capitulo único

Dohko de libra. Caballero dorado guardian de la séptima casa del santuario de la diosa Athena, y uno de los últimos jóvenes en ser nombrado santo dorado. Siempre fue un chico impulsivo. O al menos tan impulsivo como lo puede ser un joven de 18 años casi sin experiencia como caballero perteneciente a la élite del ejército de Athena. Pero cuando la situación lo amerita, es un chico sereno y con un incomparable sentido de la justicia que, con el pasar de los años, lo había hecho ganarse el respeto de todos en el santuario.

Hacía apenas dos meses y medio que Dohko era pareja de Shion de Aries. Si bien el guardián de la primera casa era alguien sumamente serio con todos, con Dohko era alguien sumamente cariñoso que todos los días lo esperaba en Aries para llenarlo de mimos y atenciones que alejaban cada uno de sus miedos e inseguridades, que eran consecuencia de su doloroso pasado.

Desde muy temprana edad, Dohko ya sabía cuan doloroso era perder a alguien que amas. Con tan solo 5 años de edad había perdido a su madre, a su padre y a su hermano a manos de dos espectros de Hades. Aquel evento, junto con las últimas palabras de cariño que le brindó su madre, quedaron grabadas con fuego en su memoria.

*Flashback*
Una mujer de largo cabello castaño hasta la cintura corría por un espeso bosque con un pequeño niño en brazos. El pequeño tenía la piel algo bronceada, ojos verdes, cabello castaño algo desordenado y una herida algo profunda en la pierna derecha, la cual estaba cubierta con una venda improvisada con un pedazo del largo vestido de su madre.

No muy lejos, podían escucharse las risas macabras de aquellos espectros de Hades que tan solo unos momentos atrás habían asesinado a su padre y a su hermano mayor.

La mujer sabía que muy pronto iban a alcanzarlos. Ella ya estaba exausta por tanto correr y su hijo estaba herido como para decirle que corriera para salvarse. De todas formas, si lo hacía, alcanzarían a su hijo muy pronto y lo matarían. No muy lejos de ahí, la mujer pudo divisar una pequeña grieta en cuya entrada tenía varios arbustos; ella no cabría. La grieta era muy pequeña, pero su hijo quedaría completamente oculto. Sin dudarlo un segundo, y con una gigantesca pena por separarse de su pequeño, ocultó a su hijo tras los arbustos.

—Mami, tengo miedo.—
—Tranquilo mi niño. No tengas miedo, aquí estarás ocultó y a salvo—
—Pero tú a dónde irás mami? No te vayas, no quiero quedarme solito—dijo el niño aferrándose a su madre. A la mujer se le partió el corazón, pues sabía que tras separarse no volvería a ver jamás a su hijo.
—Mami irá con tu papi y con tu hermano, Dohko. Escúchame bien, y pase lo que pase quiero que hagas lo que yo te diga. Si hijo?— el niño solo se limitó a asentir. Muy asustado y con un mal presentimiento.
—Quédate aquí hasta que amanezca. Calladito. Cuando salga el sol quiero que corras lo más rápido y lejos de aquí que puedas. Ve al pueblo que está al pie de la montaña. Yo no voy a poder seguirte, así que Dohko, crece mucho y se un buen niño, báñate todos los días. Ve a la cama temprano y duerme bien. Haz amigos, no importa cuántos. Si son muchos o si son pocos. Basta con que puedas confiar mucho en ellos. Esfuérzate mucho todos los días, aunque no demasiado. No quiero que termines haciéndote daño oíste? Todos somos buenos y malos en algo, así que no te desanimes si algo no te sale a la primera. En cuanto al amor, aún eres muy pequeño para entender, pero cuando crezcas y seas más mayor, encontrarás a alguien por quién sentirás amor. Así que cuando ese momento llegue, recuerda que esa persona debe hacerte muy feliz. Debe quererte con tus defectos y con tus virtudes…— dijo la mujer, con algunas lágrimas traicionera saliendo de sus ojos. Y con una profunda tristeza continuó
—Dohko, en ésta vida vivirás momentos muy felices. Pero también vivirás momentos muy dolorosos. Cuando eso pase, recuerda quién eres, encuentra una meta…un sueño, y no te rindas hasta hacerlo realidad. Hay tantas cosas que me gustaría decirte y enseñarte…me encantaría poder estar contigo mi pequeño tigre…jamás olvides que te amo hijo mio—

Y dándole un corto beso en la frente, la madre se despidió para siempre de su hijo. Pues la mujer sabía perfectamente que no volvería a ver a su hijo pequeño nunca más.

Muy lejos de donde el pequeño Dohko estaba oculto, su madre fue brutalmente asesinada por dos espectros sirvientes de Hades, quienes no se preocuparon en buscar al niño y simplemente se fueron de ahí. Dohko esperó en silencio y con lágrimas en sus ojos el amanecer, pues sabía que su madre, al igual que su padre y hermano, no volvería por él.

Varias horas más tarde, cuando el sol ya había salido, Dohko salió de su escondite y corrió sin mirar atrás hasta el pueblo al pie de la montaña. Tal y como se lo había dicho su madre.
*Flashback end*

Al caballero de Libra se le escapó una lágrima traicionera tras recordar ese doloroso momento. Se encontraba en su templo. Mirando la nada. Y tras recordar la muerte de su madre, llegó a su mente los recuerdos de sus primeros días en el Santuario. Ahora, Dohko es respetado por casi todos en el santuario, pero cuando era un pequeño niño de siete años, las cosas eran muy diferentes. Muchas veces estuvo a punto de darse por vencido e intentar acabar con su vida. Hasta que llegó un ángel a salvarlo de sus propios demonios, de sus miedos, de su pasado. Un ángel guerrero que desde que lo conoció lo protegió de todos los que querían hacerle daño. Una sonrisa de enamorado se formó en su rostro tras recordar ese momento. Cuando conoció a Shion.

*Flashback*
Podemos ver a un pequeño Dohko de unos siete años entrenando arduamente en un lugar algo apartado. Solo. Pues todo era así desde la muerte de su familia. La soledad se había vuelto cosa del día a día.

Cuando vivía en el pueblo al pie de la montaña tubo que aprender a balerselas por si mismo. La gente de ese pueblo no hacía más que marginarlo, hasta que conoció a un hombre que resultó ser un caballero de plata que lo trajo al santuario para entrenarlo. Lastimosamente, el caballero murió en una misión pocos meses después de su llegada al santuario y desde entonces entrena solo. Pues nadie quiere siquiera ayudarlo a entrenar.

Los demás aspirantes a caballero no hacían más que burlarse de él día y noche por su baja estatura. Pues Dohko era muy pequeño para su edad. Tampoco paraban de recalcarle que era alguien débil, pues otros aspirantes a su edad y con el mismo tiempo que él llevaba en el santuario ya eran capaces que destruir rocas y mostraban señales de despertar su cosmos. Mientras que él no era capaz ni de destruir una pequeña roca.

Muy pronto, el pequeño Dohko comenzó a creer que no pertenecía ahí. Quería irse con sus padres y con su hermano mayor. Se sentía débil. No. Sabía que era débil. Pero como su madre se lo había dicho, nunca paraba de esforzarse por más que los demás lo tacharan de débil e inútil. Eso no le importaba. Él quería llegar a ser un gran caballero tal y como el hombre que confío en él y lo trajo al santuario de Athena.

Pero un día, luego de los combates de entrenamiento en el coliseo y cuando los caballeros que los supervisaban se habían ido, un grupo de niños rodeó Dohko.
—Qué es lo que quieren?—
—De verdad crees que un débil enano como tú podrá ser un caballero? Eso es ridículo— dijo el que parecía ser el líder
—Si es cierto. Además, los caballeros se supone que son tan fuertes que pueden destruir montañas enteras y tú enano no puedes ni con una pequeña roquita jajaja— dijo en burla otro niño.
—Me volveré uno de los caballeros más fuertes. Ya lo verán—dijo Dohko con falsa valentía. Pues esos niños eran más grandes y fuertes que él.
— Como si fuéramos a dejarte enano. A él chicos!—

Y entonces comenzaron a patearlo y golpearlo con fuerza. Inevitablemente calló al piso entre llantos y ruegos por qué pararan. Patadas en la cabeza, en el pecho, en el estómago era lo que Dohko recibía. Pensó incluso que se lo merecía. Incluso llegó a pensar en pedirle a esos niños que lo mataran a golpes. Así podría finalmente reunirse con su familia. Ésta no era la primera palisa que esos niños le daban luego de los entrenamientos. Pero para su sorpresa, sería la última.

—Oigan! Ustedes tres ya déjenlo en paz!— dijo un chico de su edad, más alto, de piel blanca, cabellos largos de color verde lima y ojos violeta (N/A _creo que ese es el color de ojos de Shion_).
—No te metas en ésto Shion. No es de tu incumbencia— dijo desafiante uno de los niños.
—Si es de mi incumbencia cuando se meten con alguien que no  puede defenderse solo ya que está en una clara desventaja. Tres contra uno? Yo creo que los débiles cobardes son ustedes tres.— dijo Shion, mirando desafiante a  los tres niños.
—Cómo nos llamaste?!—
—Debiles y cobardes. Porque eso es lo que son—
— Retira tus palabras!— dijo el líder lanzando un golpe contra Shion quien simplemente detuvo el golpe y lanzó al niño lejos con sus habilidades psicoquinéticas. Sorprendiendo a Dohko y asustando a los niños.
—Si hay algo que no me gusta son los niños brabucones que se meten con quiénes son más pequeños. Ahora largo de aquí antes de que me enfade de verdad— dijo Shion haciendo levitar rocas de distintos tamaños a su alrededor como amenaza.
—Vas a pagar ésto Shion! Vámonos de aquí muchachos— y los tres chicos se fueron.

Inmediatamente, Shion bajó las rocas que había levantado y se volteo a ver a Dohko. Cuando se acercó a ver si estaba bien, el chico se alejó un poco. Aún algo desconfiado. Shion notó eso y con una mirada amistosa dijo.

—Tranquilo, no voy a hacerte daño. Solo quiero saber si estás bien. Mi nombre es Shion, tengo siete años y soy aprendiz del maestro Hakurein. Tu cómo te llamas?— Dohko, con algo más de confianza, le devolvió la sonrisa y contestó.
—Me llamo Dohko, tengo siete años también. Mi maestro murió unos meses después de que llegué al santuario. Ahora entreno solo—
—Ah… tienes amigos? Porque esos chicos te estaban golpeando?—
—No tengo ningún amigo… Esos niños me golpeaban porque dicen que soy débil y enano. Se burlan de mí por mi tamaño y dicen que jamás podré ser un caballero porque los caballeros son fuertes y yo soy débil—
—Oye, tu no eres débil. Además no tienen porqué burlarse de ti por qué eres pequeño. Aún somos niños y nos falta mucho por crecer. Mi maestro dice que todos somos fuertes a nuestro modo. Si quieres podemos ser amigos y así podemos entrenar juntos. Estoy seguro de que nos volveremos grandes caballeros—
—De verdad quieres ser mi amigo?— preguntó emocionado Dohko.
—Claro que si—
*Flashback end*

Una sonrisa se formó inevitablemente en el rostro de Dohko. Desde aquel día, Shion se había vuelto no solo su amigo. Se había vuelto su compañero, su consejero, y con los años se volvió el amor de su vida. Poco a poco, con su amistad y cariño, Shion alejó todos esos pensamientos y sentimientos negativos que  ya desde niño inundaban su cabeza.

Decidió entonces que bajaría a Aries a verlo. Con todos esos recuerdos, también recordó que jamás le había agradecido a su amado borrego todo lo que hizo por él. Bajó entonces por los templos uno por uno. Virgo, Leo, Cáncer, Géminis, Tauro y finalmente Aries.

Al llegar, le sorprendió no encontrar a su amado Shion por ninguna parte. Busco por casi todo el templo pero nada. No había rastro de Shion. Decidió buscar el el taller de armaduras de la casa de Aries. De seguro Shion estaría reparando las armaduras tan concentrado que ni siquiera había notado su presencia en su templo. Aunque eso lo extrañó. Shion siempre estaba atento a cuando alguien entraba en el templo del carnero. Ésto le daba mala espina.

Finalmente Dohko se adentro en el taller de armaduras, con la esperanza de encontrar a su amado concentrado reparando las armaduras dañadas. Pero lo que vió, lo dejó momentaneamente  paralisado.

Allí, frente a él se encontraba su amado Shion. Tirado en el suelo inconsciente, muy pálido, con heridas en sus muñecas de las cuales brotaba un pequeño y fino hilo de sangre, junto a al menos 15 o 20 armaduras reparadas.

—Shion!— Dohko corrió rápidamente al lado de su amado borrego.
—Resiste. Por favor Shion resiste.— Dohko rápidamente se dispuso a detener el sangrado vendando las muñecas de Shion.

Levantó a su amado y lo llevó a su habitación. Lo recostó en la cama y fue lo más rápido que pudo hasta el templo del patriarca pues sabía que ahí se encontraba el maestro de Shion. Hakurein. Ya que había venido de visita al santuario. Él sabría que hacer en ésta situación.

*Time skip, día siguiente*
Dohko había decidido pasar la noche en Aries junto a su amado. Según el maestro Hakurein, Shion había colapsado a causa de reparar tantas armaduras de una sola vez  y dar mucha sangre para eso. Por esa razón estaba tan pálido cuando lo encontró. Según el maestro Hakurein, Shion solo necesitaba descansar. Aunque también le dijo que si hubiera llegado unos minutos más tarde al templo de Aries Shion habría muerto a causa de la perdida de sangre.

Ahora hacia unos minutos de que había amanecido. Dohko no había pegado un solo ojo en toda la noche a causa de la preocupación. Tenía miedo de perder a Shion. Sabía que el maestro Hakurein le dijo que Shion solo necesitaba descansar. Pero él no estaría tranquilo hasta que Shion halla despertado. Lágrimas traicioneras comenzaron a bañar su rostro. Se recostó en el pecho de Shion y con vos entrecortada a causa de la angustia dijo.

—Por favor Shion, despierta. Te lo suplico. No te vayas. Vuelve a mi por favor…no me dejes. Te lo imploro no me dejes…por favor—
—Do…Dohko… qué pasó?— Shion finalmente despertó. A Dohko lo invadió una gigantesca alegría y abrazó a Shion con fuerza y aún llorando.
—Shion! Que alegría que hayas despertado!… Tuviste un colapso a causa de haber reparado demasiadas armaduras de una sola vez y a causa de la perdida de sangre… solo necesitas descansar según tu maestro. Pero…— el castaño se separó del mayor para explicarle, aún con lágrimas en sus mejillas.
—Pero qué?— Dohko volvió a aferrarse a Shion con fuerza.
—Me preocupé mucho por tí. Tuve tanto miedo que no pude pegar un ojo en toda la noche esperando a que despertaras. Tuve tanto miedo a que …murieras… Shion nunca más vuelvas a preocuparme así!— Shion, aún sorprendido, abrazó al castaño de forma cariñosa y con una voz tranquila dijo.
—Tranquilo mi amor. Aquí estoy. Lamento mucho haberte preocupado tanto.—
—Shion… nunca me dejes… por favor. No quiero sentir esa soledad horrible de nuevo—
—Tranquilo mi amado tigre, nunca voy a dejarte solo—
—Gracias…mi ángel…—

Y así estuvieron el resto del día. Juntos. Shion siendo cuidado por su amado tigre y Dohko siendo mimado por su amado borrego. Su ángel.

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