#49: La foto
Nunca consiguió reunir a su familia viva. Su padre nunca la perdonó por huir de casa embarazada. Le habían cerrado la puerta en la cara cuando regresó queriendo presentarles a sus nietos.
No tenía hermanos. Sus padres murieron solos. Ella se encargaría del entierro, pero antes le quedaba algo pendiente: sus hijos no tenían ni una sola foto con sus abuelos.
Los vistió a todos, vivos y muertos, con los mejores trajes. Todo negro, elegantes, quería solemnidad. Los muertos posarían sentados. Los vivos donde mejor se disimulara. Les abrió los ojos a los cadáveres y colocó sus cabezas en el ángulo menos obvio posible. Sus hijos temblaban, pero solo sería un segundo. Ella fue la única que salió con una sonrisa genuina.
El fotógrafo capturó la instantánea antes de vomitar y de que a la madre se le posara una mosca atrevida en un ojo. Uno de los niños intentó azorarla y consiguió que los muertos perdieran el engaño óptico. La foto había quedado bien. Se enmarcó y fue expuesta con orgullo en el salón recibidor de la casa grande.
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