Capítulo final

Desde aquella ocasión, Régulus entendió las palabras de Dégel. No le había exigido mucho, simplemente le pedía ser un poco cauteloso en en sentido de su relación.
Los únicos que sabían de aquel amor era Albafica por ser quien le dió consejos y ánimos al castaño para confesar su amor y Kardia quien alguna vez los llegó a encontrar en la biblioteca de Acuario muy abrazados y disfrutando de su compañía.

En ese sentido Kardia no era celoso, al contrario se dió cuenta que perdió porque tan seguro estaba de su cercanía con Dégel que pensó que este correspondería sus sentimientos.
Pero no fue así, jamás se percató que el caballero más joven de la orden dorada fuera el merecedor del gran amor que guarda el corazón de Acuario.

No tuvo opción más que aceptar su derrota y decidió jamás mencionarle su sentir a Dégel; lo mejor sería seguir con aquel sentimiento de amistad como si no hubiera nada de por medio. Aunque eso sí, le deseaba lo mejor con el hijo de Ilias.

La guerra santa había comenzado, Dohko junto con Shion fueron enviados a una misión a Italia junto con algunos caballeros de bronce, entre ellos no podía faltar Tenma.

Solo les quedaba esperar su respectivo turno para tomar su lugar en la batalla, por ahora la orden solo se trataba de cuidar sus templos y entre ellos estar al pendiente de que el enemigo quisiera llegar al santuario para atacar.

Entre tanto lío se le olvidó al francés que este día era muy especial, para el solo era un día más; podía seguir leyendo en su biblioteca de no ser por la inesperada llegada de su adoración.

- Parece que se te ha olvidado un detalle muy importante - Respondió el joven caballero de Leo recargado en el marco de la puerta que daba acceso a la biblioteca del francés.

Varias veces tuvieron el gusto de disfrutar su compañía en ese sitio donde Dégel amaba leerle varios de sus libros favoritos al castaño hasta que el sueño lo venciera y se quedará en sus brazos acompañado de los latidos de su corazón.

- ¿Que olvidé? - Cuestionó dejando el libro sobre el modesto sofá mientras se acomodaba los lentes.

Régulus comenzó a reírse, cerró la puerta de la biblioteca y se acercó lentamente para tomar a Dégel de las manos - ¿Lo olvidaste y eres el más sabio de todos nosotros?

- Mmm... No, la verdad no sé a qué te refieres.

Régulus se acomodó a lado del francés sin dejar de tomar sus manos, después alzó su mirada para ver de frente al dueño de su corazón.

- Es tu cumpleaños.

- Tienes razón - Le contestó con asombro - La verdad con este inicio de la guerra he perdido la noción del tiempo.

- Pase toda la tarde intentando pensar en que darte de regalo pero... - Se quedó callado por unos momentos el castaño - No logré encontrarte algo justamente cuando algunos aldeanos han cerrado sus negocios a causa del inicio de la guerra.

- No era necesario que busques algo Regulus, tan solo con tu presencia me basta para pasar los mejores momentos de mi vida - El francés levantó el libro y sus anteojos para colocarlos sobre la mesa de madera que tenía en frente.

El joven caballero de Leo se fue acercando invadiendo el espacio del contrario, por instinto Dégel se fue recostando en el sofá, mientras que Régulus se posicionaba sobre él.

Aquellos cabellos verdes estaban esparcidos a lo largo del sillón, varias ocasiones amaba observar el caminar de Dégel porque aquellas largas y sedosas hebras eran de ensueño, se movían al compás del viento y eso lo disfrutaba demasiado.

Tomó un mechón de su cabello con curiosidad, después lo miro a esos hermosos luceros violeta y le regaló una sonrisa llena de ternura, una que solo Dégel conocía desde que comenzaron aquella relación.

- El futuro es incierto, sin embargo amo que me des la oportunidad de no tratarme como a un niño porque ya no lo soy.

Después de esto besó aquel mechón de cabello, poco a poco fue acercandose a su rostro para poder unir sus labios en un beso tierno y lento; Dégel abrió un poco más sus piernas para darle un poco más de comodidad al contrario.
Nadie sabía si aquella noche sería la última que tenían juntos y de eso ambos eran consientes; si esta noche la tranquilidad les daría la oportunidad de estar juntos aprovecharían cada minuto que pasara.

Aquél beso comenzó a ser más demandante, Dégel dejó escapar un gemido al sentir como las manos del castaño tomaban las suyas para llevarlas a la altura de su cabeza sin dejar aquella labor de fundirse en ese beso.

Sus lenguas buscaban ir más allá entrelanzandose entre si, poco a poco los labios del castaño bajaban poco a poco al cuello del galo dejando un ligero camino de saliva en esa piel pálida.

- Régulus... - Susurro Dégel al sentir como los dedos del castaño bajaban poco a poco de sus brazos hasta llegar a su pecho, ante esto con cautela fue abriendo botón por botón de la camisa del francés.

Con sus dedos recorrió el torso desnudo de su pareja y fascinado miraba como su piel se erizaba ante cada caricia.

Era un inexperto en ese sentido pero está ocasión podía sentir como el momento lo guiaba para poder tocar y hacer estremecer a su amado francés.

Dégel rodeo sus brazos en el cuello del castaño y nuevamente lo atrajo más a él para seguir con esos besos de los cuales disfrutaba a cada momento.

- Quiero que sepas... - Murmuró Dégel entre esos labios - Que si perdemos la vida en esta guerra... Quisiera amarte en otras vidas más.

- Ten por seguro que te buscaré en otras vidas más - Le sonrió mirándolo a los ojos - Me has aceptado tal y como soy y eso te lo agradeceré por siempre.

Régulus se levantó del sillón, sonriendo ladino y sin dejar de mirar al francés, se fue despojando de sus prendas.
Dégel se incorporó un poco para observarlo mejor, efectivamente podía notar un cambio en su cuerpo, ya no poseía la anatomía de un niño, ahora podía ver marcado su abdomen, su cuerpo presentaba mayor masa muscular, le daba la razón cuando decía que ya no lo tratara como a un niño.

- Será mi primera vez y quiero demostrarte que también puedo hacerlo... - Le respondió - Llevo demasiado tiempo anhelando este momento.

Se acercó a la altura de su cintura para poder despojarle sus prendas restantes a su amado francés, con curiosidad paso la yema de sus dedos sobre ese bulto que se dejaba ver entre las piernas del galo.

Comenzó a masajearlo poco a poco sin dejar de sonreír, después se lo llevó a su boca probando por primera vez ese extraño sabor de esa capa transparente que lo envolvía.
Dégel hizo su cabeza para atrás, inconscientemente colocó sus manos en esa alborotada cabellera castaña y comenzó a disfrutar de esas atenciones que su amado le daba.

Ahora comprendía porque estos últimos días Régulus ha tenido distintas dudas respecto a la sexualidad, aunque ellos en su mayoría fueron resueltas por el francés sin ningún problema de por medio.

Dégel dejó escapar un grito cuando sintió aquella traviesa lengua colarse más abajo llegando a su interior, abrió sus piernas para mayor comodidad y dejo que siguiera en aquella labor.

Sus toques, sus caricias... Régulus lo trataba como algo delicado, fascinado recorría con ímpetu el cuerpo del contrario; sin duda sería una noche demasiado larga ya que en ese momento Dégel pudo sentir como aquella intromisión lo llenaba completamente y eso lo disfrutaba...







A la mañana siguiente, ambos amanecieron  abrazados en el sillón cobijados con una manta que Dégel usaba para cubrir el sofá.
De todas las noches que había pasado en el santuario, está fue la mejor de toda su vida porque a pesar de todo los dos pudieron disfrutar de esa compañía que tanto deseaban.

- Buenos días mon amour - Susurro Dégel tocando con suavidad el cabello de color castaño, aunque Régulus seguía profundamente dormido sobre el pecho de su amado francés.

Aún se podía ver reflejado esas pequeñas marcas notorias en su piel, simplemente sonrió y nuevamente cobijó a su amado León para descansar un poco más.

El llamado del patriarca no tardaría mucho en realizarse y ellos sin duda deberán presentarse ante él.

Pero por lo mientras ver ese tierno rostro descansar en su pecho es algo que no se puede comparar con lo más bello de este mundo; Dégel pasó sus dedos sobre su frente para retirar esas alborotadas hebras castañas y se acercó para besar su frente con dulzura.

- Descansa mi amor...

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Por fin lo terminé, siento haberlo alargado pero entre más escribía más ideas me salían.
Espero que les haya gustado está inusual pareja pero muy bella, también el pequeño león merece muchos fics y pues hasta le agarre el cariño al pequeño lo amo 🥰🥰🥰
Les mando un abrazo los quiero y seguir con las demás historias.







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