Capítulo 15

Hola!

Un capítulo por la Navidad jejeje

Les deseo una Feliz Navidad!!*lanza papelitos de colores y abre una botella*

A leer!

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A pesar de haber pasado bastante tiempo desde que despertó de su inconsciencia, Atsushi aún tenía dificultades para determinar si lo que estaba viviendo era la realidad o un recuerdo más de sus otros yo. En ocasiones los días y rutinas eran tan semejantes a las del otro Atsushi que la única diferencia eran los castigos recibidos. Las visitas a las celdas del sótano eran cada vez más frecuentes a como las vio en esas otras memorias. Por más que intentaba no cometer errores, el Director y cuidadores encontraban la manera de causarle dolor. Esto lo orilló a refinar su resonancia con Shin y que una fracción del poder del tigre pudiera aminorar el daño que recibía.

Ah, Shin, su fiel amigo, su corazón, lo protegía por las noches en las que necesitaba descansar y recuperarse de las palizas. Al menos el tigre ya no le pedía disculpas constantes por haber sido «irresponsable», cosa que Atsushi no comprendía ya que él había sido el curioso que pisó el interior de una habitación para la que aún no estaba preparado. Las memorias ahí resguardadas fueron una revelación por demás importante: Byakko-san fue su madre. Atsushi había nacido de humanos, pero, por sus venas, corría energía divina de la Diosa de la Luna. Las palabras del Director ya no lo herían, no era un huérfano cualquiera, fue el hijo de una diosa y ella siempre estuvo con él. Madre fue la que erigió el palacio mental más hermoso que había visto, ella lo protegió a su manera en reiteradas ocasiones y siempre buscó darle un poco de felicidad en tiempos turbulentos.

Atsushi Nakajima fue un hijo amado hasta el último suspiro de la mujer más hermosa que sus ojos habían visto en cada una de sus vidas.

«Vidas.»

A pesar de sus catorce años, Atsushi no se sentía un adolescente. Con estas memorias adicionales en ocasiones se consideraba el mayor de los infantes en el recinto; después de todo, una de sus versiones llegó a los veintidós años. Al mismo tiempo, tuvo la sensación de que un velo se le había retirado de los ojos. Madre le había quitado una porción, Shin también contribuyó, mas los recuerdos de sus vidas pasadas-futuras (no había mejor manera de describirlo) lo despertaron por completo. Quizás el sabor de la libertad , de saber que en unos años abandonaría este sitio y encontraría un hogar, le hizo cambiar de perspectiva. Sí, su vida en el orfanato no había cambiado a como lo recordaba, mas sus sentidos se agudizaron al grado de percibir una atención siniestra sobre él. Los niños podían ser aterradores, pero esta malicia no provenía de ellos. Se le asemejaba a cuando estuvo bajo la influencia de la habilidad de Q: un ser perverso lo vigilaba y el instinto de Atsushi le gritaba que debía huir.

«No puedes huir de mí», susurraba en silencio lo que estuviera acechándolo. Los vellos albinos de la nuca se le erizaban, sus pupilas se contraían y un sudor frío empapaba su espalda con una regularidad apabullante. No había día que esa entidad no lo atormentara al menos una vez. De repente, notó un patrón: cuando esto ocurría, el Director se le aparecía al poco tiempo e iniciaba un castigo. Mientras lo abofeteaba o lo latigueaba, la mirada dura del hombre se ensombrecía de más debajo de ese flequillo recto que cubría su frente. Shin rugía en su interior, caminando en círculos en el salón principal, mas Atsushi se negaba a cambiar lugares. Él había soportado infinidad de escarmientos, podía con uno más... con dos... con tres...

No importaba, a los dieciocho años sería echado del orfanato y en cuatro semanas se encontraría con ese hombre. Desconocía su nombre, en las memorias que absorbió jamás pudo escuchar o leer cómo se llamaba el que se había ganado su corazón. En la soledad de la celda fría, solía soñar despierto, rememorando a la persona por la que sus mejillas se calentaban. Antes de partir, madre le había dicho que un día encontraría el amor y vaya que tuvo razón. Este..., ¿cómo lo llamó su versión sin recuerdos? ¿«Príncipe»?, no sonaba mal, pero, ¿qué otro mote le había dado en sus vidas pasadas-futuras? ¿«Mi dalia»? Sonaba mejor. ¡Sí! ¡Él era su dalia! Bien, pues, su dalia lo salvó cuando estuvo a punto de morir, hizo una locura para salvarlo, Atsushi lo conoció en una versión inmadura y lo vio crecer hasta alcanzar la mayoría de edad. Su dalia era guapo, de cabellos castaños y ondulados, ojos similares a trozos de chocolate, brazos perfectos para rodearlo, latidos reconfortantes y...

—¡Oh, no! —musitó por lo bajo, ocultando el rostro entre sus manos y encogiéndose en sí mismo.

Con su dalia, Atsushi había, eh, pues, practicado... varias veces...

¡Nononono! ¡Necesitaba tranquilizarse! Debía recordar otras cosas, no esas escenas. Nada de noches pasionales, las distintas maneras en las que su dalia lo tomó, lo atractivo que se veía cuando lo miraba desde arriba al mismo tiempo que se perdía en su interior, las confesiones de amor y la posesividad en las caricias...

¡Aaaaah! ¡Nononono! ¡Aléjense, aléjense, pensamientos indecorosos!

Al mirar su entrepierna se obligó a recitar las reglas del orfanato hasta que se bajara la pequeña carpa. Esto de tener un cuerpo adolescente tenía sus contras.

«Joven amo», llamó Shin en su cabeza.

«¿Sí?», replicó Atsushi en forma de pensamiento.

«¿Quiere que esta noche vigile su sueño?»

«El Director dijo que me quedaré aquí encerrado por tres días» mencionó con el ceño fruncido y alzando el rostro para mirar el techo.

«Es correcto, joven amo.»

«Shin, ¿lo notaste?»

«¿El qué, joven amo?»

«El Director se veía agitado, despedía un aroma a preocupación y ansiedad» señaló Atsushi. Había estado practicando mejorar sus sentidos de manera voluntaria con ayuda de Shin, empezando con el olfato.

Entrecerró los ojos al repasar lo ocurrido horas atrás. Atsushi había estado leyendo tranquilamente en la paupérrima biblioteca, cuando sintió la mirada maléfica y acto seguido se abrió la puerta del área. El Director había ingresado a zancadas, lo tomó del bicep y lo sacó a rastras. Afuera, estaba llorando un niño que solía molestarlo, el cual lo señalaba y decía que él había sido el culpable. Atsushi no había visto al niño en toda la mañana, tampoco se lo había cruzado, por lo que claramente lo estaba inculpando como venía siendo costumbre entre los demás niños. Se sabía del trato injusto y violento hacia él, cosa que aprovechaba el resto para culparlo de travesuras que no cometía. Por tanto, no le resultó extraña la situación, sin embargo, en sus memorias nuevas esto no había pasado. En realidad, la mayoría de los martirios que había recibido desde que despertó, no calzaban con las vividas por su otro yo. Incluso el comportamiento del Director tenía fisuras notorias para Atsushi. A sus fosas nasales había llegado el aroma de la ansiedad y ¿preocupación?

Un presentimiento nefasto lo hizo arrinconarse en la celda donde había sido arrojado.

Algo se avecinaba.

«Sí, lo percibí, joven amo.»

«Tengo un mal presentimiento, Shin.»

«¿Mal presentimiento?»

«Espero estar equivocado, pero creo que tiene que ver con el Libro.»

«¿El Libro? Usted me dijo que Byakko-sama y su otro yo lo destruyeron, ¿no es así?»

«Sí, pero...»

En eso, apareció un pensamiento aterrador.

«¿Pero?»

Su corazón comenzó a latir con fuerza.

«Shin, ¿en verdad esto es un orfanato?»

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¿Y bien? ¿Qué opinan?

Este es un capítulo por estas fiestas jejeje Más adelante hay uno de Navidad, pero no fue posible llegar a él ;u; De cualquier manera, este tiene ciertas revelaciones y ahora sabemos que Atsushi tiene demasiada información que será crucial en el futuro OwO

Muchas gracias por leer!

Espero tengan unas lindas fiestas, pásenla bonito con sus seres queridos, diviértanse y creen nuevos recuerdos! No se peleen por los terrenos de la familia! No amarguen las festividades uwu

Nos leemos!

Cuídense~

AliPon fuera~*~*

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