¡Final III!
— ¡Jeon Jungkook! ¡Ven aquí de inmediato!
Jungkook sabía que estaba en problemas. El hecho de que su novio le hubiera gritado desde el otro lado del departamento usando su nombre completo era una clara señal. Últimamente, parecía que no dejaba de meter la pata.
Mordió su labio inferior mientras se preocupaba y rápidamente abandonó el juego para salir de la habitación y dirigirse hacia donde lo llamaba la voz de su novio.
— ¿Di-dime, amor? — preguntó una vez que estuvo frente a él. No dudó en poner su mejor cara de perrito mojado.
Ambos se encontraban en la sala del departamento. Jimin no parecía nada contento, ya que a su lado había tres bolsas de basura, ropa esparcida por el sofá y algunos objetos fuera de lugar, tal como los dejó en la mañana. Exactamente como Jimin no quería encontrar las cosas. Jungkook sentía que se moría.
— ¿Qué te dije antes de irme, Jeon? — preguntó Jimin, formando una sonrisa maliciosa segundos después.
Oh, ahora lo entendía todo. Estaría en serios problemas si no sabía jugar bien sus cartas.
«Maldición» Jungkook se reprendió mentalmente mientras se humedecía los labios.
— Perdón — dijo de inmediato.
— ¿Qué te dije, Jeon Jungkook? — pronunció lentamente su nombre, reflejando la malicia y el enojo en su voz.
— Que botara la basura — empezó, bajando la mirada.
— ¿Qué más? — preguntó Jimin, poniendo las manos en las caderas.
— Que preparara la cena — musitó, humedeciendo los labios —, porque estabas muy cansado para hacerlo.
— ¿Qué más? — esta vez, Jimin arqueó una ceja.
— Que comprara un regalo para Hyungwon, preferiblemente una gran almohada — gimió arrepentido, volviendo a encontrarse con la mirada del más bajo —, porque mañana es su cumpleaños y no tenías tiempo.
— Y dime, Jeon — dijo Jimin, inclinando la cabeza —, de todo lo que te pedí, ¿qué hiciste?
— Amor, mira...
— Jeon, ¿qué hiciste? — su voz sonaba peligrosa.
— ¡Te juro que no fue intencional!
— ¿Me vas a decir que no hiciste nada de lo que te pedí? ¡¿Nada?! ¿Pasaste todo el día jugando?
Jungkook gimió mientras ocultaba su rostro entre las manos, conteniendo un grito de desesperación. En tan solo unos segundos, se encontró reflexionando seriamente sobre sus acciones y cómo podrían afectar el futuro. Luego, con toda la calma del mundo, respiró profundamente y volvió a su postura anterior, con las manos a los costados y una expresión inocente.
Sabía que no podía revelar sus acciones por un simple descuido. Definitivamente no podía decirle a Jimin que había olvidado completamente las cosas que le había pedido hacer durante el día porque había estado buscando el anillo perfecto en el centro comercial.
Afortunadamente, había llegado antes que él; de lo contrario, estaría en serios aprietos.
— Lo siento muchísimo — susurró mientras tomaba su cintura y lo acercaba a su cuerpo, evitando que Jimin se alejara de su tacto —. ¿Podrías perdonarme, cariño? — preguntó con ternura en su voz. Su nariz trazó suavemente la curvatura del cuello del menor, dejando un rastro de calidez —. ¿Por favor?
— Jungkook, eres un tonto — susurró el castaño con un tono ligeramente resentido, rodeando los hombros del contrario con sus brazos —. Solo te pedí tres cosas. Antes no solías olvidarlas — musitó haciendo un puchero.
Y era cierto, hace no mucho tiempo, Jungkook se entregaba por completo a cada tarea que Jimin le encomendaba, sin descanso, buscando la satisfacción de su pareja, y como recompensa recibía dulces besos o salidas con segundas intenciones. Sin embargo, no podía culpar a su mente, que estaba ocupada pensando en las mil y una formas de, finalmente, dar el siguiente paso.
— Lo sé — Jungkook apartó su rostro del cuello de Jimin para mirarlo a los ojos, encontrando aún el reproche en su mirada —. Lo siento, ¿de acuerdo? — Sus respiraciones se entrelazaron, gracias a los esfuerzos de Jungkook —. A veces, cuando me distraigo o juego, tiendo a olvidar las cosas más rápido. Prometo que no volverá a suceder.
Jimin lo observó con incredulidad, pero finalmente asintió.
— Tienes suerte, Jungkook — dijo entrecerrando los ojos. El susodicho asintió rápidamente —. En el camino a casa, compré un regalo para Hyungwoon. Una de sus tiendas favoritas seguía abierta y me permitieron ser el último cliente.
Jungkook besó los labios de su novio rápidamente y le sonrió.
— Me conoces bien.
— Sí, conozco al despistado de mi novio — dijo con un ligero rubor tiñendo sus mejillas.
Jungkook volvió a besarlo con ternura.
...
Jungkook se sentía nervioso, miraba a su alrededor y suspiraba, intentando tranquilizarse.
En este momento, se encontraba en el departamento que había compartido con Jimin durante los últimos tres años. Ese departamento que habían decidido comprar después de mucho ahorro y esfuerzo en su último año de universidad. El lugar estaba decorado con luces suaves, pétalos de rosas y velas aromáticas.
«Vamos, Jeon, tú puedes. No hay razón para preocuparse... ¿verdad?»
A pesar de que todo estaba en orden, Jungkook seguía dando vueltas y arreglando cada pequeño detalle que le parecía imperfecto. Movía una rosa en el florero, ajustaba los cubiertos en la mesa o volvía a doblar servilletas. Estaba nervioso y sabía que nadie podría ayudarlo en ese momento.
Sus ojos inevitablemente se posaron en los cuadros colgados en la pared, que mostraban fotografías que los acompañaban y le recordaban los hermosos momentos que habían vivido juntos con Jimin.
En los muebles de madera, se encontraban diversas fotografías que contaban su historia, desde sus tímidas citas en la escuela hasta los momentos más especiales, como su primera foto oficial como pareja o la imagen de su cita en Japón, el primer viaje que realizaron juntos durante sus años universitarios.
Se sentía tan feliz por todo eso.
Si hacía un recuento general, ya llevaban casi diez años juntos: dos años de citas y salidas en la escuela, cinco años de noviazgo formal en la universidad y, finalmente, dos años más de noviazgo mientras trabajaban. Jimin era asistente de un profesor de danza contemporánea y Jungkook era jefe de un equipo en una empresa.
Jungkook no podía dejar de reconocer lo afortunado que era al tener a Jimin a su lado. Sentía que vivía en un sueño constante, uno del que no quería despertar. Esos nueve años juntos habían sido los más felices de su vida, y sabía que también lo eran para Jimin, quien siempre le recordaba lo feliz que era a su lado.
Eso lo hacía sentirse poderoso y agradecido de haber tenido la valentía de ir tras Jimin cuando tuvo la oportunidad. Agradecía con todo su corazón que Jimin le hubiera dado la oportunidad de cambiar y demostrarle que podía amarlo de una manera sincera.
Jungkook sabía que fue un proceso lleno de confusión y dudas sobre si podrían llegar a ser algo más. Por eso, pasaron dos años de salidas y momentos difíciles. Aunque en ocasiones pensó en rendirse, creyendo que Jimin nunca lo perdonaría, Jungkook no tiró la toalla y logró su objetivo.
Ser feliz junto a Jimin y hacer que Jimin fuera feliz junto a él.
Durante las citas que tuvo con Jimin, Jungkook se esforzó al máximo para demostrarle que ya no era la persona que antes lo había lastimado. Hizo todo lo posible por hacerlo reír, mostrarse como el hombre que realmente era y descubrir todas las cosas de las que se había privado por no querer admitir sus sentimientos.
De hecho, durante esas salidas, descubrió muchas cosas sobre su actual novio. Se enteró de que Jimin había estado interesado en él durante los últimos cuatro años y que se dio cuenta de sus sentimientos después de terminar con su único exnovio, ya que confesó que constantemente pensaba en Jungkook cuando estaba con ese chico.
Jungkook no lo admitiría abiertamente, pero se sentía como un ganador en una batalla de la que Jimin ni siquiera sabía que estaba ocurriendo. Deseaba ver la expresión en el rostro del exnovio de Jimin solo para poder decirle que ahora estaba con él.
No se trataba solo de un capricho, era una especie de venganza. El exnovio de Jimin solía insinuarle a Jungkook que podría alejarlo fácilmente de Jimin. Con una voz falsa, le decía que en cualquier momento Jimin dejaría de pensar tanto en él y se daría cuenta de lo poco que valía.
Jungkook deseó golpearlo, pero optó por guardar silencio y fingir que esas palabras no le afectaban.
También supo que conocía a Wonho desde hace un tiempo, en uno de esos trabajos que se negó a hacer con él. Sin embargo, nunca tuvieron un acercamiento romántico, siempre se vieron como amigos. De hecho, Wonho había sido quien brindó apoyo a Jimin cada vez que se sentía mal debido a alguna mala acción de Jungkook.
— Fue de gran ayuda — dijo Jimin con una sonrisa mientras descansaba su cabeza en las piernas de Jungkook —. A él le parecía divertida la forma en que te comportabas. Decía que actuabas como si escondieras algo, aunque también le molestaba lo que me decías — Jimin rió mientras Jungkook lo observaba desde su posición —. Oh, también recuerdo que estaba cansado de las miradas que le dirigías, como si quisieras golpearlo.
Jungkook no pudo evitar sentir vergüenza.
— Eso no evita que te mire como si le gustaras — respondió Jungkook con una pizca de travesura.
Más tarde, se enteró de que Hyungwoon, el chico llamado así, era en realidad el novio de Wonho. Era un hombre amable que se aseguró de decirle mil veces a Jungkook que no debería volver a actuar de esa manera, especialmente con alguien que le gustaba. Básicamente, le regañó, pero fue divertido, ya que Jungkook recordaba cómo Hyungwoon tenía uno de esos viajes astrales después de darle ese consejo, y toda su seriedad anterior se transformó fácilmente en burlas hacia él.
Durante esos años, como toda pareja, Jimin y Jungkook tuvieron sus peleas y desacuerdos. Era inevitable que enfrentaran dificultades, especialmente mientras cursaban los altibajos de la universidad, donde la ansiedad y el miedo a veces se apoderaban de ellos. Sin embargo, para sorpresa de muchos, lograron superar todas las confusiones, convirtiéndose una vez más en el apoyo incondicional del otro, brindándose mutuo apoyo sin titubear.
Jungkook recordaba vívidamente aquellas noches en las que parecía que ya no podían más, pero se acurrucaban juntos y se abrazaban en silencio. No necesitaban palabras, solo querían dejar claro que estaban allí el uno para el otro. Era una conexión perfecta.
«Perfecto» era la palabra que los definía: Jimin y él parecían destinados a estar juntos, a pesar de todas sus diferencias. A lo largo del tiempo, lograron crecer y madurar juntos, convirtiéndose en la imagen de lo que siempre habían soñado ser.
— Mierda, lo logré — murmuró Jungkook con una gran dosis de autosuficiencia.
Una sonrisa se dibujó en el rostro de Jungkook mientras observaba la mesa decorada con pétalos de flores y velas encendidas. Esperaba que todo saliera según lo planeado. Ya no podía soportar más la incertidumbre y las ganas de echar todo atrás.
Pronto, escuchó la puerta cerrarse. Jimin había llegado. Jungkook contuvo la respiración.
— ¿Puedes creer que mi jefe iba a ser un ídol? — dijo Jimin mientras se quitaba los zapatos y caminaba por el pasillo hacia la sala —. Dijo que podría haber sido famoso en todo el mundo, pero prefirió dejarlo en manos de otros porque su sueño era ser mi jefe. ¿Quién quiere ser jefe de una empresa cuando puedes ser famo-?
Cuando Jimin entró en la sala, se sorprendió gratamente.
La sala estaba completamente decorada con flores azules y rojas, las favoritas de ambos, y en el centro de la mesa había una botella de vino y dos platos servidos con su comida favorita. A medida que avanzaba, escuchó una suave melodía de fondo, creando un ambiente acogedor y romántico.
— ¿Oh, oh? ¿Olvidé una fecha importante? — preguntó Jimin, sintiendo cómo la vergüenza lo invadía desde adentro —. Amor, lo siento — dijo mientras corría hacia Jungkook para abrazarlo. Jungkook no esperó ni un segundo para corresponder al abrazo —. No quería olvidar nada, puedes culpar al trabajo... puedes culpar a mi jefe, de hecho. Ha estado siendo un idiota desde que se encontró con su ex.
— No olvidaste nada, amor — susurró Jungkook con una risita.
— ¿En serio? — Jimin asomó su rostro desde el escondite de su pecho para mirarlo fijamente.
— Solo quería darte una sorpresa — dijo Jungkook con calma, aunque en su interior sentía una emoción que no podía contener, y le regaló una sonrisa radiante.
— Aw, eres tan dulce.
Un suave beso en los labios fue su respuesta, un gesto lleno de ternura y amor.
— Ven, ve a sentarte — le dijo con dulzura, acariciando suavemente la espalda baja de Jimin.
Jimin obedeció de inmediato y, tras darle un beso en la mejilla, se dirigió directamente a su asiento.
— ¿Por qué todo esto? — preguntó Jimin, examinando detalladamente todo lo que tenía frente a él. La mesa estaba llena de una variedad exquisita de comida, con una botella de champán enfriándose en un cubo de metal y flores de diversos colores flotando en agua.
— Quería hacer algo especial para ti — respondió Jungkook encogiéndose de hombros y tomando asiento frente a él —. Has estado trabajando tanto, y yo... quería que te relajaras.
— Eres el mejor, ¿lo sabías?
— ¿Por ti? Sin duda alguna.
Jimin rió tímidamente, contagiado por el abochornamiento y la felicidad que llenaba el ambiente.
...
La cena transcurrió de forma amena. Durante una hora, se dedicaron el uno al otro, compartiendo historias del día, anécdotas de sus trabajos y rememorando momentos de su tiempo juntos en la escuela. Las risas llenaban el aire, entrelazadas con momentos de seriedad y pequeños regaños. Había tantas emociones sobre la mesa; sus voces y su compañía eran suficientes para satisfacerlos en muchos sentidos.
— Y, ¿qué fue lo que dijiste? — preguntó Jimin, fingiendo inocencia —. Ah, sí, ya recuerdo: "Deja a Jimin si no quieres morir" — trató de imitar la voz de su novio, fallando por completo.
— ¡No lo digas así! — exclamó Jungkook ofendido —. ¡No fue así!
— ¿Estás seguro?
Y más risas siguieron a esa respuesta.
Era increíble cómo siempre encontraban algo de qué hablar, incluso cuando el silencio los acompañaba, no había problema, porque simplemente estar juntos era suficiente.
«Estar contigo aquí es suficiente» pensó Jungkook mientras observaba fijamente a Jimin, quien disfrutaba con entusiasmo el postre que le había dado.
Fue en ese momento que las dudas desaparecieron y Jungkook se levantó rápidamente, llamando la atención de su pareja.
— ¿Pasa algo? — preguntó Jimin, desconcertado.
Jungkook no respondió y recorrió la mesa con una mirada seria. Había tomado una decisión. No iba a arrepentirse.
— ¿Jungkook?
Cuando Jungkook se colocó de rodillas frente a Jimin, lentamente, este último se sentó para poder verlo claramente.
— ¿Ju-Jungkook?
— ¿Sabes una cosa, amor? El número que viene a mi mente cuando pienso en los años que quiero pasar contigo es cien, miles, infinitos — comenzó el menor, tomando una de las manos del castaño —. Cuanto más te miro, cuanto más lo pienso, cuanto más te observo, más razones encuentro por las cuales eres el amor de mi vida — sus ojos se encontraron con los de Jimin, quien lentamente acumulaba lágrimas en las comisuras —. Si alguna vez llegara a perderlo todo, no significaría nada, porque te tengo a ti. Estar contigo es más que suficiente. Tenerte a mi lado es lo único que importa — un sollozo escapó de los labios de su novio. Jungkook soltó la mano del mayor y sacó una pequeña caja de terciopelo azul oscuro de su bolsillo —. Cada momento que he vivido contigo ha sido precioso. Cada pequeña decisión que tomé en el pasado, la tomaría de nuevo sin importar nada — la caja apareció frente a los ojos del castaño —, porque esas decisiones nos han llevado hasta aquí, juntos, haciéndome más feliz que el día anterior — abrió la caja y el otro soltó otro sollozo —. Cada vez que pienso en nosotros, llego a la misma conclusión: eres como una maldita droga que me hace sentir plenitud y euforia — el contrario asintió en acuerdo —. Eres esa persona que no solo me dio la oportunidad de amar, sino también de ser amado. Por eso, Jimin, amor, ¿me harías el honor de casarte conmigo?
El susodicho lo miró y sin vacilar asintió mientras las lágrimas se deslizaban por sus mejillas. Con cuidado, el anillo de plata con diamantes incrustados fue deslizado en su dedo anular, y una vez puesto, Jungkook suspiró aliviado.
— Gracias, gracias por aceptar — susurró.
Jimin se lanzó a sus brazos con tanta fuerza que ambos terminaron tirados en el suelo.
— Me haces llorar con esas palabras, eres un idiota — dijo apretando sus brazos alrededor del cuello del menor —. Lo eres.
Jungkook rió y se quedó en silencio, disfrutando del cálido abrazo de su prometido.
«Todo había salido bien. Todo estaba bien, había funcionado» Pensaba sin cesar. Y sin darse cuenta, en un movimiento tan rápido como el de Rock Lee, un anillo dorado con lindos detalles plateados se deslizó en su dedo anular.
— ¿Qué es esto? — preguntó sorprendido.
— Yo también iba a pedírtelo — dijo antes de que completara su pregunta —. He estado planeándolo durante meses.
— Jimin — su mente estaba aturdida.
¿Podía amar a Jimin aún más?
— Por un momento pensé que no querías y yo... bueno, tenía miedo — susurró, acomodándose sobre el pecho del más alto sin apartar la mirada, ya que aún estaban tumbados en el suelo —. Iba a hacerlo este domingo.
— Entonces, te gané — dijo, mostrándole una sonrisa condescendiente.
Pero en su pecho recibió un golpecito.
— ¡Eso duele!
— Maldito seas — murmuró, intentando levantarse, pero Jungkook se lo impidió y lo volvió a recostar sobre su pecho.
— No creas que te librarás de hacer la sorpresa para pedir mi mano — dijo, acariciando su cintura.
— ¡Pero si...!
— No, no, quiero que lo hagas de la manera correcta — le guiñó el ojo de forma coqueta —. Me lo merezco.
— De todas formas lo iba a hacer — susurró tras un breve silencio —. De hecho, me robaste la idea. Quería hacer algo similar a esto.
— ¿En serio?
— Sí, como siempre — sus narices se rozaron —. Eres un copión.
— Tal vez debería disculparme entonces.
— Deberías.
— Pero no lo haré.
— Lo sé — dijo sobre sus labios, cerrando sus párpados —. Te amo, Jungkook.
— Te amo, Jimin.
Sus labios volvieron a encontrarse y finalmente se sintieron completos.
Fin.
espero les haya gustado esta historia, por fin termino una para variar.
anillo que le dio jk a jm
anillo que le dio jm a jk
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