Parte única
Emoción.
Ese es el sentimiento predominante en ese mar turbulento de emociones.
Emocionado por ver finalmente a su pareja, su precioso Shoyo, su radiante prometido que con una sonrisa ha iluminado sus días desde que se vieron por primera vez en preparatoria. Y ahora, a sus veintitrés años, siendo ambos jugadores profesionales y famosos a nivel mundial, los viajes a distintos países para jugar en sus ligas de Voleibol se han vuelto frecuentes, pero (por lo que ha visto) su relación sigue igual de bien, tal cómo al principio.
Mira el hermoso anillo de plata en su mano dominante, un costoso anillo que compró y dió a su hermoso Shoyo en la pedida de mano. Su pareja, con una gran sonrisa, ojos brillantes y lágrimas de felicidad, lo abrazó mientras gritaba una y otra vez el "¡sí!".
Ahora, luego de no verse cara a cara por cinco meses, llega al país con una semana de antelación, en busca de sorprender a su prometido quien le ha afirmado fervientemente lo desesperado que está por verle.
Toma el ascensor hasta su piso, camina unos pocos metros y para frente a la gran puerta de entrada de su departamento.
Entra de forma silenciosa y está a punto de cerrar la puerta y gritar el nombre de su amado, hasta que se fija que en la entrada no hay uno, sino dos pares de zapatos.
'Ha de tener visitas' piensa.
— Ah~ Atsu-kun~ — suena una voz temblorosa desde la habitación que comparten.
Conoce esa voz, él mismo ha causado esos mismos sonidos, solo que con su nombre en ellos...
Kageyama Tobio queda estático y con sumo cuidado camina rápidamente hasta su habitación, negándose a creer que su Shoyo, su amada pareja con quien lleva más de cinco años de relación, aquel que siempre le demostró un dévoto amor, unas sinceras sonrisas y unos cálidos ojos... No, él no puede estar haciéndole eso a él.
No puede.
No puede.
No pued-
— Oh... — Es lo primero que sueltan sus labios al ver la escena, causando un silencio enorme mientras dos pares de ojos castaños lo miran con sorpresa.
Miya Atsumu, colocador de los BY (equipo al que pertenece Hinata), se encuentra desnudo y sentado con la espalda apoyada en el espaldar de SU cama. Sentado en SU lado de la cama.
Hinata, por otro lado, se encuentra sentado encima de su falo, igualmente desnudo.
Claramente lo estaba montando.
El rostro de Atsumu expresa su clara sorpresa, claramente no esperaba que llegara antes.
Mientras Hinata se apresura a sacar ese miembro de su cuerpo y a envolverse con una sábana mientras, a tropezones, se acerca a él tratando de dar excusas de forma patética.
— Tobio-kun, no es lo que piensas. Tobio-Kun, Tobio-Kun. — dice mientras a saltos se acerca a él, a su pareja.
— Así que esto hacías cada vez que no estaba... — dice finalmente, dirigiendo sus helados ojos azules hacia la pequeña pero musculosa figura de quién, hace unos momentos, todavía era su pareja.
Hinata, quién se detuvo al ver la mirada del guapo peliazul en él, se heló, sintió su nariz hormiguear y sus ojos aguarse. Lo sabe, claro que lo sabe.
Lo está perdiendo
Está perdiendo al hombre que ama.
— N-no Tobio-kun, no es... —
— ¡Cállate!, veo que solo fui un pasatiempo para ti, uno muy largo. — dice mientras retrocede dos pasos y lleva su mano derecha, misma que tiene el anillo, a su cabello, revolviéndolo. — Oikawa-san tenía razón, me eres infiel. Que estúpido he sido, pero hasta aquí llega esto.
Y entonces, el mayor miedo de Hinata se hizo realidad. Ese costoso anillo que sellaba su amor y que estaba asentado en esa pulcra y bien cuidada mano, es sacada y arrojada con fuerza al suelo, cayendo justo a sus pies.
El pelinaranja siente cómo sus piernas tiemblan mientras mira con estupefacción ese anillo a sus pies, y cae sentado mientras desesperadamente toma el anillo y lo sujeta con fuerza entre sus manos (una en donde reposa otro anillo igual).
— ¡No me dejes, Tobio! ¡Por favor no! ¡Yo te amo! — Y finalmente sus lágrimas caen cuál cascada, sin embargo no es el único, pues su, ahora, ex también está temblando y llorando, forzándose a mantenerse recto, a no mostrarse débil. — Yo te amo... — dice en un tono más bajo, pero igualmente audible.
— Si me hubieras amado tanto como dices, nunca hubieras caído en los brazos de otro. — dice con amargura, antes de dar la vuelta e irse por dónde mismo vino, tomando sus maletas dejadas en la sala para partir y no volver.
Grita su nombre una y otra vez.
Grita su apellido una y otra vez.
Grita su nombre y su apellido una y otra y otra vez.
Grita hasta quedar sin energías, dedicándose después a llorar desgarradoramente en el marco de la puerta.
Oye pasos detrás suyo.
— Ja, al final sí lograste que se fuera, porque ya sabes, una infidelidad es cosa de dos. —Tras estas palabras abandona el departamento.
Fuiste tú quién decidió ser infiel. Eso quiso dejar dicho el Miya.
Hinata no puede creerlo.
Se llevó de la tentación de tocar otro cuerpo después de cinco años tocando el mismo, pensó que nadie más se enteraría, incluso hoy era el último encuentro con su amante Atsumu.
Que idiota fue, pensando que solo sería algo momentáneo y que cuando su pareja se enterara en el futuro sería algo pormenor.
Aunque independientemente del momento en que Kageyama se enterara de que otras manos lo tocaron, que otros labios lo besaron, que otro cuerpo lo hizo gemir, gemir otro nombre... Claramente sería abandonado.
— ¡Ja! Y tanto que decía amarme... — dice Kageyama entre las sábanas de su habitación en casa de su querida hermana.
Claramente no lo amaba lo suficiente como para sentirse satisfecho con él.
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