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Secretos ocultos en tu corazón de hierro...





El moreno despertó al siguiente día. Aun podía sentir sus ojos hinchados después de llorar anoche. Se levantó sintiéndose pegajoso, y el deseo de una ducha rondo su cabeza. Miró su cuello y abdomen, esas mordidas, todo ello que lo hacían recordar aquella noche de lujuria que había conocido. Recordó como los labios de Yuri se sentían tan bien, como su boca se sentía tan cálida. ¿Esto era ser adulto?

Sonrojado caminó a la ducha, lavando por completo su cuerpo, poniéndose su ropa y acomodando su collar, que no ocultaba esas marcas, pero serviría por ahora hasta que encuentre algo para ellas. Al salir a la sala notó una hoja de papel con una nota de su dueño.

"Tuve que ir a trabajar temprano, dejo comida y regresaré por la tarde noche. Lee los libros y hablemos cuando regrese."

El moreno suspiró. Yuri nunca le había dicho en que trabajaba, o si realmente era un trabajo a donde iba, pero al final, no era su asunto meterse en las cosas que su dueño hace o deje de hacer. Tenía que ser una buena mascota y obedecerlo.

Sentándose en la sala, tomó el primer libro mientras tomaba un bocado de su desayuno. El libro principalmente hablaba de la sexualidad y necesidades biológicas explicadas científicamente, el moreno no pudo evitar sonrojarse o sorprenderse con la diferencia de fisionomías entre humanos y Auras. Principalmente el hecho de que los Auras tienen la habilidad de procrear, siendo hombres y mujeres, sus cuerpos se adaptan a la situación.

Le perturbó el hecho de que una mujer podía hacer crecer su "Clema" que vendría siendo un clítoris, de tal forma que se convertía en un "Punte" o pene para poder embarazar a su pareja. Y aun peor, que un hombre por su entrada trasera podía quedar embarazado ya que al momento de aparearse se abre una especie de orificio dentro del recto que absorbe el semen para que llegue al útero o "Clava" según los hijos de Aura.

Era un mundo nuevo, era ser más maduro, y era una tortura. Cada cosa que aprendía, cada cosa nueva sobre la sexualidad, sobre él, sobre qué hacer, como hacer, que debería pasar, lo hacía alejarse más de esa inocencia que Yuri había cuidado por mucho tiempo. El deseo, la excitación, la madurez estaban apoderándose de su cabeza.

No podía dejar de pensar en Yuri, en lo hermoso que es, en cómo debería verse desnudo, en cómo es que brilla tanto ante sus ojos.

Decidido parar al terminar el primer libro, y miro a la ventana, había pasado todo el día leyéndolo, y se estaba haciendo noche. ¿Dónde estaba Yuri? ¿Por qué no había llegado ya?

Sintió miedo y preocupación, mirando fijamente a la puerta de entrada hasta que esta se abrió. Y un hombre que jamás había visto entró. Rápidamente, tomo un par de dagas que Yuri le había dado, y que había escondido debajo de uno de los cojines de la sala. Con algo de miedo, pero determinación, además de su promesa de proteger la casa Plisetsky, lo hizo lanzarse contra el hombre, que rápidamente, para su infortunio, acabo pateándolo en el abdomen arrojándolo contra una pared.

¡BASTA! –grito una voz conocida y unos brazos envolvieron al moreno – ¡Aleja a tu maldito humano de mi Otabek!

Viktor se asegura de que sea seguro para mí. Si no educas a tu humano, tú acabaras como él. Es un humano de protección y, aun así, mi Viktor lo derrotó de un golpe, ¿Por qué no lo has llevado a entrenar?

¡Cállate jodido cerdo! – gruñó el rubio sosteniendo el rostro del moreno – Beka, ¿Estas bien?

Yuri – sonrió el chiquillo abrazándose de él.

Lo tienes muy consentido Yuri. – comentó Katsuki, entrando a un lado de su humano, donde el de cabello negro tomó asiento en el sofá, y su humano tomo asiento en la alfombra. – Cuando nuestras familias al fin se unan, podremos mudarnos a nuestro castillo y poder al fin, tener un reino igualitario sin necesidad de guerras.

El moreno miró al sujeto que ahora estaba sentado en la sala. Era atractivo, su cabello recogido hacia atrás, esa ropa negra sobresaliente, ese maquillaje en los ojos, que nunca había visto en un aura, y le sorprendió los tatuajes de sus brazos, era muy atractivo, más con la capa negra que usaba. Después miró al humano que lo cuidaba con recelo, era más alto que el sujeto en el sofá, más fornido, igualmente vestido absolutamente de negro, con un collar puesto que hacía juego y un tatuaje en el cuello.

¿Quiénes eran estas personas? Y porque ese sujeto quería casarse con Yuri.

¡No pienso casarme con un jodido hijo de Hera!

Yo estoy deseoso de conocer como es mi esposo, un gran hijo de Aura. – el chico, con peinado hacia atrás, con ojo marrón intensos, con ese toque de sensualidad estaba sentado frente a ellos y no se le veía intimidado por nada. En ese momento se sintió mal, debería estar como el sujeto de cabello plata, protegiendo a Yuri, listo para atacar, defendiéndole, pero no, ahora se encontraba escondido entre los brazos del rubio. – Por cierto, mi Viktor esta entrenado en todos los sentidos, no necesitamos a tu humano de llavero.

Ni muerto dejaría a Otabek.

Entonces hagamos un trato. Entrenarás a tu humano, si resulta ser el mejor de su clase, aceptaré para mantenerlo como guardián. Ya que tu ni yo podemos escapar de esto ahora Yurio. El matrimonio se llevará acabo, y juntos podremos volver al lugar que nos pertenece. Con permiso.

¡Solo lárgate y ve a decir tu mierda a otro lado! ¡Nunca llevaría a Otabek a ese jodido lugar solo déjame solo!

Yuri estaba furioso y el cachorro de humano no tenía idea de que era lo que estaba pasando. ¿Hijo de Hera? ¿Qué mierda estaba pasando de repente?

Confundido y con aun las manos sobando su estómago, miró hacia arriba y fue cuando su mirada se cruzó con el de ojos marrón quien le dio una mirada de desprecio, y después una mirada de burla de aquel de cabello plata. Extrañamente, no sentía nada amenazante en ellos, sino, que estaban obligados a actuar de esa forma. Al salir, se sintió inservible, acaba de ser vencido por una simple patada, que, a decir verdad, aun le dolía.

¿Qué fue eso Yuri? – dijo el chiquillo viendo a su dueño. – ¿T–te casarás?

... Ven, siéntate, tengo algo que contarte.

Okey.

El moreno tomó asiento y miró los ojos esmeraldas que le devolvían la mirada, era como si estuviera hipnotizado por ellos, no podía ocultar nada su fascinación por la belleza de Yuri.

Soy miembro de la familia real de Aura. Soy el único hijo y futuro heredero de los bastos planetas gobernados bajo nuestra mano. Todo estaba bien, hasta que los hijos de Hera llegaron un día a nuestras tierras. Son asimismo poderosos, igualmente hermosos, pero su raza es guerrera a diferencia de la nuestra, que es más pacifica e inteligente. Los planetas conquistados por ellos son tiranías, mientras que nosotros tratamos de mantener un balance. Llegaron a la tierra hace 8 años. Y mi padre ofreció que, en lugar de pelear por este planeta, pudiéramos unir nuestros reinos. Así que el hijo del rey de Hera desposaría al hijo del rey de Aura. Y ese es mi destino.

... ¿Qué hay de nosotros?

No hay un nosotros. – contestó el rubio bajando la mirada.

Dijiste anoche que era tuyo, me reclamaste como tuyo. – gruñó el chiquillo viéndolo – ¿A qué diablos juegas?

Otabek... tengo las manos atadas.

¡Entonces déjame protegerte!

¡Te matará si lo intentas! ¿Qué no me escuchaste? Su raza es guerrera, el tipo vive para la guerra.

¡Entonces enséñame a pelear! – renegó el moreno levantándose – ¡Soy un humano de pelea y nunca he aprendido a pelear! ¡Enséñame!

No quiero que te pase nada.

¡No me pasara nada! ¡No soy un niño Yuri!

No pudo ocultar su enojo, su dueño, su Yuri, no quería ni siquiera que moviera un dedo. Podía sentir la desesperación en la voz de Yuri, como quiere librarse de ese matrimonio, como quiere huir y nunca volver a ver a ese sujeto que viene y quiere plantar su voluntad en casa ajena.

Y él quería ayudarlo, quería pelear por él, pero si Yuri nunca lo deja hacer más que leer y comer, entonces, nunca podrá hacer nada, ni siquiera, protegerlo de él mismo.



La casa era demasiado lujosa. Nikiforov ya se había acostumbrado a ella. Yuuri solía pasearlo de aquí para allá sin dudar. Al ser un humano de raza protectora al igual que de exhibición, Yuuri no hacía más que exhibirlo, entrenarlo y ... Y desahogarse con él.

Sabía el secreto de su dueño, él no quería casarse en lo absoluto con Plisetsky. Él era feliz solo viviendo con él. Pero los Katsuki son poderosos, y la presión familiar en los hombros del hijo de Hera lo estaban triturando para que actuará como alguien que no es.

Viktor... ¿Me perdonarás? –dijo su dueño, haciendo una seña para que se acercará. Aún recordaba esa mirada marrón cuando lo miró por primera vez, de cachorro, en aquella tienda de mascotas. Aún recordaba como vio tanta bondad en alguien criado para la guerra.

Si Yuri.

Ni siquiera te he dicho que...

Perdonaría todo lo que Yuuri hiciera, porque solo quiero a Yuuri y mi lealtad es tuya.

El de cabello obscuro sonrió acariciando el fino cabello gris del ruso. Sabía que Yuuri era muy frágil por dentro, que era tan frágil como el cristal, que quería protegerlo. Pero Yuuri no necesitaba protección física, necesitaba protección de el mismo, porque la ansiedad lo consumía y lo hacía hacer cosas que no se esperaría de un príncipe.

Haré algo horrible, ya no puedo soportarlo. Ayudaré a Yuri, aunque él no vea mi ayuda. Pero te necesito para lograrlo.

¿Qué deseas que haga?

Necesito que tomes al cachorro Altin, y te lo lleves, necesito que lo entrenes, tan bien como tú. Necesito que sepa defenderse, que sepa de magia, que sepa de todo. Solo así mi familia aceptará a otro humano en nuestro castillo para protección. – el hijo de Hera comenzó a soltar suaves gotas de lágrimas por sus mejillas – pero con esto mi Viktor, no te veré ... Y eso me está matando, no sé qué haré sin ti.

... No te defraudaré Yuuri lo prometo, mi mente y mi corazón se quedan contigo para protegerte hasta mi regreso. Iré a prepararme.

Viktor...

El de cabello plata no dijo nada. Solo se levantó y se dirigió a su habitación, sintió como sus mejillas se empapaban de lágrimas y como su pecho ardía, quemaba, y lo torturaba a tal punto que apenas cruzó su habitación, echó a llorar, apretando los puños, golpeando la alfombra. ¿Por qué no podía ser un hijo de Hera? ¿Por qué no podía ser un igual? ¿Por qué estaba condenado a amar a su dueño? ¿Por qué no podía quedarse con aquel que le mostró luz cuando solo había obscuridad? ...

El entrenamiento llevaba años. 4 a 5 años. Y tenía miedo, mucho miedo de volver y encontrar a su amado Yuuri con otro humano, encontrarlo acariciando el cabello de un humano que no es él, verlo besarle las mejillas, verlo... Verlo tocarlo por las noches.

Se llenaba de rabia de solo imaginar a un intruso tocando a Yuuri como él suele tocarlo, besarlo como él suele hacerlo, le dolía, le dolía tanto, pero ¿Qué podía esperar de ellos? Tanto los hijos de Hera como de Aura carecían de algo, y ese algo, los humanos lo sentían hasta morir...

Pasó una hora hasta que pudo controlar su llanto. Y después de ello, limpió sus mejillas y comenzó a preparar sus maletas. Tendría que ir a partes lejanas para no dejar que el heredero de Aura se diera cuenta donde se encontraba su preciado cachorro.

Así que empacaría lo necesario. Sabía que aquel chiquillo sería un duro trabajo. Parecía no conocer muchas cosas y ni siquiera sostener un arma. Al parecer, Plisetsky le había consentido sin parar, sin dejar que aquel humano conociera la triste verdad.

Y la verdad era que la línea que divide a los humanos de Aurantes o Heranos es demasiado gruesa, y no podemos cruzarla.

Viktor... –escuchó por el otro lado de la puerta – Viktor... no hay necesidad que abras la puerta, solo quiero que escuches... quiero que sepas que mi mente y corazón, se van contigo. Y esperan tu regreso, para poder unirnos de nuevo.

... Yuuri... Yo... – quería gritarlo, quería decirle cuanto le amaba hasta que Yuuri se cansara de escucharlo.

No lo digas si ya sabes cuál será mi respuesta. – Eso era lo que más dolía. Como Yuuri solía rechazarlo antes de que el pudiera declararse. ¿Realmente no lo veía de esa forma? ¿Realmente solo era una mascota más?

– ... Me iré cuando no necesites sentirme, y regresaré cuando estés muriendo por mí. Soy tu guardián hasta el final Yuuri, no te defraudaré.

Lo sé... Buena suerte.

No comprendía.

No comprendía en absoluto a Yuuri. Ahora lo había acorralado después de haber estado encerrado en su cuarto llorando, lo había dejado sin poder huir contra el sofá, mientras metía su lengua indiscriminadamente en la de él.

El cachorro de humano gimoteaba en busca de aliento, pero el rubio no lo permitía. Besar los dulces e inocentes labios del kazajo despertaban una paz y una lujuria que no podía controlar. ¿Por qué un humano se sentía tan bien entre sus brazos?

Para... – dijo entre jadeos el moreno.

¿Leíste los libros? – Dijo el rubio, mordiéndole el cuello al moreno haciéndolo gruñir.

Si, para Yuri...

Entonces no puedes negarte.

Yo estoy aprendiendo, no puedes hacer todo esto cuando no puedo comprenderlo... Hn...

Beka...

Yuuri confundía la dulce mente del moreno, ¿Qué era todo esto tan de repente? ¿Ya se había convertido en un adulto y ahora que Yuri lo veía como tal debía complacerlo? No comprendía, había muchas cosas que no comprendía, y era aún peor con la lengua de Yuri metiéndose en su boca, con las manos de Yuri acariciando su pecho, con las caderas de Yuri pegándose a las de él. Y sin olvidar, ese movimiento de caderas que rozaban su trasero con su miembro.

¡Ah, basta saldrá! –dijo avergonzado el moreno abrazándose del rubio– no quiero...

Tengo que enseñarte, dijiste que querías aprender...

Me da miedo Yuri, son muchas cosas que no entiendo. No entiendo como tú de pronto sacas cosas de golpe y me pides que comprenda, pero no comprendo cómo es que todo comenzó a desmoronarse en primer lugar, confundes mi mente, confundirse mi corazón, confundes todo lo que tengo pensado para al final ...

¿Al final?

solo... – el chiquillo lo miro, ¿Qué sucedía al final de que su mente se llenaba de Yuri? ... – Solo me haces amarte. – finalizó el moreno mirándolo, sí, siempre sucedía lo mismo, cada vez que sentía que estaba a punto de perder la cabeza, siempre, al final, solía amar a Yuri más de lo que lo hacía segundos atrás.

El rubio cubrió la boca del moreno mirándolo fijamente a los ojos. Le dolía, y le iba a destruir lo que estaba a punto de decir. Pero ya no había marcha atrás. No ahora, no después, si quería proteger a Beka, tendría que hacerlo antes de que ocurriera una tragedia.

Nunca, en tu vida, digas que sientes eso por mí. –el rubio bajó la mirada soltando unas leves lágrimas – ¿Qué no lo ves? No somos iguales, eres mi mascota, y quiero enseñarte todo lo que tienes que hacer para mí. Trataré de ir más lento contigo ¿Ok? Eres un Altin, no eres tan inteligente, solo eres fuerte de naturaleza, así que está mal asumir que todo se te quedará, al final solo eres un humano.

... Yuri... Me lastimas. – el kazajo comenzó a lagrimear, porqué eso había aprendido a hacer cuando se sentía triste, porque sabía que Yuri vendría a abrazarlo, a consolarle, porque Yuri era su todo.

Solo te digo lo que debes de saber, nunca de los nunca, trates de amar a alguien que no es de tu especie o te traerá problemas. ¿Lo comprendes?

... Pero te amo.

¡Basta! –gritó el rubio levantándose – si sigues así, será mejor se...

¿Separarnos? ...

Y entonces se quebró.

Una cosa del amor es que es muy frágil, y el dolor muy fuerte. Cuando estos chocan causan estragos, más en una mente inocente. Otabek Altin sintió repudio por primera vez hacia su dueño, ¿Era su culpa? Posiblemente, había solo creído en Yuri toda su vida, solo visto esos ojos esmeraldas toda su vida, Yuri era su todo, siempre lo fue.

Pero su todo no era más que una mentira caminante.

¿Realmente me considerarse algo más que una mascota como pregonabas todos estos años?

Beka...

Eres tan cruel, que no entiendo como no quieres unirte a ese hombre, si al fin y al cabo son iguales. Ambos son tan cobardes y mentirosos... Al menos como humano, se he de reconocer que no soy perfecto, a diferencia de ti que todo para ti tiene que tener un estatus, un fin, tú nunca ... Nunca... En la vida, me verías como mis ojos te ven. Soy solo un adorno en tu vida.

No lo eres, no lo digas, no lo eres – el rubio comenzaba a entrar en pánico, no quería perder a su Beka.

¡Lo eres! Solo eres alguien falso que solo me tiene para sus propios fines personales.

¡No Beka no lo entiendes!

¡No me digas Beka!

¡Estoy tratando de protegerte idiota!

No necesito tu protección, no necesito nada de ti. No cuando lo único que sueles enseñarme está lleno de mentiras y trampas para mantenerme a tu lado a la fuerza. ¿Por qué me quieres aquí si no soy más que un adorno para ti?

Porque te amo Beka. Lo he hecho hace mucho tiempo, te amo y ya no puedo cambiar esta cosa en mi pecho, solo te quiero a ti Beka, solo a ti.

El rubio dejo escapar unas cuantas lagrimas sosteniendo su boca. ¿Qué era esto? ¿Qué asquerosidad acababa de decir? ¿Enamorado? ¿De su mascota? Acabaría en un manicomio, acabaría siendo un jodido pervertido, acabaría siendo el repudio de todo su futuro reino.

Pero...

La forma en la que esos ojos negros como la noche le miraban actualmente, le daban demasiada paz.

Otabek se acercó al rubio, dejando deslizar algunas lágrimas por sus mejillas y se abrazó fuertemente de él. ¿Estaba mal? No eran de la misma especie, y entendía por qué no debían amarse. Lo entendía, pero, aun así, cuando la luz se va, y solo sombras y secretos quedan en el aire, aquellos amantes pueden apreciarse por unos instantes.

El kazajo, torpe e iluso, beso al rubio. Era la segunda vez que besaba a alguien, y le pareció genial que haya sido la primera persona con la que lo hizo. Trataba de imitar el cómo Yuri lo hizo anoche, por más que lo intentaba, no lograba hacerlo bien, cosa que le sacó una risa a Plisetsky, que rápidamente tomó el mando jalando las caderas del kazajo, subiéndolo encima de él.

Deslizó sus manos, acariciándole la piel morena debajo de la ropa, sintiendo la temperatura de ambos cuerpos subir, su pequeño cachorro de humano gimoteaba abrazándose fuerte del rubio, mientras este besaba y mordía su cuello, deleitando el dulce sabor de la inocencia abandonando a su joven humano.

Beka, desnúdate.

¿Eh?

Desnúdate, confía en mí. Te haré sentir bien.

El chico lo hizo, se levantó quitándose sus prendas, solo quedando con aquel collar puesto, mirando con algo de sonrojo al rubio. Estaba aprendiendo de todo esto, del sexo, de la intimidad, del amor, poco a poco el amor de bebé que sentía hacia Yuri fue cambiando por completo desde el primer día en que su corazón dolía o palpitaba cuando veía al rubio.

Yuri se puso de pie, dejando caer sus ropas, mostrando su cuerpo, mostrando esas alas que siempre escondía debajo de telas preciosas, parecían alas salidas de los cuentos de hadas que tenía su madre cuando era cachorro. Tan luminosas y grandes, tan bellas.

La piel pálida y lisa del rubio hacían a su corazón palpitar como loco, el dulce cuerpo de él, todo de él le hacían sentir cosas que no había sentido antes.

Ven... – dijo Plisetsky y Altin obedeció, tomando su mano y recostándose en el sofá. Sintió nervios cuando el rubio le abrió las piernas y se colocó entre ellas. Sintió aún más, cuando los labios del rubio besaban su cuerpo, dejando aquellas marcas de la noche anterior más enrojecidas, dejando más mordidas, haciéndolo gimotear más y más. – Beka, cuando seas mayor, cuando aprendas todo lo de los libros, quiero que me toques aquí.

El rubio, deslizó sus dedos a su boca para descenderlos y colocarlos en la entrada del moreno. Le sacó un gemido de sorpresa, y pudo sentir como se contraía el cuerpo del chiquillo. Por un momento el rubio se sintió mal, aún era un niño, un chiquillo con 16 años de vida recién cumplidos. Pero no podía detenerse ahora, no cuando aquel moreno lo veía entre asustado y excitado abrazando un cojín de la sala.

Plisetsky no espero más, y comenzó a masajear ese punto mientras chupaba y mordía el pezón del kazajo haciéndolo arquearse. Otabek Altin estaba sintiendo cosas de lugares que en su vida hubiera tocado. ¿Por qué Yuri tocaba ese punto? ¿Por qué Yuri introducía sus dedos en ese lugar? ¿Por qué su cuerpo se sentía tan frágil y a punto de romperse? ¿Por qué soltaba tantos gemidos de un lugar que ni él creía que pudiera sentir?

Los gemidos del moreno subían su intensidad, y al rubio le encantaba que incluso cuando estaba dilatando la entrada de Otabek, este aun lucia tan varonil, incluso abrazando un cojín tratando de ocultar sus gemidos.

Creo que estás listo... ¿Puedo?

¿Qué vas a hacer?

Meterlo, quiero ser uno contigo. Quiero enseñarte lo que tienes que hacer conmigo cuando crezcas.

Yuri tengo miedo... – el joven lo miró, con ojos llorosos y leves jadeos, incluso cuando estaba aprendiendo, aún tenía ese rastro de inocencia, que el rubio moría por quitársela por completo.

Confía en mí.

El moreno asintió escondiendo la mitad de su rostro bajo el cojín, mientras el hijo de Aura comenzaba a penetrar lentamente. No tardo mucho para que el kazajo soltara gemidos y chillidos de incomodidad, dolor, y sorpresa. Pero el rubio supo cómo manejarlo, besando suavemente esos dulces labios inocentes, acariciando el cuerpo del más joven, gimoteando con él cuándo comenzó a embestir.

Sentía los brazos del moreno rodearle, podía sentir como las uñas del humano, le provocaban dolor en la espalda, más cuando deslizaba el rasguño cerca de la salida de sus alas.

Fue una experiencia diferente para ambos, sobre todo para Plisetsky, que fue la primera vez que vio a alguien aferrarse tanto a él, gimotear que lo amaba, estar tan desesperado por su amor, y que él sintiera lo mismo hacia él.

Amaba a Otabek Altin, le amaba con locura. Y este le amo de vuelta, pero era triste, muy triste saber que todo eso terminaría pronto, cuando la obscuridad dejará la sala, cuando un día nuevo empezará, y cuando se diera cuenta, que aquel collar en el cuello del moreno no podría quitárselo nunca.

El moreno despertó en su cama, una hora después de lo sucedido, al parecer ya se encontraba limpio, podía sentir su cuerpo fresco, aunque tenía dolor en su cadera y parte baja. Yuri no se encontraba a su lado, cosa que no le sorprendió, en el libro que había leído, decía que después de los deberes sexuales, él regresaba a su habitación y allí acababa el rito de apareamiento con un Aura.

Levántate. – dijo una voz que no conoció, fue hasta que volteo a verle. De nuevo allí estaba, esa persona de cabello plata mirándolo. Antes de que pudiera gritar por ayuda, este le cubrió la boca – Dios acaban de follarte ¿Verdad?

– ¡HM!... – el moreno se quejó, esperando que Yuri viniera viendo a la puerta.

– Bueno, entonces no hay mejor forma de despedirse, vendrás conmigo y te enseñare todo lo que necesitas saber, serás un guardián hecho y derecho, ya me harté de que Plisetsky te vea como un bebé que debe ser protegido. De por si la raza humana está lo suficientemente humillada para que un jodido chiquillo como tu venga a humillarnos aún más.

¡hmm!

No veras a Yuri por un largo tiempo...

Eso fue lo último que el sujeto llamado Viktor le dijo mirándolo fijamente. Después de ello, pasaría mucho tiempo antes de que aquellos ojos negros como la noche, fueran iluminados por los ojos esmeraldas que traían rayos de sol a aquella obscuridad donde avivaban su amor. 

Hola
La verdad no pude resistirme, tenia que escribir mas de esta historia. 
¿lenzz pero que pasa con tus otros fics, no puedes actualizar esos? Si puedo, pero no tengo la inspiración ahora, :( gomen.  Pero no desesperen, my queens, pronto actualizare lo demás. uwu. 
Aun así, espero les siga gustando esta historia tanto como a mi. 

Lenzz Fuera :3 

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