Capítulo 1
Durante una lluviosa tarde de invierno, después de una clase, el chico de rubios cabellos se queda solo en el salón tocando una hermosa melodía en el piano. Las notas retumban armoniosamente en las paredes del salón y hacen eco por los pasillos cercanos a él. Jeon Jungkook, un malhumorado y displicente paciente que ingresó ese mismo día por la mañana, escucha el sonido de las melodiosas notas que extrañamente, solamente para él, son estridentes y le causan dolor de cabeza.
Jungkook sale de su habitación y recorre los pasillos buscando el lugar de donde provienen los sonidos que perturban su tranquilidad.
Ve las puertas del salón que están abiertas de par en par y entra con una actitud descomedida.
—¡Hey! —vocifera en un tono agresivo.
El joven pelirrubio detiene el movimiento de sus dedos sobre las teclas y voltea sorprendido.
—¿Podrías... tocar más bajo? —le dice en un tono un poco menos vehemente esta vez.
—Sí, claro. Lo siento, no quise ser impertinente.
Jeon Jungkook se acerca al joven mientras lo escucha con atención. Se para al lado del piano, en frente del rubio y lo observa atentamente.
—Um... tocas muy bien, es solo que acabo de llegar hoy y no me he acostumbrado aún a estar aquí.
—Lo entiendo. En todo caso ya estaba por irme —le dice mientras se pone de pie.
—¿No vives aquí?
—No —le dice sonriendo.
—¿Viene alguien por ti? Es tarde.
—Sí, llamé a mi papá para que venga por mí. Hasta mañana —se despide Jimin.
—Hasta mañana... —se despide ya sosegado.
Jeon Jungkook de veintisiete años, es adicto a las apuestas, bohemio y tiene mal temperamento, aunque una linda sonrisa. Pertenece a una millonaria familia cuyos padres lo han obligado a internarse a cambio de no ser despojado de sus privilegios económicos, o peor aún, a ser desheredado.
Esa noche, Jeon Jungkook, el hombre del carácter infernal, se duerme con la imagen de la tierna sonrisa del joven pianista en su mente.
Durante los días siguientes, el apuesto hombre de cabellos oscuros y cuerpo atlético, no sale de su habitación. El período de adaptación es difícil y su mal humor se ha desbordado. Varios empleados y profesionales del lugar se han quejado con la directora del centro, pero ella, por alguna razón, ha hecho caso omiso a esos reclamos.
Luego de casi una semana, Jeon Jungkook va al salón donde está el piano, el mismo día y a la misma hora en que vio al joven rubio aquella vez, pero no lo encuentra allí. Es su lugar, hay otra persona y así también ocurre los días que siguen. El pelinegro no quiere preguntar por el chico del piano, le avergüenza mostrarse interesado, así que espera pacientemente a que él aparezca.
Muchos días después, cuando Jeon Jungkook camina por el pasillo, ya resignado a su suerte, inesperadamente escucha la misma melodía que el joven pianista había interpretado antes. Se acerca al salón y ahí está, tocando las teclas tan elegantemente que le es imposible dejar de observarlo. Jungkook queda nuevamente embelesado ante el hermoso rostro del chico y se deleita al escuchar la música. Luego de un rato, ve a una hermosa joven de largos, oscuros y ondulados cabellos, acercarse al joven rubio y sentarse a su lado, en la pequeña banca. El chico de la hermosa sonrisa, toma las manos de ella para colocarla sobre el teclado mientras le habla muy cerca del rostro y ella le sonríe.
Jimin permanece con la joven mucho rato, casi una hora, mientras Jeon Jungkook lo espera impaciente para hablar con él. Finalmente, cuando ella se aleja, el alto hombre de mirada intensa, inmediatamente se aproxima con sigilo y busca la mirada de Jimin, pero no la encuentra, pues está concentrado leyendo una libreta que acaba de sacar de su bolso.
—Hola —lo saluda.
—Hola, ¿cómo ha estado? —los saluda Jimin con una sonrisa.
—Bien, no te vi durante los últimos días.
—No pude venir porque estaba estudiando para los exámenes finales del semestre.
—Ah, ¿y qué estás estudiando?
—Estoy en secundaria.
—¡¿Secundaria?! Entonces... ¿Cuántos años tienes? —le pregunta Jeon Jungkook, algo desconcertado con la noticia.
—Diecisiete —le dice sonriendo.
—¡Mierda! No pensé que eras tan joven.
Jimin suelta una tímida carcajada y luego se cubre la boca con la mano.
—¿Sabe tocar piano? —le pregunta al sacar la mano de su boca.
—¿Ah?
—Le pregunto si sabe tocar piano.
—No —responde riendo.
—¿Le gustaría aprender?
—Eh...no lo sé. ¿Tú me enseñarías?
—Sí, claro —le responde mientras termina de guardar sus cosas en su bolso.
—Lo pensaré. No tengo mucha habilidad para las cosas artísticas, pero tal vez lo intente.
—Está bien, cuando se decida, me avisa —le dice Jimin con amabilidad.
—De acuerdo.
—Nos vemos —le dice Jimin mientras camina con prisa hacia la salida.
—¡Espera!
—¿Sí? —le pregunta al detener el paso y voltearse hacia él.
—¿Cómo te llamas?
—Jimin... Park Jimin. Lo siento, debo irme —vocifera antes de salir del salón.
Al día siguiente, después de varios días de estar internado en la clínica, autorizan a Jeon Jungkook para poder recibir visitas por primera vez. Por la tarde, en la sala donde los pacientes se reúnen con sus familiares y amigos, una mujer lo espera.
—No debiste haber venido —le dice Jungkook, al verla.
—Quiero saber cómo estás.
—¿Cómo se supone que esté en este lugar? ¡Encerrado todo el maldito día!
—Tranquilízate por favor, todos estamos muy preocupados por ti.
—Es en serio? Gracias a ustedes estoy encerrado en este lugar. ¿Y ahora se preocupan por mí?
—Lo hicimos por tu bien.
—Eso no es cierto, lo hicieron por ustedes.
—Bueno, también lo hicimos por nosotros porque nos estabas arruinando.
—¡Por favor! ¿De verdad piensas que íbamos a quedar en bancarrota por mis deudas de juego?
—Por tus deudas no, pero sí por la imagen que estabas dándonos como familia...
—Es mejor que te vayas, Haneul!
—Pero Jungkook...
—¡Y no vuelvas! —le grita y se va del lugar.
Durante el resto del día, Jeon Jungkook se mantiene encerrado en su habitación, ni siquiera sale para comer. Por la noche alguien llama a su puerta, pero él no responde. Al escuchar que insisten, Jungkook de muy mala gana se levanta de la cama y abre la puerta con una expresión de furia, la mirada afilada y los labios apretados.
—¡¿Qué pasa por la mier...?! —pregunta al borde del grito.
—Lo siento, no quería molestarlo. Volveré después —le dice Jimin algo asustado por su reacción.
—No, discúlpame, Jimin. No he tenido un buen día, además no sabía que eras tú. Pasa por favor.
—No se preocupe, puedo volver después, cuando se sienta mejor.
—Ya me siento mejor —le dice con una sonrisa.
—Está bien —le dice y luego entra a la habitación.
—Siéntate por favor.
Jimin se acomoda en el sillón que está cerca de la ventana y Jeon Jungkook se sienta en el borde de la cama.
—Yo quise venir a preguntarle...
—No me trates de usted, no soy tan viejo.
—No lo hago por eso, simplemente es por respeto. Lo hago con todos los pacientes del centro.
—No es necesario que lo hagas conmigo, ¿de acuerdo? Por cierto, me llamo Jungkook.
—Bueno... Jungkook, —le dice sonriente —Quise venir a... verte porque no te vi durante todo el día. Ni siquiera fuiste a almorzar. ¿Te encuentras bien?
Jungkook se sorprende al darse cuenta de lo preocupado y considerado que es Jimin con él. Las personas de su entorno generalmente no demuestran ese tipo de consideración.
—Eres muy amable por preocuparte por mí. ¿Sabes? Eh... ocurre que tuve una visita desagradable, pero ya me siento mejor.
—Jungkook, sé que soy muy joven aún, pero si quieres hablar con alguien o quieres compañía, me puedes decir.
—De acuerdo, lo haré —le dice asintiendo.
—Descansa Jungkook, nos vemos mañana.
—Sí, también tú, nos vemos Jimin... y gracias por venir a verme.
El pelirrubio sonríe y se va, dejando a Jeon Jungkook reconfortado. Hace mucho tiempo que alguien no lo hacía sentir así.
Al día siguiente, va al salón en busca de Jimin.
—Ya me decidí —le dice cuando se para a su lado.
—¡Hola! Te ves mejor.
—Hola, sí, me siento mejor. De hecho, me siento muy bien.
—Me alegra escucharlo. Entonces ya te decidiste por las lecciones de piano, ¿verdad?
—Sí. ¿Cuándo podemos empezar?
—Déjame ver —le responde Jimin mientras revisa su teléfono.
—Podría ser martes y jueves.
—¿Martes y jueves? Pensé que sería todos los días.
—Eh... ¿Todos los días? Um... creo que no tengo cupos.
—Está bien, serán los martes y los jueves, entonces.
—¿A las cuatro?
—A las cuatro estará perfecto.
—Excelente, entonces nos vemos mañana jueves —le dice Jimin con mucho entusiasmo.
—¿Me puedo quedar ahora?
—Por supuesto, pero ahora debo dar otra clase.
—No molestaré, lo prometo.
En ese preciso instante, se aproxima la misma chica de oscuros cabellos largos y ondulados que Jungkook vio hace unos días coquetear con Jimin.
—¡Hola, Jimin! —lo saluda ella dándole un efusivo abrazo al pelirrubio, quien le corresponde de la misma forma.
—Hola, Yongsun —la saluda también Jimin.
—Permiso —le dice ella a Jeon Jungkook de manera impetuosa, haciendo que Jimin se sorprenda por su actitud.
El pelinegro se aleja un poco ante la mirada estupefacta del blondo hacia la chica, sin embargo, no articula palabra alguna, lo que hace suponer a Jeon Jungkook que Jimin avala el comportamiento de ella. Entonces decide irse.
—Adiós, Jimin.
—Pensé que te quedarías...
—Mejor nos vemos mañana.
Jimin nota la incomodidad de Jeon Jungkook, mientras lo ve alejarse.
—Yongsun, me parece que fuiste un poco grosera con él.
—Ese tipo no me agrada.
—¿Por qué?
—Porque es insoportable, aunque contigo se comporta distinto.
—Bueno, él, como todos aquí, está viviendo un proceso complicado. Tal vez su comportamiento es solo el reflejo de cómo se siente, pero si lo tratas con cordialidad, él responderá de la misma forma.
—¿Qué quieres decir?
—Creo que no debiste ser tan brusca con él —le dice Jimin.
—Mmm sí, tal vez.
—¿Empecemos la clase?
—Sí, empecemos.
El martes de la siguiente semana, Jeon Jungkook entra al salón a las cuatro en punto.
—Hola —le dice a Jimin.
—Hola, Jungkook, ¿estás bien? —le pregunta al verlo algo desanimado.
—Sí, todo está bien, solo que...
—¿Qué?
—No estoy seguro de hacer esto, me refiero a las clases de piano.
—Oh, te estás arrepintiendo antes de intentarlo —le dice Jimin encogiéndose de hombros.
—Sí, lo siento. Debí avisarte antes, pero creo que haré el ridículo.
—Es eso o estás molesto por lo que ocurrió la semana pasada.
—¿Eh? ¿Qué... pasó? —le responde Jungkook tratando de simular que no recuerda lo ocurrido y que no le afecta.
—Yongsun fue grosera contigo.
—¡Ah, sí! Tu noviecita...
—Jimin suelta una carcajada, lo que hace reír a Jungkook también.
—Ella no es mi novia.
—¿Y por qué te ríes?
—Porque todos creen lo mismo, solamente porque nos llevamos bien.
—No creo que sea por eso Jimin.
—¿Ah, no? ¿Y por qué sería, entonces?
—¿En serio no te has dado cuenta, jimin? —le pregunta incrédulo.
—¿De qué?
—Ella quiere comerte —le dice Jungkook riendo fuertemente.
Pero Jimin está serio y sonrojado, mirando hacia el suelo. Al ver esto, la expresión de Jungkook cambia inmediatamente.
—Disculpa, no quise avergonzarte, pero... a ella le gustas y mucho.
—Ah... —Jimin solo emite un sonido parecido a una pseudo risa.
—¿Sabes? Cambié de parecer y tomaré las clases.
—De acuerdo —le responde Jimin sin mirarlo.
—Jimin, no te enojes por favor.
—No, no estoy enojado, es que... soy un tonto. Nunca me di cuenta de... bueno, lo que me dijiste.
—No eres tonto. Eres... no eres tonto.
Ahora Jimin es quien ríe ante la nula capacidad de Jungkook para articular una frase coherente.
La primera clase de Jungkook es teórica, ya saben, teoría de la música y esas cosas. Jimin solo habla y habla. Y Jungkook lo escucha atentamente, a veces sin entender mucho lo que dice, pero no desatiende jamás las palabras del rubio y hermoso chico.
Al finalizar la clase, ambos se despiden con premura debido a que Jimin debe dar otra clase.
Esa noche, Jungkook y su almohada tienen una seria conversación:
"Creo que estoy jodido con este chico. ¿Yo, tomando clases de piano? ¿Y eso de sentir celos por la niñita esa? ¡Mierda! Estoy más que jodido. Casi olvido que tiene diecisiete años".
Jungkook

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