8. No eres débil, nena
Feel Like Shit – Tate McRae
Mi almuerzo fue moco con jugo de lágrimas.
Salgo de uno de los cubículos del baño y me tomo un instante para verme en el espejo. Sin embargo, en cuanto mis ojos se posan en mi reflejo, evito volver a mirarme. Se nota que lloré y me avergüenzo de mí misma. ¿Qué diré ahora cuando me pregunten qué me ocurrió?
«Vibel, qué patética».
En estos momentos, no estoy enojada con Ezra. En el fondo, sé que tiene razón. No debería importante qué piensan los demás de mí, no debería tener que justificarme ante las persona, no debería actuar solo para que los demás me valoren.
Simplemente, debería ser yo.
¿Pero cómo sé quién soy cuando siempre antepuse esos pensamientos a lo que de verdad quiero? Creo que, en un punto, eso se tornó un hábito y ya no sé cómo es pensar solo por mí.
Las palabras de Ezra abrieron las heridas que fingía ignorar. Mi autoestima destrozada palpita de forma ardiente. ¿Cómo es que ese chico se atrevió a decirme la verdad en mi cara? Quizá, porque la verdad no ofende, pero sí duele.
«¿Y qué importa si lloré? No pienses en los otros, Vibel. Haz tu vida», me autorregaño.
Me lavo la cara y me acomodo un poco el cabello. Me peino con los dedos y me hago una coleta alta. Llorar me abrió el apetito y tengo mucha hambre. Pero no haré tiempo a comer, la cafetería ya dejó de servir comida y, en menos de cinco minutos, tocará el timbre que anuncia el comienzo de la nueva clase.
Tomo una buena cantidad de papel de baño y salgo con una ola de falsa energía renovada. No me importa que mi cara esté enrojecida ni que mis ojos se vean acuosos y pequeños. No me pone mal tener la voz ronca o tener que sonarme la nariz cada dos pasos.
Decido que lo mejor es hacer tiempo con mi móvil, sentada en algún banco de piedra que hay al aire libre. Los de la parte de atrás siempre suelen estar vacíos. Descubrí que nadie va allí porque la recepción de wifi es mala, pero como yo utilizo mis datos móviles, realmente no me importa.
La humedad del agua por no haberme secado la cara me revitaliza, pero no lo suficiente. Encuentro un buen lugar y me siento en un banco de cemento. Apoyo mi bolso en la mesa que tiene pintado un tablero de ajedrez, que dudo mucho alguien lo haya usado alguna vez, y lo utilizo de almohada.
Mi estómago se revuelve cuando noto que tengo dos mensajes de Ezra sin leer. Respiro hondo y los abro:
[No te preocupes por el almuerzo. Comí solo.]
[Entiendo que no quieras cumplir con nuestro acuerdo.]
[Pero no te preocupes, cumpliré con lo mío y guardaré silencio.]
De pronto, nuestra conversación de anoche tiene sentido. Es cierto. El almuerzo. Él me dijo que la próxima vez que nos viéramos, quería que almorzáramos juntos. Él ya sabía que hoy nos veríamos en la escuela, ¡lo tenía todo planeado!
Pero... ¿en serio, pretendía que comiéramos juntos después de lo que pasó entre nosotros hace unos minutos?
No me siento en condiciones de responderle. Mi cabeza es incapaz de procesar su mensaje de texto en estos momentos. Sé que en las discusiones entre dos, la culpa se divide. Uno siempre puede elegir no participar.
Y yo decidí responderle. Reaccioné mal, y lo acepto.
Sin embargo, la otra mitad la de la culpa es de él. Ezra no sabe quién ni cómo soy. Y, tampoco, aunque lo supiera, tiene derecho a opinar sobre mi vida como lo hizo. Si lo tengo que poner en perspectiva, para mí, él simplemente es la persona que me coacciona por saber mi secreto. Nuestra relación no podría ser peor. Me siento muy irritada cuando estoy a su lado.
Empiezo a teclear una respuesta genérica justo en el momento en el que él se conecta y aparece en línea.
Borro mi intento de respuesta. No tiene sentido que intente algo en este momento. Prefiero enviarle un patético mensaje de texto a Tobías.
[Necesito un abrazo😣]
[Y vacaciones...😣]
Guardo mi teléfono en lo más profundo de mi bolso. Por primera vez, en mucho tiempo, no quiero tocarlo. Me dirijo al salón de Arte, cabizbaja.
Arte es una de las materias optativas que elegí. Su simplicidad fue lo que me atrajo. Tal vez, sus horas me ayuden a despejar la mente.
El aula de Arte es una de las más enormes de todo el colegio. Hay estantes repletos de materiales varios como temperas, acrílicos, acuarelas, lienzos, diferentes tipos de pinceles y lápices. También, hay muestrarios de papeles y sus diferentes cualidades, manualidades a medio hacer, pilones de periódicos viejos y frascos vacíos o con residuos de dudosa procedencia. El salón está tan bien equipado que, en una esquina, tiene dos grandes lavatorios. De esta manera, los docentes se evitan que los alumnos deambulemos en busca de agua para lavarse las manos o enjuagar utensilios.
No sé cuándo lo tomé, pero me descubro nuevamente con el teléfono en la mano a punto de enviarle un mensaje a Ezra.
[¿Podemos hablar?]
Lo envió.
El aula de arte, junto con la de música, son las únicas que tienen ventanales internos a los pasillos. Por eso, todo aquel que pase por afuera del salón puede ver en qué trabajan los estudiantes.
Y, debido a eso, lo veo. Ezra está apoyado contra la pared, rodeado de alumnos que parecen interrogarlo. La mayoría, son de nuestra clase. Reconozco al grupito de chicas que nos interceptó a la salida de Historia.
Es una escena escolar normal, en un día de clases típico, en un instituto común y corriente. Todos cuchichean entre sí, incluyen al nuevo, hablan y se ríen.
Menos yo.
Para mí, una escena así se ve lejana. Casi imposible. Por eso, en cuanto lo veo, siento una punzada en el pecho. No puedo definir con exactitud qué es.
Elimino mi mensaje con prisas antes de que Ezra alcance a leerlo.
Oleadas de envidia, pena —por mí misma o no—, angustia, enojo e impotencia. Siento cada emoción de forma individual, dándole su lugar, pera también ninguna y todas a la vez. Ya no quiero seguir con todo esto. No quiero entrar. No soy capaz de mirarlo a los ojos después de lo que está sucediendo.
Camino en dirección a la salida del instituto y, una vez fuera, me pido un Uger para ir a mi casa.
💗💗💗
costada en mi cama, leo las respuestas que le han enviado a Aisha sus seguidores después de que, de forma casi inconsciente, subí un estado con en el que dejé que las propias inseguridades de Vibel se filtraran a Aisha por un instante.
Mentiría si dijera que a veces quisiera tener cuentas secretas en donde nadie me responda, para eso, escribiría en un diario o en un archivo de mi computadora. Sin embargo, si ellos me conocieran —a Vibel—, estoy segura de que no dirían lo mismo.
Releo por quinta vez lo que escribí, pensando en borrarlo o no. De todos modos, desaparecerá al cabo de 24 horas.
Aunque nunca me crean cuando lo digo, la persona que está tras Aisha tiene demasiado poco de Aisha.
Es una tipa normal, solo eso.
Pero si la tuviera que definir en una palabra ella es débil y tiene miedo. De todo. Ni yo entiendo bien por qué.
Creo que una de las razones del yo que está detrás de este personaje es que ella quiere ser como Aisha. El personaje de Aisha Miau es inalcanzable, todo lo que esa chica de instituto desea y..., simplemente es difícil, ¿saben?
Estoy en el limbo. No encajo de una forma ni de otra, soy una marginada social, no puedo pertenecer. No soy parte de nada cuando soy yo misma pero tampoco encajo cuando soy otra... ¿Para qué fingir, entonces, si de un modo u otro no seré aceptada?
Según las estadísticas de la historia, alcanzó varias miles de vistas en poco menos de una hora. Asimismo, como mis seguidores comenzaron a responderme y a interactuar conmigo, el algoritmo me benefició y la historia se salió un poquito de control. Sus mensajes en mi inbox se están saliendo de control.
Con dudas, me paro frente a mi tocador y comienzo a maquillarme. Hoy no quiero brillos ni cosas extravagantes. Solo me centro en mis pestañas y mis labios. Lo demás conserva un toque sutil y natural gracias a la base y los polvos fijadores. Me coloco lentes de contacto verde claro y una peluca rubia de aspecto natural. Una leve sonrisa surca mi rostro cuando me percato de que los últimos vestigios de Vibel desaparecen.
Camino a mi ropero y tomo una sudadera fucsia de mangas anchas con un estampado retro en el pecho. Me la coloco, con cuidado de no despeinarme. En la parte inferior, me dejo mi pantalón de pijama. No me calzo ni tampoco me coloco medias. No se me verá nada de eso, por lo que no es necesario un outfit completo.
Tomo mi móvil y lo configuro. Hace tiempo que no grabo un video en vivo espontáneo, por lo que estoy un poco nerviosa. De todos modos, no es algo que quiera dejar publicado. Solo lo podrán ver los que se conecten en el momento. Configuré que será privado, exclusivo para mi novecientos mil setecientos ochenta seguidores —a excepción de mis padres y sus cuentas que creen son secretas—. Aún tengo un par de horas libres antes de que la casa se llene con su ruido habitual.
Presiono play.
Estoy tan solo unos segundos sola. Pronto, la gente comienza a unirse. Intento varias veces sacar conversación de temas triviales, pero todos en el chat hacen referencia a lo que posteé hace un rato.
Poco a poco, paso de tener cientos a miles de espectadores. Resulta incómodo imaginar que diez mil personas me están prestando atención mientras hablo sobre cualquier cosa.
Sin embargo, los comentarios y los mensajes de preocupación no tardan en llegar. Sonrío; la calidez me invade. Parpadeo con rapidez para eliminar la sensación de humedad que desborda en mis ojos.
Tengo que aclarar las cosas para que no se salgan de control.
—Tranquilidad —pido—. Sé que no están acostumbrados a que suba estados de ese tipo. No es el tipo de contenido que hago. No me gusta ni me siento cómoda con esas cosas —carraspeo—, pero hoy sentí que toqué fondo y que si seguía así podría explotar. Quien soy yo en realidad se filtró a través Aisha.
»Creo que al final este en vivo no terminó siendo para ustedes. Es para mí. Porque en el fondo necesitaba hablar con alguien y no tengo con quién.
[Jamás estarás sola. Nos tienes a nosotros xoxox]
Me dejo llevar y comienzo a responder algunas preguntas que dejan en el chat sobre cosas como «¿qué me agobia?», «¿por qué me siento sola?», «¿qué hago cuando estoy abrumada?» o «¿qué pienso de la terapia y si me atiendo con un psicólogo?».
Mis respuestas se resumen en «todo y nada a la vez», «porque no encajo», «me aíslo y consumo series, libros, cosas para no pensar», «supongo que es bueno ir, pero no creo que yo necesite ir a terapia».
[Cualquiera debe ir a terapia, aunque se sienta bien]
Leo la respuesta de esa persona en voz alta y varios debaten sobre el tema. No me meto, porque no quiero cagarla. Ya bastante tengo con que, cada vez que quiero hablar, mi voz flaquea y tengo que fingir que tomo agua para no quebrarme en vivo.
Varios seguidores se desconectan y las interacciones van disminuyendo: el video se está convirtiéndose en un fracaso.
Tomo una gran bocanada de aire. Mis mejillas se encienden levemente por la impotencia. Los que continúan conectados siguen escribiendo en el chat mientras que los haters, que siempre están, son baneados por la misma comunidad que hay a mí alrededor.
—Confieso que nadie sabe quién soy en la vida real. Aisha y mi verdadero yo son las dos caras de una misma moneda... o eso era lo que siempre pensé. —Una risa amarga se escapa de mis labios—. Pero me di cuenta de que solo me engañaba a mí misma. Mi yo real no le llega ni en los talones a Aisha.
»No sé si fue un error tratar de hablar estas cosas aquí, con ustedes, pero en el fondo siento que hay temas que solo deben quedarse para uno mismo.
[Tú eres Aisha, tú la creaste!!! cree en ti!!! xoxox]
[Me encanta que hables de Aisha en tercera persona. Me da ternura 7///7]
[Háblanos de esta forma más seguido, ¡te amamos! Y cómo no hacerlo... si TÚ eres Aisha Miau, mi ídola...]
[Solo son nombres. En el fondo, eres quién decides ser. Confía más en tus capacidades.]
Trago saliva en seco. La situación me pone incómoda y su condescendencia me hace sentir peor. Trato de responder pero mi voz se quiebra.
[Ey... ¿Esto no era actuado entonces? :O]
[¿Y ahora qué le pasó? Alguien que explique... ¡recién llego!]
[¿¡Va a llorar!? NO. No llores. Me partirás el alma.]
[¿Quién hizo llorar a Aisha Miau? ¿A quién hay que matar?]
[Ya sabía yo que a Aisha le pasaba algo desde que empezó el vivo... ☠️ Era obvio que hoy lloró mucho. Su voz de oye pastosa, como gangosa y sus ojos están enrojecidos a pesar del make up.]
Trato de ignorar la rebelión que se arma en el chat pero no puedo. Hay gente que está muy preocupada y quiere saber qué sucedió. Llegan más de veinte mensajes por minutos y no alcanzo a leer todo.
—Es... estoy bien —digo, pero mi voz sale ahogada—. Solo tuve un muy mal día, ¡y ni siquiera fue el peor en la lista de malos días! Gracias por su preocupación.
»De verdad, gracias por hacerme sentirme escuchada, al menos, por un ratito. Me hizo bien hablar de esta forma con ustedes. —Hago un corazón con los dedos de mi mano y me desconecto.
En cuanto todo termina, mi corazón late con fuerza. El sudor recorre mi frente y, con el puño de mi ropa, me la seco. Me arranco la peluca y la arrojo a un costado, seguido de un suspiro en el cual libero todo el aire contenido. Sin siquiera levantarme de la cama, en donde estoy sentada, miro hacia un espejo que está pegado en mi pared. Me veo patética con la cara enrojecida y el cabello desordenado por haber llevado peluca.
Tengo una profundas ganas de llorar; no entiendo bien por qué, pero creo que tiene que ver con la sensación de que todo está saliéndose de control. El nudo en la garganta es tan pesado que no me deja respirar con normalidad.
No sé cuánto tiempo me quedo así, mirando mi reflejo. Salgo del trance cuando escucho que a Gato arañar mi puerta para que lo deje entrar a mi habitación. Me obligo a reaccionar y desbloqueo mi móvil. Simplemente tengo apretar la opción de «eliminar video».
Sin embargo, mis ojos se quedan clavados en el último mensaje que ingresó en el chat del en vivo.
[Es bueno que la gente te dé su aprobación, pero al fin y al cabo eso no interesa. Nadie te conoce. Nadie vive lo que vives. Nadie siente lo que sientes. Solo tú sabes lo que es realmente importante. Así que... sí, está bien que te sientas contenida por nosotros.
No eres débil, nena. Eres fuerte, solo que todavía no lo sabes.
Te amo, Aisha.
¡Nunca cambies!]
Respiro hondo y elimino el video antes de que mis padres lo vean y hagan preguntas innecesarias. Pero es tarde porque Tobías lo vio.
Oh, el drama... 😢✨🎭
En este capítulo, acompañamos a Vibel en un momento que para ella es muy difícil. 💔
Las emociones la dominan y se vulnerabiliza frente a la cámara. Necesita conectar con alguien y, sobre todo, que alguien le diga que todo va a estar bien.
Seamos realistas, todos tenemos esos días en los que parece que el mundo se nos viene encima. 🌧️🌀 No hay que juzgar nunca cómo se siente el otro. 😔 Pero tampoco podemos usar nuestro malestar para maltratar a los demás.
Equilibrio.
Y, también, un punto de quiebre importante para su Vibs evolución como personaje.
¿Cómo reaccionarías si estuvieras en sus zapatos? 🤔
Mientras escribía esta parte, me preguntaba qué haría yo si fuera ella y, honestamente, sería aislarme. 😔🚩
¡Contame cómo te sentiste al leerlo!
¿Te conmovió?
¿Te recordó a alguna experiencia propia?
¿Cómo creés esto la afectará más adelante? 💬💭
¡Estoy ansiosa por leer tu opinión! Tus comentarios siempre son mi parte favorita. 💖✨
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top