Capítulo 17
Hola!
Capítulo nuevo!
Solo para que sepan que aquí la etiqueta de Incesto toma muuuuucha relevancia. Es entre madre-hijo, así que... Si les incomoda, pueden ir a las notas finales donde les hago un resumen de lo ocurrido en el cap solo tomando los datos sumamente relevantes para la historia (la relación es importante para denotar una obsesión, así que... no escribí el incesto solo porque sí).
Sin más, a leer!
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—Amaterasu-sama —llamó desde la puerta una de las doncellas de la diosa—, Kumanokusubi-sama[1] ha llegado.
En los aposentos suntuosos de la diosa regente, se encontraba ella recién bañada y usando unas ropas ligeras, pero no menos preciosas. En el Palacio Resol, las habitaciones parecían bañadas en oro, resplandeciendo cuando la diosa solar hacía acto de presencia. Ella representaba al astro en su totalidad, por siglos se le consideró la más hermosa de entre las diosas existentes. Sus cabellos eran negros como la tinta, sus ojos gozaban de un dorado cálido, sus labios se entintaban de un rojo suave y encantador, sus facciones eran perfectas por cualquier ángulo que se le viera y su voz acariciaba los oídos de quien fuera el interlocutor. Dioses y diosas se sentían bendecidos con ver cómo esos labios de cereza se curvaban elegantes, casi tímidos realzando su belleza alabada.
Quién se iba a imaginar que este ser de luminosidad bendita gustaba de sumergirse en la perversión. Las palabras venenosas, los actos premeditados, las sonrisas maléficas, el libertinaje que bullía en su interior..., contadas eran las almas que sabían de esta otra faceta. Amaterasu cuidaba lo mejor posible la máscara que había forjado con el tiempo, desde que supo que el afecto de Susanoo estaba dirigido a nadie más que su hermana, Tsukuyomi. El mero hecho de rememorar a la diosa lunar la ponía de mal humor. Ahora que estaba en el Takamanohara, la ira volvía con creces, quemando su interior cual lava ardiente. Había sido descuidada, creyó haber controlado a la bastarda de Byakko, no contó con que aparecería una segunda como consecuencia de que alguien en el Nakatsukuni usó el Libro Infinito. Se confió en la maldición del objeto condenado, rio por los esfuerzos inútiles de los humanos que intentaban hacer lo imposible por mantener con vida al vástago de Byakko y, en consecuencia, a la bastarda.
Había cometido un grave error, puesto que la muy ramera murió llevándose consigo el Libro Infinito.
O eso creyó, puesto que en el Nakatsukuni continuaba con vida el espurio que con tanto esfuerzo había conseguido tener entre sus manos. Si ese vástago aún respiraba, significaba que podía usarlo, solo requería mayor información. Para ello, mandó a su fiel sirviente e hijo Kumanokusubi —quinto hijo que le dio Susanoo cuando lo retó en aras de hacerlo ceder y que se desposara con ella—, el dios que nació de una de las cuentas magatama[2] de Amaterasu que Susanoo usó para formarlo. Si se pensaba con cuidado, ese día, durante ese reto, Susanoo y ella tuvieron ocho hijos; siete más que Tsukuyomi. Era inevitable que su corazón latiera de amor al verlos: sus tres preciosas princesas nacidas de fragmentos de una espada y sus cinco varones nacidos de las cuentas magatama. Pero, en particular, a Kumanokusubi le tenía un afecto más profundo. Un sentimiento entretejido con la perversión que había en ella.
—Adelante, hijo mío —llamó amorosa, las mejillas cubiertas por un rubor como el de una doncella virgen.
La puerta se deslizó para dar paso a la figura de un joven que la hacía suspirar. De los hermanos, él era el más parecido a Susanoo. Su andar exudaba poderío y una altivez que le causaba un cosquilleo en el vientre. Sus ojos eran de un lila suave, pero electrizante que hacía juego con la piel ligeramente tostada. Sus facciones se balanceaban entre las delicadas y las masculinas, donde el mentón cuadrado se asemejaba al de su padre al igual que los pómulos altos. Las ropas propias de un espadachín, lo convertían en el centro de atención donde quiera que iba, en especial por la katana que colgaba de su cabera como una advertencia muda a todo aquel que quisiera desafiarlo o hablar mal de la gobernante del Takamanohara.
Amaterasu sentía un orgullo y amor indescriptible hacia este hijo suyo. Él, Kumanokusubi, juró ser su espada cuando Susanoo se negó a tomarla como esposa. Su hijo prometió servirla por la eternidad, postrándose como ella deseó ver al Dios del Mar y las Tormentas. Con el tiempo, el afecto fue cobrando caras grotescas, impuras y retorcidas. Lo que bien pudo ser un amor maternal tomó un giro inesperado cuando, bajo un árbol de arce, sus labios hicieron contacto por primera vez. Desde entonces, el vínculo entre ellos se fortaleció, colmándolos de un goce del que nadie debía saber. Kumanokusubi sabía lo importantes que eran las apariencias para Amaterasu tras haber regido el Takamanohara por siglos, por lo que aceptaba los encuentros furtivos y a puerta cerrada.
—Madre —saludó Kumanokusubi con voz varonil causando una humedad pecaminosa en la entrepierna de Amaterasu.
—¿Cómo te fue en tu viaje?
—Sin ningún inconveniente.
—Me alegra escuchar eso, hijo. Espero me traigas buenas noticias.
—Este humilde sirviente está deseoso de compartirlas, madre.
Amaterasu comprendió la solicitud tácita en aquellas palabras corteses.
—Déjenos —ordenó a la servidumbre y doncellas.
La habitación se vació con el murmullo de pisadas presurosas que se perdían en los pasillos. En cuanto la puerta se cerró, la mirada de la diosa dejó atrás la suavidad habitual, transmutando en una casi seductora y que prometía maldad.
—Escucho, amado hijo.
—El vástago de Byakko heredó un regalo divino de ella —reveló el dios con cierta repulsión al hablar de la estirpe de Tsukuyomi—. Detecté restos de energía divina en él, aunque noté un cambio. —La diosa preguntó a qué se refería a lo que él respondió—: Antes de la muerte de la bastarda su hijo tenía una marca de energía menor, nada de qué preocuparnos, pero, posterior al suceso, esta marca aumentó y, en adición, parece que su alma envejeció.
—¿Envejeció?
Kumanokusubi asintió y continuó:
—A su vez, los humanos confirmaron la desaparición del Libro Infinito, por lo que aprobaron la resonancia de almas con el objeto divino Yata.
—¿El espejo?
—Así es, madre.
—¿Lo consiguieron?
—De manera satisfactoria, madre. El espécimen es hijo de las tierras de Odín-sama y fue bendecido por el regalo divino de Mimir.
—¿Pretenden localizar el Libro Infinito con esa quimera?
—De momento aún siguen en pruebas, pues la quimera tiene dificultades para manejar el poder que ahora posee. Se espera tener resultados en un año e iniciar la búsqueda del Libro.
La diosa rio con sorna, mancillando su resplandeciente rostro.
—¡¿Cómo pretenden buscarlo si ya no existe?! ¡Son unos necios!
—Ellos creen que alguien consiguió burlar su seguridad y robar el objeto.
—¡Ja! Menudos estúpidos que son esos seres inferiores creados por Padre. ¿Y cuál es la buena noticia de todo esto?
—El regalo divino del vástago es una copia de Byakko —informó Kumanokusubi con ojos carentes de simpatía—. Por lo que alcancé a ver, la bestia en la que se convierte es igual a la naturaleza que fue Byakko. Además, tengo la sospecha de que estamos a un paso de dar con el lugar en el que se halla esta bestia (y donde se mantuvo oculta la bastarda), ya que, a diferencia del resto de humanos con regalos, la cría de Byakko y la bestia no están fusionados, son almas diferentes conviviendo en un mismo cuerpo.
La diosa solar sopesó la información por unos segundos. Durante siglos se encargó de destruir todo retoño bendecido por la bastarda, arruinando su reputación para no perder el control sobre el Takamanohara. A pesar de este esfuerzo, la muy estúpida selló el Libro Infinito —objeto que Amaterasu deseaba— obligándola a cambiar sus planes.
Amaterasu necesitaba ese condenado libro. Con él en sus manos, tenía la posibilidad de reescribir su historia, desaparecer a Tsukuyomi y quedarse con Susanoo. No obstante, la maldita de Byakko cambió las reglas cuando lo selló: colocó una maldición sobre todo aquel que escribiera en sus páginas y que nadie más que ella supiera su paradero. Tornó una empresa sencilla en una búsqueda casi infructuosa. Amaterasu tardó seis generaciones de recipientes de Byakko para entender cómo ella elegía la próxima madre después del fallecimiento de su cría y el tiempo que transcurría para que se vinculara con el recién nacido. El Shinigami anómalo fue el que les hizo el trabajo más fácil; ese descarado jamás se separaba de la estirpe de esa fulana.
Fue Kumanokusubi el que descifró el entonces enigma de sucesión: en cuanto perecía el recipiente, Byakko respondía al llamado de la mujer estéril más próxima (sin importar si estaba a un ri[3] de distancia) y, tan pronto nacía la cría, ella se vinculaba con esta y aguardaba hasta los quince años para iniciar el flujo de energía divina (la primera marca). Amaterasu y su adorado Kumanokusubi retrasaron por cuatro años el nacimiento del séptimo recipiente. En el instante que una mujer estéril era bendecida, la espada de Amaterasu, su hijo predilecto, le susurraba al oído del esposo para que éste matase a su mujer. Varias fallecieron de esta manera, creando un camino sangriento hacia el lugar que habían destinado para el séptimo recipiente. Con una piel humana, el dios nacido de la magatama se mezcló con los seres inferiores e impulsó el proyecto del Libro. Usando tecnología humana, dieron con el objeto en el momento preciso que Byakko bendecía a la mujer que se había ofrecido como voluntaria para este proyecto. No obstante, sólo pudieron obtener una página ya que al concretarse la bendición el libro desapareció sin dejar rastro alguno. A pesar de ello, lo habían tomado como un logro. Estaban más cerca de cumplir con el objetivo. Solo quedaba localizar el escondite de Byakko. Ella no se encontraba en ningún plano conocido. Kumanokusubi extendió su búsqueda hasta el territorio de Enma[4] sin éxito. Sin embargo, con lo recientemente dicho, Amaterasu comprendió la razón por la que era una buena noticia: sin Byakko de por medio, podían descubrir el espacio donde ella solía residir y tomar el control de su descendiente maldito.
—En la siguiente luna llena se celebrará el Tsukimi[5], madre.
¡Oh! Durante el Tsukimi aumentaba la afinidad de la estirpe de Tsukuyomi, lo que les daría una ventaja para examinar de cerca a la cría encerrada en el supuesto orfanato, que funcionaba más como una prisión.
El plan inicial de Amaterasu había sido de romper el vínculo entre la estúpida de Byakko y el recipiente, lo cual permitiría manipularlo y, en consecuencia, a la gata. Con ello habrían tenido vía fácil de dar con el dichoso libro y usar como un arma al recipiente, de ser necesario. Por seis generaciones estos recipientes malditos habían mantenido al margen a los codiciosos e incluso a ella como diosa de alta cuna que había enviado a sus mejores hombres y a Kumanokusubi. Ahora, con la muerte de Byakko la espera rindió sus frutos. Tal vez no tendría el Libro en sus manos, pero reconocía que la gata había poseído habilidades formidables como esas garras que podían desaparecer a cualquiera que fuera rasgado por ellas. Si bien, no se parecía a cómo funcionaba el Libro Infinito, tener una Bestia Divina de este calibre significaría un gramo más de poder en sus manos.
—No mentiste con las buenas noticias, cariño —reconoció ella casi en un ronroneo perteneciente al lecho y su goce.
—Si todo sale bien —continuó Kumanokusubi con un nuevo brillo en los ojos—, la quimera podría ser de ayuda. Dado a que el espejo Yata puede imitar cualquier regalo divino, en caso de mantenerse o potenciarse, podríamos tener una copia de ese vástago.
¡Claro! ¡Era una idea brillante!
No bastaba con uno, ¡podía tener dos!
Esa Tsukuyomi no tendría oportunidad con dos Bestias Divinas.
Los labios delicados y suaves de Amaterasu se estiraron en una sonrisa llena de júbilo retorcido. La diosa, que se había contenido lo suficiente, se le abalanzó a su hijo querido (al reemplazo de Susanoo) y reclamó sus labios. Era tal su efusividad, la dicha de estar a un paso más cerca de cumplir su objetivo, que lo instó a desnudarla y tomarla con esa virilidad que la hacía gemir alto.
Sin embargo, el destino les jugaría en contra durante el Tsukimi.
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GLOSARIO
[1] Kumanokusubi: dios de la mitología japonesa. El quinto hijo de Amaterasu. Creado por Susanoo a partir de las cuentas Yasaka-no-magatama pertenecientes a la diosa del sol. Se especula que su nombre "Kusubi" significa "el misterioso espíritu divino" o "fuego misterioso".
[2] magatama: son cuentas curvas, en forma de coma que aparecieron en el Japón prehistórico desde el período Jōmon final hasta el período Kofun. Las cuentas, también descritas como "joyas", estaban hechas de piedra primitiva y materiales de tierra en el primer período, pero al final del período Kofun se hicieron casi exclusivamente de jade. Magatama sirvió originalmente como joyería decorativa, pero al final del período Kofun funcionó como objetos ceremoniales y religiosos.
[3] Ri: un ri equivale a 3927 m.
[4] Enma: Según el budismo y el hinduismo, Enma es el amo del infierno. También se le considera una deidad. Se cree que, siendo el rey de una tierra de ensueño permanente, tiene la autoridad para juzgar los crímenes cometidos por los muertos en vida.
Se cree que Enma puede viajar de ida y vuelta entre el Infierno y la Tierra Pura [Japón].
[5] Tsukimi: Se trata de unos festivales, deJapón en honor a la luna de otoño. La celebración de la luna llena, se llevan acabo entre septiembre y octubre. Esta tradición llegó a Japón hace más de milquinientos años desde China. Durante el período Heian los miembros de la clasealta se reunían bordo de sus embarcaciones con el fin de ver el reflejo de laluna sobre la superficie del agua y recitar poesía bajo la luna llena. ElTsukimi consiste en contemplar la Luna el primer día de otoño cuando la Luna está llena, y los días siguientes.
RESUMEN DEL CAP
Amaterasu está interesada en obtener el Libro Infinito, pero, con la muerte de Byakko, el libro desapareció de todo plano conocido. La diosa del Sol, junto con su hijo Kumanokusubi, estuvieron al pendiente de los antecesores de Atsushi (los recipientes de Byakko) para aprender cómo era que Byakko se relacionaba con ellos. Luego de descubrir que tan pronto moría uno, atendía el llamado de la primera mujer estéril, realizaron un plan en el que hiciera lo mismo con una mujer voluntaria que estaba asociada al orfanato en elq que Atsushi se encuentra ahora. Así que, sí, Amaterasu lo planeó todo para tener a Atsushi.
¿Por qué quiere a Atsushi? Porque, como sabe que el Libro ya no existe, nuestro protagonista le servirá como un arma. Sucede también que ella no sabe del Palacio Mental de Byakko, solo sabe que estuvo oculta en un lugar al cual no tiene acceso. Ahora, sin Byakko en la ecuación, Amaterasu cree que será más sencillo controlar a Atsushi. Kumanokusubi está infiltrado con los científicos y notó que hubo un cambio en el muchacho luego de que Byakko falleciera. Asimismo, hablaron de usar a Sigma pues recuerden que se fusionó con el espejo Yata y tiene la capacidad de copiar cualquier habilidad (aunque no saben mucho de la variante que es el traspaso de la información).
El plan ahora es que en el Tsukimi, el Festival de la Luna, harán que tengan contacto Sigma y Atsushi, pensando que obtendrán un clon (por decirlo de una manera) de Atsushi.
La razón por la que Amaterasu estaba obsesionada con el Libro era porque quería usarlo para eliminar la existencia de Tsukuyomi y hacer que Susanoo esté con ella. Pero, como ya no existe, quiere usar a Atsushi para deshacerse de Tsukuyomi. Se preguntarán que cómo pues la respuesta son las garras. ¿Recuerdan que las garras de Atsushi logran cortar Rashomon? Bueno, algo así.
¿Y bien? ¿Qué opinan?
Sé que suena algo enredado, por lo que si tienen dudas, pueden dejarlas en los comentarios. Francamente, no me sentí cómoda escribiendo la relación de Amaterasu y Kumanokusubi, pero necesitaba demostrar que ella no es para nada una santa. Todo lo contrario. Además de su obsesión con Susanoo.
En fin, muchas gracias por leer!
Espero les haya gustado!
Nos leemos~
Cuídense~
AliPon fuera~*~*
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