#3: Veneno en un beso
Bastaron un par de besos sin mayor interés para sugetarlo al piso, respirando por costumbre. La vívora, después de meses, seguía lanzando su veneno en parques y callejones a víctimas aleatorias, sin tener idea de que alguien en un rincón dejaba de dormir pensando en ella; y cuando podía, soñaba con su lengua. Daños colaterales que nunca recordaría, o nunca tendría presente.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top