El Alzheimer


Todos los días igual. La más tremenda desesperación se cernía sobre esta vida que hacía tiempo que había dejado de vivir. Todo lo que veía cuando abría los ojos me resultaba desconocido, tal vez ligeramente familiar, pero extraño.

Y esas personas. Se empeñaban en mirarme como si fueran algo mío, como si me conocieran, poniendo voces infantiles... y yo solo las miraba ¿qué narices querían? No sabía qué esperaban de mi pero, me había acostumbrado a mirarlas... y pasar de ellas.

Y llegaron.

—Mamá, soy yo Marta.

—Hace tiempo que no sabe quiénes somos Verónica.

—Lo sé. ¡Dichoso Alzheimer!

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top