Ya habían pasado una semana desde el incidente de la piscina, la peli azul mantenía la distancia con la rubia. Estas apenas pasaban del ''hola'' de por la mañana o el ''adiós'' de si alguna abandonaba temporalmente la casa por algún motivo y el típico ''buenas noches'' de antes de dormir. Tanto Peridot como Lapis no podían aguantar esta presión, pero no se atrevían a decírselo a la otra. Un día mientras Lapis cocinaba la cena, tropezó con Peridot. Ambas quedaron, una junto a la otra, ninguna decía nada, solo se miraban una a los ojos de la otra.

Lapis: *pensando* Ella es tan hermosa... Pero no tengo el coraje suficiente para decírselo. Ni si quiera tengo el coraje suficiente para hablarle después de lo del beso.

Peridot: *pensando* E sido una idiota, ella no me dice nada, seguro está enfadada por lo del beso. Yo solo quiero pedirle perdón, pedir su amistad, y volver a hablar con ella.

Entonces el móvil de Peridot rompió el silencio. Era una llamada de su madre, ella solamente agarro muy avergonzada el móvil y fue a fuera de la sala, a su habitación.

Peridot: *con el móvil* ¿Qué quiere madre?

Y.D: Sencillamente, preguntarte ¿cuándo vendrás a ver a tu vieja y oxidada madre? *hablando metafóricamente*

Peridot: Bueno... Viendo el avance científico y los experimentos fallidos sobre animales... No creo que falte mucho... Para que los cerdos vuelen.

Y.D: Jajaja, mi linda hija tan graciosa como siempre, Bueno, la semana que viene iré a verte. Así que más te vale estar preparada con un cuarto para mí.

Peridot: ¿¡Que!? Pero...

Y.D: Chau besitos... *cuelga*

Con la visita de su madre todos los planes de Peridot se irían al carajo nunca mejor dicho, así que ella se percató de que tendría que pedirle a Lapis que se fuese de su casa por unas semanas... o meses... o años.

Peridot: Lapis... Necesito hablar contigo.