Tails un poco y desvié la mirada con timidez.

—Y, ¿tú? ¿Qué has estado haciendo últimamente? —interrogué para que se me fuera el sonrojo.

—Pues... He estado descansando; ya que no hay señal de Eggman, ya no he tenido que reparar el Tornado. — relató el zorrito con su tan característica sonrisa.

—Eso es bueno. —asentí y sentí como una gota caía sobre nariz: ¿había sido de lluvia?

Miré al cielo y noté que se había tornado un tanto gris. Mi acompañante capturó mi atención una vez más.

—Lo es. —asintió de vuelta—. Pero, aquí entre nosotros, siento que Eggman está planeando algo. —admitió poniéndose más serio.

—¿Qué dices? ¿Por qué crees eso?

—No lo sé, supongo que es un mal presentimiento. —suspiró dejando caer un pocos sus orejitas.

Antes de que pudiera responderle algo, mi mamá nos llamó y rompió nuestra tan intrigante conversación.

—Chicos, ¡la cena lista ya está lista! ¡Deberían entrar antes de que-! —no logró terminar.

Como por arte de magia, empezó a llover repentinamente. Solté un gritillo del susto y Tails no tardó en tomarme de la mano y juntarme hacia él, haciendo que los cosquilleos y mis mejillas ardiendo volvieran.

—Vente. —Tails nos cubrió a ambos con sus colas.

Yo me limité a sonreír y a tomar su mano para ir corriendo hacia la casa juntos. Estaba claro que llegaríamos empapados.

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