Extra II: De fiestas y confesiones


— Eres como rarito, ¿no te lo han dicho?

— ¿A qué viene ese comentario tan innecesario, Jin?

Su hermano era molesto, más ahora que estaba intentando salvar lo poco de relación que tenía con el castaño. Jin siempre tenía el don de aparecer en los momentos menos oportunos, como un mosquito en medio de una noche de verano.

A sus diecisiete años, jamás habría imaginado estar tan preocupado por un simple regalo, y mucho menos para alguien de la familia de Jimin. Es decir, ¡vamos! ¿Por qué debería estar sudando tanto si todos lo conocían desde que era un niño? Debería estar preocupado por su postulación a la universidad, pero... si era honesto, estaba más seguro de que lo aceptarían ahí que en la fiesta de su suegro.

¡Nadie parecía entender lo nervioso y lo jodidamente diferente que era esta visita!

Tal vez aun no eran novios, pero era el que estaba saliendo con su hyung, ¡tenía que mantener su imagen de persona increíble y merecedora del amor de Jimin! En su cabeza, esto significaba impresionar a todos, incluyendo al nuevo perro de la familia, que parecía tener una inclinación natural a ladrarle sin razón aparente.

Hasta ahora, había logrado evitar estar con la familia de Jimin con tontas excusas, pero eso se había acabado, ya no quería mostrar dudas. Tenía que demostrarles a todos que su relación sí iba a durar y que Jungkook era el indicado para estar con él. 

Pero su estúpido hermano no hacía más que burlarse de él.

— ¿Cómo Jimin te soporta? — volvió a preguntar Jin con una sonrisa socarrona, disfrutando cada segundo de la agonía de Jungkook.

— A ti qué te importa.

— Oh, ya veo, estás a la defensiva, eres divertido.

— Estás celoso, Jin, hasta acá siento tu sed de amor.

— ¿Sed de amor? ¿En serio? — Su risa se extendió por unos segundos —. Pudiste haber dicho algo mucho menos... cursi. Uhg.

— Cállate, intento concentrarme. Estoy pensando.

— ¿Pensando en un regalo? Jungkook, noño, ya compraste un regalo lo suficientemente caro a tu suegro, creo que eso es más de lo que debiste haberle dado.

— Es que, en algún lado leí que debo darles buenos regalos a los suegros, pero nunca mejores que mi novio, así que me querrán más. Además, ¡es una buena estrategia! Tuve que ver un documental sobre estrategias de regalos en la televisión. Me sentí ridículo.

— Sí, bueno, lo eres — Jungkook lo miró con seriedad —. Además, tus suegros no deben guiar tu relación, ¿no?

— Sí, pero, quiero que Jimin vea que puedo hacer todo esto, por más que la Señora Park y el Señor Park me conozcan, quiero que sepan que voy en serio. Y también el perro, claro.

— ¿Y con un reloj y un cuadro de un gato, lo harás? — Jin levantó una ceja, incrédulo.

— Bueno... por algo se empieza. El gato es adorable, ¿quién no querría un gato?

— Eres ridículo.

— Sí, gracias por tus buenos deseos, no sé qué haría sin ti.

— Jungkook, tus suegros te aman, confían en ti y porque te conocen saben que no le harás daño a Jimin — lo miró por unos segundos —. O bueno, no de nuevo — el menor asintió —. No es necesario que te preocupes de más, eso solo te está poniendo nervioso y de nuevo me tendrás yendo a comprar chocolate porque te pusiste a llorar.

— ¡Solo lloré una vez!

— Una vez es suficiente para joderte por toda una vida.


...


Sus manos estaban temblando. La ansiedad se apoderaba de él como una nube oscura en un día soleado. No veía a Jimin por ningún lado y, sin él, se sentía como un extraterrestre en un planeta desconocido. La idea de estar solo con la familia de su hyung le parecía aterradora. Había decidido esperarlo afuera, contando los segundos para entrar, aunque cada segundo parecía estirarse como chicle.

—Jimin... ¿dónde estaaaaaas? — murmuró, con la voz temblorosa.

El jardín estaba decorado con luces parpadeantes y la música se escuchaba a lo lejos, creando una atmósfera festiva que contrastaba con su estado de nervios. Observó a través de la ventana cómo los invitados reían y charlaban animadamente, lo que solo aumentaba su sensación de aislamiento.

—Eres un llorón, Jungkookie — dijo una voz conocida detrás de él.

Jungkook se giró rápidamente, su corazón latiendo a mil por hora. Era Jimin, con una sonrisa juguetona y una ceja levantada en señal de burla.

—¡Jimin! — exclamó Jungkook, con alivio y un toque de irritación —. Me asustaste.

—Lo sé — respondió Jimin, riendo suavemente —. Te ves adorable cuando estás nervioso.

Jungkook hizo una mueca, tratando de parecer ofendido, pero la verdad es que estaba infinitamente aliviado de ver a Jimin. Su presencia le daba valor para enfrentar lo que venía.

—No quiero entrar solo — confesó Jungkook, mirando a Jimin con ojos suplicantes.

—No te preocupes — dijo Jimin, tomando su mano y apretándola con suavidad, sus ojos reflejaban una calidez que lograba calmar un poco a Jungkook —. Estoy aquí contigo. Y además, a mi familia les encantas. Solo relájate y sé tú mismo.

—Fácil decirlo para ti — replicó Jungkook, soltando un suspiro cargado de tensión.

Jimin sonrió y levantó una ceja, esa expresión juguetona que siempre lograba desarmarlo.

Aw, ¿el bebé tiene miedo? — preguntó burlonamente, soltando sus manos y tomándolo cariñosamente por las mejillas, apretándolas ligeramente como si fuera un niño pequeño.

—Oh, cállate — Jungkook posó sus manos en las caderas de su hyung, acercándose un poco más —. No me estás entendiendo. Pasé una hora escogiendo un regalo.

—¿Solo una hora? — Jimin fingió sorpresa, abriendo los ojos exageradamente —. Creí que habías estado casi todo el día en una tienda.

—Maldito Jin — murmuró Jungkook, recordando la cantidad de veces que su hermano había intervenido con comentarios sarcásticos.

Una risa se expandió por el aire, ligera y contagiosa.

—No te enojes con él, Kookie, fue divertido... y me gustó que te preocuparas — dijo Jimin, sus ojos brillaban con ternura.

—¿En serio? — preguntó Jungkook, un poco incrédulo.

—Síp, eso significa que todo esto te importa — respondió Jimin, asintiendo con convicción.

—Por supuesto que lo hace, amor — afirmó Jungkook, reflejando su voz llena de sinceridad.

Jimin se sonrojó ligeramente por el apodo, como siempre lo hacía, y se acercó para darle un breve beso en los labios. Un gesto pequeño pero cargado de significado, que logró que el corazón de Jungkook se acelerara un poco menos.

—Entremos ahora, tonto — dijo Jimin, riendo suavemente y tomando de nuevo la mano de Jungkook, entrelazando sus dedos.


...


La fiesta había estado bien. De hecho, mejor de lo que Jungkook había anticipado. Jimin y su hermano tenían razón, no tuvo que haberse preocupado tanto. Todos le dieron la bienvenida de forma cariñosa y alegre. Lo saludaron, abrazaron y le pellizcaron las mejillas, pero... eso no quitaba que el padre de Jimin lo hubiera llevado a tener la conversación.

—Jungkook, supongo que sabes lo que te voy a pedir — dijo el señor Park, con su voz grave y mirada penetrante mientras lo guiaba hacia una esquina más tranquila del jardín.

—Sí, señor Park — respondió Jungkook, tratando de mantener la calma.

—No volver a lastimarlo, cuidarlo... Es solo lo mínimo en una relación — continuó el señor Park, observando la reacción de Jungkook.

—Sí, señor Park.

El señor Park suspiró y se cruzó de brazos, su expresión suavizándose un poco.

—Mira, Jungkook, no quiero ponerme demasiado en tu contra. Supongo que tú también tuviste tus momentos difíciles en todo esto y no necesitas que otra persona nuevamente te condene por algo que ya pasó.

—Sí, señor Park.

—Lo importante es que hayas aprendido de tus errores. Todos cometemos errores, pero lo que cuenta es cómo actuamos después de cometerlos — Hizo una pausa, buscando las palabras adecuadas —. Quiero que entiendas que cuidar de Jimin no solo significa evitar hacerle daño, sino también apoyarlo, estar ahí para él en los momentos difíciles y celebrar sus éxitos juntos.

Jungkook asintió, sintiendo un poco más de peso en sus hombros.

—Sí, señor Park, lo entiendo.

—Sé que la relación de pareja no siempre es fácil. Habrá momentos de desacuerdo y tensiones, pero es crucial comunicarse, ser paciente y comprensivo. Y sobre todo, nunca te olvides de mostrarle cuánto lo amas. A veces, pequeños gestos pueden significar mucho.

—Gracias, señor Park, lo tendré en cuenta.

El señor Park sonrió ligeramente, un gesto raro pero sincero.

—No quiero ser demasiado duro contigo, Jungkook. Sé que amas a mi hijo y que harás todo lo posible por hacerle feliz. Solo me queda decirte que si mi hijo sale lastimado, te las verás conmigo. Recuerda que mi esposa es peor, podría hacer que Wonho incluso se ponga de novio de mi hijo, pero no soy muy partidario de eso. Te prefiero a ti, te conozco más y sé que se aman. Sé que estarán bien juntos.

Jungkook sintió un nudo en la garganta al escuchar esas palabras, pero también un alivio al saber que, a pesar de todo, tenía el apoyo del padre de Jimin.

—Gracias, señor Park.

—Ahora, sé libre, disfruta la fiesta — dijo el señor Park, dándole una palmada en el hombro.

—Sí, señor Park — respondió Jungkook, con una sonrisa más confiada.


...


Ahora, si bien todo había terminado de buena manera, una pequeña voz seguía resonando en su cabeza, atormentándolo con la posibilidad de Wonho y Jimin. La idea no le daba tregua, especialmente cuando recordaba la seriedad en el rostro del señor Park al mencionar a Wonho. Esa mirada penetrante y esas palabras cargadas de intención seguían rondando su mente, creando una tormenta de inseguridades.

Habían pasado varios días desde la fiesta, días en los que intentó ahuyentar esos pensamientos sin éxito. Hoy, en el parque, con su cabeza recostada sobre las piernas de Jimin mientras este le acariciaba suavemente el cabello, la ansiedad volvió a asomarse. El contraste entre la calidez del momento y las inquietudes en su mente era abrumador. Por lo que, tras un suspiro preguntó:

—¿Nunca te gustó?

—¿Qué? — respondió Jimin, mirando a Jungkook con curiosidad, un poco desconcertado por la pregunta repentina.

—Wonho... ¿Nunca te gustó? —insistió Jungkook, su mirada reflejando una mezcla de miedo e inseguridad.

—Oh.

Esperaba una respuesta rápida, pero no ese silencio incómodo. El parque, normalmente un lugar de calma, ahora se sentía pesado con la tensión de la pregunta no respondida. Jungkook se incorporó, sentándose junto a Jimin y mirándolo directamente a los ojos.

—¿Te gustó Wonho? — insistió Jungkook, su voz apenas un susurro.

—¡No! — respondió rápidamente —. Solo fue... una espcie de atracción. Incluso a Wonho le gustaba otra persona.

— Ah.

Entonces... si a Wonho no le hubiera gustado otra persona, ¿Jimin y él habrían estado en una relación? ¿Jimin no estaría a su lado ahora? ¿Definitivamente lo hubiera perdido? Nunca habría sentido ese amor que ahora tenía. Quizás habría vivido pensando en él y en lo que pudieron haber tenido.

Tonto, tonto, tonto, se repetía a sí mismo.

—Jungkook, basta.

—¿Eh?

—Me atraía Wonho, eso no significa que quisiera empezar una relación con él — dijo Jimin con voz suave, pero firme.

—Pero, él fue mucho mejor persona contigo de lo que yo lo fui. Él te ayudaba, nu-nunca te alejó tontamente por no entender sus sentimientos. Ji-Jimin tal vez si tú-

—¡Jungkook, yo siempre estuve enamorado de ti! — exclamó Jimin, sonrojado, mientras tomaba sus mejillas —. ¡Estaba tan enamorado de ti como lo estoy ahora! Aunque cada día me enamoras más.

—Pero-

—En ese momento yo solo deseaba que tú me trataras de la manera en la que Wonho me trataba. Nunca, jamás, jamás, jamás lo vi de forma romántica.

—Jimin-

—No, Kookie, lo digo en serio. Si te preguntas qué me atraía, primero fueron sus músculos — Jungkook frunció el ceño —. Y luego fue su atención. Pero no te equivoques, nada de eso me hizo siquiera pensar en él de forma romántica.

—Pero-

—Siempre me gustaron los músculos, ¿recuerdas? Siempre te dije que quería unos músculos así — Jungkook asintió, sintiendo aún más presión que sus mejillas por lo nervioso que su hyung se sentía —. Y su atención... bueno, creo que me gustaba la manera en la que se comportaba conmigo.

—¿Estás seguro?

—Sí, tonto, por supuesto que sí. Aun si en ese tiempo a Wonho no le hubiera gustado nadie, no habría iniciado ningún tipo de relación con él, porque te amaba. Me gustabas tanto que... sabía que estar con alguien más solo iba a lastimarme.

—Jimin...

—No sobrepienses las cosas. Yo te amo, te amé y no pienso dejar de hacerlo, ¿me entiendes?

Su sonrisa. Oh, esa dulce y encantadora sonrisa.

La sonrisa que le estaba mostrando ahora, tan radiante y llena de cariño, era la misma que lo había cautivado desde el principio. Esa sonrisa que iluminaba el rostro de Jimin, desvanecía automáticamente todas sus dudas, enterrándolas en lo más profundo del olvido y llenando su corazón de seguridad.

— Yo también te amo, Jimin. No sabes cuánto.

Jimin sonrió y se inclinó para besarle. Un beso cariñoso, tierno y... lleno de amor.


creo que le falta algo pero meh, fue lo que salio gente.

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