¡Final!
Jungkook reflexionaba. Realmente estaba buscando soluciones, pero estas no entraban a su cabeza o tal vez simplemente no existían.
Estaba claro que mantener a Jimin alejado no era una opción.
Entonces, ¿cómo podía recuperar su cercanía?
Hizo un recuento: Jimin lo ignoraba. Jimin no lo miraba. Jimin no lo tocaba. Jimin no se acercaba. Jimin no le sonreía.
¿Entonces? ¿Por qué se estaba distanciando? ¿Qué había hecho mal? ¿Por qué...?
«¡No me toques!» Abrió los ojos, comenzando a comprender.
«¡No te acerques!» Su boca se abrió en un círculo, completamente atónito.
«¡No me mires!» Sacudió frenéticamente la cabeza. Definitivamente no podía ser eso.
«¡No me sonrías!» Se mordió los labios con fuerza.
¿Era eso? ¿Así era? ¿Realmente Jimin se había tomado en serio sus palabras? ¿De verdad...?
Siendo sincero, incluso Jungkook sabía que no había forma de no tomarse en serio sus palabras. Pero eso era obvio para él, solo él era consciente de ello. Por supuesto que Jimin no lo entendería. No podía esperar que Jimin estuviera en su maldita cabeza y viera cuán enamorado estaba de él.
Era evidente que en algún momento Jimin se cansaría de su comportamiento. De hecho, se preguntaba por qué no lo había hecho antes.
«Piensa. Piensa. Piensa. Encuentra una solución» suspiró resignado, frotándose la cara con fuerza, tratando de aclarar sus ideas.
Era un idiota. Eso era indudable.
Y ahora más que nunca lo sabía.
...
Jungkook se mordió el pulgar con fuerza, apenas quedaba algo de uña. Hasta ese momento, seguía dándole vueltas en la cabeza, buscando soluciones con respecto a Jimin, sin importar que estuviera en el parque frente a su casa, incluso en plena noche.
Aún no lograba idear ninguna solución, parecía que no conocía absolutamente ningún tema de conversación que le diera una excusa para hablar con él.
En ese momento, Jungkook creía que el aire libre y la tranquilidad de la noche lo ayudarían a recuperar la claridad y encontrar las respuestas que tanto buscaba. Pero, lamentablemente, no parecía funcionar.
Suspiró frustrado, desordenando su cabello. No tenía idea de qué hacer ni a quién acudir en busca de consejos sobre el amor. Su hermano, a pesar de ser mayor, parecía un fracasado en asuntos del corazón, y su madre... bueno, no quería pasar vergüenza con ella. Ni hablar de sus compañeros de colegio, nunca había tenido suficiente confianza como para pedirles malditos consejos.
«Maldita sea contigo, Jungkook» se reprendió a sí mismo, inclinando la cabeza hacia atrás y bufando.
— ¿Ya te vas? — Escuchó la voz de Wonho.
Inmediatamente enderezó su postura y buscó con la mirada de dónde provenía.
Jimin y Wonho estaban caminando por el césped del parque, dirigiéndose hacia la casa del castaño. Jungkook, con una rapidez inimaginable, se escondió detrás de un árbol que estaba a pocos pasos de donde se encontraba y, asomando solo parte de su cabeza, comenzó a espiar la conversación.
— Sí, se está haciendo tarde y estoy cansado — respondió su hyung con voz suave, mostrando señales de somnolencia.
— ¿Nos vemos mañana? — preguntó, esbozando una sonrisa.
Jungkook rodó los ojos. ¿Acaso el musculoso no podía aguantarse un día sin verlo?
— No puedo — dijo, formando un puchero. Jungkook juró que podría besarlo —. Mañana quiero salir a comprar algunas cosas.
— ¿No quieres que te acompañe? — preguntó nuevamente, inclinando la cabeza.
Jungkook lo imitó en silencio, exagerando cada gesto del mayor.
«¿Ni quiris qui ti icimpiñi?» Sí, ese era Jungkook de dieciséis años mostrando un comportamiento bastante infantil, imitando a Wonho.
— No quiero molestar — su cabeza comenzó a negar. Jungkook suspiró aliviado —. Además, no puedes estar siempre conmigo.
«Por supuesto que no puede. No debe» se dijo Jungkook con disgusto en su rostro.
— A veces me preocupas, Jimin — se sinceró frunciendo el ceño —. Y a Hyungwon no le molesta, si eso es lo que te detiene. De hecho, me dijo que quiere volver a verte, dice que quiere que lo acompañes a comprar o ir al cine porque tienen gustos similares.
— ¿En serio? — Wonho asintió sonriente —. ¡Dios! — exclamó con alivio —. Pensé que había sido muy torpe cuando lo conocí, creí que no le había agradado.
«Solo a un idiota no le agradarías» respondió en su mente. «De todos modos, ¿quién es Hyungwon?»
— Jimin, tonto, no es así — rió Wonho, pasando su brazo por los hombros del más bajo. Jungkook hizo una mueca desagradable —. Eres bastante fácil de querer.
— ¿Lo crees?
— Lo sé.
Jimin sonrió y asintió en silencio, como si estuviera reflexionando seriamente si era cierto. Analizando las palabras del musculoso a su lado.
Ciertamente, Jimin era una persona fácil de querer (fácil de caer estúpidamente enamorado), pero siendo Jungkook (el estúpido e inigualable Jungkook), sabía que no le había demostrado eso al estar a su lado. Por eso, siguió observando desde detrás del árbol, sintiendo cómo podría haber sido mejor.
«Si tan solo lo hubiera aceptado desde el principio».
Para Jungkook, lidiar con el cúmulo de sentimientos que tenía por Jimin era un desafío abrumador. No sabía cómo manejar las emociones que le invadían cada vez que Jimin se acercaba y le abrazaba, ni podía comprender qué pensar cuando lo veía tan esperanzado. Su comportamiento era como el de un tsundere desagradable, algo que repelía y odiaba, pero no sabía cómo etiquetar su extraña forma de ser con su hyung.
Desde que había conocido a Jimin, sentía esas mariposas en el estómago. A los diez años, sabía que aquel niño de mejillas regordetas le hacía sonrojarse sin razón aparente. Y eso, en contra de todo pronóstico, le enfadaba, porque no quería experimentar esas sensaciones, no cuando no estaba seguro de lo que significaban. De niño, Jungkook llegó a creer que Jimin le estaba enfermando literalmente, porque su rostro se sonrojaba, comenzaba a temblar y no podía pensar con claridad.
Era un tonto.
— ¡Todo es culpa de ese niño! — le decía a su mamá entre sollozos. Ella se reía y jugueteaba con sus berrinches. Y su hermano, lo único que hacía era acercarse a Jimin y sacarle la lengua cuando éste le prestaba más atención que a él.
Los llantos fluían de sus labios. Era un llorón de primera.
Aceptar lo que sentía por Jimin fue un largo proceso de miradas y reflexiones internas, y cuando finalmente lo comprendió y lo aceptó, Jimin ya tenía su primer novio.
Aquello provocó en Jungkook una ira inexplicable, y constantemente se repetía: «Eso podría haber sido yo, ¿verdad?»
Aunque la relación de Jimin con su novio no duró mucho, apenas trece meses, y Jimin no volvió a tener más parejas después de eso, fue suficiente para Jungkook darse cuenta de que no podía tener a Jimin cerca. No cuando constantemente anhelaba ir más allá de una simple amistad. Ahí fue cuando su comportamiento con Jimin empeoró, y aunque quería mejorarlo, no hizo nada al respecto.
El contacto de Jimin, su mirada y su sonrisa le hacían sentir bien, pero reaccionaba de forma negativa ante ellos.
Y eso era lo que le preocupaba, porque ahora Jimin podía tener otro romance con Wonho, y el hecho de no haber tenido algo con Jungkook sería únicamente culpa suya.
«Tonto, tonto, tonto» repetía en su mente mientras golpeaba su frente contra el tronco del árbol, sin dejar de observar a la pareja.
Wonho dejó a Jimin en la puerta (lo cual inevitablemente hizo bufar a Jungkook) y se despidió de él con un beso en la mejilla (Jungkook volvió a rodar los ojos), marchándose por completo.
«¡Es ahora o nunca!»
— ¡Jimin! ¡Jimin, espera! — Gritó corriendo a toda velocidad, antes de que su último acto de confianza desapareciera.
Jimin no parecía tener intención de prestarle atención, de hecho, ya se disponía a cerrar la puerta, pero en un descuido, Jungkook tropezó y su cuerpo chocó violentamente contra el frío pavimento. Jimin jadeó, mostrando preocupación y acaparando toda su atención hacia Jungkook, algo que no ocurría desde hace mucho tiempo.
Jungkook apoyó su frente en el suelo y sonrió internamente por esa atención exclusiva.
— ¿Estás bien? — Preguntó Jimin, agachándose a su lado —. Se escuchó muy fuerte. ¿Por qué eres tan descuidado? — Lo reprendió, negando con la cabeza.
«¿Yo? ¿Descuidado? No eres quién para decirlo», pensó Jungkook escéptico. No podía ni contar con los dedos la cantidad de veces que había visto a Jimin caerse en las últimas semanas. Jungkook no merecía ese regaño. Sin embargo, no pronunció esas palabras. No por ahora. A pesar de eso, lo miró con duda.
— ¡Ay, no! ¡Jimin, duele, duele! ¡Creo que me he torcido la pierna!
Pero eso no impidió que saliera su lado más dramático.
— ¡Jimin, mi pierna!
— ¿Qué? ¿Cómo? — Jimin se veía nervioso, mirándolo con inquietud —. ¡Jungkook, me estás asustando!
Jungkook gimió en el suelo, acariciando tembloroso su pierna derecha, especialmente la tibia y la rótula.
— ¿Crees que puedas levantarte? ¿Estás sangrando? — Jimin guardó silencio, pero su rostro reflejaba dolor —. Dios, Jungkook — musitó Jimin.
Con delicadeza, Jimin ayudó a Jungkook a levantarse. El brazo derecho de Jungkook rodeaba los hombros de Jimin, mientras que este último sostenía a Jungkook por la cintura, con su mano sujetando su brazo sobre su hombro.
Oh, estar cerca de él de nuevo y sentir su tacto después de tanto tiempo era maravilloso.
— Vamos rápido a tu casa — dijo Jimin, encaminándose.
— ¡No! — respondió Jungkook de inmediato, sorprendiendo al más bajo —. No hay nadie en mi casa. Está vacía y... no tengo las llaves.
Mentira.
En realidad, su hermano estaba en casa. Jungkook sabía que estaba allí porque se había burlado de él al verlo sufrir durante esas semanas. Y sí, tenía las llaves, estas se encontraban guardadas en uno de los muchos bolsillos de su pantalón. Pero eso era algo que Jimin no debía saber.
— Tampoco tengo celular... — agregó, hinchando los labios —, se me quedó en casa.
Eso era cierto. Jungkook pensó que, si no se distraía, finalmente encontraría soluciones.
Bueno... no funcionó.
— ¿Tu hermano no está? — Jimin mostró desconfianza —, creí haberlo visto antes.
— ¡Es que sí estaba! Pe-Pero tuvo que salir... ya sabes... universitario y esas cosas.
Universitario y una mierda. Desde que su hermano había ingresado a la universidad hace cinco años, se había vuelto más perezoso.
Salía solo cuando era necesario, especialmente con sus amigos. No tenía ganas de hacer nada, siempre estaba cansado y, cada vez que terminaba un curso, dormía hasta tarde.
¿Por qué no estaba viviendo su época universitaria irresponsable con excelentes calificaciones como en las películas? Quién sabe, su hermano era un tonto.
— Bien, em, creo... que te llevaré a mi casa — susurró Jimin, caminando lentamente junto al pelinegro, quien cojeaba exageradamente —. Mi mamá no está y mi hermano está en una pijamada, así que... puedes quedarte hasta que alguien llegue a tu casa.
Jungkook asintió con cara de cachorro.
Jimin, aún escéptico, guardó silencio y luego lo dejó en el sofá de la sala una vez que entraron.
— Iré a buscar algunas vendas y pomada — informó Jimin, evitando a toda costa la mirada del menor —. Mientras tanto, no muevas la pierna.
Jimin no esperó respuesta y subió las escaleras en dirección al baño del segundo piso.
Quedándose solo, Jungkook reflexionó sobre dos cosas: en primer lugar, Jimin era demasiado ingenuo. ¿Cómo podría creer que se había doblado la pierna? Era absurdo, pero al mismo tiempo, le resultaba beneficioso. En segundo lugar, hoy sería el día en que arreglaría las cosas con Jimin.
Esta era la oportunidad que tanto había buscado.
«Tu puedes. No hagas un desastre», se dijo a sí mismo.
— He vuelto — anunció Jimin, acercándose a él con dos objetos en sus manos.
No hagas un desastre.
Sin embargo, Jungkook no pudo seguir su propio consejo.
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