Capítulo 3
Hola!
Ali vuelve con un capítulo más ;u;
Aún no terminamos con el día que el Atsushi OG dejó esta línea TT
Por cierto, no he respondido a los comentarios, pero sepan que los leo y agradezco su entusiasmo con la historia OwO
Sin más, a leer!
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El salón subterráneo se había vuelto un lugar donde se escondían almas en luto. Los huérfanos rescatados por Odasaku, habían esperado impacientes la llegada de su protector en compañía de MaTsu. Luego de que los pequeños fueran trasladados a este lugar, el Bakeneko aprovechó para desaparecer de su vista y regresar con su piel humanoide. Soseki consiguió burlar a los niños haciéndoles creer que era un detective más de la Agencia, después de todo Akiko lo reconoció como tal y se había quedado por si regresaba un herido. Mientras que Yukichi y el resto de los agentes se fueron tan pronto acomodaron a los infantes.
Las horas pasaron hasta que sintió una onda expansiva de energía divina que se extendió hasta no dejar ningún rastro de su existencia. Fue la señal que le hizo saber el destino de Atsushi y Byakko-sama: ambos habían cumplido con su cometido, dejando atrás a personas que los amaban. En especial, a la pequeña bestia que había recibido la ira de una niña apegada a una figura materna. Dazai parecía un cascarón en comparación con el chico que conoció en el pasado. La inexpresividad en su rostro era el indicio perfecto de la agonía que debía estar sufriendo. No era para menos, había perdido al amor de su vida, posiblemente en sus brazos.
Atsushi había ocupado el lugar del Odasaku original y Soseki estaba siendo testigo de las consecuencias.
Puesto que el ex asesino estaba con vida y podía ocuparse de calmar a los más pequeños, Soseki llamó a Dazai. El muchacho caminó hasta él cual espectro o como si estuviera en un trance. Al tenerlo cerca, se tensó por la palidez y los ojos sin vida que lo miraban. Deseó tener a la mano el último regalo de Atsushi, pero, por el momento, quería preguntar algo importante.
—Sensei —habló Dazai con rastros de haber llorado antes de llegar al lugar.
—Dazai, sé que no es el mejor momento, pero necesito saber qué harás ahora. ¿Continuarás en la mafia o estás dispuesto a salir de ahí?
Algo debió decir que despertó al castaño. Sus orbes oscuros emitieron un brillo tenue, pero prometedor. El joven parpadeó lánguido un par de veces y paseó la mirada por el lugar, dio un vistazo a la familia y se detuvo en Akiko. Ella había permanecido en silencio en todo momento, observando la interacción con interés y cierta reserva. Al hacer contacto con el mafioso, la futura doctora enarcó una ceja, lo miró de pies a cabeza y dijo:
—¿Favorito de Mori-sensei? —Dazai ladeó la cabeza—. Se nota, ¿sabes? De seguro te quitó algo preciado o te forzó a realizar lo que él quería. Ya sabes, romperte o moldearte. De cualquier manera, mi trabajo ha terminado, nadie está herido (qué aburrido). —Se sacudió la falda al ponerse de pie—. Fukuzawa-sensei sufrió un desmayo y Ranpo-kun quiere que vaya de inmediato. Esperamos la paga, Natsume-sensei —susurró esto último.
Sin más, la chica de veintiún años abandonó el salón sin mirar atrás, cerrando la puerta con suavidad. Dazai la siguió con la mirada en todo momento, como si sus palabras lo hubiesen intrigado; tal vez estaba uniendo piezas de un rompecabezas concerniente a ella. Aun así, Soseki volvió a llamarlo para escuchar su respuesta. El castaño, dubitativo, regresó la mirada a los huérfanos.
—Atsushi me pidió dejar la mafia —musitó el joven sin mirarlo—. Hace tiempo deseé hacerlo, pero no podía.
—¿Y ahora?
—Ahora... soy libre. Quiero estar en la luz, Sensei —confesó mirándolo de soslayo—. ¿Puedo estarlo?
—Eso solo tú lo sabrás. ¿Qué hay de Oda?
—Irá adonde pueda criar a sus hijos.
—¿Ha dejado la mafia?
—Deben pensar que está muerto junto con el líder de Mimic.
—En ese caso... —Soseki se bajó del escritorio donde estaba sentado atrayendo la atención de todos—. Los llevaré a un lugar seguro.
Le pidió a Oda las llaves del auto y ordenó que todos salieran del lugar. Abandonaron el salón con los niños delante muy cerca del ex asesino, detrás de ellos el hombre-gato y un Dazai decaído. En el auto todos se acomodaron. Los niños se mostraron hostiles hacia el castaño por lo que prefirieron ir en la parte de atrás con Oda quien sentó a Sakura sobre su regazo. Soseki manejó rumbo a la casa donde Atsushi estuvo resguardado durante el Conflicto del Dragón. Avanzó por un camino escondido un tanto pedregoso pero que los acercó al edificio. A unos metros estaba la entrada a la cocina, lugar donde Atushi solía estar a esas horas preparando la cena.
Atsushi...
—¿Dónde estamos? —inquirió Kosuke con desconfianza.
—Un hogar temporal —respondió Soseki mirando a los ojos al niño.
—Está lejos de la ciudad.
—Es mi casa de campo.
—¿Realmente es un detective?
—¡Kosuke, basta! —reprendió Oda con un tono de voz que denotaba cansancio—. Natsume es conocido mío.
—Eso no dice nada —refutó Kosuke, visiblemente enfadado—. Dazai-san también es tu amigo y no pudo salvar a MaTsu.
Lo único que se escuchó fue un viento que mecía las ramas de los árboles en una noche sin luna. Oda se mostró molesto, dispuesto a iniciar una discusión que no llegaría a ningún lado. La familia estaba fracturada, era más que notorio. Los niños habían perdido a una segunda madre, eran comprensibles los reclamos y el enojo que en realidad significaba una frustración no guiada. Los adultos pueden regular mejor las emociones (o eso se espera de ellos), los niños se asemejan a heridas abiertas que nunca cierran. El dolor, el enojo, la tristeza y el miedo se unifican en una masa difícil de tragar para los más pequeños. Los próximos meses serían de sanación donde se probaría la fortaleza del espíritu. Sin embargo, esta noche, el estado anímico de Oda y Dazai no era favorecedor, por lo que Soseki tenía que hacerse cargo y no estaba seguro de los resultados; en nombre de su sobrino, e hijo de la Luna, haría un esfuerzo.
—Culpar a Dazai de la muerte de Atsuko no la traerá de vuelta —intervino tan severo y frío como era.
Kosuke lo encaró con el enojo desfigurando su rostro infantil y lágrimas a punto de caer de sus ojos iracundos.
—¡Él prometió que la salvaría!
—Y eso hizo.
—¡Mentira!
—Ustedes están con vida, ¿no es así?
—¡¿Eso qué tiene que ver?!
—Atsuko no ha muerto, Kosuke —habló con voz autoritaria—. Mientras ustedes sigan vivos, la recuerden y sigan sus enseñanzas, ella no morirá. Dazai y Oda salvaron al legado de Atsuko: ustedes, sus hijos. Tal vez no lo comprendas ahora, pero quiero que lo pienses. Así como no has olvidado a tus padres, no olvides a quien te acompañó por un tiempo en tu vida.
El niño aún molesto apretó los labios, mas no dijo nada.
—Oda, lleva los niños adentro —ordenó Soseki en aras de terminar esta interacción sin rumbo—. La puerta de la cocina está abierta. En el segundo piso están preparadas tres recámaras para los niños y para ti. Las puertas están marcadas con tapices de estrellas.
El ex asesino asintió y se encaminó a la puerta con los chiquillos siguiéndolo cuales patitos.
—Hay mejores maneras de consolar, Sensei —habló Dazai.
—Kosuke quiere ser tratado como un adulto, eso estoy haciendo. Claro que entiendo la psiquis infantil, pero la parte suave le toca a Oda.
—Policía bueno y policía malo, ¿eh?
—La habitación de Atsushi es para ti —ignoró el comentario. Dazai no replicó. Soseki inhaló profundamente y continuó—: Antes de... partir, te dejó un presente. —El próximo ex mafioso lo miró con los ojos más expresivos que le había visto hasta entonces. La pequeña bestia estaba mostrando su lado humano a él. Tal vez ahora lo consideraba alguien importante en su vida—. Volveré mañana por la mañana. La cocina está abastecida; en las habitaciones hay mudas de ropa y aquí te dejo un móvil con mi número cargado. No causen problemas en mi ausencia.
Sin más se giró sobre sus talones, caminó en su forma humana por unos minutos para luego correr a cuatro patas por Yokohama. Había quedado intrigado por el repentino desmayo de Yukichi precisamente ese día que Atsushi había dejado el mundo. Se escabulló por callejuelas y edificios hasta llegar a uno donde estaban las oficinas de la Agencia de Detectives Armados. Aprovechó que la puerta estaba abierta para adentrarse y recorrer el lugar. Subió al cuarto piso donde adquirió su piel humana, abrió la puerta e ingresó al lugar ligeramente iluminado por lámparas de escritorio. Por el pasillo de la derecha apareció Kunikida el cual se acercó a él con una expresión de impotencia.
—El presidente no está disponible, señor.
—Lo sé, muchacho. He venido a visitarlo.
Pasó de largo al rubio, caminó por el pasillo y abrió la puerta de la enfermería. Akiko y Ranpo detuvieron su conversación para mirarlo.
—¿Cuánto tiempo lleva inconsciente? —inquirió Soseki acercándose a la camilla donde se hallaba el presidente de la agencia.
—Unas tres horas —replicó la futura médico y sanadora del grupo.
Soseki tomó una de las muñecas y de inmediato reconoció los rastros de la energía divina de Byakko-sama. ¿Qué significaba esto?
~°*†*°~+~°*†*°~
¿Y bien? ¿Qué opinan?
Aún no estoy del todo convencida con Kosuke, pero sé que es al que más le afectó todo. Por mucho que sea mayor que el resto de sus hermanos, sigue siendo un niño y está sufriendo un segundo luto.
Por otro lado, Soseki me resulta un personaje al cual le tengo muchísimo aprecio, no sé si se note en el fic xD
El siguiente capítulo es uno de los que más me duelen :/ Espérenlo con ansias!
Muchas gracias por leer!
Espero les haya gustado!
Nos leemos~
Cuídense~
AliPon fuera~*~*
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