Capítulo 3
El pelinegro de ojos profundos, luce sorprendido ante la confidencia de Jimin.
—¿Esa canción era para mí?
—Sí, te la dediqué porque la letra me parece que es perfecta para ti.
— ¡Ah! —exclama con cierto aire de desconcierto, tal vez.
—¿No te gustó? —le pregunta el rubio arrugando el entrecejo.
—Sí, mucho. Todo lo que tú haces me gusta, eres muy talentoso, pero...
—¿Pero qué?
—Nada. Es solo que no lo esperaba —le dice sonriente.
—¿Sabes? Vengo a cantar aquí los fines de semana, así puedo tener dinero para algunos gastos de la escuela.
—No sabía que tenías dos trabajos...
—Mi padre murió cuando yo era niño y mi madre tiene un trabajo de medio tiempo porque debe cuidar a mis hermanos menores, entonces tengo que ayudarla.
Jeon Jungkook se conmueve al escuchar a Jimin. Además, se da cuenta de que el chico rubio ya tiene los ojos casi cerrados, su hablar se tornó lento, arrastrado. No sabe aún que Jimin no acostumbra a beber con frecuencia.
¿Y te gusta cantar aquí? —le pregunta Jungkook.
—Sí, creo que ya tengo mi público cautivo —Jimin ríe.
—¿Y Tienes pensado estudiar algo cuando finalices la secundaria? Podrías postular a una beca universitaria.
—No lo sé, tal vez más adelante. Vuelvo enseguida, tengo que ir al baño.
Jimin se tambalea al levantarse de la silla y se va rápidamente al baño, donde debe colocarse a la fila para entrar. Justo esa noche hay mucha gente en el bar.
—Hola —lo saluda alguien a quien que se coloca detrás de él.
—Hola —le responde con una sonrisa, como acostumbra a hacerlo.
El sonriente joven, contempla a Jimin detenidamente.
—¿Nos conocemos? —le pregunta Jimin.
—Te he visto varias veces cantar aquí. Me llamo Kai.
—Ah, soy Jimin —le dice mientras intenta mantenerse de pie.
—Ven, déjame ayudarte —le dice Kai, colocando su mano en su espalda.
—Creo que bebí demasiado.
—¿Quieres que te lleve a tu casa?
—¿Ah? No, yo no...
—Ven, soy de fiar, no te preocupes —le insiste y lo toma de la cintura y lo jala hacia su cuerpo.
—¡Suéltalo! —le grita Jungkook mientras agarra el brazo del insistente joven y lo aparta del cuerpo de Jimin.
—¿Y quién eres tú? —le pregunta Kai.
—Él está conmigo. Yo lo llevaré a su casa.
Kai se queda parado mirando a Jimin, esperando tal vez que él acepte su ofrecimiento.
—¡Lárgate! —le dice Jungkook.
Seguidamente, braza a Jimin por los hombros y lo guía hasta la mesa en donde estaban para buscar sus abrigos.
—Pero aún no voy al baño —le dice Jimin tratando de enfocar la mirada.
—¿Puedes aguantar un poco más?
—Um... creo que sí —le responde Jimin.
—Okay, vámonos entonces.
Jungkook toma la mano de Jimin, quien entrelaza sus dedos con los de él. Salen del lugar y ambos se suben a un taxi que justo pasa en ese momento por ahí. Jimin se entra al auto con dificultad, Jungkook cierra la puerta y se sube por el otro lado.
—Jimin ¿Cuál es la dirección de tu casa?
—No puedo ir a mi casa, mi mamá me matará si me ve así.
—Entonces iremos a la mía.
—¡¿A tu casa?!
—Sí, ¿o quieres que te lleve a otro lugar?
—No, no. Vamos a tu casa.
—De acuerdo.
Jungkook le indica la dirección al conductor, mira a Jimin y suelta un suspiro, mientras se acomoda en el respaldo del asiento. Jimin apoya su cabeza en el hombro del pelinegro, quien sonríe desbordado por la ternura que lo provoca el rubio. Poco rato después, Jimin se duerme profundamente, más bien se desmaya de la borrachera.
********
Al día siguiente, Jimin despierta en una enorme cama de finas sábanas blancas y se da cuenta de que está en ropa interior. Tiene un dolor de cabeza de los mil demonios.
—Ay mi cabeza —se lamenta.
Se levanta y va al baño que está dentro de la habitación. Se lava la cara con esmero, cree que así podrá recordar lo que pasó la noche anterior, pero nada llega a su memoria. Al salir del baño se encuentra de frente con Jungkook, quien tiene el torso desnudo, igual que él, aunque Jungkook tiene la piel sudada.
—Hola —le dice Jimin con suspiro.
—¿Dormiste bien? —le pregunta Jungkook con una sonrisa casi maquiavélica, mientras observa el cuerpo casi desnudo del rubio adolescente.
—Sí —le responde y da un salto para meterse de vuelta en la cama.
—Ahí te dejé un analgésico y una botella de agua —le dice el pelinegro, indicándole la mesa de noche.
—¡Ah! Gracias.
—Imaginé que te dolería la cabeza —le dice riendo.
—¿Jungkook, dónde está mi ropa? —le pregunta después de tragar la pastilla.
—Se está lavando porque ayer la ensuciaste con...
—¡No lo digas! Ya me lo imagino.
—No pasa nada, te puedo prestar algo, si quieres.
—Tu ropa me quedará enorme.
—Puedo enviar a alguien a que te compre algo de ropa.
—No, no es necesario. Esperaré que mi ropa esté seca.
—De acuerdo. Yo me iré a duchar, para que después tomemos desayuno ¿Okay?
—Okay.
—Toma, ponte esto por mientras —le pasa una bata.
Cuándo Jungkook sale de la ducha, toma la mano de Jimin, quién está sentado en el borde de la cama, lo lleva hasta la cocina en dónde está servido el desayuno.
—Buen día, le sirvo café? —le pregunta una mujer mayor.
—Eh, sí, por favor —responde Jimin con inseguridad, volteando sus ojos hacia Jungkook.
El pelinegro le guiña el ojo y sonríe para reconfortarlo, puesto que ha notado que su rubio y joven acompañante se siente algo incómodo con la situación. Jimin le responde con una sonrisa devuelta.
Al terminar de desayunar, Jungkook va a buscar la ropa de Jimin. Entretanto suena el timbre de la casa. La señora que antes les sirvió el desayuno, atiende el citófono desde la cocina, pero no abre la reja.
—¿Quién es? —le pregunta cuando vuelve con la ropa de Jimin.
—Es el joven... Eunwoo.
—¿Eunwoo? ¿Y qué quiere? —le pregunta extrañado.
—Hablar con usted, señor.
—¡Eso ya lo sé, me refiero a que... ¡Ah! Déjalo entrar —le dice Jungkook ya cabreado.
—Claro —le responde nerviosa su empleada.
Jimin observa la escena sin entender mucho, aunque le produce curiosidad ver la reacción de Jungkook. Estaba de buen humor hasta ese momento.
—Toma tu ropa, Jimin ¿Me puedes esperar en la habitación? —le dice con amabilidad.
—Sí, claro —responde el rubio y luego sube las escaleras.
Al entrar a la habitación, Jimin deja la puerta convenientemente un poco abierta para poder escuchar algo, pero no logra escuchar nada. Se viste con calma y luego se sienta en la cama y espera. Espera pacientemente a que Jungkook entre a la habitación, pero pasan interminables minutos. Pasó por su cabeza la idea de bajar a buscarlo, pero optó por encender la televisión y seguir esperando. Después de casi media hora, Jungkook entra en la habitación.
—Disculpa, tuve que solucionar algo —le dice.
—Está bien —le responde con una sonrisa.
Jungkook se sienta a su lado y lo mira fijamente a los ojos.
—¿Qué ocurre?
—Nada. Solo te observo.
—Ah...
—¿En serio que irte? Podríamos hacer algo y después ir a almorzar por ahí.
—Me gustaría, pero debo irme. Mi mamá va a matarme porque no llegué a dormir.
—¿La llamaste?
—No
—Pero Jimin, debe estar preocupada.
—Le dejé un mensaje, cuando desperté.
—Ah bueno, eso es algo. Por lo menos ahora sabe que estás bien.
—¿Jungkook?
—¿Mmm?
—¿Quién... vino a verte?
—Es solo alguien que conozco.
—Me pareció que no querías hablar con él.
—No es eso, es que...
—Está bien si no quieres contarme, a veces soy un poco entrometido...
—Es mi exnovio.
Aún no sabe por qué, pero Jimin siente su estómago apretado.
Jimin
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