¡Sonríe!
¿Es que acaso Wonho era payaso? ¿O por qué Jimin le sonreía de esa manera?
A tres mesas de distancia, Jungkook observaba cómo Jimin reía a carcajadas junto al fornido de su amigo. Las comisuras de sus labios nunca descendían, permanecían en alto, orgullosas de disfrutar el recreo y la buena compañía.
«Como siempre debió ser», se reprendía internamente, algo que se estaba volviendo habitual. «Como siempre debí haber actuado».
Esta autocrítica lo desanimaba, porque sabía que podría haberlo hecho mucho mejor. Pero Jungkook, a pesar de todo, se cuestionaba a sí mismo.
¿Qué tenía Wonho? ¡Jimin no se comportaba así con él! ¡Jimin nunca reía de esa manera con él! Sus hermosas sonrisas sinceras ya no le pertenecían. Nunca las había recibido de esa forma.
«Tampoco es que me haya comportado de la mejor manera para obtenerlas», se recordaba con disgusto.
Jungkook odiaba esta situación, no le gustaba para nada cómo se sentía y definitivamente no quería seguir presenciando esas escenas que lo llenaban de celos.
Uh, los celos eran algo nuevo para él. Bueno, no tan nuevo. Llevaba tiempo sintiendo que, si alguien se acercaba a Jimin, él se sentía incómodo y extrañamente irritado. No al extremo, pero sí irritado.
Jungkook tampoco sabía qué acaba de explicar. Pero el punto era que los celos que sentía por Jimin eran tan frustrantes y dolorosos que ya no bastaba con solo querer que regresara, su objetivo empezaba a cambiar.
Su nuevo objetivo era empezar algo hermoso con él.
«Algo lindo con Jimin... Yo quiero algo lindo con Jimin»
Para sorpresa de Jungkook, Wonho giró la cabeza y posó la mirada en él.
Jungkook alzó una ceja y lo examinó de arriba a abajo, desafiándolo.
¿Desafiándolo a qué? Jungkook no tenía ni idea.
Wonho sonrió y regresó a su posición anterior, pero esta vez envolviendo los hombros de Jimin con su imponente brazo.
Jungkook quedó con la boca abierta, sin poder salir de su asombro.
«Ese maldito Musculoso con Patas», pensó con amargura.
...
Jungkook creía firmemente que esto resolvería el problema. Algo simple, modesto, no demasiado grandioso, pero genuino. Después de todo, ¿a quién no le alegra el día una sonrisa?
Así que, con letras resplandecientes y llenas de colores, el plan de hoy era: Regalarle a Jimin una sonrisa. Quizás de esa manera podría calmar la furia del mayor y recuperar algo, tal vez una pequeña sonrisa o una mirada menos desagradable.
Eso era lo que esperaba. Eso era lo que deseaba.
«Una sonrisa lo haría. Una sonrisa honesta y sincera», se animó a sí mismo, sintiéndose confiado. Sabía que podía hacerlo, y lo haría. Sin duda alguna.
...
Sin perder tiempo, minutos antes de que la clase comenzara, Jungkook se puso manos a la obra con los preparativos.
«Hoy es un nuevo día. Un día lleno de posibilidades», pensó mientras se sentaba en su lugar, casi al fondo del aula. Pacientemente aguardó la llegada de su hyung. Fueron exactamente dieciséis minutos cuando Jimin, como era costumbre, hizo acto de presencia acompañado de Wonho, quien le lanzaba una mirada llena de preocupación.
Jimin parecía luchar contra el cansancio, su fatiga era evidente incluso a distancia. Mientras se dirigía a su asiento, esta vez junto a Jungkook, bostezó tres veces seguidas y caminaba con desgana, casi tambaleándose.
Jungkook frunció el ceño y miró disimuladamente a Jimin cuando finalmente se sentó a su lado.
Jimin apoyó la cabeza sobre sus brazos en la mesa y bostezó una última vez antes de quedarse dormido.
«¿Qué le estará pasando? ¿Habrá tenido una pesadilla? ¿Por qué está tan cansado?»
Jungkook recordó las pocas veces que había visto a Jimin en esa situación, y la mayoría de las veces ocurría cuando había tenido una pesadilla o simplemente no podía dormir, tal vez por algo más trivial como una pijamada o algún trabajo por hacer. Pero sabía que no se trataba ni de un trabajo, ni de una pijamada, ni de una pesadilla. Durante la noche, se había dado cuenta de que Jimin se había ido a dormir temprano, ya que las luces de su habitación estaban apagadas y no había escuchado ningún ruido que indicara que se levantara.
Jungkook apretó los labios y levantó la mano en dirección a Jimin.
«Quizás... debería decirle algo. Yo-»
— Buenos días, clase.
Jungkook se sobresaltó y gruñó. Afortunadamente, no era el profesor, sino uno de los graciositos de la clase.
«¿En serio?» pensó, mostrando su frustración.
— Jiminie... despierta — susurró nervioso, quedaban pocos minutos para que el profesor Kim llegara —. Hey, Jimin... — le tocó suavemente el hombro — Jimi-
Su rostro estaba sonrojado por completo.
— Oh, cielos.
Jimin sudaba y temblaba ligeramente, respiraba con dificultad y fruncía el ceño, luchando contra el dolor.
— ¿Por qué viniste si estás tan enfermo, maldito descuidado? — le reprendió mientras acariciaba su cabello con suavidad.
Pero no necesitaba respuestas, Jungkook ya las conocía. Para Jimin, faltar a clases era algo que no podía permitirse, no porque no quisiera, sino porque lo veía como una gran responsabilidad... y su mamá no se lo permitía.
— Maldición.
Con cuidado, movió suavemente a Jimin de un lado a otro hasta lograr despertarlo. Una mirada confusa y apagada fue lo primero que recibió.
— ¿Qué está pasando? ¿Ya empezaron las clases?
— Aún no, faltan unos minutos — respondió con suavidad —. Vamos, te llevaré a la enfermería.
— ¿La enfermería?
— Jimin, estás ardiendo — cada palabra iba acompañada de caricias en su cabello —. Tienes fiebre y estás sudando.
— Me sentiré me-mejor pronto — dijo de inmediato, negando con la cabeza, lo cual hizo que Jungkook dejara de acariciarle el cabello —. Cuando empiece la clase, estaré bien.
— Jimin, ni siquiera puedes hablar correctamente, estás...
— Jungkook, estaré bien, la clase...
— ¿Podrías dejar de preocuparte por la maldita clase y cuidarte ahora mismo? — su voz se elevó sin poder evitarlo —. Estás enfermo, te ves completamente rojo, ¿crees que esto no empeorará tu estado? — hizo la pregunta mientras le lanzaba una mirada severa —. Maldición, incluso sigues temblando — Jimin iba a decir algo, su ceño se frunció —. Por una vez, olvida que me estás ignorando y ven conmigo a la enfermería.
Jimin se quedó en silencio, mirándolo intensamente.
Jungkook tragó saliva después de su pequeño desahogo verbal. No podía negar que se había dejado llevar por la vergüenza, pero realmente le preocupaba. Jimin era de esas personas que creían que no podían enfermarse y, cuando lo hacían, pocas veces se cuidaban adecuadamente.
— Iré.
...
Cuando la clase llegó a su fin, Jungkook fue el primero en salir del salón y se apresuró por los pasillos en dirección a la enfermería. Sin embargo, se llevó una gran sorpresa al abrir la puerta y encontrarse con la enfermera, quien le informó que Jimin había ido al baño y ya había regresado a clases.
Jungkook chasqueó la lengua en respuesta y se puso en búsqueda de Jimin. Por suerte, no pasó mucho tiempo antes de encontrarlo saliendo del baño, sacudiendo sus manos.
— ¡Jimin!
El mencionado lo miró de inmediato, y Jungkook no pudo evitar esbozar una sonrisa.
— ¿Te sientes mejor? — le preguntó una vez estuvo frente a él —. ¿Estás seguro de que quieres ir a clases?
Jimin asintió.
— Estoy bien — musitó sin añadir más.
— Mira, si necesitas ayuda con las tareas o tienes alguna duda, puedo ayudarte...
— No te preocupes — lo interrumpió de inmediato —. Wonho ya está ayudando.
La sonrisa de Jungkook se desvaneció ante la seriedad de Jimin, pero se mantuvo firme. Jimin comenzó a caminar de regreso al salón, con pasos lentos y sin ánimos. Jungkook no dudó en seguirlo.
— Jimin — lo llamó, deseando captar su atención nuevamente —, ¿crees que después de clases podríamos...?
— Detente, Jungkook — susurró Jimin a pocos pasos de llegar al salón —, estoy bien, no necesitas hacer más — Jungkook frunció el ceño, queriendo decir algo al respecto —. Gracias por llevarme a la enfermería.
Jungkook esbozó una última sonrisa para el castaño, quien, al mirarlo, pareció cansado.
«¿Qué está pasando ahora?»
Antes de entrar al salón, con una expresión triste y casi vidriosa en su rostro, dijo: — No me sonrías.
Fue en ese momento cuando Jungkook supo que no había otra solución. Fue entonces cuando escuchó a su corazón latir con fuerza, casi rompiéndose en el acto.
Se sentía... perdido.
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