¡Final II!


Jungkook se sentía abrumado por la incertidumbre.

Habían pasado miles de semanas (en realidad solo tres días) desde que evitaba a Jimin.

Sí, lo evitaba.

El mismo Jungkook que fingió haberse lastimado la pierna y montó un espectáculo en medio de la noche para finalmente captar la atención de su hyung, ahora lo evitaba a toda costa.

Evitaba sus miradas. Evitaba sus intentos de acercarse. Evitaba sus intentos de entablar una conversación. Simplemente, lo evitaba por completo.

¿Por qué? Esa es una buena pregunta. Muy buena, de hecho. Y es una pregunta que Jungkook no quiere responder.

Bueno, tenía que admitir que todo lo que estaba sucediendo y sucedería era exclusivamente culpa suya. Fue él quien se acercó primero y le confesó torpemente (muy, MUY vergonzosamente) sus sentimientos. Pero, ¡tenía sus razones! En primer lugar, no podía guardar ese secreto por mucho más tiempo, y en segundo lugar, la situación parecía exigirlo.

Todo comenzó en aquella fatídica noche cuando Jungkook logró quedarse en casa de Jimin, y tras una conversación embarazosa, decidió mandarlo todo al diablo y revelar su oscuro secreto.

Después de eso, Jungkook huyó y se negó a enfrentarse a Jimin.

Sabía que era cobarde, pero sinceramente, de todo corazón, no sabía qué más hacer aparte de escapar después de confesar sus sentimientos.

— ¡Jungkook, ya es suficiente, maldita sea! — exclamó Jimin, cuyo grito resonó por todo el pasillo. Los estudiantes, incluido el Musculoso con Patas, se quedaron en silencio y lo miraron con sorpresa.

Ante todas esas miradas y la ira de su hyung, Jungkook comenzó a correr.

Jimin lo siguió de inmediato.

Y los estudiantes que antes les prestaban atención continuaron su camino.

Bien, después de fingir que le dolía la pierna, Jungkook se vio obligado a entablar conversaciones de todo tipo con Jimin para aliviar la tensión que se sentía en el ambiente.

Sin embargo, sus esfuerzos no tuvieron resultados positivos. Jimin lo ignoraba, lo evitaba, apenas le respondía, o simplemente se quedaba en silencio.

Por lo que, al ver que sus intentos no funcionaban con él, su frustración aumentaba, lo que lo llevó a iniciar nuevas conversaciones que podrían, quizás, haberlo enfadado. Por ejemplo, insinuar de muy mala manera que tenía algo con Wonho.

— ¿Y a ti qué te importa si tengo algo con él? — cuestionó Jimin mientras se arrodillaba frente a Jungkook, guardando las vendas en un pequeño bolso a su lado, después de cubrir la herida del pelinegro.

Sentado en el amplio sofá, Jungkook no se perdió ni un solo movimiento del castaño.

— ¿Por qué no debería importarme? — Levantó una ceja en respuesta.

— Jungkook, eres realmente molesto — musitó Jimin al ponerse de pie, mientras el pelinegro lo observaba fijamente —. ¿Por qué te importa? No deberías meterme en mis asuntos.

Eso, por supuesto, molestó al menor. «¿Por qué no debería involucrarse en sus asuntos? ¿Estaba mal preguntar sobre su vida amorosa? ¿Estaba prohibido? ¿No tenía derecho a saberlo?»

Jimin, por su parte, le dio la espalda y colocó las cosas que había usado en la herida en un estante cercano al sofá.

— ¿Y qué si me involucro? — Su voz aumentó gradualmente —. ¿Es porque ahora lo prefieres a él?

Inmediatamente, Jimin se volvió hacia Jungkook, quedando cara a cara con él.

— ¿Y qué si ahora lo prefiero a él? — Su voz no tembló en lo absoluto —. Eso tampoco debería importarte, Jeon — sus ojos parecían arder en llamas.

— ¡Pues sí me importa! — contradijo Jungkook alzando la barbilla —. ¡Deberías preferirme a mí en lugar de él! — Exclamó el menor, poniéndose de pie.

— ¿Y por qué debería, ah? — Jimin frunció el ceño y parecía estar a punto de golpearlo —. ¿Quién era el que me alejaba cada vez que hacía algo? — Gritó dando un paso hacia el menor —. ¿Quién era el que decía que lo molestaba solo con mirarlo? — Otro paso. Jungkook lo miraba atónito —. ¿Alguna vez te preguntaste cómo me sentía yo? — Un paso más. Jimin estaba a solo un metro de él —. ¡Nunca me pasa eso con Wonho! Por eso lo prefiero a él.

— ¡Sé que fui un idiota! — Admitió Jungkook sin apartar la mirada. Jimin estaba tan cerca que podía sentir su aliento —. Pero debes entender que no quería hacer eso.

— ¿A qué mierda te refier-? — Jimin bufó sin querer saber más —. ¡Está bien! ¡¿No querías hacerlo?! Perfecto, me da igual — Jimin levantó los brazos y los dejó caer, dando por terminada la conversación.

— ¡Yo no sabía qué hacer con lo que sentía! — pero Jungkook no quería que terminara. Quería finalmente sacar todo lo que había estado ocultando durante tanto tiempo —. ¡De hecho todo es tu culpa!

«¿No tenías mejores ideas, Jeon? ¿Tenías que culparlo? ¿Esto es en serio?» Se reprochó inmediatamente. Jungkook, definitivamente, era un tonto.

— ¡¿Es mi culpa?! — Jimin estaba a punto de soltar una risa —. Escúchate, estúpido. ¿Cómo podría ser mi culpa?

— Tú... tú hacías cosas que me ponían nervioso. Me abrazabas y no dejabas de mirarme, yo...

— Pues lo siento, ¿está bien? — lo interrumpió —. Pero no te preocupes, porque no lo volveré a hacer. No volveré a tocarte, ni a mirarte.

— Pero yo quiero que lo hagas.

Jimin guardó silencio. Durante unos largos segundos, Jungkook solo podía escuchar el latido acelerado de su propio corazón. Era demasiado rápido para ser normal.

Jeon, no te entiendo — Jimin habló en voz baja, como si estuviera alucinando —. Me dices que lo que hacía te ponía nervioso y te disgustaba, y ahora te digo que ya no lo haré, ¿por qué eso te molesta ahora?

— No soy Jeon, soy Jeongkookie — pero Jungkook no prestó atención a las demás palabras de Jimin. Solo notó que ese tierno apodo que solía tener había sido reemplazado por su apellido. Una vez más.

— Tú odias ese apodo — Jimin parecía estar abrumado por las contradicciones del pelinegro.

Estaba seguro de que Jimin iba a golpearlo.

— No lo odio.

— Odiabas que te lo dijera yo, ¿verdad? Me lo has repetido muchas veces.

— ¡Nunca lo odié, maldita sea! Y mucho menos cuando tú me lo decías.

— Realmente no te entiendo, Jungkook — gimió exhausto —. No puedo entenderlo. Me confundes.

— ¿Por qué es tan difícil de entender?

— ¡Porque me dices una cosa y luego me dices otra, y te enojas conmigo en el proceso!

— ¡Es que antes no sabía cómo controlar lo que siento!

— ¿De qué diablos estás hablando?

— ¡Me gustas, maldito ciego!

El silencio abrumador en la habitación, mezclado con las respiraciones agitadas tratando de calmarse, fue suficiente para que Jungkook saliera corriendo.

— ¡Eres un idiota, Jungkook! — Jimin volvió a gritar cuando llegaron a uno de los amplios patios casi vacíos del colegio —. ¡Te confiesas y luego huyes como si no vivieras a mi lado! ¡Estúpido! ¿Quién te crees que eres? ¿Crees que diciéndole a tu mamá que la acompañarás en todos sus viajes te salvará de esta conversación?

Una de las estrategias que utilizó para evitar a Jimin fue acompañar a su madre en un viaje de tres días, alegando que quería pasar tiempo con ella y liberarse del peso que suponía estar en un colegio lleno de hormonales. Por suerte, su madre le creyó y le permitió unirse al viaje.

Jungkook sabía, más que nunca, que no duraría mucho tiempo escondido detrás de ese contenedor de reciclaje.

Desafortunadamente, su madre no le creyó cuando le dijo que estaba al borde de la muerte y que quería dejar de ir a clases porque se sentía realemente avergonzado, contrario a lo que esperaba, ella se rió en su cara y, de todas formas, lo envió al colegio.

— ¡Si no vienes en este preciso momento, juro por todos los santos que te mataré! Estoy seguro de que tu hermano me lo agradecerá, ¡y Wonho me ayudará!

No pasó mucho tiempo hasta que Jungkook apareció en su campo de visión, acercándose lentamente hacia él.

— Bueno, bueno... — chasqueó la lengua sin saber qué decir, dando pequeños pasos hasta estar a unos cinco pies de distancia del mayor —. No era necesario tanta violencia verbal.

— ¿Cómo que no era necesario? ¡¿No te das cuenta, Jeon?! ¡Me hiciste correr por todo el maldito colegio, idiota!

— Lo siento, ¿de acuerdo? — se rascó la nuca, avergonzado —. ¿No puedes entender mi vergüenza?

— No, no entiendo tu cobardía — reprendió Jimin, cruzando los brazos.

— Jimin, por favor, no me hagas esto — suplicó casi implorando.

— Jeon, yo...

— ¡No soy Jeon!

Jimin lo miró y una sonrisa se formó en sus labios. Jungkook se ruborizó, frunciendo el ceño.

— Jungkook — el susodicho bufó. Jimin soltó una risita —. Dime, ¿es cierto?

— ¿Qué es cierto? — preguntó desviando la mirada del rostro del mayor.

— Lo que dijiste la otra noche.

Los ojos de Jungkook fácilmente podrían haberse confundido con platos.

— Yo... yo... bueno, dije muchas cosas esa noche. No sé a qué te refieres — intentó recomponer su compostura.

— Jeon — su tono se volvió amenazante.

Algo que era importante entender era que recibir advertencias de Jimin no era una buena idea. Lo sabía por experiencia. La única vez que vio a alguien que había recibido una advertencia de Jimin, terminó con una mejilla morada.

— Sí — respondió después de unos segundos —. ¿Escuchaste? Es cierto. Me gustas, ¿algún problema? — Jungkook tragó saliva —. Ya lo dije.

La mirada de Jimin se clavó en la del más alto, lo cual lo puso nervioso.

— Si... si vas a rechazarme, detente ahora mismo — exclamó sin poder contenerse —. Sé que esto no era posible desde el principio, ¿vale? No estoy dispuesto a pasar por esto. Sigamos con nuestras vidas y actuemos como si esto nunca hubiera pasado, ¿entendiste?

Jimin no decía nada. Jungkook sentía que se estaba muriendo.

— También quería disculparme — continuó, conteniendo con todas sus fuerzas el tartamudeo que amenazaba con apoderarse de él —. Cuando fingí que se me dobló la pierna esa noche, en realidad quería disculparme, quería arreglar las cosas y empezar de nuevo. Pe... pero no sabía cómo iniciar una conversación, y tú no ayudabas con eso — frunció el ceño al mirarlo —. Además, sabes que a veces... a veces puedo desviarme del tema y... el punto es que quería disculparme.

Jimin seguía sin decir nada, y eso ponía a Jungkook al límite. ¿Cómo debía interpretar eso?

— Sé que no merezco tu perdón, ¿de acuerdo? Pero lo que sí mereces es una disculpa de mi parte. Nunca debí comportarme así contigo. El hecho de no poder controlar mis sentimientos no era una justificación... aunque a veces lo usaba como tal — se avergonzó de inmediato y carraspeó —. En fin, mi manera de actuar contigo siempre fue una mezcla de autodefensa y estupidez pura, porque me gustas, me gustas mucho, y no sabía qué hacer con esos sentimientos, así que te alejaba y actuaba como un... despreciable tsundere — Jimin, para su sorpresa, rió —. Puedes hacerte una idea de que, aunque te decía que te alejaras, en realidad lo único que quería era estar contigo.

Jungkook recordaba las veces en las que se negaba a aceptar algo de Jimin solo para evitar lidiar con los latidos erráticos de su corazón.

— Lo que hacía era alejar esos pensamientos que iban más allá de la amistad y evitaba cualquier contacto contigo, haciéndote daño — humedeció sus labios y continuó —. Yo... de verdad lo siento. Nunca quise lastimarte, pero fue inevitable. Sé que las palabras no ayudan mucho, pero es algo que he querido hacer desde hace tiempo y... aquí estamos. Espero que puedas perdonarme.

Jimin mordió sus labios, todavía en silencio.

— ¿Podrías... podrías decir algo? Estoy... — tragó saliva —. Siento que voy a morir en este momento, yo...

— Tengamos una cita.

— Yo sé... bueno, sé que el perdón no se otorga fácilmente, pero... ¿qué?

— Tengamos una cita — repitió Jimin, sus ojos brillando como medias lunas.

Jungkook pensó que si moría, podría morir en paz.

— ¿Tú... tú estás hablando en serio? — preguntó estupefacto.

— Sí — afirmó Jimin, balanceándose de adelante hacia atrás.

— ¿Tú... me has perdonado?

Jimin se detuvo y negó lentamente. Jungkook se sintió decepcionado.

— Es un proceso, no se da fácilmente, como acabas de decir.

— Entonces... — preguntó confundido.

— Las palabras que me dijiste me reconfortaron bastante. Es bueno saber que en el fondo no me odiabas como creía, pero... tienes razón, necesito más que eso. Quiero acciones de tu parte — y con una sonrisa en el rostro, agregó — porque a mí también me gustas, Jungkook.

Oh, ma-maldición.

— A pesar de todo, quiero intentarlo contigo y ver, a través de nuestras citas, si mereces mi perdón y si podemos ir más allá.

— Lo haré bien, lo juro — Jungkook no dudó ni un segundo en prometerlo.

— ¿Estás seguro?

— Completamente — dijo acercándose más a Jimin, quedando a centímetros de distancia —. No sabes cuánto... esto me hace muy feliz — musitó, recorriendo con sus ojos el rostro del otro —. Esta vez seré sincero con mis sentimientos. No los reprimiré. No te haré daño. Te lo prometo, por todo lo que quieras, que no volverás a pasar por lo mismo.

Jimin se mostró satisfecho con su respuesta y un suave rubor coloreó sus mejillas.

— Bien — dijo inclinando la cabeza.

— Bien — repitió Jungkook imitándolo.




holap, espero les haya gustado, me gustó bastante escribirla, wuaaaa

AHORA LOS INVITO A LEER MIS OTRS HISTORIAS <3, nos leemos.




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