#27: Hechizo para Elías

-Eres mío, Elías, todo mío.
Había dejado reposar en miel la foto del susodicho por 13 días y 13 noches. Recorrió todo su cuerpo desnudo con la fotografía endulzada, prestando especial atención a las zonas erógenas, las cadenas carnales de los hombres, mientras repetía su petición.
-Eres mío, Elías, todo mío.
Terminó de coser a la lumbre de una única vela roja la representación en miniatura de ese hombre al que quería suyo. No quedaría perfecto. Con los calzones que había utilizado como tela para la labor era suficiente. Continuó su cantar y selló con tiza la unión entre ella, la vela y el muñeco.
Elías, un casanova de esos que solo puede dominar una bruja, convulsionaba en su cama por los efectos de la luna y los hechizos. La erección se sacudía al tiempo que su boca iba torciéndose y los ojos buscaban el interior de las cuencas. Balbuceó dos nombres antes de perder el sentido.
El ritual que hizo Ariadna, el de la foto, funcionó. Como también el de Mairim, el del muñeco. Su único fallo fue realizarlos a la vez. La casualidad planeó que Elías muriera solo, pensando en ambas y sin que ninguna se hiciese cargo.

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