Capítulo 23

Hola!

Nuevo capítulo!

Advierto que se tocan temas religiosos.

A leer!

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Durante el Festival del Medio Otoño en Japón, dos orfanatos sufrieron un ataque devastador. Aún no se confirma el total de muertos y desaparecidos. Hasta el momento se han....

Esto sí que era una sorpresa. Fyodor no había recibido reporte alguno de sus ratas infiltradas en esas instalaciones que se hacían pasar por orfanatos. En su mente enumeró unas cuantas posibilidades y un ataque directo estaba al final de la lista. En fin, lo único que le interesaba de esos lugares era el recipiente de Byakko y nadie más... bueno, tal vez Número Dieciocho, Sigmund, el hijo de la doctora M. Como fuera el caso, necesitaba saber la ubicación del Niño Prometido.

—¿Más té, amo? —habló su nuevo sirviente, Ivan Goncharov.

El hombre tenía la peculiaridad de tener una expresión abatida cada vez que lo servía. Si bien le resultaba hasta familiar tal semblante, había adquirido cierta fascinación por el rango de emociones que los humanos podían generar. Desde tiempos antiquísimos había considerado a los humanos como unas criaturas imperfectas e interesantes a la vez. Padre ciertamente los había creado a su imagen y semejanza, mas los dotó con un don que envidiaba: el libre albedrío. Contrario a los ángeles, con la voluntad torcida para servir al Padre sin rechistar, los humanos podían elegir hacerlo o no. Lucifer no descartó que esta condición se debía al acuerdo que distintos dioses primordiales determinaron en el principio de los tiempos, cuando se creó el terreno mortal. Por siglos recorrió el mundo del hombre con la vaga curiosidad de hallar la aguja en un pajar.

Nada.

Todo aquel que nacía en el mundo del hombre contaba con el libre albedrío.

O eso se pensaba, pues en las Sagradas Escrituras, las que Padre escribió a puño y letra, se profetizó el nacimiento de un dios hecho hombre al cual debía tentar. Lucifer, antes Luzbel, había sido el primer ángel, el más bello y sabio de todos, el que nació por capricho de Padre para desafiarlo y llevar la corona de los Caídos. Era repudiado por el destino que le fue impuesto, la labor que debía ejercer por la supuesta balanza universal que se revisaba con regularidad. En su momento la duda no se había arraigado tanto en el pecho de Lucifer —quien cumplía su papel en el Gran Plan del Padre al pie de la letra— sino hasta que tentó en persona al hijo profetizado. Yeshua lució como una humano, sufrió las necesidades de uno, pero llevó a cabo el destino trazado... Tal como Lucifer había cumplido el suyo por eras enteras. La noche en que fue apresado, cuando rezó lejos de sus discípulos, Yeshua se miró tan frágil y pequeño. La divinidad en él se había esfumado. El susurro tembloroso que pronunció a un Padre callado, sirvió para retirar por completo el velo que había cegado a Lucifer: Yeshua deseó, por un instante, no cumplir con su destino. Y él, Lucifer, comprendió que este hijo profetizado, el que Padre planeó mandar al mundo del hombre como el Mesías, el que lo miró entre la oscuridad antes de descender a cumplir su deber, era su hermano menor.

Una punzada en su pensado duro corazón avivó en él un sentimiento creído muerto: amor. Lucifer amó a Yeshua entonces, amaba a Yeshua aún luego de eras sin él caminando por el suelo humano. Por él nació esta fascinación por las emociones humanas y el deseo de acabar con esta creación ingrata.

Yeshua había muerto por ellos, fue el chivo expiatorio para salvar a unas criaturas desleales y fugaces. Murió por culpa de unos bendecidos (maldecidos) con un regalo divino.

Lucifer estuvo presente a lo largo de la Pasión, en los interrogatorios, en los castigos, en el camino y en la crucifixión. Vio expirar a Yeshua completamente desfigurado. Una masa de carne ensangrentada insultada por el pueblo elegido por Padre...

Invisible a ojo mortal se acercó a los pies de la cruz, sintiendo una ira como ninguna otra hacia la creación de Padre. Ellos cumplieron con lo escrito y anunciado por profetas (humanos dotados con un regalo divino). Ellos mataron a Yeshua de manera cruel. Por ello ordenó a sus lacayos a castigar de la peor manera aquellos que escupieron, insultaron o golpearon a Yeshua. «Háganlos arrepentirse por sus pecados» murmuró entre dientes, aleteando con fuerza sus alas hermosas. Él mismo se encargó de atormentar a Judas, el traidor predestinado. Se deleitó enloqueciendo al humano, susurrando el gran pecado que había cometido, alentándolo a quitarse la vida, rogando un perdón que nadie le otorgó. Y, sin embargo, no se sintió satisfecho. No. De no haber sido por los humanos, Yeshua habría vivido predicando la palabra del Padre, trayendo verdadero amor a una tierra árida. De no haber sido por el Gran Plan de Padre, Yeshua no habría sufrido un trágico y cruel final. De no haber sido por Padre y su ambición de demostrar que era el mejor ser divino de entre sus pares, Yeshua... y él, Lucifer, antes conocido como Luzbel, no habrían nacido con este destino maldito y obediencia absoluta. Padre era el culpable de todo, el que respondió un «Así lo planeé» cuando Lucifer le increpó la muerte de Yeshua, el que le recordó su rol en el gran esquema de las cosas «Tú eres la maldad, te creé para que lo fueras. Cumple tu papel, Satanás».

¡Cuánto lo odiaba por ello!

Si bien Lucifer era poderoso, después de Padre (y Yeshua), no podía acabar con Él así sin más. La Regla Divina impuesta por los dioses de no romper el balance de cada territorio lo ataba de manos, mas encontró una manera de fastidiar el supuesto orden caótico idolatrado por ellos: impedir que los humanos pudieran recibir regalos divinos. Existían herramientas capaces de moldear el mundo mortal a placer —así como dioses primordiales que podían hacerlo con un chasquido o pensamiento—, aunque eran vigiladas celosamente. Por milenios pensó las maneras de obtener una de ellas, hasta que un dios primordial, Izanagi, entregó el Libro Infinito —uno de los objetos que tanto codiciaba Lucifer— a un humano.

El recuerdo de la Gran Reunión hecha al poco tiempo de este evento, le devolvió un poco del buen humor que rara vez siente. Izanagi fue cuestionado por todos los frentes, tachado de negligente y que debía recuperar tal objeto. Al poco tiempo se supo de lo realizado por Byakko, diosa suplente que selló el objeto y desapareció de los planos conocidos. Supuso un reto confirmar su existencia y otro más poder infiltrarse a territorios ajenos. Raskólnikov resultó ser el medio perfecto para cruzar las fronteras de territorios bien delimitados por las deidades. ¿Quién iba a dudar de un humano que viajase de país en país con lo que se asemejaba a un regalo divino —dado por Lucifer— que drena la vitalidad de los asesinados por Raskólnikov aumentando su tiempo de vida (como castigo)? Nadie.

Demoró, ciertamente, pero logró llegar a la tierra de Izanagi. Ahí, siguió las migajas de Byakko, hasta dar con los famosos recipientes de ella. Consiguió que sus ratas se hicieran pasar por científicos o personal de intendencia debidamente escogido. Los humanos eran maleables, en especial aquellos con ambiciones de grandeza y oro; incluso los que buscaban ejercer su propia justicia en un mundo tan injusto. Fue así como dio con Atsushi Nakajima, el último recipiente de Byakko. Su plan inicial fue secuestrar al chiquillo, mas la información obtenida de sus pequeños roedores le hizo saber que el chico tenía problemas para manejar su habilidad, se esperaba que al madurar esto se corrigiera. Sabía de primera mano que los humanos tienen tres clases de madurez: madurez mental, madurez espiritual y madurez física. ¿A cuál de estas se referían con que el chico madurase?

Fue por ese tiempo que escuchó rumores de Tatsuhiko Shibusawa, un humano inusual. Su albinismo no era lo que dejaba sin aliento a las personas, era el regalo divino que albergaba en su interior: una criatura que se creía un dragón, mas no era sino una copia burda de uno verdadero. Se trataba de una bestia iracunda, deseosa del caos y de acabar con Byakko. Shibusawa, por su parte, tenía el brillo de la venganza y sed de sangre en sus ojos bermellón. Tenía una mente aguda y un amorío pasional con Takeru, el que fungía la posición de guardaespaldas de un tal Akuru. Shibusawa y Fyodor (Lucifer) se volvieron camaradas, o eso le hizo creer. Le dio información de un dotado que podía ser el remedio a todos sus males. «Es la habilidad definitiva» le dijo con una sonrisa cómplice. Se sintió satisfecho al verlo entusiasmado con el trazo del plan perfecto para acercarse a este dotado especial y hacerse de su habilidad. No obstante, ocurrió una maravilla cuando el albino utilizó su regalo divino en el recipiente de Byakko: materializó a la diosa en su forma de bestia. Esto confirmó la sospecha de que ella habitaba en el humano, quizás en un espacio delimitado para ello. Lucifer se sintió cada vez más cerca del Libro, de saber la verdad detrás de la desaparición de Byakko.

Entonces, el Libro desapareció y Atsushi siguió con vida.

Aún tenía oportunidad de que quizás Byakko estuviera dentro del huérfano. En unos cuantos años podría dar rienda suelta a su plan para obtenerlo, pero, entonces, ocurrió el Incidente del Tsukimi y el niño se esfumó.

—¿Amo? —musitó Ivan, trayéndolo al presente. A la casa abandonada iluminada por un sol matutino y en la que estaba coordinando la búsqueda de la Séptima Agencia. Miró unos segundos más al sirviente que preparaba el mejor té y por el cuál le ordenó a Raskólnikov que quemase la mansión del dueño que atesoraba al hombre a quién había dejado en testamento una parte de la fortuna de la familia con la cual Fyodor financiaba su organización.

Sí, las Ratas en la Casa de los Muertos sería su pequeña y fructífera organización. Si bien estaba en búsqueda de una agencia gubernamental secreta, podía destinar recursos para hallar a Atsushi. Había perdido unas piezas con el ataque repentino, pero eran reemplazables. Conseguirá el último recipiente de Byakko y con él, probablemente, el Libro.

Nada estaba perdido.

Fyodor sonrió y replicó:

—Claro, Ivan, me encantaría.

~°*†*°~+~°*†*°~

¿Y bien? ¿Qué opinan?

A diferencia de lo propuesto por Asagiri, con respecto a la habilidad de Fyodor, aquí decidí irme por un rumbo más religioso debido a la presencia de dioses je También porque la habilidad en el manga es interesante, pero en mi versión hay una razón por la cual se llama Crimen y Castigo :B

Muchas gracias por leer!

Espero les haya gustado!

Nos leemos~

Cuídense~

AliPon fuera~*~*

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