Capítulo 1- ¡Ya ha llegado!


Nam's pov

-¿Se puede saber qué cojones traes aquí hombre?- Me quejé por el peso de la enorme caja que llevaba en brazos.

-¡Pues están todos mis juguetes!- exclamó el peliazul con emoción, sonriendo cuadrado y con total inocencia.

-¿Por qué mierda traes juguetes si ya tienes 27 años?- Gruñí.

- ¡Hobi!¡Namjoon me ha hablado fuerte!

- ¡Namjoon hombre, deja en paz a Tae! - el llamado me regañó, rodeando con sus antebrazos a su novio, en una postura totalmente dramática, y frunciendo el ceño, intentando resultar amenazante pero viéndose totalmente ridículo.  Yo simplemente me resigné a rodar los ojos, para acto seguido, dejar el empaque junto a otros que habíamos traído antes.

Oh, verdad, que no os he explicado.

Hoseok y Tae, después de casi 6 años de relación, habían decidido dar un paso más, y por tanto, comenzarían a vivir juntos.

Sin embargo, no sería en cualquier lado, sino en la casa de sus abuelos, o mejor dicho, la antigua casa de sus abuelos, pues estos la pusieron a su nombre, y como ya estaban mayores y requerían ciertos cuidados, habían decidido por voluntad propia, ingresar a un hogar de ancianos.

Los padres de mi amigo insistieron en hacerse cargo, pero ellos rechazaron la oferta alegando que "no querían dar más problemas a la familia, y que estarían bien juntos y rodeados de otros de su edad".

Aunque evidentemente, ni siquiera un miembro de los Jung dejaba de ir a verles, incluso Taehyung les adoraba.

Y por eso ahora mismo estaba ayudándoles en la mudanza. O más bien, llevándola a cabo, porque los dos se dedicaban a andar de melosos y diciéndose todo tipo de cursilerías mientras el pobre Namjoonie traía paquetes y paquetes, cual esclavo...

En un principio no quería venir, no me malinterpretéis, no era por pereza, ni egoísmo, no me molestaba en lo absoluto ayudarles.

Solo que este lugar me traía muchos recuerdos...

Bueno, a decir verdad, solo uno, pero ese uno marcó el resto de mi vida.

En esta casa conocí a Jin.

Habían pasado 5 años desde que se había marchado, y yo aún le extrañaba tanto o incluso más que el primer día.

Mi plan había funcionado a la perfección, pues después de toda la farsa de Dong Sun, y de que le dijese las mentiras más jodidamente absurdas del mundo, el pelinegro había tomado la decisión de aceptar la propuesta, y por tanto, tan solo un mes después, ya estaba rumbo a tierra francesa.

Y francamente, fue muchísimo peor de lo que pensé que sería.

No me arrepentía, pero aún así, dolía. No dejaba de pensar que si quizá las cosas hubiesen ido de otra forma, en ese instante fuésemos él y yo los que estuviésemos mudándonos a una nueva casa.

Por ello, lo que respectaba a mi vida amorosa, era un puto asco.

Un par de polvos aquí y allá, pero nunca nada serio, y ni siquiera eso se sentía bien. Porque no podía evitar comparar a todos aquellos que, o me hacían compañía una noche, o intentaban entablar algo conmigo, con la princesa.

Era simplemente imposible encontrar a alguien mínimamente cercano a él.
Nadie sonreía igual, nadie hacía sus pucheros, nadie gemía de esa forma, ni discutía por tonterías, ni me llamaba simio... Simplemente nadie podría ocupar su lugar. Y de cierta forma, tampoco quería, pues a pesar de todo, su solo recuerdo seguía siendo mejor que la compañía de cualquier otro.

Así que, en un punto, llegué a la conclusión de que simplemente me dejaría llevar, no intentaría buscar a alguien más que me diese calor, no cuando no conseguían quitarme ni una pizca de frío.

Sin embargo, en el ámbito profesional, todo iba de puta madre.

Finalmente me había graduado, y justamente, como hablamos tantas veces, y después de dejarnos el lomo trabajando, Yoongi y yo habíamos terminado poniendo nuestra propia discográfica.

Era relativamente nueva, solo llevábamos dos años metidos de lleno en la industria, pero el artista que representábamos había impactado fuerte. 

Y ese sujeto era nada más y nada menos que Kim Jungkook.

El chaval era malditamente talentoso.

Podía cantar, bailar, e incluso rapear si se lo proponía, y además era jodidamente guapo... Casi tanto como su hermano.

Y os preguntaréis... ¿Cómo es posible que el chico haya querido trabajar conmigo después de odiarme a muerte por lo que supuestamente le hice a Jin?

A decir verdad, en un inicio no aceptaba, ni siquiera ante las insistencias de su novio (o bueno, de uno de ellos, porque sí, seguían en su especie de poliamor), gracias al cual no terminó matándome, pero luego de debatir el tema con Hoseok y el pálido, tomé la decisión de contarles a los tres menores la verdad, ya que como podéis imaginar, Jungkook no era el único que me tenía en la lista negra.

Por supuesto, les puse la condición de que no podrían decirle ni una palabra al respecto  al pelinegro, pues a diferencia de mí, ellos si mantenían contacto con este.

El caso es que nuestra pequeña corporación iba viento en popa, por lo que SUGA y RM, ya eran nombres que circulaban alrededor de Corea.

Nosotros no éramos los únicos que habíamos tenido éxito.

Mi amigo de enorme sonrisa, y el más bajito del grupo, después de currar y currar, habían fundado su propia compañía de baile, y eran oficialmente socios. Con su maldito talento era obvio que les iría jodidamente bien.

Y luego estaba Tae, quien se había teñido el pelo de azul, alegando que era sangre de pitufos, y quien tras obtener su título universitario, era fotógrafo como Dios manda. Con toda su tontería nadie hubiese pensado que tendría tanta mano con una cámara.

Pero sin duda a quien mejor le iba de todos era a mi princesa.

La historia del joven cocinero coreano que llegó a Francia, había revolucionado el puto mundo culinario.

Su cara era portada de montones de revistas referidas a la gastronomía, y su participación había elevado los niveles de audiencia de un sinnúmero de programas, incluso sabía que había ganado algún que otro premio.

Y eso lograba aliviar mi dolor al menos un poquito, porque me hacía pensar que al final no todo había sido en vano, que había valido la pena por verle brillar.

Porque él se merecía eso... Y mucho más.

Después de un par de horas entre muebles y maletas, finalmente hicimos una pausa.

-¡Veo Veo!- Exclamó el más joven de los tres.

-¿Qué ves?-  Hoseok le siguió la rima, sonriendo embobado, como si tuviera delante lo más angelical del mundo y no a un hombre de casi 30 años queriendo jugar al veo veo. Aunque no podría juzgarle, pues yo solía mirar a mi chico de igual forma.

-¡Una cosa!

-¿De qué color?

-¡Verdeeeeeeee!

Decidí dejarles a su bola, y por tanto, sin mucho más que hacer, me puse a mirar el vaso de agua que tenía entre mis manos como si fuese lo más interesante del mundo.

-Una pregunta así súper tonta...- Después de unos minutos, les interrumpí, poniendo la voz más "tierna" que pude- ¿Por qué cojones soy yo el único que está aquí?

Y es que era cierto. Aparentemente todos habían quedado en ayudar, pero solo yo me encontraba haciéndolo.

-Pues porque eres el más fuerte- mi amigo, ahora castaño, respondió con indiferencia, encogiéndose de hombros.

-¿Y eso qué mierda importa? Me dijiste que la rata, el enano y el otro idiota ayudarían.

-Pero ellos no han podido venir, porque han ido a- La palma de su novio en sus labios impidió que el chico de sonrisa rectangular pudiera culminar la frase, dándome a entender que estaba ocurriendo algo de lo cual yo no era consciente.

- ¿A dónde han ido? - pregunté, cruzándome de brazos y alzando una ceja, reclamando una explicación.

-Pues a comprar algo para comer, claro.. Ja.. Ja- Respondió Hobi apartando la mirada y sonriendo nervioso.

-Muy bien... ¿Qué coño está pasando aquí?

- ¡Miraaa! ¡Ya han llegado! - Exclamó Tae con total emoción, ignorándome y señalando con un dedo a un coche que podía ser observado a través de la puerta abierta de la casa.

Inmediatamente emprendió carrera desde el interior hasta la acera,  en rumbo al auto de Yoongi, de donde bajaron él, Jimin y Kook...

O eso creí, pues una cuarta figura emergió de los asientos traseros.

Y todo lo que pasó a continuación lo sentí en una jodida cámara lenta.

Juro que pensé que los ojos se me saldrían. La respiración me fallaba, por mis manos empezó a escurrir sudor de una forma totalmente anormal y mi ritmo cardíaco se aceleró a niveles sobrehumanos.

Un joven alto, esbelto, de hombros anchos y cabello púrpura salió a la luz, para recibir de brazos abiertos al peliazul y apretarle fuerte sonriendo en grande, con esa sonrisa que tan jodidamente loco me volvía.

Porque sí, la persona que estaba a tan solo unos metros de mí, era la misma que me había robado el puto corazón, y a la cual no pensé volver ver en la vida.

Kim Seokjin.

Holaaaaaa

Quería publicar antes, pero con todos estos problemas de Wattpad me costó bastante trabajo.

Bueno espero que os haya gustado, y os agradezco muchísimo seguir leyendo.

Un besazo😘😘😘😘😘😘

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