4. Tú eres Aisha Miau
Why – Sabrina Carpenter
Me quedo estática mientras mi mundo comienza a derrumbarse con un ensordecedor chasquido de fondo. Lo miro a los ojos. ¿Escuché bien? ¿Me dijo Aisha? Tiene que ser un error.
—¿Disculpa?
—Tenía muchas ganas de conocerte, Vibel —continúa él.
Un hueco crece en mi estómago. Me siento desconcertada, él lo debe notar, porque me sonríe con condescendencia. El cálido calor abandona mi cuerpo para transformarse en un sudor seco, pastoso y palpable. El chico lanza una carcajada que me obliga a fruncir el ceño. No entiendo qué es lo que le parece gracioso.
—¿Cómo sabes mi nombre? —pregunto con cautela y comienzo a asustarme.
—Te preocupas por eso y no sobre cómo es que llegue aquí. —Se lleva una mano a la barbilla—. ¿De verdad?
Siento que mi cara se pone de todos colores posibles. Arde, y no me gusta. Me está haciendo sentir incomoda y quiero desaparecer. Él tiene un punto. Es una desconocido y me estuvo esperando hasta encontrarme, pero ¿cómo lo supo? No creo que haya podido seguirme en la bicicleta con todas las vueltas que da el bus.
La teoría del psicópata vuelve a aparecer en mi mente y ahora no suena tan exagerada. ¡Estoy en una pesadilla! Necesito que este día acabe de una vez por todas.
—Oye, no es para tanto —se apresura a explicarse—. Te seguí. Y también te llamé, pero no pude alcanzarte. Reconocí tu uniforme —señala el escudo del instituto en mi uniforme deportivo— y decidí esperar.
El aire que tenía contenido en mis pulmones se escapa sin pedirme permiso. Tiene razón. Quizá estoy exagerando. Simplemente pudo haber leído en la barra de notificaciones algún mensaje que me mandaron y supuso que me llamo Vibel o Aisha...
«Tranquila. Todo estará bien».
Incluso, si alguien me llamó, pudo haber atendido. Aunque no sé qué opción es peor, porque si fue alguno de mis padres, estaré en problemas.
De todos modos, no puedo culparlo. Estoy segura de que en su situación, yo también hubiera caído en la tentación de revisar el teléfono de alguien ajeno. No obstante, el saber que mi celular tiene activo el desbloqueo a través de huella digital —¡incluso activé el escáner biométrico!— me relaja. En mi imaginación, sonrío victoriosa porque estoy segura de que no pudo revisar demasiado.
—Mmm... Bueno, me tengo que ir —menciono y aprovecho el momento justo para marcar mi retirada—. En serio, gracias por traerme el móvil y, sobre todo, esperar a que saliera —le sonrió lista para dar la media vuelta—. Significa mucho para mí. Se nota que eres un buen chico.
Fingiré demencia. Sí, eso es lo mejor. Quedarme más tiempo con él es contraproducente para mi estado mental. Me giro con la intensión de cruzar la calle hasta que llegue mi madre.
«¿Preguntarle su nombre? ¿Es que soy estúpida? Sí, como no... ¡Vibel, ese chico tiene tatuado «problemas» en su frente».
No doy ni dos pasos que él me intercepta agarrándome del brazo. Una leve esperanza masoquista se enciende en mi alma, pero se apaga tan pronto en que oigo lo que tiene para decir.
—No te preocupes, Aisha Miau. Te aseguro que no fue nada esperarte aquí.
Me detengo en seco, quedando con medio paso sostenido en el aire. ¿Qué? De vuelta: ¿qué? ¿Lo oí bien? No. No es ningún error. Él realmente acaba de llamarme por mi nickname de las redes sociales. Miles de opciones viajan por mi cerebro al punto de ocasionarme un cortocircuito y empezar a hiperventilar.
¿Lo enfrento? ¿Lo ignoro? ¿Lo asesino? ¡No, no puedo! Hay testigos y de seguro la policía llegaría pronto. Maldición, ¡¿qué hago?! El miedo me acobija y me paralizo, a pesar de tener unas ganas intensas de gritar. Nunca creí que me podría causar tanto terror oír mi secreto en la boca de otro. ¿¡¿No sé qué hacer?!?
—¡Ey! —Me toca el hombro. La próxima vez que vuelva a hacer contacto físico conmigo me orinaré encima—. ¿Vibel? ¿Estás bien?
—Me confundes con alguien más —digo.
«¡¿?!».
Ni siquiera proceso mi respuesta. Solo atino por bajar mi vista al suelo, de espalda a la calle, y a abrazarme a mi celular. En estos momentos, no sé si estoy tan aterrorizada como para llorar una semana seguida o podría ir presa por cometer un homicidio.
Trato de pensar las cosas con claridad, me obligo a encontrar una explicación. Lo único que se me ocurre es la posibilidad de que él sea un fan y que, a causa de las lentillas fucsias, se haya confundido. Eso explicaría por qué no se quedó mi celular y su interés por devolvérmelo.
Pronto notará que lo que dice es una tontería. Cualquier friki común y corriente podría ponerse lentes de contacto de colores para lucir genial, ¿o no?
—No, claro que no, Vibel. —Siento que me responde mi pregunta mental de manera automática—. Tú eres Aisha Miau. Encontré todo en tu teléfono.
—¿Qué? ¿Lo hackeaste? —chillo mandando a la mierda mi coartada perfecta de la confusión o inventarme una prima imaginaria.
¡Si él revisó mi teléfono, estoy muerta!
—No es difícil. ¿Tu año de nacimiento? ¿Lo dices en serio? —Arquea una ceja con autosuficiente y me da ganas de romperle la cara—. Lo adiviné en mi tercer intento. Supuse que debíamos tener la misma edad.
—¿Año de nacimiento? No mientas. ¡Se desbloquea con la huella o mi rostro! —Señalo con mi dedo índice el símbolo del escanea dactilar. Sin darme cuenta, he subido mi voz.
—Sí, sí... Pero cuando uno crea ese tipo de seguridad, también se te pide poner una forma de bloqueo adicional con contraseña —me explica con paciencia, pero puedo ver que tiene ganas de reírse—. Además, no me culpes. Estaba aburrido esperándote. Y, bueno..., soy humano; la curiosidad es algo inherente a nuestra especie.
Cierro los ojos con pesadez. ¿Qué era lo que significaba ? Ay, ¡no lo sé! Siento ganas de vomitar: primero, por dejar que me explicara algo tan obvio que me había olvidado de que existía —por la emoción de las configuraciones biométricas, dejé descuidada la protección de mi celular— y, segundo, porque tiene razón.
—Además, admito que me volvía loco saber qué clase de selfies se sacaría la chica de ojos fucsias. —Me guiña un ojo y mis ganas de vomitar se acrecientan tres veces más. Él debe haber notado mi reacción porque se ríe—. ¿Entonces lo admites?
—No entiendo qué es lo gracioso —respondo, claramente irritada.
—¿Lo admites por negación? —sonríe de lado.
—¿Qué?
—O sea... porque no lo estás afirmando, pero tampoco negando —explica y tengo ganas de darle un puñetazo.
—Oye... es-escucha —comienzo a balbucear y, lo que es peor, mi voz sube y amenaza con rozar la histeria con chillidos agudos—. No juegues con esto. Es mi vida. No te metas. Nadie lo sabe y nadie debe saber que yo soy Aisha Miau. —termino la frase casi a los gritos—. ¡Es mi secreto!
No me doy cuenta de mi exabrupto hasta que él da un paso para quedar frente a frente y me tapa la boca con su mano. Abro mis ojos con sorpresa y, con mi única mano libre, trato de apartarlo.
—Shh... shh... Calma. Así te delatarás sola —dice en un susurro para ayudarme a bajar la voz.
Suspiro y cierro mis ojos. Cuento hasta tres y una lágrima comienza a descender por mi mejilla. En cuanto cae sobre sus dedos, él quita su mano con delicadeza. Carraspea. Luce demasiado confundido, casi culpable.
Me llevo mi mano a la boca y me la tapo con el dorso. Los nervios me están agobiando al punto que creo que puedo colapsar en cualquier instante.
—Por favor. Nadie puede saberlo —digo entre hipidos; más lágrimas comienzan a caer y trato de apartarlas. Si mis seguidores se enteran de quién soy en verdad, todo lo que construí se derrumbará. Me tacharán de fraude—. Nadie.
A mi espalda, una bocina suena y me sobresalto; no tengo ni que voltearme a ver para saber quién es porque reconozco enseguida el coche.
—Mierda. Es mi madre. ¡Necesito seguir hablando contigo! Necesito convencerte para que cierres tu boca.
Él me sonríe. Algo en su gesto me calma y me altera por partes iguales. Carraspea nuevamente y se mete la mano en el bolsillo del jean. Saca su teléfono y lo agita en mi dirección:
—Y lo harás —me responde con una sonrisa—. Tengo tu número.
Puedo jurar que él me guiña un ojo de manera divertida, pero no puedo seguir conversando con él en estos momentos.
Me seco cualquier rastro de lágrimas, tomo aire y camino con resignación hacia el auto de mi mamá. Al subirme al auto de estilo familiar, la saludo. No obstante, ella no lo hace. Sus primeras palabras son otras:
—¿Quién es ese chico? —pregunta con un interés casi palpable. Lo veo en sus ojos. Se está imaginando algo que no es.
—No lo sé —contesto y me doy cuenta de que en verdad no sé quién es.
—Vamos... Estaban hablando con mucha confianza... —Mueve sus cejas y busca un tipo de respuesta que ni en un millón de años me veo capaz de darle—. ¿Quién?
Chasqueo mi lengua con fastidio. Mi humor es ya lo suficiente pésimo como para tener que soportar una conversación de este estilo. Me siento desnuda ante ese chico, porque sabe la cosa más importante de mi vida, lo que jamás le conté a nadie: mi secreto mayor guardado. Juego con desventaja, y eso me aterra.
—Ay, no sé, mamá —respondo elevando mi tono de voz, claramente agobiada por su insistencia—. Solo me pidió una dirección —contesto lo primero que se me cruza por la cabeza; enseguida nota que miento.
Mamá bufa y se queja por mi repentino malhumor mientras se coloca un mechón de pelo tras la oreja, pero como lo tiene tan corto, veo cómo se cae. Ahora tengo que tolerar la lista de Cien cosas malas sobre mí mientras volvemos a casa. Decido que no voy a hablar más con ella durante el resto del viaje.
«¿Por qué todo se tenía que ir a la mierda tan rápido? ¿Por qué?».
Apoyo mi cabeza sobre la ventana y por momentos oigo el monólogo que da mi mamá sobre mi actitud de mierda. Estoy tentada a escuchar música, pero sé que eso será peor. Quiero disculparme, porque sé que la culpa es mía. No obstante, cuando estoy a punto de hacerlo, ella dice algo que me inflama al punto de hacerme implosionar:
—Seguro estás así porque sigues menstruando...
Y eso es lo último elijoescuchar hasta que llegue a casa. Revuelvo en mi bolso en busca de mis auriculares.La culpa se ha esfumado. Me los coloco y me quedo dormida casi de maneraautomática.
¡Hola a todxs! 👋💖
Ya llegamos al capítulo en el que comienzan los verdaderos enredos. 💅🏻🔥 Entramos en la parte divertida de la historia... ¡donde Ezra empieza a hacer de las suyas en la vida de Vibel! 😏💥
A partir de acá, las cosas se complican y los problemas aumentan. 💣💥 Acá, nos subimos en una montaña rusa de emociones. 🎢📈
¿Qué les viene pareciendo la historia hasta ahora? 💣💫
Si no la leyeron... ¿qué creen que va a pasar? 😏💥
Por otro lado... ¿ya me siguen en redes? En todas me cuentan como @naiiphilpotts. ❤️ Soy muy activa en Threads e Instagram.
También estoy pensando en revivir mi grupo de lectores de WhatsApp. ¿Les gustaría algo así? ¿O tienen otra idea?
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