Prólogo 1/2
15 años.
Juro que no pasé ni 2 horas en esta maldita escuela y ya odio a la maldita rubia hueca y oxigenada que tengo a dos casilleros míos. Es una idiota, se pasa todo el día queriendo llamar la atención con su estúpido grupo de amigas, obviamente son todas falsas, están con ellas para ver si se les pega la popularidad y la atención que tiene la rubia.
Tiene la atención de las chicas, de los chicos, incluso de los cursos más altos y de los más bajos que nosotras, lo sé porque le vi hablando con varios grupos de antepenúltimo y último año y en clases siempre es la atención y adoración de los profesores para ella.
Ya resalta con su nombre estúpidamente raro de por si: Ivanova Jones.
Es la persona más despreciable que conozco. No es porque sólo la juzgué así porque sí, tengo mis motivos, en clase de biología la Miss perfecta ni siquiera me dejó hablar para contestar las preguntas, siempre que sobrepasaba por mi voz y contestaba por mí, me observaba y me decía con ese estúpido aire desdeñoso "tal vez para la próxima", próximo está la imagen de mi puño contra su perfecta cara con ojos azules.
En Japón a personas como ella le damos su maldito castigo...
Mis pensamientos fueron cortados al momento en el que las escandalosas risas de las amigas de la rubia fueron en aumento. Cerré mi casillero y me voltee a ver en su dirección, estaba, que gran casualidad, la rubia encabezando el grupo, a su lado había una chica castaña de ojos claros también, creo que se llama Lonnie Moore o algo así, detrás también había varias chicas a las cuales no recuerdo su nombre, pero entre ellas había una pelirroja que parecía la más calmada de todas, Samara Daily. El grupo de chicas estaba extasiadas por uno de los chicos de último año, era alto, fornido, castaño y de ojos azules y cejas algo pobladas, pero, por lo que escuché, se llama Luka y es uno de los chicos más deseados de la secundaria. Cosa que al parecer saben muy bien ese grupo, sobre todo la rubia quien charlaba abiertamente con él.
Me dirigí hacia la cafetería dejando atrás al ruidoso grupo de chicas. Cuando entré, o salí mejor dicho, me di cuenta de que esta cafetería estaba al aire libre. Luego de unos segundos, me dirigí a un árbol algo alejado, desde aquí se parecía perfecto sentarse ahí.
Me encamine pero en mi trayecto me tropecé con un chico, tenía el cabello castaño algo oscuro, ojos azules y era sólo por dos centímetros más alto que yo ¿qué le sucede a esta escuela con las personas de ojos azules?.
Estaba por decirle que lo sentía cuando me rodeó y, con la misma velocidad que vino, se fue.
Decidí dejar pasar ese momento y me dirigí al árbol, me senté debajo de una rama perfecta que daba sombra y saqué una manzana de mi mochila. No podría decir que este lugar no es nada parecido a la escuela en Japón, es más, aquí son más flexibles que allá, pero en cuestión amistades la cosa cambiaba. No era que fuera una gran antisocial que odiaba al mundo, sólo no le caía tan bien a la gente ya que tengo ese extraño don-maldición que hace que mi lengua hable antes de pensar y suelte cosas, demasiadas cosas, en su mayoría algo hirientes.
Me puse mis auriculares y los conecté en mi IPod, puse una canción y cerré los ojos.
Mi tarde podría haber sido mejor si alguien no se hubiera puesto al frente mío tapando el sol que me calentaba la cara. Abrí los ojos y encontré a la chica pelirroja, la tal Samara, amiga de la maldita rubia hueca.
—Escuché que eres nueva —comenzó.
—En realidad no, sólo me escondía en el armario de limpieza hasta que el director se enojó y dijo que saliera a socializar —contesté con sarcasmo.
La pelirroja arrugo el ceño y ladeó la cabeza a un costado para, luego de unos segundos, largarse a reír. ¿Todos están locos aquí?.
—Que graciosa eres —dijo sentándose a mi lado.
La pelirroja extendió su mano con una sonrisa y volvió a hablar.
—Soy Samara Daily, un gusto.
Estreche su mano igual como me había enseñado mi padre, un agarre firme y en movimiento seco.
—Kira Yamagi —contesté— ¿por qué te acercaste a mí?.
—Te vi chocando con Jarek y vine a saludarte y a decirte que él es así normalmente —contestó.
—¿Lo conoces? —pregunté.
—Sip —contestó pronunciando la p—, quien no, es un Jones al fin y al cabo.
—¿Un Jones? —pregunté confundida.
—Sí, son 4 hermanos de 6 que vienen a esta escuela y son conocidos por ser muy populares —explicó—, Nova es una Jones, va a biología contigo, creo.
—¿Nova? ¿La rubia? —pregunté.
—Sí, esa misma —contestó.
—¿Y dices que son populares? —dije recordando al tal Jarek.
—Sí, el mayor es Luka Jones, tal vez lo hayas conocido —comenzó.
Entonces recordé al castaño de ojos azules que hablaba con el grupo de chillonas en el pasillo, por eso la rubia hueca estaba encabezando el grupo, hablaba con su hermano.
>>Luego está Aaron, va también a último año ya que lo adelantaron, pero es un año menor que Luka —prosiguió la pelirroja—, en la línea sigue Nova, luego Jarek que va a un año por debajo nuestro y también tienen dos hermanos gemelos pero van a preparatoria, dicen que son los Reyes de las bromas.
Asentí analizando la situación, la rubia no viene sola, tiene un montón de hermanos, de seguro igual de idiotas que ella, que también están en la escuela, de ahí viene su popularidad, no puede hacerse de ella sola.
—Sería genial venir con tus hermanos a la escuela, pero yo no tengo ninguno aquí —prosiguió la pelirroja—, ¿tú tienes hermanos?.
—Sólo uno, Shawn, pero no viene a esta escuela —respondí.
***
Pasé el resto del recreo con Samara, era agradable, incluso me cae bien, y varios, cuando ya tocó el timbre para volver, la saludaban, al parecer ella se lleva muy bien con todos. La cafetería quedó en completo vacío, sólo quedaban algunas personas pero también ya estaban encaminadas a irse. Estaba hablando con Samara cuando alguien llegó hasta nosotras y tomó a la pelirroja de la mano, era la maldita rubia hueca de Ivanova Jones.
—Vamos Sam, llegaremos tarde —dijo y empezó a tirar de ella.
—Hey, alto ahí —salté agarrando la otra mano de la pelirroja—, ella está conmigo.
La rubia se volteó a observarme descolocada, como si recién se hubiera dado cuenta de mi presencia, su expresión cambió, como si le acabara de tirar un balde de agua fría y pasó a reírse amargamente.
—Escucha ¿Kira no? —comenzó—, ya sé que eres nueva y tal vez no entiendas varias cosas de aquí, pero ella es mi amiga.
—Bueno, también es mi amiga —solté y me encogi de hombros.
Samara se volteó a verme con una sonrisa y ladeó de nuevo la cabeza hacia un costado.
—Aw, ¿en serio soy tu amiga? —preguntó cómo si fuera una niña de 5 años.
Pero ninguna de las dos le hizo caso a la pelirroja, hacíamos un pequeño concurso de miradas, el cual terminó con Ivanova rodando sus malditos ojos azules y bufó.
—No discutire contigo. Sam, vamos —contestó.
—No discutes con alguien que te da la cara, ¡qué feo, rubia hueca! Perdón si no empecé a mover mi cola como todas tus perritas falderas —escupi.
Y esos son esos típicos momentos en el que mi lengua habla antes de que mi cerebro analice la situación. La rubia se volteó a verme con la boca abierta y arrugó el ceño de manera desafiante.
—¿Cómo me dijiste? —preguntó intentando desafiarme.
—Lo que escuchaste, rubia hueca —contesté.
—Ya verás... —comenzó acercándose a mí.
Pensé que me atacaria, incluso yo ya estaba lista para golpearla, pero en su lugar, tomó el espagueti de uno de los platos y me lo lanzó pegando de lleno contra mi cara. El fideo cayó y yo me saqué la salsa de los ojos. Observé cautelosa a la rubia mientras que Samara se tapaba la boca sorprendida. Por mi parte, tomé el vaso de refresco y se lo lancé a la cara. Comenzamos una larga pelea de comida que terminó con nosotras dos en la maldita dirección.
Genial, primer día y ya me darán un castigo.
***
El tic tac del reloj de pared ya me estaba siendo frustrante. Pasó media hora desde que salí de la dirección luego de decir todo lo que había ocurrido y entró Ivanova. La directora me pidió que me quedara aquí porque luego quería seguir hablando conmigo, así que no me quedó de otra que quedarme aquí sentada y sola.
Estaba tan concentrada en la hora del reloj que ni siquiera noté cuando alguien llegó y se sentó a mi lado. Era un chico más grande que yo, tal vez de último año, castaño claro, por lo que pude ver de reojo que tenía unos bonitos ojos claros. Este me miraba confundido pero a la misma vez curioso, pasaba de observar mi cabello a mi cara, luego a mis ojos y terminaba de vuelta en mi cabello que estaba lleno de salsa.
—Tienes algo de salsa... —comenzó apuntando mi cabello.
—Tengo salsa en todos lados ¿está bien? —contesté.
Él abrió la boca para luego cerrarla algo avergonzado, genial, hice sentir mal al chico, que por cierto es muy atractivo, sólo porque me pelee con Ivanova, otra vez que la maldita rubia hueca la caga.
—Lo siento —solté—, sólo que me enoja demasiado que esa... esa maldita...
Comencé apuntando a la puerta con odio puro. El castaño observó la puerta durante unos segundos y luego se giró a verme.
—Escuché que tuviste una pelea con Ivanova, ¿qué sucedió? —preguntó.
—Sucedió que le dije un par de verdades a la cara a esa maldita idiota e imbécil rubia hueca —comencé y mi lengua se adelantó—, ella no me manda como a todos esos malditos perros falderos que tiene como amigas, sólo no le hice caso y ya me tiró salsa a la cabeza, obviamente me defendería. ¡Ah no, pero si no le haces caso a la gran Ivanova Jones mereces el maldito averno!. ¡Averno mi trasero!, se cree importante sólo porque ella y los otros idiotas de sus hermanos son "populares". De seguro son sólo niños mimados como ella que quieren llamar la atención y eso odio de la gente, que hagan lo que sea para resaltar sólo por querer que las personas los miren.
—Se nota que no eres de aquí —comenzó el castaño.
—Vengo de otro país —contesté.
Del que nunca tendría que haberme ido pensé.
—Déjame adivinar —comenzó este con una sonrisa— ¿Corea?.
¡Y que sonrisa! Pensé. No, Kira, controlate.
—Japón —logré responder.
Asintió observando mi cara con total atención. Él estaba por responder algo cuando el chasquido de la puerta se escuchó y esta se abrió dejándonos ver a la directora y a la maldita rubia hueca, quien, al ver al castaño, sonrió y fue a abrazarlo.
—Hermanito querido, gracias por quedarte —dijo.
¿Hermano?¡¿Hermano?!, maldita sea y yo hablando mal de la rubia hueca con su hermano.
—Ve adelantandote Nova, tengo que hablar con la directora —dijo este una vez que se separaron.
La rubia me miró de reojo con desprecio y salió de ahí. Por mi parte, tenía ganas de que la tierra me tragara, la directora dijo algo pero ni siquiera la escuché, sólo tenía ojos para ver al que reconocí, según me dijo Samara, al segundo de los hermanos Jones: Aaron.
Este se acercó un poco más a mí y para ese entonces yo ya era un tomate. No sólo porque sea el hermano de la persona más despreciable de la galaxia, sino también por la cercanía.
—Y-yo no sabía que ella era tu hermana —comencé—, en todo caso, tendrías que haberme dicho, maldito idiota, ahora también quedé mal contigo. Y yo que pensé...
—¿Qué pensaste? —preguntó con una sonrisa burlona.
—Que eras normal —logré contestar.
—Soy normal —contestó y su sonrisa creció—, en todo caso, te admito que tienes razón, la mayoría de mis hermanos son idiotas, a veces yo también —dijo y se acercó a mi oído y dijo en tono más bajo— pero intentaré no ser uno contigo. Adiós Kira.
Y, sin siquiera darme cuenta de cuanto tiempo pasó, él salió de la habitación dejándome ahí sola. ¡¿Qué mierda fue todo eso?!, lo que si, fue muy intenso, eso seguro.
***
Pasó una semana desde que ocurrió lo de la pelea de comida, me encontraba en uno de los cubículos del baño, no estaba haciendo nada, sólo estaba con mi teléfono escribiendo a Shawn, pero no quería que nadie me molestara así que ¿qué mejor lugar para estar sola? Sí, el baño.
No volví a ver a Aaron luego de eso, ni siquiera a tener una conversación como la de ese día, sólo nos cruzamos en los pasillos y él se voltea sólo a mirarme y sonreír a mi dirección.
Apagué mi teléfono y me levanté del inodoro, estaba por abrir la puerta del cubículo cuando alguien entró, en realidad, eran varias personas.
—¡No ocurrió eso y lo saben! —chilló una chica y yo paré la oreja—, ¡No hagan rumores sobre eso!.
—No nos mientas Nova, es obvio que pasó —contestó una chica con voz pasiva y se rió maliciosamente—, ¿qué dirán tus hermanos cuando se enteren que su perfecta hermana se acostó con uno de sus compañeros de equipo?.
—Pero eso no pasó, Lonnie, deja de decir mentiras —respondió una voz que reconocí como Samara—, nadie te creerá.
—¿Y estás fotos? —contestó la tal Lonnie.
—¡Ni siquiera son reales! —chilló la rubia hueca.
—Ya lo sé, idiota, son trucadas, pero están tan bien hechas que la gente las verá y creerá que son reales —comenzó Lonnie— ¿o no chicas? ¿qué tal si las pegamos todas estas copias en los pasillos? Ahí la verán todos, incluso los hermanitos Jones.
—¡¿Por qué me haces esto, Lonnie?! —chilló de nueva la rubia entre sollozos.
Parece que está llorando, pobre, esa tal Lonnie quiere acabar con su reputación, hasta siento lástima por la rubia, sí, puede que me caiga mal, pero no por eso tienes que arruinar su vida así.
—¡Porque tú te besaste a Tyler y sabes que él me gusta! —ahora Lonnie estaba gritando—, dejaré que todo el mundo te vea como eres, como una puta.
Ya no pude evitarlo y salí de mi cubículo, observé a Ivanova quien lloraba abrazada a Samara y, del otro lado, estaba Lonnie con una sonrisa triunfal sosteniendo unas fotos y sus amigas atrás. Me interpuce entre los dos bandos y me voltee a ver a Lonnie enojada, no dejaré que alguien trate de puta a una chica sólo porque se besó con alguien.
—La única que le dice puta aquí soy yo —dije enfrentando a la castaña.
—Tú muevete, bicho raro —contestó.
Me quiso correr con la mano con la que sostenía las fotos, yo fui más rápida y se las saqué y choqué mi puño contra su mejilla. Ella se hizo unos pasos hacia atrás y yo escondi las fotos detrás mío.
—Escucho que andas esparciendo rumores de esos por aquí y juro que te encontraré, a ti y a tus amigas, y les desfigurare tanto la cara que ni su madre las reconocera —amenace.
Algunas chicas del grupo se hicieron para atrás y otras empujaban a Lonnie llevándola fuera del baño. Una vez que desaparecieron, tiré las fotos al inodoro y accione la cadena.
Todas las fotos desaparecieron y yo me voltee a ver a la rubia quien seguía llorando.
En ese momento hice lo que nunca habría hecho con nadie, fui y la abracé. Ivanova me rodeó al instante y se puso a llorar en mi cuello mientras repetía varias veces un "gracias". Alguien más se nos acercó, Samara, y nos abrazó también.
Quien diría que en ese baño de esa mugrosa escuela me haría amiga de la rubia que odiaba hasta hace una semana.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top