Capítulo 13

    El silencio reinaba en el ambiente, el sonido del motor del auto era lo único que se escuchaba. Hacía minutos que la joven había salido del hospital y Stephen se ofreció a traerla a su hogar. Había pasado siete días en esa habitación blanca como la nieve, siete días en los que Stephen no se había apartado de su lado y prácticamente dormía ahí, en una silla junto a ella. La rubia pasaba esas noches mirándolo, viendo la tranquilidad en su ser.

—No tenías porque traeme, Stephen. Podía tomarme un taxi—rompió el silencio la chica, mirando al castaño conducir.

—Quería hacerlo. Después de todo no quería dejarte sola y menos saliendo de un hospital. No me costaba nada el traerte—expresó sin dejar de mirar al frente.

— Gracias —pronunció antes de quedarse callada nuevamente.

    Al llegar a la casa de la chica, él estacionó afuera y la acompaño hasta adentro. Esperando a que se acomodara y seguidamente marcharse.

—¿Quieres quedarte un rato?— propuso la rubia amablemente.— Puedo ordenar algo para comer y vemos una película. ¿Que te parece?.

—Me parece una excelente idea. Creo que me quedaré a molestarte un rato más — bromeó logrando una risita en la chica.

—No eres molestia, al contrario —sonríe sentándose en su sofá con celular en mano.

   Horas después, la película ya estaba puesta en la televisión y la comida sobre la mesa. Ella había ido a su habitación a cambiarse, algo más cómodo le urgía, así que opto por su pijama. No le importaba si Stephen la veía así, la había visto demacrada en un hospital o recién levantada. Ya no se tomaba la molestia en verse perfecta junto a él.

   Ambos se encontraban en el sofá con los pies sobre la mesa y ella de un momento a otro recostó su cabeza en el hombro del chico, logrando que él soltara una sonrisa.

   No supo en qué momento pero la rubia a su lado, se había quedado dormida a mitad de la película. Decidió el recostarla en el sofá y buscar una manta para ponerla sobre ella.

  Mientras estaba levantando la comida que habían dejado y apagando el televisor, un fuerte grito se escucho proveniente de la chica. Él asustado fue corriendo hasta ella.

-¡Em! ¡Em! Tranquila, estoy aquí. No estás sola, estas en tu casa — hablaba tranquilizandola mientras la abrazaba y acariciaba su cabellera.

—Estaba aquí. Me estaba golpeando y gritando, me asuste y corrí. Pero me atrapó. No sabía que hacer— contaba casi temblando, el sudor corría por su cara y estaba totalmente asustada.

— Está todo bien, él no está aquí. Ya no te hará daño, no estás sola. — seguía hablándole de manera serena, logrando que poco a poco la respiración de la chica se calmara.

—No me sueltes, no me dejes sola. Te necesito. — pronunció antes de volver a dormirse.

— Tranquila, no lo haré. Estaré aquí para ti— prometió para no soltarla y dejar que durmiera en su pecho. Estaba preocupado, su amiga estaba teniendo pesadillas bastante seguido. En el hospital dormía muy poco, pero lo poco que dormía, despertaba gritando asustada. De todos modos, descubrió que si la abrazaba, ella dormía tranquila. Y eso hizo desde que lo descubrió...abrazarla.

    Al día siguiente, les tocaba ir a grabar. Por lo que a duras penas tuvieron que levantarse. Y si, Stephen se quedó con Emily toda la noche, en el sofá.

—Me duele el cuello — expresó con dolor tocandose en su nuca. Recién se habían despertado, en realidad, él se había despertado primero y tuvo que cortar el dulce sueño de la chica.

— ¿Dormiste mal? — inquirió tallando sus ojos y dejando salir un largo bostezo.

— Dormí como un bebé, pero creo que me quedé mucho tiempo en la misma posición. ¿Y tú? ¿Dormiste bien?.

— Perfecto. Eres muy cómodo, como una almohada. — reveló soltando una carcajada y levantándose del sofá.

— A sus órdenes, señorita. ¿Qué hora es? — preguntó un tanto desorientado.

— Las seis de la mañana, tenemos un rato más aún para ir a trabajar. ¿Tostadas? — consultó desde la cocina preparando algo para desayunar.

— Encantado — responde acercándose a la barra de la cocina.

— Café negro ¿cierto? — comentó dejando el café frente a él.

— Si, ¿Como supiste? — preguntó curioso.

—Soy observadora —reveló levantado sus hombros— Perdón por lo de anoche, no quería asustarte ni hacer que te quedaras. No es que me moleste, sino que tienes tu propia vida como para también preocuparte por la mía. — balbuceo un poco nerviosa.

— No te hagas problema. Y no te disculpes, sabes bien que te ayudaré siempre que lo necesites. Estoy para ti — revelo tomando la mano de la rubia.

   Llegaron juntos a el set y algunos de sus compañeros se enteraron de lo ocurrido con Emily, así que se acercaron a abrazarla y darle su apoyo.

— Amiga, lo siento tanto. Nos disculpamos por nunca notarlo. En serio lo lamentamos mucho, si necesitas algo. Lo que sea. Nosotros estamos para ti. — expresó Willa hablando por todo ahí mientras la abrazaba.

— Gracias Chicos, les agradezco por esto. No era su deber notarlo, no es culpa de ustedes, solo de él. Pero por suerte no estuve sola, Stephen me ayudó mucho y sé que ustedes hubieran hecho lo mismo.

— Bro, eres el mejor. Te mereces el cielo — lo abraza David.

   Todos estaban afligidos por la noticia. No podían creer que su compañera estaba pasando por ese infierno y nadie lo notará.

— Chicos, tengo un pequeño anuncio para ustedes... — comenzó a hablar uno de los directores.

—Como ya todos saben, vamos por la mitad de la primera temporada y vamos a tener una invitada. — continuo hablando otro de los directores.

— Ella es Cassandra Jean y formará parte de nuestro equipo por dos capítulos. Espero puedan darle una buena bienvenida.

   Todos se quedaron observando a la chica esbelta de semblante agradable y pelo castaño, que miraba a todos con una sonrisa sincera.

    Cada uno se presentó amablemente ante la chica, que saludo a todos del mismo modo.

— Un gusto conocerte, Soy Stephen. Oliver Queen en la serie. Eres bienvenida — se presento el castaño estrechando la mano de la chica que le sonrió amablemente.

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