7.

El parque central de Undertale era bastante visitado, era un lugar precioso, y tenía una gran fuente. Era un sitio enorme donde habían áreas donde se ponían a vender cosas de comer, también había un área con juegos de niños y varios puntos donde solo había mucho pasto para el que deseara sentarse a tener un picnic. 

Había un pequeño, uno que siempre iba al parque, pasaba horas allí, le encantaban las flores e iba allí a plantar y cuidarlas. Las traía de casa a veces y las plantaba en el parque para que todos pudiesen apreciarlas. ¿Ilegal? No, no cuando es un sitio público y no hacía más que favorecer al medio ambiente. Por otro lado, ninguna autoridad le diría que no al hijo de alguien importante. 

Ink Comyet, un pequeño monstruo esqueleto cuya ropa siempre manchaba de tierra por estar arrodillado plantando, como aquel día. Donde un balón hizo que las macetas que trajo y tenia a un lado con flores, terminaran todo en el suelo, caído. No dijo nada, solo se sintió triste, estaba acostumbrado a que no lo notaran, al menos los demás, no tenía amigos. Era muy "raro" para sus amigos, no lo entendían, y no les parecía tan normal un niño que prefiera las flores a las personas.

Sus padres se lo dijeron, que era "especial", pero eso no significaba que era malo, nunca le dijeron eso, solo le decían que al ser especial, la gente no le entendería. No es que no quiera acercarse y tener amigos, es que no podía, su voz no salía, sus piernas temblaban y tenía miedo cuando estaba tan rodeado de personas, era difícil para él, no podía comunicarse bien, eso sufrió en la escuela, por eso comenzó con clases en casa con un tutor. 

Su madre le enseñó formas de comunicarse, de cómo expresar sus emociones de otras maneras, el arte en todas sus expresiones, y también algo más, mostrarle que en las flores había forma de comunicar sus sentimientos. En aquel entonces era más pequeño, pero ahora, en el parque con ese incidente del balón, tenía 9 años. Solo le tocaría arreglar todo eso, pero pronto llegó alguien.

-Perdona, son unos animales.- Dijo una voz, acercándose para agarrar el balón y lanzarlo devuelta, luego se arrodilló a ayudarle al otro a arreglar las macetas.

Se sorprendió, le estaban ayudando, otro monstruo esqueleto, quizás tenga su edad, en aquel entonces tenía una bufanda azul, era tan linda, quizás por eso comenzaron a gustarle las bufandas. 

-Soy Error, por cierto. Perdona que lanzaran así el balón, estábamos jugando y bueno, no midieron lo que hacían. ¿Quieres unirte?-

Amables palabras, una sonrisa y una mano extendida, ojalá pudiese solo tomarla y contestarle que sí, pero allí venía otra vez, la ansiedad, no sabía bien que decir, ¿Qué se supone que haga? De verdad quería amigos, pero seguro le vería raro cuando lo conozca.

Ink solo negó con la cabeza, con la mirada baja, es lo más que pudo hacer mientras seguía plantando las flores que hacían falta. 

-Hm... Bien, entonces ya estas haciendo algo... Podría ayudarte.-

Esta vez no dio una respuesta, solo le dejó estar, eso fue como un sí para el pequeño Error, quien comenzó a ayudarle a plantar flores, al inicio estaba muy perdido, pero curiosamente a pesar de no hablar, Ink le ayudó a que supiera como hacerlo. 

Ambos hablaban lenguas diferentes, pero se entendían. 

Unas voces llamaban a Error, era el momento de decir adiós. Así que solo dejó lo que quedaba allí, se levantó y se quitó la suciedad de encima. 

-¡Nos vemos otro día!-Se despidió, sin esperar respuesta, ya que sabía que no la tendría.

No fue la última vez que se vieron, Ink siempre iba allí y Error cada tanto, así que siempre que iba, se acercaba a Ink, nunca le respondía, pero era agradable su compañía, extrañamente calmante. Quizás, algún día, sepa como es su voz, porque su nombre lo supo un día que le preguntó, lo escribió en la tierra: "Ink". 

-Es un lindo nombre.-

Era la primera vez que escuchaba a alguien decir eso. 

Debía admitir que le agradaba tanto no estar solo, y que el otro se quedara a pesar de no poder comunicarse. 

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