-8-

Es difícil amarte cuando mientes en mi cara... Es difícil seguir con una herida en el pecho.

Solía mirarla todo el tiempo.

Sus dulces labios rojos, su mirada zafiro, su cabellera negra que reflejaba los rayos de sol. Ella había sido la primer persona que le había acariciado en lugar de ignorarlo. Y su amor y fidelidad eran solo para esa hermosa mujer de alas negras con transparencias. Parecía que un hermoso encaje estaba pegado a sus alas, parecía un ángel que había bajado por él.

Le miró desnuda caminando hacia él y acariciándole el cabello mientras ambos tomaban una ducha en esa enorme tina con vista a un paraíso que solo la tierra podría brindar.

Sintió cada caricia y suave beso que recorrían esos labios en su cuerpo, cada roce de piel que le insitaba a desatar sus más obscuros deseos.

¿Por qué yo? — preguntó el canadiense, deseoso de una respuesta que aliviará su curiosidad. -— Pudiste elegir a cualquier humano, comprar a los más perfectos, y me adoptarse a mi. ¿Por qué yo?

Porque no eligo una raza de humano Jean, eligo un compañero, y cuando te ví pensé que tal vez estabas pasándola igual de mal que yo. Así que podríamos darnos energía juntos y mejorarnos.

- No entiendo.

- Yo tampoco -  respondió la mujer - no entiendo cómo funcionas, no entiendo que es esta energía tenue pero persevera que siento en tu mente y pecho, no entiendo cómo algo así puede a veces hacerme sentir tan débil.

- ¿Te lástima?

- No lo sé... Solo sé que podría estar dispuesta a matar a Aura dentro de mi, si con ello no me alejan de ti.

- Morirás sin Aura.

La mujer le besó suavemente en los labios, pegándose a su humano, huniéndose en un cálido abrazo húmedo que los hizo suspirar de paz a ambos.

- Entonces moriré feliz. Ya he vivido demasiado, experimentado demasiadas cosas, ver un universo basto en la palma de mi mano. Ahora solo quiero descansar, y si puedo hacerlo contigo, un humano que me provoca algo en el pecho, que mata mi Aura. Entonces que así sea...

- No quiero eso para ti. - renegó el canadiense abrazándola, escondiéndose como un niño en su pecho - No hagas algo que te lástima.

- Oh mi pequeño Jean, ese es el problema, tú no decides lo que yo hago con mi vida. He sido una noble de la familia real por muchos años, soy la mayor de todos los nobles del lado de Aura. Y mis ojos se están cansando de vivir. Lo cumplí todo, ahora solo quiero estar entre tus brazos... ¿Curioso no? Acabaré en los brazos de un joven que está  descubriendo apenas la belleza de todo el mundo que le rodea.

El chico no dijo más, se relajó en los brazos de la mujer. Le amó más de lo que le amaba hace un minuto, le adoró más de lo que le hacía la noche anterior, y lloró una lágrima más, de la que había llorado en la mañana.

Ambos se quedaron así, abrazándose, así, como si nada de ese adiós anticipado se hubiera dicho y solo se hubieran dedicado a amarse.

No pasó mucho tiempo hasta que salieron de la bañera y fueron a vestirse. Iba a ser un día normal pero todo cambio cuando sonó la puerta y el humano contestó a tal llamado.

- Hola Jean - dijo con una sonrisa el Aura sosteniendo la correa de su amigo Leo que se encontraba a un lado - Vinimos por ustedes para ir al palacio. ¿Isabella está lista?

- Hola Guang, ya casi, pasen, por favor esperen en la sala. -dijo el moreno dándoles el paso. Apenas dentro, el noble soltó a Leo acariciandolo  y besándole suavemente.

Leroy notó la dicha de su amigo y se llenó de alegría. Al menos, su buen amigo tenía a alguien que le apreciaba y le cuidaba como Isabella cuida de él. Y eso, era mucho en este mundo donde su existencia no valía nada.

Y antes de que siguiera menospreciando  su existencia, Isabella salió de su habitación bajando las escaleras hasta la mitad. Miro con una sonrisa a su compañero y a su amigo.

- Guang por favor, puedes venir a ayudarme un momento. Si prefieres, deja a Leo con Jean, será rápido.

- Voy, ahora vuelvo - le dijo a su humano acariciándole y besándole de nuevo para encaminarse a as escaleras.

Apenas se alejaron ambos Auras, el latino acabo saltándose encima al moreno. Dio un abrazo fuerte a su torso y el canadiense estaba confundido y con un dolor en la nuca tras el golpe que se dió al perder el equilibrio y caer.

No era nuevo, lo hacían desde cachorros, pero ahora, era un poco extraño hacerlo.

- ¿Qué pasa Leo? - pregunto, curioso por la respuesta.

- Jean, no podemos hablar aqui, llévame a tu habitación. -dijo el latino.

- ¿Eh? Oh dios no de nuevo, si estás en celo solo recuerda que tenemos una tabla. Le toca a Otabek atenderte. Ya regreso así que la tabla puede volver a establecerse. Aunque, Guang se ve libre de trabajo, pídeselo a el. - un suspiro de frustración recorrió los labios del canadiense. Entre los tres habían acordado ayudarse con el celo de vez en cuando, ya que sus Auras estaban ocupados.

- No es eso, por favor... Solo vamos.

- Okey.

No tardaron mucho para que el canadiense pasará de estar tranquilo viendo como su amigo se paseaba de un lado al otro por su habitación, hasta que se encontrará completamente impaciente con su actuar.

- ¡Leo dime!

- Descubrí algo - dijo el chico frotando sus manos, nervioso - Fui con Guang a comprar comida, y el me amarró fuera en lo que entraba en una tienda. Y yo tengo de esas correas que se hacen grandes. Dios... Y ... Bueno estaba caminando porque escuché unos sonidos...

- ¿Y qué pasó? - suspiró el canadiense - si viste a alguien teniendo sexo, es normal, los Auras tienen sexo público y no es mal visto. Así que no te preocupes.

- No es eso - gruño el latino frustrado - Jean, estaban ... Matando a un humano, y no solo eso, le quitaron la carne y órganos y... Oh dios Jean, lo vendían para comerlo. La carne Hulu está hecha de humanos, es carne de humanos.

- ¿Qué?

- Ellos no parecen saberlo, no saben que es carne de humanos pero lo es, y la consume, lo peor, es que es encanta el sabor.

- Espera...

- Guang a comido esa carne, dios no tiene ni idea de dónde proviene. Todos han consumido esa carne, ¡Pudimos consumir esa carne! - el latino se encontraba en pánico, sin poder articular bien sus palabras.

- ¡Leo! -dijo el canadiense sosteniendolo de los hombros- tranquilízate.

-Jean, nos están matando -dijo el latino asustado.

- Tranquilo... -el canadiense sentía que sus piernas se vencían, pero tenía que soportar. No podían estar los dos en pánico. - ¿Le has dicho a Guang lo que sabes?

- No.

- ¿Por qué no?

- Que tal si lo sabe y solo no quiere decirme. No podría soportarlo, tengo miedo Jean...

- Yo también...

El canadiense suspiró abrazando a su compañero. No era simplemente que los estaban matando, si no, que los habían rebajado a comida. Eso le dolía, pero, no podría quejarse, porque tal vez, esto es lo que sentían los demás animales cuando él los consumía.

Entonces pensó, qué tal vez, había alguien que pudiera ayudarlos, y ese alguien era aquel que era cercano a la familia real. Solo Otabek podría conseguir algo.

Podría ser una apuesta sin fundamentos, pero ahora, era lo único que tenían.

💮💮💮💮💮💮💮💮💮💮

- No estás pensando cómo se debe niño. -dijo el Hera mirando al moreno.

Aquel Hera que al parecer era amigo de Viktor, ahora ya había escuchado su historia, y no solo eso, si no, que le había dicho que su plan era inservible. No pudo ocultar su enojo a ello, había estado todos estos años pensando en esta cosa y de pronto llega alguien diciendo que es una basura.

- Tú no entiendes nada - refunfuñó el kazajo jalando su collar pero sin poder quitárselo - no estás en nuestra posición.

- No cariño, tú no entiendes nada, no tienes idea de cómo funcionan las cosas. - el rubio suspiró mirando sus uñas - ¿Hablar con los reyes? Te matarán apenas te acerques, aún peor, cuando se enteren que sabes su debilidad. No puedes hablar con ellos. Es como si un ratón quisiera hablar con un humano. Es imposible. Primero, lo que debes entender, es que te tienes que hacer a la idea, de que si quieres sobrevivir vas a tener que ganarle a los reyes. Y que yo sepa, la única forma de ello es matandolos.

- Pero...

- Pero nada, madura niño. -dijo aquel, abriendo sus alas levantándose, sus alas eran geniales, con toques verdes tenues. - Le estás dando mucho trabajo a Viktor, si quieres ganar esto, será mejor que pelees a morir. No puedes dialogar con ellos, así que comienza a planear que harás ahora.

- ... No puedo vencerlos. - suspiró frustrado el moreno, molesto aún por dentro de toda esta situación.

- Al contrario, puedes, pero te falta saber cómo hacerlo. Cuándo crezcas y sepas actuar como un hombre, como tus antepasados lo hicieron hasta el último aliento, búscame. Viktor sabe dónde encontrarme... Con permiso.

- Hasta luego Chris - dijo el peliplata abriéndole la puerta.

Al ver la posición que tenía el moreno y ese rostro de rabieta a punto de explotar, decidió mejor, no intervenir y dejar que el kazajo hiciera lo que tenía que hacer. 

Y apenas el Hera salió, fue cuando una silla pasó a golpearse contra la pared destruyéndose. El moreno estaba teniendo una rabieta, y el peliplata lo observaba. Le parecía gracioso cómo podía tener un cuerpo de hombre, pero seguía siendo un niño por dentro. No había conocido muchas cosas, y las que conoce son buenas, así que no era de extrañar que pensara que todo se solucionaría con una platica.

Le dió espacio, dejando que la rabieta siguiera, que se descargará su enojo, y que hiciera pedazos sus ilusiones.

- ¿Terminaste? - dijo el peliplata mirandole cuando el moreno estaba jadeando, recargando su cabeza contra la pared.

- .

- Bien, ahora que ya actuamos como seres humanos de nuevo, dime, ¿Qué piensas hacer?

- ¡No lo sé! - gruñó el más joven.

- Bueno, si solo te dejas llevar por tu ira e ignoras todo lo demás, yo tampoco puedo ayudarte.

- ¡Deja de tratarme como un niño!

- ¡Pues deja de actuar como uno! - gritó el peliplata - ¡Es una maldita guerra a punto de explotar Otabek! No puedes solo caminar a su casa y decirles que te quiten el collar. Deja de pensar tan estúpidamente y madura, si quieres que Yuri llegue al trono tendrás que matar a los reyes, no hay otra solución. -Nikiforov puso una mano en la cabellera negra haciendo que la cabeza del moreno se inclinara hacia el suelo - enfría tu cabeza y vuelve al trabajo si no tienes ningún plan para salir de este... 

- Deja de tratarme así...

- ¿Cómo?

- Como si fuera algo especial para ti. La única cosa que te hace cuidarme es porque tú Yuuri te lo ordenó. Si pudieras deshacerte de mi lo harías.

El peliplata sintió una punzada en el pecho. No le había dolido el hecho de que se lo dijera, sino, que parecía que realmente el moreno pensaba eso. Lo que le lastimaba era que no podía ver qué le quería más de lo que creía poder querer a un cachorro ajeno que llegó a sus manos.

Le cuido, curó sus heridas y le abrazó en las noches cuando no podía parar de llorar, le amo, tanto, que estaba dispuesto a hacer lo que fuera para mantenerlo a salvo...

Si eso no era amor, entonces, el kazajo tenía razón.

El peliplata acomodó su gabardina, caminando a la puerta, abriéndola y tomando un suspiró frotandose la cara.

- Sigues llorando cada vez que te enojas, deberías primero cambiar eso antes de querer derrocar un imperio.

Y así salió, mientras el moreno limpiaba sus mejillas, aún no podía controlar que las lágrimas dejarán de salir cada vez que se sentía tan furioso que apenas podía serenar su mente.

💮💮💮💮💮💮💮💮💮💮

Yuri Plisetsky se encontraba en el gran salón del área oeste del castillo, sentado en una de las sillas mientras sus nobles estaban a su lado. Isabella Yang, acariciaba y limpiaba las hermosas alas doradas del príncipe, Guang Hong, acomodaba su vestimenta y cuidaba que estuviera limpia. Por otro lado Sala Crispino, peinaba el largo cabello rubio, dejándolo hermoso y perfecto.

- Voy a quitarle la corona a mi padre. - dijo el príncipe haciendo que sus nobles pararan sus acciones de golpe. Había soltado una bomba de improvisto y eso había tomado por sorpresa a sus nobles. - Cueste lo que cueste, voy a hacerme rey, incluso si tengo que matarlo. Como mis nobles, como representantes de sus casas, Yang, Hong, Crispino. - el príncipe les miro a los tres- ¿Estarán del lado de su príncipe, o me traicionaran para proteger a su rey?

Y hubo un silencio en la habitación, un intercambio de miradas y aire, hasta que una suave risa se formó en la heredera de la casa Yang. Tomó por sorpresa a los otros dos, pero la mujer se veía divertida por la situación.

- Juré por mi casa, siempre ser la guardia y la noble del heredero al trono Plisetsky, futuro rey de Aura. Mi lealtad y lo que quede de mi larga vida siempre le han pertenecido al rey en ascenso. La casa Yang le saluda a usted. Mi príncipe, no pregunte cosas que ya tienen respuesta. Pelearé a su lado hasta morir si se debe.

Plisetsky dio una tenue sonrisa a la mujer asistiendo.

- La casa Hong ve el imperio creciente del príncipe, y siempre ha peleado con sangre en su frente por el ascenso del nuevo rey. Como representante de la casa Hong, mi príncipe, mi vida y acciones están en sus manos.

Y de nuevo, el joven príncipe asintió orgulloso de sus nobles.

- Príncipe, la casa Crispino siempre ha protegido como un caballero al futuro rey, mi lealtad está con usted y con todas las decisiones que tome a partir de hoy. Le saludo con orgullo, mi futuro rey.

Y de nuevo, una sonrisa de postró en el rostro del rubio quien se levantó de su asiento, moviendo suavemente sus alas que liberaban tenues esporas brillantes. Sus nobles las absorbieron para sentir la vitalidad de la sangre real y fortalecer su Core. Esas esporas de la familia real que guardan en sus alas, rehabilitan a cualquier Aura o Hera que haya cerca. En la guerra, era lo que usaban para mantenerse vitales y sin daño alguno.

- El reinado Plisetsky los guarda en sus nichos mis nobles, días obscuros se acercan, y perderemos sangre y alma en el proceso, pero veremos nacer un imperio que nadie nunca había conocido, cuando la corona repose en mi cabeza en el futuro.

El príncipe suspiró, dejando que sus nobles volvieran a su trabajo, iba a ser un juego de estrategia y traiciones. Pero, solo le quedaba asegurarse de algo, de si su esposo estaría con él o contra él. Porque debido a su respuesta, sería su futuro, de mantener vivo al heredero del imperio Katsuki, o acabarlo con la caida de Toshiya.

Su padre era un problema, pero el rey de Hera, era un problema aún mayor. Sabía que su padre estaba infectado por aquella enfermedad que tienen los humanos, sentimientos...

Sabía que podría vencerle ahora, que está debil. Pero sabía igual, que tenía que hacerlo rápido, porque su Core se estaba infectado de sentimientos igual, y si seguía así, no podría vencer nunca a Toshiya.

- Yuri, ¿Protegerás a mi Jean? - dijo la mujer mirándolo, sacándolo de sus pensamientos - ¿Lo Protegerás?

- Protegeré a todos los humanos. - contestó el príncipe.

- Yuri, sabes las consecuencias de esto.

- Las sé, pero creo que la respuesta de nuestro mal, de nuestra enfermedad, de como curarla, se encuentra en casa... Pero la única forma de volver a casa es matando a los reyes y que tome el trono.

- Yuri... ¿Crees  que podamos curar nuestro Core? -pregunto Guang, mirándola- ¿Crees que podamos  hacerlo sin dejarlos?

- No lo se... solo se  que tal vez deberíamos volver a casa. - el Aura miro el suelo suspirando, sintiendo como algo en su pecho lo estrujaba solo con la idea de tener que dejar a Otabek solo - Solo quiero dejar algo en claro, puede que... No logremos mucho cuando tome el trono. Puede que muera antes de lo que esperemos. Así que tengo que tener un heredero.

- Yuri, ni siquiera lo pienses - dijo Crispino levantándose - No puedes tener un hijo con ese idiota cuando tu verdadero complemento es Otabek...

- ¿Dime cómo puedo solucionar que nadie tomé el trono cuando muera? ... Se lo que estoy haciendo, se lo que estoy dispuesto a dejar detrás si con eso aseguro la seguridad de Beka.

- Yuri... - la morena bajó la mirada.

- Sabes, siempre podrás tener los genes Yang si eso requieres. - sonrió la mujer - si tienes un heredero, mejor que sea uno de tus nobles quién te deje encinta a ese idiota salvaje hijo de Hera.

- Sabes, no es tan mala idea eso. - rio el príncipe.

El rubio caminó, mirando a sus nobles y después abriendo sus alas mirando por las ventanas. Expulsó la suficiente energía de su cuerpo, para que una ventisca atravesará a lo largo de los reinos unidos, y siguiera su camino hasta llegar a aquella casa, donde ambos reyes reposaban.

Aquella ventisca golpeó la cara de Yakov, líder y rey de Aura, quien volteó a lo lejos y sintió un escalofrío en la espalda, su hijo, su pequeño y hermoso hijo, había crecido y madurado, y su Core, dentro de ese cuerpo hermoso, había agarrado fuerza, más de lo que imaginaba.

- ¿Qué pasa Yakov? - dijo Toshiya mirandole.

- Mi hijo ha crecido más de lo que pensaba. - sonrió el rey - muy rápido y sin medida.

- ¿Te preocupa? - dijo el Hera abriendo sus alas.

- No. No aún, es muy impulsivo aún. Pero tomará fuerza, mi Yuri...

- Si se salen de la línea, asesinarlos es la opción. -sonrio el Hera haciendo que su compañero echara a reír. - Lo digo enserio Yakov, el mundo no necesita reyes débiles que piensan que los humanos son iguales a nosotros. Las reinas llorarán, pero, es algo que se puede arreglar con el tiempo.

- Siempre podemos tener más hijos. - sonrió el rey de Aura tomando de su copa mirando a lo lejos.

Ambos reyes no eran ignorantes de su alrededor. Ambos sabían que sus hijos estaban a punto de crear una gran revuelta para proteger a sus humanos. Y eso les traía diversión a el par de reyes que extrañaban los días de guerra.

El rey de Hera se levantó, dejando de lado su comida y bebida.

- ¿A dónde vas Toshiya? - preguntó su compañero.

- Voy a ver a Nikiforov. Creo que ha pasado tiempo desde nuestra última plática. Tal vez debería recordarle que no debe tener esperanza.

- Espera. Te acompañaré. Quiero darle de una vez, una lección a mi hijo y a su humano.

- ¿Al fin?

- Sí, sí quiero lastimar a Yuri y ponerlo en regla de nuevo, no necesito pelear con el, solo, necesito destruir a su humano por dentro. Vámonos.

💮💮💮💮💮💮💮💮💮💮

Otabek Altin había sido requerido en una de las salas oestes. Al llegar se le dió tiempo libre y por un momento se pudo relajar como lo hacía de cachorro.

Ahora mismo, tenía a Leroy detras de el abrazandolo hundiendo su cabeza en el hueco del cuello y el hombro, de su lado derecho tenía a Leo acariciándole el pecho recargado en su hombro, y entre sus piernas estaba Mila recargada en él.

- Extrañaba esto - dijo el kazajo disfrutando la calidez de sus amigos.

- Nosotros también, tenía tiempo que no estábamos juntos. - sonrió la pelirroja comenzando a darle besos en las mejillas al moreno - ¿Cómo te fue con el anciano? A nosotros nos da miedo, siempre tiene esa cara de extriñido.

- ¿Viktor? Es bueno, solo tiene así la cara. Pero su sonrisa es linda, es como la forma de un corazón. Y ... Creo que lo lastime un poco.

- ¿Por? - preguntó la chica.

- No quiero hablar de ello ahora. -suspiró el moreno.

- ¿Te gusta más la de el que la mía? -preguntó entre pucheros el canadiense abrazandolo más. - ¿Su sonrisa es mejor que la mía?

- No, la tuya me gusta más Jean.

El kazajo cerró un momento los ojos, disfrutaba estar así, con sus amigos, con los suyos, le gustaba demasiado. Incluso a un punto que no debería ser sano. El latino acabó por despertarlo, cuando sintió una mordida en su cuello. Se quejó, pero después disfrutó sentir los labios de este, besando suavemente encima de ella.

- Leo, ¿Estás en celo?

- No. - dijo este subiendosele encima comenzando a besarle el cuerpo.

- ¿No?

- Bueno tal vez un poco... -culminó besándole, comenzando a desabrocharle la gabardina, metiendo sus manos debajo de la ropa.

- Chicos, ya sabemos que hacer... ¿A quien le tocaba? - sonrió el moreno.

- A ti. - dijeron en conjunto la rusa y el canadiense.

- Maldición - suspiró el moreno acariciándole la cintura al latino, abriendo sus piernas. Iba a ser un dolor en el culo intenso. Se había librado de no ser cojido en años, y ahora, tenía que ayudar a su amigo.

- Espera, quiero participar. - dijo la mujer besando a ambos morenos.

- Bueno si todos lo hacen - sonrió Leroy hunidiendose en las caricias.

No tardó mucho para que entre los tres comenzarán a desnudar al kazajo. Dejándolo solo con los pantalones puestos, besando y acariciándole el cuerpo, viendo como en cada toque, las venas debajo de su piel se iluminaban como si fueran ramas de árboles fluorescentes. Aura dentro de él vivía, y consumía casi siempre, toda la energía del moreno, pero, solía parar cuando esté comenzaba a sentir caricias de este tipo.

De amor, de curiosidad, de juego y travesura.
Notaron esas marcas de lucha, al igual que mordidas en su cuerpo, y sus amigos se vieron impresionados. 

- Tu cuerpo está lleno de mordidas. ¿Fue Yuri? - dijo el latino mirándolo.

- Sí, le gusta morderme. -contestó el kazajo.

- Guang también lo hace, dice que mi sabor le gusta.

- Sala lo hace igual, y me duele mucho, pero no sé cómo decirle que pare. - respondió la chica subiéndose la playera y el brasier. - Mordió mis pechos, eso sí duele.

Los tres chicos se pusieron rojos de golpe, al final, era obvio que les atraía esa parte del sexo opuesto. Más porque les gusta lo suave que es.

- Y-ya vemos -sonrió incómodo el canadiense - ya puedes vestirte.

- Okey - sonrió la pelirroja.

- Es como si quisieran comernos. -dijo el kazajo riendo, pero al final solo rio él, porque sus amigos se tensaron de golpe.

La mirada de sus amigos se desvió, todos dejaron las caricias de lado apartándose de Altin que no comprendía el comportamiento de sus amigos. Trató de acercarse a Jean, pero este hizo un rostro de preocupación.

- Otabek... Hay algo que tenemos que decirte. - dijo el canadiense mirándolo - hay una nueva carne en el mercado. Se llama carne Hulu. ¿Habías escuchado de ella?

- Si, el rey de Hera la trajo de algún planeta de otra constelacion. Es muy popular. -dijo el moreno - he visto a muchos Heras y Auras comerla.

- ... Otabek, esa carne somos nosotros. -dijo el latino bajando la mirada.

- ¿Qué?

- La carne Hulu es carne humana Otabek, nos están convirtiendo en ganado.

Y el tiempo se paró para el joven hombre.

En ese momento se sintió como si fuera un cachorro, aquellos días donde la comida solía no gustarle y solía vomitarla. Fue hasta que Yuri aprendió recetas para humanos que comenzó a gustarle la comida.

Desde ese momento nunca volvió a vomitar. Los golpes que le daba Viktor, no lo hacían vomitar, lo hacían escupir sangre, así que no contaba, pero ahora, en este preciso momento, el kazajo acabo vomitando en aquel piso de hermosos tallados de madera.

Sus amigos se asustaron, auxiliandolo, dandole con que limpiarse y tratando de que ellos no acabarán vomitando en el proceso después de ver a su compañero revolver el estómago.

- ¿Otabek qué pasa?

- la comí...

- ¿Qué?

- Comí carne Hulu. La comi... -el moreno cubrió su rostro comenzando a lagrimear de coraje y asco - ¡La comi! ¡Comi esa carne! -gritó fuertemente. - La comí con Yuri, no sabía que era... No sabía...

La puerta acabó abriéndose de golpe después de ese grito. Y fue allí donde el kazajo vio a Yuri, mirándole preocupado, acercándose a él y abrazandolo. El kazajo sintió sus brazos a su alrededor y sintió aquella calidez que le encantaba.

Pero esta vez sus brazos no rodearon al rubio. Esta vez ambas manos fueron al rededor del cuello de Plisetsky apretándolo con fuerza.

- ¡Me hiciste comer humanos! ¿!Que mierda tienes en la cabeza!?

💮💮💮💮💮💮💮💮💮💮

¡Hola!

Perdón que no tenga separadores, pero es que lo edite desde mi celular porque no tenía tiempo de hacerlo en casa.

Espero les haya gustado uwu.

¡Saludos!

Lenzz Fuera :3

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top