Prólogo: Parte 2
Ya habían pasado varios días desde que Zokar se marchó, pero ambos erizos no tenían contacto alguno. Aleena no ha sabido nada de él desde entonces y eso sin duda le preocupaba demasiado. Él le había dicho que la contactaría cuando llegara a ese lugar del que le había hablado, pero nada pasó.
Aleena se encontraba en la casa que compartía con él, solo que ahora ella la notaba mucho más diferente. Ya no era lo mismo de antes, se sentía más vacía, se sentía más sola. Estaba muy silenciosa, solo se podía escuchar el tic-tac del reloj.
Y es muy comprensible, decirle adiós al amor de tu vida... No es fácil, y mucho menos cuando no sabes si eso significa un "hasta pronto" o un "hasta nunca". Es algo duro de digerir pero... ¿Qué más se puede hacer?
Ese es el tipo de miedo que sentía Aleena en estos momentos. El miedo de sentir inseguridad, sentir desesperación... sentir que tu pequeño mundo se está derribando lentamente y no puedes hacer nada al respecto, sólo... esperar a que todo salga como tu imaginación lo vaya construyendo.
En su mente aún conservaba aquellas últimas palabras que escucho salir de la boca de su amado, "Muy pronto volveré, lo prometo..."
Sus ojos empezaron a humedeserse para cuando menos lo acordaba, ya estaba llorando desconsoladamente. De repente sus piernas no podían aguantar más, haciendo que cayera de rodillas.
— ...¿Qué acaso no piensas cumplir lo que habías prometido...? — su tono de voz era muy inaudible y triste, tanto que haría sentir mal a quien lo escuchara.
Pero, ¿de qué promesa estaba hablando? Una promesa que nunca debe romperse cuando en una relación hay amor verdadero.
"Estar juntos por siempre... hasta que la muerte los separe"
Tal vez suene muy exagerado y precipitado pensar en eso cuando sólo se trata de un pequeño problema, como "un viaje temporal" pero cualquiera haría o pensaría locuras cuando está destruido por dentro. Y más si no has sabido nada de aquella persona.
Aún seguía pensando el porqué su esposo se había ido. Todavía pensaba en lo que le habia dicho... pero... ¿Le habría dicho toda la verdad?
●●●●●
Zokar había llegado al lugar que indicaba la pequeña tarjeta. Era un enorme edificio, y en la parte de arriba tenía unas enormes letras azules que decían "Nirvel". Esta empresa era muy conocida por casi todo Mobius, ya que en esta se fabricaban máquinas para facilitar el trabajo doméstico o casi cualquier tipo de labor.
Cuando Zokar entró, quedó totalmente impresionado por el gran tamaño del salón. Era simplemente gigantesco, y por su mente pasó que era mucho más grande que su casa.
Dejando sus pensamientos de lado, comenzó a dar pequeños y lentos pasos para observar con mucho entusiasmo todo su alrededor. La decoración del lugar era muy llamativa. Las paredes estaban pintadas de un color azul con unos pequeños y elegantes detalles blancos, al igual que las enormes cortinas que colgaban al lado de las inmensas ventanas para que dejarán que el sol entrará por estas e iluminaran todo el salón.
Por ser una empresa bastante reconocida, no debería sorprenderle a Zokar que esté al borde de personas. Personas que buscan una vida mejor para sí mismas o para sus seres queridos, y creen que ganando dinero lo lograrán, es por eso que vienen a este lugar para buscar un empleo que les "ayudarán a cumplir sus sueños", pero sinceramente muy pocos son los que lo consiguen. Esto preocupo mucho al erizo verdoso ¿y si no conseguía el empleo? Pero... tiene una probabilidad de conseguirlo, después de todo Neyla le había asegurado que lo tendría, pero eso no eliminaba la preocupación de aquel erizo. Aun seguía hundido en sus pensamientos hasta que alguien logró que reaccionara.
— ¡Señor! — Esa voz fue la que hizo que reaccionara: la voz de la recepcionista. Era una equidna de color anaranjado con unos ojos azules cielo que parecían un par de diamantes. Vestía su uniforme de trabajo, el cual consistía en una camisa blanca y una falda azul y, al igual que todos los empleados, portaba un broche plateado en el pecho con su nombre grabado en el.
— ¡Ah! ¿Qué...? Oh, disculpeme, he estado muy distraído últimamente señorita... ¿Tikal?
— No se preocupe señor Zokar, si gusta podría tomar asiento mientras yo me encargo de todo lo demás. — al terminar de decirle eso, la chica le guiño el ojo para después dirigirse al elevador.
— Amm... ¡Si!... si, es-esta bien. — el erizo dijo lo que Tikal le había dicho, se sentó en uno de los millones de sillones azulados.
Zokar sólo pensaba en si lograría conseguir el empleo. Con tan sólo de saber que trabajaría en una gran empresa su sonrisa no se podía borrar, pero un pensamiento logró extinguirla. ¿Cómo lograría trabajar para Nirvel?
Al pensar en aquello sus nervios estaban al límite, con tan sólo de pensar en él era suficiente como para que le temblará las manos y las piernas. ¿Y por qué pensar en ese nombre es muy preocupante?, ¿Qué acaso no es obvio? Ese nombre lo porta una de las personas más famosas de Mobius. El punto es que no cualquier persona puede hablar con él, solo los de clase MUY alta.
— ¡Zokar! No esperaba verte por aquí tan rápido. — dijo la gata tomando por sorpresa al erizo. En su voz se podía escuchar un tono de burla, pero para no interrumpir la conversación, le hizo una pequeña seña a la anaranjada para que se acercara.
— Pues... tú me dijiste que me querías aquí de inmediato.
— Si, lo sé, pero no creí que te lo fueras a tomar tan en serio. Pero eso no importa, el señor Nirvel nos esta esperando en su oficina — respondió dándose la vuelta para dirigirse al elevador del lugar — será mejor que no lo hagamos esperar más tiempo.
Zokar se levantó del sillón para seguirle el paso a la azabache.
Los tres finalmente entraron y la pelirroja oprimió el primer botón de arriba, el cual los llevaría al ultimo piso del edificio.
— Bueno... esto tardará un poco. — mencionó Neyla.
— N-no hay problema. — dijo el verdoso tratando de ocultar sus nervios.
Eso fueron las últimas palabras que se escucharon por un buen rato para que al fin reinará un incómodo silencio entre los tres.
— Y... ¿Cómo estuvo tu fin de semana Neyla? — preguntó la de mirada celeste para romper aquel silencio
— Pues... igual que siempre. Ya sabes, con el nuevo trabajo me resulta más difícil poder descansar.
— Te entiendo. A mi también me pasa lo mismo... ¿y el suyo señor Zokar?
— ¿Eh? ¿disculpa? — respondió el erizo verde con total confusión, ya que no prestó atención a lo que las dos se decían.
— Qué como estuvo tu... — Neyla paro de hablar para observar mejor al erizo. Este estaba temblando por los nervios, no fue capaz de ocultarlos — oye, ¿qué tienes?
— ¿De que hablas?
— Zokar, no tienes por que ponerte nervioso. Solamente hablarás cosas normales con una persona normal.
— Esa persona "normal" es una gran celebridad. ¡Casi todo Mobius lo conoce!
— No se preocupe por eso señor Zokar — mencionó Tikal — Neyla tiene toda la razón. Sólo hablará con una persona más en este mundo, no hay por qué ponerse nervioso.
Zokar soltó un suspiro demasiado pesado para al final aceptar con un pequeño movimiento de cabeza.
(...)
El tiempo pasó y finalmente el elevador se detuvo para después abrir sus puertas automáticamente, luego de escuchar un pequeño sonido.
Los tres avanzaron por los pasillos hasta llegar a una enorme puerta blanca. Las dos chicas pararon enfrente de aquella puerta, mientras el erizo imitaba su movimiento para darse cuenta de que ya habían llegado. Zokar se quedo totalmente paralizado al leer la pequeña placa de plata que colgaba de la puerta: "Nirvel"
— Bueno... yo me retiro. Le deseo suerte señor. — la equidna se despidió de su amiga con un beso en la mejilla, pero esta la detuvo agarrandole un brazo para susurrarle algo en el oído, pero el erizo no se dió cuenta de ello.
— Muy bien... llegó el momento. — la menor dió algunos golpes a la puerta para luego esperar una respuesta.
— ¡Adelante! — la espera término cuando ambos escucharon esa voz detrás de la puerta.
— Señor Nirvel, el señor Zokar ya esta aquí. — mencionó Neyla asomando su cabeza por la puerta.
— Muy bien, déjalo pasar. — cuando dijo eso, la azabache asintió para luego hacerle una señal al erizo verde para que entrará.
— Todo saldrá bien... — ella le dijo en un susurro mientras le tocaba el hombro — con permiso. — y al final, se retiró de la habitación.
— Tome asiento. — le dijo el otro erizo a Zokar.
El señor Nirvel era un erizo con púas y un flequillo de color rojo con franjas negras, tenía unos ojos amarillos como el ámbar. Vestía unos pantalones grisáceos, unas botas y chaqueta negras, una playera blanca de la cual se podía notar un collar dorado con un rubí colgando de él.
— D-de acuerdo. — el verdoso obedeció aquella orden, sentándose en un sillón azulado que estaba colocado enfrente del escritorio.
— Ahora... señor Zokar, lo mandé a llamar para hacer un trato con usted.
— ¿Un trato? ¿en que consiste?
— Bueno, consiste en... resumiendo, algo así como trabajar en la empresa.
— ¡¿Habla en serio?! — mencionó Zokar con una enorme sonrisa.
— Por supuesto. He visto sus máquinas y déjeme decirle que tiene un gran talento. Me encantaría que formará parte de mi empresa.
— ¡Claro que si! — respondió con un grito de emoción.
— Pero hay un detalle. Lo asignaré en una empresa que está al norte de la ciudad.
— Espere... ¿No se supone que está al otro lado de la ciudad? — aquella sonrisa se esfumó de su rostro, no quería que sus planes cambiarán tan repentinamente.
— Lo sé, pero no se preocupe, nosotros pagaremos todos los gastos del vuelo y lo mejor es que tendrá tiempo. Viajará dentro de 5 meses. ¿Acepta el trato?
El erizo no sabía que responder, necesitaría hablarlo con su esposa pero... tal vez no se le vuelva a presentar una oportunidad como esta así que no espero más en responder.
— Acepto.
●●●●●
Esta fue la verdad de lo que paso aquella vez. Lo más triste fue que Zokar tuvo que mentirle a su esposa. Modificó algunas partes de la historia para que su esposa no se enterara de ciertas cosas...
Y como olvidar aquella llamada telefónica de ese mismo día.
"— Espera un momento amor. Hola ¿Quién habla?
》Hola Zokar, soy Neyla. Sólo llamaba para avisarte que tu vuelo será mañana.《
— ¿¡Mañana!? Pero habíamos acordado que sería dentro de 5 meses.
》Lo sé, lo sé pero la empresa del norte necesita ayuda inmediata. Pero si no aceptas... mi jefe tendrá que despedirte...《
— Uff... esta bien, lo haré, gracias.
— ¿Quién era?
— Amor... necesito contarte algo..."
La verdad puede doler, pero intentamos cubrir ese sufrimiento con mentiras aunque, sin darnos cuenta, aquel dolor que intentamos ocultar va creciendo al punto de ser revelado y desgarrar profundamente el corazón de los demás.
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