Capítulo 18
Hola!
Nuevo capítulo. El último del año TuT
En las notas finales daré un par de avisos además de la conversación natural de siempre, ¿okay?
Feliz Año Nuevo (por adelantado)! *descorcha una botella de champán*
A leer!
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Susanoo estuvo esperando por este momento. El sentimiento de alegría estaba ausente, era más cercano a la resignación. Luego de la visita de Tsukuyomi, ejerció paciencia a la llegada de sus tres mujeres que debieron escuchar la noticia de la visita de su Luna Plateada. Ellas tenían conocimiento de su enamoramiento hacia nadie más que una de sus cuatro hermanas[1] de sangre noble; caía en lo obvio que fueran a verlo y asegurasen su lugar como consortes. Fue así como, en cuestión de días, se les vio llegar a las puertas de su palacio.
Sus esposas se instalaron y solicitaron una audiencia. Susanoo había participado en infinidad de batallas, pero las conversaciones con ellas tendían a drenar su energía. Se preparó mentalmente para las próximas horas, aunque sabía que sería insuficiente tal providencia.
—Señor esposo, nos llena de gozo verlo —dijeron al unísono las diosas, sentadas como dictaba la etiqueta.
Susanoo no replicó de inmediato, tomó asiento en su asiento al fondo de la habitación espaciosa ligeramente iluminada por los rayos de la tarde. Miró a cada una de ellas, vestidas con los mejores kimonos que había en sus guardarropas. Decir que eran feas sería un insulto, eran agraciadas y agradables a la vista, mas palidecían en comparación de Tsukuyomi.
—Bienvenidas sean, esposas mías —dijo con una sonrisa suave—. Espero que el viaje haya sido grato. —Las tres afirmaron—. Solicitaron una audiencia, les cedo la palabra.
Tres pares de ojos se miraron de soslayo en una conversación muda para elegir la que sería su portavoz. Como era de esperarse, Kushinadahime, su primera esposa, habló:
—Señor esposo, venimos a usted para confirmar rumores que nos han llegado de los Cielos.
—¿Y qué rumores son esos?
—Su Alteza, Tsukuyomi, ha venido a verlo... personalmente. Se especula que el motivo de su visita fue para algo, eh, íntimo, capaz de manchar su reputación.
El dios del mar se tragó el suspiro y replicó con rostro serio:
—¿Están preocupadas de su reputación?
—Eh, bueno...
—Queremos saber si rompió su fidelidad hacia nosotras por ella —intervino Kamuōichihime, su segunda esposa y tía de la primera.
La mirada de Susanoo se afiló, en el exterior aparecieron nubes tormentosas y unos cuantos relámpagos rugieron, brillando en advertencia. Las tres se tensaron de inmediato.
—De haberlo hecho —habló, amenazante—, ustedes no estarían aquí ni las hubiera reconocido como mis esposas momentos atrás.
—Y por ello estamos agradecidas, pero...
—Tsukuyomi —interrumpió a Kushinadahime— y yo tuvimos una hija, Byakko era su nombre. Ella gobernó la noche por siglos antes de morir, ¿nos negarán incluso compartir el dolor de la pérdida?
—¡No es así, señor esposo! —exclamó su primera esposa visiblemente alarmada.
—Les recuerdo que, a diferencia de ustedes, yo no puedo abandonar Izumo.
—De tener la facultad de hacerlo, ¿habría ido con ella? —inquirió Samirahime, la más rebelde de las tres.
—Habría ido a reconfortar a la madre de mi hija.
—¿De qué manera la reconfortaría? ¿En las sábanas? —retó la diosa de Yasaka.
Un trueno iluminó el cielo gris, cayendo muy cerca del palacio. Las tres mujeres respingaron, mas no se doblegaron. Estaban empecinadas en confirmar los rumores o desmentirlos, lo que fuera primero.
—Samirahime, cuida tus palabras. ¡Las tres deberían cuidar su lengua! ¡Perdí a mi amada hija y su madre vino a compartir la pena conmigo! ¡¿Qué más quieren escuchar?! ¡¿Eh?! Las he protegido por siglos, he sido su esposo al mismo tiempo, las doté de hijos ¡¿y así es como me pagan?!
—Señor esposo, solo queremos estar seguras de que su amor por nosotras...
—¿«Amor»? ¿Dijiste «amor», Kushinadahime? Yo las respeto y aprecio, han sido unas excelentes madres...
—Pero aún la ama —afirmó Kamuōichihime, la mirada dura y la quijada tensa.
Una lluvia torrencial se hizo presente, creando una canción melancólica. Susanoo no iba a negar lo evidente; en el pasado fue lo mismo: él no podía amar a nadie más que no fuera Tsukuyomi. Dejó que el silencio fuera la respuesta a lo que ellas sabían a la perfección. Los ojos de las tres mujeres se anegaron por enésima vez. Tal vez estaba siendo un bastardo, pero había perdido su libertad, su hija, su lugar en el Takamanohara, su reputación, no iba a ceder a este capricho del destino. Se aferraría a su amor por Tsukuyomi por la eternidad.
Lamentaba herirlas constantemente por este cruel recordatorio, pero sus matrimonios nacieron del beneficio mutuo: ellas no caían en manos de bestias o dioses nefastos, y él se libraba de Amaterasu. Nada más, nada menos. Cumplió con lo pactado con su hermano mayor, Ōyamatsumi, y punto.
—Deben estar agotadas por el viaje —dijo entre dientes, levantándose completamente tenso—. Cualquier necesidad que deba ser cubierta, la servidumbre está a su disposición. Me retiro.
A paso presuroso se dirigió a sus aposentos donde exigió no ser molestado.
Estaba perdido. En cualquier momento estallaría lo cual sería perjudicial para los cuatro, mas estaba harto. En sus labios aún permanecían vestigios del sabor de su Luna Plateada, su cuerpo había memorizado la figura cubierta de su amada. Ese día que se confesó a Tsukuyomi, el último beso fue acalorado, con ella rodeando su cuello con esos brazos delicados, apegándose a él y gimoteando lastimera. Tsukuyomi le correspondió a su manera, demostrándolo con su cuerpo deseoso de fundirse con el suyo. Estuvo tentado a tomarla, recordarle quién tomó su virtud tiempo atrás. Imágenes de la noche estrellada en la que su amada Luna Plateada estaba desnuda e invitándolo a unirse a ella como lo hacían los mortales, colmaron su mente. La primera y última vez que compartieron lecho. La noche previa al «crimen» de Tsukuyomi.
El deseo de ese entonces y el recientemente avivado lo ponían en una encrucijada en la que quería cumplir su mayor anhelo sin importar las consecuencias. Deseó ser libre para desposar a su amada Luna, la madre de Byakko y por quien había sacrificado lo necesario para jamás estar al alcance de Amaterasu.
Se reconocía a sí mismo como un imprudente y de temperamento volátil, dos debilidades que podrían echar por la borda lo que había construido. Su cabeza estaba hecha un lío, ansioso de estar al lado de Tsukuyomi y a la vez lejos de ella. ¿Qué debía hacer? ¿Rendirse a su amor por ella, aceptar que jamás podrían estar juntos? ¿No existía algún camino que pudiese llevarlo a ella?
—Mi señor...
—Dije que no me molestaran, Hanzo. Vete.
—Traigo un mensaje del cielo nocturno.
Sin pensarlo dos veces le dio permiso a su sirviente que entrase. El tengu así lo hizo y le entregó una carta con el perfume de su amada en el papel. Sin embargo, el contenido fue suficiente para cimbrar su realidad:
Entre los mortales existe un cachorro de tigre como recuerdo de lo perdido.
Protejámoslo del sol.
.
En una habitación recluida en Europa, yacía un hombre de aspecto desaliñado que, contra todo pronóstico, le daba un aire atractivo. Sus cabellos eran de un negro purpureo llegando hasta los hombros, los ojos de un color similar capaz de hipnotizar a los más incautos y de una piel paliducha casi traslúcida. A pesar de su encanto, cualquiera pensaría que se trataba de alguien enfermizo, por no decir anémico. Su mirar era el de alguien cansado o aburrido, como si el mundo le pareciera absurdo en su totalidad.
Este hombre que lucía como un joven en sus veintes, estaba mirándose en el espejo del diminuto baño. El lavamanos goteaba, el retrete se veía a punto de colapsar y la humedad se respiraba por doquier. El espejo tenía manchas de óxido desperdigadas en las esquinas y una rajadura que distorsionaba el reflejo. Se pensaría que este individuo observaba su reflejo por mera vanidad o como si estuviera teniendo una conversación privada consigo mismo. Si bien la segunda opción se acercaba a la realidad, no era la verdad absoluta.
No. Este individuo que se hacía llamar Fyodor Dostoevsky, estaba en conversación con un «ángel». Uno con su mismo rostro, pero una sonrisa macabra, una mirada altiva y arrogante.
—He hecho lo que me has pedido, Luzbel —susurró el joven, apoyándose en el filo del lavamanos y la mirada fija en los orbes de su reflejo—. Quemé la mansión de Ivan Goncharov.
—Lo sé, Rodia —replicó la entidad en el espejo—. Yo siempre te observo.
—Lo sé...
Rodión Románovich Raskólnikov[2] lo sabía mejor que nadie. Lo que pensó que había sido un ángel enviado por Dios, terminó siendo su tormento. ¿Cuánto tiempo tenía ya con este ser? ¿Cien años? ¿Cuántos más faltaban para al fin ser libre?
—Poco, Rodia. Falta poco —respondió el demonio de demonios; el mal encarnado.
La respuesta habitual.
—¿Fue necesario?
—¿Quieres tener a Sonia Marmeladov de vuelta?
Raskólnikov calló, mordiéndose el labio inferior.
—Eso pensé —añadió Luzbel—. Para lo siguiente debo usar tu cuerpo.
—¿Matarás más personas?
—¿Sientes remordimiento por sus muertes, Rodia? ¿Quieres que te recuerde el trato que hicimos?
Un par de lágrimas surcaron las mejillas sumidas del humano. Cerró los ojos antes de colocar la mano sobre el espejo y sentir cómo unas cadenas lo ataban a un espacio oscuro, donde solo podía observar con pesar cómo este demonio cometía infinidad de crímenes, manchando sus manos y alma sin reparo alguno. «Este es tu castigo por el crimen que cometiste, Rodia», había susurrado divertido Luzbel cuando el hombre intentó suicidarse luego de una masacre.
Con el cambio de alma, su cuerpo se convulsionó ligeramente, ajustándose al huésped que ahora residía en él.
—Es hora de buscar la Séptima Agencia.
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GLOSARIO
[1] Cuatro hermanas: me estoy basando en un árbolgenealógico que encontré. Estoy considerando dos hijas de Izanami e Izanagi ydos hijas directas de Izanagi.
[2] Rodión Románovich Raskólnikov: es elprotagonista de la novela rusa Crimen y castigo de Fiódor Dostoyevski. A lolargo del libro se lo llama también "Rodia, Ródenka, y Rodka.". Elnombre Raskólnikov viene de la palabra rusa "raskólnik" que significacismático.
AVISO
Amigos, debido a las fechas y unos compromisos del trabajo, el fic entrará en una breve pausa hasta el 19 de enero 2025. No dejaré de escribir, se los prometo, solo me tomaré un breve descanso de la historia en lo que termino de acomodar unas cosas que tengo en mi lista de urgentes OuO
Feliz Año Nuevo (again)!
Espero se la pasen bonito y creen recuerdos preciosos!
¿Qué opinan de este capítulo?
Sí, me leí "Crimen y Castigo" por lo que sí, Rodia(Rodión y Sonia son personajes de la novela jejeje Me gustó, aunque sí fue una lectura pesada. No recomiendo iniciar a leer a Fiodor con este libro, tampoco con los Hermanos Karamazov, busquen uno más corto para que se familiaricen con su prosa.
Entre otras cosas, los abuelos ya están enterados de la existencia de Atsushi bebé muajajaja Se vienen cositas (dirían por ahí)
Muchas gracias por leer!
Espero les haya gustado!
Nos leemos el 19 de enero del 2025!
Cuídense~
AliPon fuera~*~*
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