Capítulo 20
Enya permaneció en silencio sin saber qué responder a su abuelo.
-Enya, ¿Qué acabas de decir? repítelo.
La pequeña le miró muy seriamente a los ojos, sabía perfectamente qué en concreto había preocupado a su abuelo.
-Últimamente tengo sed de sangre, ¿acaso tú nunca la sentiste?
Raiden resopló llevándose la mano a la frente.
-Sí, cuando era joven, hace mucho que no lo siento.
-Quizá es un rasgo propio del clan, ¿Cómo dejaste de sentirla?
-No estoy seguro, comenzó a disminuir gradualmente cuando conocí a tu abuela. A día de hoy sigo sin saber con certeza si es el clan de los ángeles la solución para calmar esa sed de sangre y destrucción, si es el amor o si simplemente es una cuestión social.
-¿Una cuestión social?
-Toda la vida crecía en la Cloaca, me críe entre violencia, caos y sangre, deseaba lo que conocía, con Tomori conocí otras cosas y cesé en ese deseo.
-Yo me he criado en un mundo de paz y rodeada del amor de mi familia, podemos descartar esa opción.
-No estés tan segura, has dicho que no quieres la sangre de tu familia, entonces, ¿hacia qué sangre deseas?
-...- Enya miró el brazo que le faltaba a su abuelo- la del cabrón que te hizo eso.
-Se podría decir que tu sed de sangre despertó cuando te arrancaron el mundo pacífico y amoroso en el que vivías, cuando amenazaron de forma violenta a alguien que quieres.
Enya quedó en silencio pensando en las palabras de su abuelo.
-Las opciones son válidas y no podemos descartar ninguna. El clan de los ángeles tiene tendencias muy pacifistas, el de los demonios tiende a la violencia, es posible que Tomori lograra calmar mi instinto por ser el polo opuesto, Nozomi podría ser capaz de controlarlo porque tiene ambas tendencias en su interior. La segunda opción aunque suene ñoña es muy posible, amo a Tomori y desde entonces pienso más en ella y en protegerla que en simplemente pelear y matar porque sí, el caso de Nozomi también encaja teniendo en cuenta que Shoto fue capaz de calmarla cuando perdió el control. Y como has visto lo social también tiene sentido, para mí, para ti y para Nozomi que empezó a perder el control cuando conoció la violencia y se calmó cuando tuvo una vida pacífica junto a Shoto.
-Agh, así que no puedo descartar ninguna...
-Quizá incluso sea una suma y se necesiten de los tres factores.
-Eso no ayuda abu- Enya se veía frustrada y debatida.
-Oh vamos, ¿por qué esa cara? No son factores tan difíciles de lograr. En primer lugar tienes algo de sangre angelical por poca que sea que podría ayudarte y estás rodeada de ángeles que quizá puedan calmar tus tendencias. Además, por mucho que ahora la situación esté tensa sabes que tu familia va a ayudarte siempre a que tu entorno sea lo mejor posible. Lo único que quedaría es lo del amor y por lo que sé te gusta el chico este hijo del gritón.
-¿QUÉ? ¿de qué hablas abuelo?- Enya le miró entre avergonzada y molesta.
-El hijo del amigo de Nozomi, el rubito ese.
-Si hablas del tío Bakugo y su hijo Katsuo, ¡ese no me gusta para nada!
Raiden se le quedó mirando por unos segundos y resopló.
-Lo que digas
-¡Va en serio!
-Pues díselo a tus mejillas que no pillan el mensaje- dijo mientras señalaba las sonrojadas mejillas de Enya.
La pequeña se tapó las mejillas mientras hacia un leve puchero por la vergüenza.
-Seguro solo se han puesto rojas porque me da vergüenza que pienses eso, ¿de dónde lo has sacado?
-Me lo dijo Yoshio.
-Ese...- Enya apretó los puños y tomó aire mientras cerraba la boca para no insultar a su hermano.
-Buen control, estarás bien, sé que te preocupa, pero pese a las leyendas, sigo creyendo que eres una buena niña- Raiden le miró con una leve sonrisa.
-Abuelo...- Enya le miró con una expresión de ternura y sorpresa, luego resopló- no estoy tan segura de eso... Y si... ¿no quiero seguir controlando?
-¿A qué te refieres?
-Se supone que nuestro clan nos da ciertos instintos y tendencias, ¿verdad?
-Sí, pero nuestro quirk no nos define, somos más que sólo el clan de los demonios, seguimos siendo humanos Enya.
-Sí, lo sé, como humanos podemos llegar a controlar nuestras tendencias, a dominarlas y vivir en sociedad de la manera que se espera de nosotros, pero ¿por qué debemos cohibirnos? ¿por qué controlarlo? ¿y si controlarme de la manera que el mundo quiere de mí hace que no sea yo?
Raiden se quedó en silencio unos momentos reflexionando.
-La verdad es que la vida descontrolada era divertida- dijo recordando su pasado.
-¿Por qué renunciar a eso?
-Era divertida sí, pero también sufría mucho, por más violencia que provocase siempre quería más, la sed de sangre no se sacia con sangre Enya, la sangre solo hace aumentar la sed.
-Puede, pero quiero experimentarlo por mí misma.
-Soy más feliz ahora sin esa sed de sangre, soy feliz en esta vida de paz pese a ser del clan demoníaco, podría ser lo mismo para ti.
-Pero podría no serlo, a diferencia de ti sí he probado lo que es la paz, y sólo me ha saturado, me harta, me cansa seguir tanta norma. No soporto tener que "comportarme", no soporto seguir limitándome, forzándome a trabajar en equipo para la escuela, no puedo más con toda esa mierda... Durante el caos, durante la batalla, jamás me había sentido tan libre- sus ojos rojos brillaban con intensidad.
-¿Recuerdas la batalla?- Raiden parecía sorprendido pues pensaba que ella estaba inconsciente como le pasaba a él y a Nozomi cuando perdían el control.
-Cada detalle.
-¿Y aun así peleaste contra tus padres?- Raiden se levantó de la cama y la miró muy serio.
-... No quería que se entrometieran- apartó la mirada de su abuelo.
-¿Pensabas matarlos?
-¡NO!- Enya volvió a mirarle- jamás les mataría.
-¿Acaso eras capaz de controlar tu ira y fuerza en ese momento?
-No...
-Entonces, ¿te das cuenta que si fueran más débiles los habrías matado?
Los ojos de Enya se humedecieron.
-Sí.
Dato curioso:
Originalmente Katuso iba a tener un papel mucho más protagónico en toda la obra, pero no me pegaba que Enya por mucho que le guste Katsuo andase toda dependiente de él.
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