#12: Nueva partida: noche a noche
Ángela esperaba por la siguiente partida cuando escuchó el arrastrar del contenedor de basura.
Tan entrada la madrugada el mínimo sonido producía eco y le provocaba un sobresalto. El ladrido de los perros, el tictac del reloj de la cocina, el paso de aquellas rueditas por el asfalto: tortuoso.
Los perros se agitaron más de lo normal. Ángela se asomó por la ventana para comprobar que todo estuviese bien cuando justo frente a la entrada pasaba un hombre arrastrando el contenedor del que sobresalían unas piernas con zapatos de tacón.
El hombre frenó su paso y miró al interior de la casa. La había visto. La señaló y luego al cubo, o a las piernas de mujer, antes de seguir su camino.
“Tú, aquí” pareció decirle.
Ángela no pudo dormir, pero tampoco volver a concentrarse en su juego.
La noche siguiente, en medio de su rutina, volvió a escuchar aquellas ruedas frente a su casa. Esta vez no abrió la ventana, sino se aseguró por una rendija que el hombre continuara su paso. Mas no fue así. Éste se quedó fuera de su entrada, señalando continuamente al cubo vacío. Una sonrisa se le iluminó maquiavélicamente. La estaba esperando.
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