1. Comienza la magia

Secrets – One Republic 🎶🌸


—¡Carajo! Se me metió adentro. —Me giro a mirarlo y una sensación de sorpresa me recorre. Quiero asesinarlo—. ¡Quítalo! ¡Me duele!

Suelto un suspiro y, por un instante, lo ignoro. ¿Cómo puede ser que, después de años usando lentes de contacto, aún no sepa ponérselos? Termino de atar mi cabello en una coleta alta y me levanto del sofá. Todavía falta que me ponga el millar de horquillas que sujetan mis mechones rebeldes. Si seguimos así, no vamos a terminar más.

Me acerco él, que sigue dando saltitos de desesperación frente a su escritorio, y revoleo los ojos con pereza.

—A ver... ¡quédate quieto! —demando. Necesito que aparte las manos de sus ojos o no podré hacer nada—. En serio. ¿Otra vez? Lo tienes debajo del párpado. Eres un imbé...

No puedo continuar la frase. Ver a Brolin con los ojos llorosos y lágrimas en sus mejillas me deja sin aliento por un instante. Por mero acto de empatía e imitación, mis ojos se empiezan a aguar. Tengo que parpadear con rapidez porque no quiero que se me corra el maquillaje.

—Siéntate —le pido con seriedad—. Te aseguro que esta será la última vez que te ayudaré.

—Creo que... —hace una pausa para soltar un chillido de dolor mientras se reclina en su silla gamer—... ya van tres o cuatro veces que te oigo decir eso.

Niego con la cabeza y, como si fuera una cirujana, lo obligo echar el cuello para atrás. Tomo aire y lo contengo. Con las yemas de mis dedos le levanto el párpado y, con suaves movimientos, trato de enderezar la lentilla. Lo hago con delicadeza y mucho cuidado, no quiero lastimarlo. Temo rasguñarlo con mis largas uñas.

Luego de unos críticos segundos y de escuchar a Brolin decir que se quedaría ciego, consigo mi cometido. La lente colorida se da vuelta y se desliza hasta quedar en su posición. Aparto mis manos de él y, sin darme cuenta, suelto el aire que tenía contenido.

—Vibsha —chilla, alargando la A de aquel estúpido apodo, mientras, parpadea como un desquiciado—. ¡Me salvaste! ¿Ves por qué odio usar estas mierdas?

—Entonces no las uses —le digo mientras me giro para continuar con mi peinado.

No responde. Sin embargo, me detiene y me abraza por la espalda.

—Gracias, Vibsha. —Por un instante, mi corazón da un vuelco: sigue siendo un chico. Inspiro para calmar las emociones que se despiertan en mi cuerpo hasta que me doy cuenta de que huele a naranjas y chocolate. Saboreo por un instante, pero frunzo el ceño.

Qué asco. ¡Es la culpa de los estúpidos caramelos que está promocionando! Lo miro a los ojos y me devuelve una mirada felina. Literalmente. Porque sus lentes de contacto simulan ser los ojos rasgados de un gato.

Lo aparto quitándome sus brazos de encima, como si removiera una sanguijuela de mi cuerpo. Él se ríe de mí y toma un pañuelo descartable para terminar de secarse las lágrimas. Niego con mi cabeza y continúo arreglándome sin prestarle mayor atención.

—Será mejor que nos apuremos —le digo—. No puedo quedarme mucho tiempo hoy. Tengo que volver al colegio.

—¿Es necesario que vayas? —comenta con un dejo de reproche en su voz. Sé que le molesta trabajar a las apuradas y aún no se acostumbra a que mis vacaciones terminaron.

Sep. Soy menor de edad. Recuérdalo. Además, es el tercer día de escuela y ya falté a tres clases —informo con desgano mientras termino de recogerme el pelo con las horquillas.

—Pero no por mí...

—Lo sé, pero yo hoy no debería estar aquí. Si no fuera por la porción de video borrada, no tendríamos que repetir lo que ya grabamos.

Veo cómo se tira en su cama y me regala la carita de perrito mojado que vuelve loca a sus fans. Lo ignoro como al pronóstico en un día de lluvia cuando me advirtieron que lleve paraguas. Sigo con lo mío. Tomo mi peluca aguamarina y me la coloco procurando que no se vean los mechones castaños de mi pelo real.

Luego, me concentro en el maquillaje. Necesito mi labial turquesa, pero en mi portacosméticos no está. Lo más probable es que lo haya dejado en casa. Por si acaso, decido levantarme e ir revisar mi mochila. Con suerte, se cayó en el fondo o algo por el estilo.

Mientras estoy agachada en el suelo, Brolin se para de un salto y se me acerca como un niño que quiere un juguete. Con falsa timidez, me pregunta si tengo un lápiz delineador negro o marrón. Pongo mis ojos en blanco, porque es obvio que sí tengo, y le aviento mi cartuchera antes de que se ponga fastidioso. El gesto lo toma por desprevenido y le pego en la cara. Él tiene su propio set de maquillaje, pero siempre me pide mis cosas. ¡No parece tener diecinueve años!

—¡Gracias! Eres la mejor amiga que tengo. —Me da un sonoro beso en la mejilla y se marcha dando saltitos hasta el espejo—. Apúrate, Vibsha.

«Amiga». Supongo que luego de hablar durante tantos meses él puede verlo así. No obstante, siento que todo en él es una fachada y no es una persona sincera. Pero no es su culpa ni debe hacerlo a propósito. Se acostumbró tanto a su personaje que ya no diferencia cuál es su verdadero yo, pero creo que me gustaría conocerlo.

Lo sigo, cansada. Me duele la cabeza. Aún no me acostumbro a tener que madrugar. Mi cuerpo me pide horas de sueño que no puedo darle. En vacaciones me convierto en una especie de bebé gigante: como y duermo cuando tengo ganas.

Al final, mi labial turquesa no está. No obstante, es algo solucionable. Tomo una sombra de ese color y lo mezclo con un poco de brillo transparente. Me pongo la alquimia en mis labios y le sonrío al espejo. Por último, me trenzo el cabello falso y me lo amarro con una gomita con una estrella gigante. Brolin se delinea sus ojos con negro para acentuar su mirada felina.

—Como siempre, preciosa —me susurra al oído de manera seductora y yo me obligo a suprimir las ganas de pegarle un puñetazo en el estómago—. Pero te falta esto... ¡Cierra los ojos!

Espío y noto que está tratando de abrir con torpeza un frasquito de purpurina con forma de estrellas; es algo viejo, lo debe de haber encontrado al revisar mi cartuchera. Me río por lo bajo. Con su dedo me pone el producto las mejillas. La piel de mis brazos se me eriza ante el contacto con sus manos.

«Solo es el idiota de Brolin», me digo. «Y uno de los influencers más codiciados...».

—¡Pero en la primera parte del video no las tengo! —le reclamo.

—No importa, no tiene por qué ser perfecto. Además, la editora puede dejar un mensaje de que la parte final se tuvo que volver a grabar.

—Pero no digan cuándo, o mis padres me matarán.

—¿Y te crees que a mí no? —responde con un gesto de horror en el rostro.

Tiene un buen punto. Saca su móvil del bolsillo y nos tomamos una selfie. La sube a Mynstagram como si fuera un recuerdo. Aprecio el detalle, aunque de seguro es porque mi mamá también lo sigue y pretende seguir vivo unos cuántos años más.

Observo cómo salí en la foto y veo que no está nada mal. Digo, Aisha no está nada mal. Como siempre, luce como una muñeca, pero es falsa. Su cabello turquesa hace juego con el maquillaje. Sus ojos fucsias y sus largas pestañas postizas acentúan su mirada juguetona y divertida. ¿Quién no querría pasar el rato con Aisha?

Anxious, por su lado, también salió bastante bien. Debo admitir que su cabello teñido de color rojo fuego, los ojos felinos y la ropa de skater boy —aunque de eso tenga poco— le sientan a la perfección. Aunque su estilo no es muy original, todos lo aman. Su personalidad es hipnótica en la cámara.

Brolin está ante su computadora y vuelve a chequear que todo esté correctamente conectado para que nada falle esta vez. Cuando me da el okey, me acerco con mi silla y me coloco unos auriculares que tienen luces rosadas.

—Yo estaba de este lado, ¿verdad? —pregunto para corroborar.

Él asiente, pero de todos modos hace clic en la primera parte del video. Es increíble, nos vemos casi iguales a como estuvimos hace días.

¡Hola, hola, hola! —escucho su particular saludo triple con tonos de voz diferente—. Aquí, Anxious. ¿Cómo están todos? Hoy tengo una supersorpresa para ustedes. Nos acompaña...

¡Aisha Miau, por aquí! —Veo que hago un doble signo de victoria con mis dedos mientras saco mi lengua—. Es un honor para mí volver a compartir pantalla con este chico guapo —Hago una pausa llevándome un dedo a mis labios y finjo dudar; luego, continúo casi en un susurro—. Siempre y cuando no juguemos a nada, ya saben... no debe de haber superado la humillación de la última vez... Y eso que yo soy pésima en los videojuegos, ¡miau!

Ay, por favor. Ese día no estaba inspirado, eso es to...

—Oh, por Dios, apágalo. No puedo con el cringe. Nunca me acostumbraré a ver mis propios videos —digo tapándome la cara con las manos.

—Por eso prefiero los streams —dice él—. Menos edición, más espontaneidad y libertad.

«Pero menos control», pienso.

—¿Lista? —pregunta y yo asiento. Él mira a cámara y por lo bajo hace una cuenta regresiva con sus dedos para que esté atenta. Y entonces, cuando llega a cero, comienza la magia.

Anxious estalla en carcajadas de manera natural en respuesta a un chiste que hice yo y quedó grabado en la porción de video anterior. Luego, me empuja con gracia y se acerca hasta que nuestras sillas se chocan. Se pega a mí y me toma la mano, pero esta vez su cercanía no me incomoda porque en este momento, él ya dejó de ser Brolin, como yo dejé de ser Vibel. Ahora solo nos concentramos en nuestro trabajo: entretener a nuestros seguidores.

¡Bienvenid@s a la nueva versión de No me delates! 🎉💥

Esta historia ha crecido junto conmigo, pero también junto a muchas de ustedes. La nueva versión consta de más capítulos y está llena de sorpresas. 🔥

Cambié, mejoré y agregué mucha información que espero les encante. 💖

¿Cómo creen que será la nueva Vibel? 💣⭐

¿Piensan que cambiará la relación con Ezra? 👀💫

¿List@s para vivir esta aventura otra vez o por primera vez? 🚀🌈

Comenten y cuéntenme sus partes favoritas 💬✨ 

Su apoyo significa mucho para mí, sobre todo, porque este está siendo mi regreso luego de un año difícil, diferente y alejada de redes.

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