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¿Recuerdas mi nombre? O solo soy una pesadilla de tu subconsciente...


Años atrás...

El viento golpeaba su rostro mientras el canto de un pájaro le alertaba la mañana de aquel día. Sus ojos negros como la noche se abrían lentamente mientras suaves sabanas de seda acariciaban su piel morena. Al levantarse, vio una hermosa mujer a su lado derecho, desnuda, con piel pálida y ojos verdes. Se sonrojó un momento en recordar lo que había pasado la noche anterior, atendiendo los deseos de su reina. Ayer había sido intenso y aun le avergonzaba todo lo que había pasado, pero las marcas de su cuerpo no mentían, su mente estaba satisfecha del placer de anoche.

Con sigilo, se levantó de la cama, tomando su bata para después asomarse por el balcón real. Realmente era uno de sus lugares favoritos, pero solo podía estar en esa habitación por tiempo limitado, y disfrutaba cada segundo allí. Le había preguntado tanto a Lilia como a Yakov, si él podía tener un balcón en su habitación donde pudiera ver ese paisaje tan mágico y hermoso, pero ambos se negaron. Solo tenia una ventana mediana, donde veía por las mañanas o las noches que no era requerido en la habitación de uno de sus reyes.

- Temir, por favor, vuelve a la cama – dijo la reina acomodando su cabello viéndolo.

- Lo lamento – se encogió de hombros el moreno dando suaves pasos de regreso – Me gusta mucho la vista desde aquí.

- Si quieres verla más tiempo, entonces, ¿Por qué no te quedas más noches conmigo? – dijo la mujer levantándose, cubriendo su desnudez con una sábana – Me encantaría tenerte aquí conmigo.

- No puedo, Yakov quiere que este con él – con una sonrisa tímida el chico miró a la mujer – No puedo dividirme para estar con cada uno.

La mujer sonrió acariciándole el cabello, era un chiquillo, de unos 18 años, que apenas estaba descubriendo como vivir en este nuevo mundo que los Auras habían conquistado. Le dio ternura el pensar que debía ser simple ser un humano y solo servir, no tener otro propósito en la vida que servir y dar cariño y comprensión a sus dueños.

¿Cómo esta Yuri? – dijo el moreno mirando a la reina – ¿Cómo va en su internado? – el kazajo parecía curioso, solo había visto a Yuri en el enorme huevo de Aura cuando era un bebé, al desarrollarse, seguía allí, dentro de esa capsula de agua, vivo, abriendo los ojos y moviéndose, pero sin oportunidad de salir. Solía leerle historias cuando podía, pero no estaba seguro de que Yuri escuchaba. Además, cuando al fin salió de la capsula, solo lo vio segundos antes de que fuera transferido a la base dos donde crecería, educado y pulcro para estar listo y volver por el trono. Se había encariñado mucho con él, siempre se encariño muchísimo con él, incluso, cuando Yuri puede que ni siquiera sepa quien es ese humano que le leía historias sin parar por las noches.

Volviéndose fuerte. – contestó la reina. – Está creciendo rápido, sus alas ya pueden soportar su peso y a este paso, será muy fuerte y grande. Ya no es el bebé que viste partir. Lo verás cuando regrese dentro de unos años.

Ok – dijo el moreno jugando con sus dedos – ¿Puedo salir?

¿A dónde quieres ir?

A pasear por el castillo, prometo no molestar a los guardias.

Esta bien, ve.

Le dejó ir, ya una vez bañado y vestido por el castillo.

El joven disfrutaba andar por los pasillos, usando su collar, mirando por las grandes ventanas, paseando y disfrutando la vista, pero lo que más le gustaba solo era una cosa. Y llego justo a tiempo para verla. Yakov estaba entrando junto al rey de Hera quien sostenía la correa de un tipo de cabello gris, ojos azules y que parecía acabado de despertar. Si, definitivamente ese era Iván, que parecía que venia dormido en el viaje y ahora es jalado para caminar.

Sonrió corriendo hacia ellos, esquivando a los guardias que trataban de detenerlo, solo viendo a aquel hombre, de cabello sedoso, ojos azules y sonriente mientras hablaba con su compañero en el trono.

- ¡Yakov! – gritó el humano lanzándose a abrazarle, a lo que el rey se quedó inmóvil y con un leve sonrojo en sus mejillas, miró a su compañero que miraba con negación a su humano y suspiraba sin decir más. Los humanos eran demasiado afectivos.

- Yakov... tu humano... – dijo Toshiya, mirando de pies a cabeza al chiquillo abrazado de su compañero.

- Temir, tengo una reunión con el rey de Hera, vino Iván con él, así que, ¿Por qué no van a los jardines traseros y juegan allí? – dijo el rey acariciándole suavemente el cabello al moreno. – Cuando termine, iré por ti, lo prometo.

- Okey – sonrió feliz el moreno soltándolo.

- Iván, solo sigue al mocoso y no te metas en problemas. – exclamo Toshiya desatándole la correa.

- Si mi rey. – contestó el joven ruso.

No tardó mucho para que ambos humanos estuvieran corriendo entre las flores y la hierba crecida. No pasó mucho tiempo para que ambos amigos acabaran exhaustos y jadeando en el pasto mientras risas y sonrisas se dejaban ver en su rostro. Temir se sentía bien con Iván, ambos tenían el mismo destino y eso los hacia cercanos de alguna u otra forma. Aunque, a veces se preocupaba por su amigo, algunos días había aparecido con golpes en el cuerpo, que no importará cuanto los quisiera ocultar, acababan viéndose. Además, de que Iván parecía no importarle en lo mas mínimo.

¿Qué clase de persona era el rey de Hera? ¿Era como Yakov? ¿O era un monstruo?

- Toshiya me llevó al centro de humanos de nuevo, me llevó a divertirme un rato. – dijo el ruso volteando a ver a su amigo – Es lindo, conocí a personas allí, además que volví a ver a una chica especial para mí.

- ¡¿En serio?! ¿Qué te dijeron? ¿Dónde está? Quiero ir. – sonrió ansioso el moreno.

- Te llevarán no desesperes, ya tienes 18, buscarán a alguien con quien cruzarte y que tengas cachorros.

- Oh... – el chiquillo se quedó mirando la hierba, no había pensado en tener cachorros, lo único que había pensado era como hacer a Yakov reír cuando se cree una barba de espuma mientras se están bañando – ¿Una hembra humana? ¿Conmigo? – sus mejillas de pronto se llenaron de sonrojo, ahora era algo nuevo pensar en tener una pareja.

- ¿No lo has hecho nunca con un humano? – preguntó el ruso con una suave sonrisa.

- No.

- ¿Solo con tus dueños?

- Si... ¿Tú ya lo has hecho con... humanos?

- Si. – sonrió el ruso estirándose y abrazando al kazajo, tumbándolo junto a él para quedarse en posición de cuchara con el chiquillo – Temir no olvides que tengo 25 años. Yo fui cuando cumplí a mis 18 años, allí conocí a una mujer muy especial para mí, rusa y rubia, "Yeelena" es su nombre, o al menos el que su dueño le dio.

- ¿Es bonita? – preguntó el moreno dándole suaves besos en las manos al peliplata.

- Muy bonita, y graciosa, la adoro, tuve crías con ella ese año. Nunca... nunca vi a mis cachorros pero, Yeelena me dijo que ambos eran rubios, y ambos fueron a parar a una familia de la base 2, dice que eran idénticos, gemelos. Le he rogado a Hiroko que me envié una foto, pero se rehúsa, solo dice que están en buenas manos.

- Oh... te ayudaré a que veas a tus cachorros. – dijo decidido el moreno – Lo prometo.

- No prometas cosas que no puedes cumplir, además, creo que tu vas a experimentar todo esto muy pronto. – el peliplata le acarició el cabello al moreno, dándole suaves besos en la nuca y hombros mientras este disfrutaba los mimos, pero, al mismo tiempo, se preguntaba muchas cosas. ¿Qué se sentía estar con alguien de su especie? Se preguntaba si su cuerpo cosquillearía, o sentiría algo diferente al tocar a alguien. ¿Qué tan diferente es tocar a alguien humano?

Temir Altin por un momento se sintió muy pequeño. En este mundo hermoso, su especie se había convertido en nada mientras las demás a su alrededor se alzaban dejando a los humanos en el suelo de la pirámide. Los Auras y Heras restauraron tantas especies que estaban extintas, hicieron el suelo fértil y verde, los mares azules y limpios, los polos, congelados y fríos con mucha vida renaciendo en ellos. Si, definitivamente la tierra estaba mejor sin los humanos a la cabeza, pero, por un momento, deseo, sentirse igual que los demás.

Iván, ¿Crees que sería buen padre? – dijo el moreno haciendo que el peliplata parara las caricias.

- Hmm... bueno, creo que lo serias, además, ¿Cuándo el hijo de tus reyes estaba en esa capsula antes de partir, fuiste bueno con él?

- Si, aunque era un niño yo aún. Pero le leía historias.

- Entonces, no dudes que serás un excelente padre. Además, no pienses tanto en eso, porque Temir, la verdad es que...

El peliplata quería decirle, que no tenia que preocuparse por ser un padre, ya que nunca vería a su cachorro. Y también seria poco probable, que viera a la madre de nuevo. Pero era doloroso ver el rostro de ilusión del chiquillo y romperle el corazón cuando sepa la verdad, de que, no importa si es amigo del rey, el destino será el mismo.

¿La verdad? – el moreno volteó su cabeza mirándole. – ¿Qué verdad?

La verdad es que lo harás genial. – y no pudo romperle el corazón.

El moreno ahora tenía dudas, sobre todo, ¿Un hijo? Eso le estresaba, porque tendría que proteger a la madre, son 9 meses de gestación a comparación de 2 meses de gestación de los Auras y Heras. Además, se preguntaba, ¿Quién sería la chica? ¿Cómo sería? ¿Le gustaría? ¿Le gustaría estar con ella? ¿Ella disfrutaría su tiempo con él? Miles de preguntas abordaban su mente de golpe mientras miraba el cielo.

Aunque no tuvo mucho tiempo de pensarlo, porque ambos reyes se encontraban ahora frente a ellos.

Niño, Yakov me dijo que tienes al fin 18 años. No sé si lo puedo creer con esa estatura y ese cuerpo flacucho que tienes, pero al fin de cuentas eres mayor así que es tiempo de que dejes crías. Aunque no sé si tu apariencia será buena para las hembras de tu especie, y es muy tarde para tratar de inyectarte aura y mejorar tu cuerpo, así que, solo vamos. – Dijo el rey de Aura de pronto, y el pobre kazajo no sabía que decir, de repente estaba a unas horas de conocer a alguien y tener un cachorro. ¿Cómo debía manejar esto? – Tengo amigos que les gustaría un kazajo en su casa, viven en la base 2, y le envié una foto tuya y de la hembra que elegimos para ti. Sus cachorros serán lindos y fuertes, así que estarán en buenas manos por ello. Además, aunque Yakov no quiera entrenarte, eres de una raza de protección y deberías tener algo de musculo.

Temir es perfecto como está – dijo Yakov, sonrojando al chiquillo.

No, no lo es, pero bueno, sus crías lo serán. – y el rey miró al kazajo, mirándolo como siempre ve a los humanos, como si fuera una cucaracha en el suelo arrastrándose por sobrevivir.

El chico se quedó estático mirando como ese hombre lo miraba, era la primera vez que lo miraban desde abajo. La primera vez que alguien se había puesto enfrente de él, mientras estaba en el suelo, mirándole sentado en el piso, como si fuera una basura, algo insignificante. Era la primera vez que se dio cuenta que en realidad era eso, una mascota, no más. Y le dolió, le dolió tanto que solo pudo asentir y dejar sus sentimientos de lado, levantándose para no perder más tiempo.

Al levantarse, Yakov puso una correa a su collar, y le acarició el cabello. Suave y lentamente, que incluso el moreno quería abrazarle y sonreírle, quería seguir siendo un niño, quería seguir siendo aquel humano que podía caminar a su lado sin correa, no uno que camina detrás.

- Vamos Temir – dijo Yakov comenzando a caminar con él.

- Iván, ven, tú también vienes, al final no quiero entrar allí como Yakov, así que tu guíalo. ¿ok?

- Ok mi rey. – dijo el ruso levantándose dejando que le pusieran la correa.

- Iván, no estas usando tu ropa correctamente – dijo el rey, acomodándole la camiseta, ocultando esas marcas de besos y mordidas que iban había dejado asomar en su cuello.

- Lo lamento mi rey – respondió sonrojado el chico.


En el camino, prácticamente los reyes iban hablando de cualquier cosa mientras sus humanos iban mirando el paisaje. El ruso no pudo evitar notar como su amigo se le veía nervioso, ansioso y a la vez triste de toda esta situación. Pero no podía culparlo, ya era tiempo de que se diera cuenta de la realidad, que ellos no son más que criaturas bonitas que los Auras y Heras usaban de adorno.

- Temir – dijo el ruso mirándolo – Sabes, Yuuri, mi Yuuri, envió un mensaje a la familia. N–no pudo verme pero al menos se enteró de que existo. Dijo que... él quería tener un humano algún día, y que si se podía ser una cría mía sería mejor. Me sentí muy bien cuando dijo eso, el príncipe, sin conocerme, sin recordarme, quiere tener algo mío. Tendré un cachorro y lo ayudare a criarlo en el castillo. – sonrió – quiero verlo crecer, quiero hacerlo, si no pude ver a mis primeros cachorros, quiero ver a este, al que ayudará y estará con Yuuri.

- ¿Crees que mi cachorro, el que voy a tener, lo quiera el príncipe Yuri de Aura? – dijo el moreno jugando con sus dedos – No se si sea bonito, o muy fuerte, o sea hombre o mujer, pero no quiero que sea enviado lejos, quiero cuidarlo yo, aquí, en el castillo.

- Si convences al príncipe cuando regrese seguro que lo adoptará.

- ¡Si! – dijo sonriente. – Y nos quitará esto – susurro al ruso señalando su collar – ¡Me haré amigo de Yuri, y le pediré que nos ayude a ser libres!

Al llegar fueron dejados en la entrada.

El corazón del kazajo saltaba de ansiedad mientras el ruso lo guiaba por los pasillos, podía ver humanos en todos lados, algunos comiendo, otros descansando, otros jugando, algunos abrazándose. Parecía como una casa donde todos conviven. Le pareció divertido, algo único y genial donde podía ser el mismo con los demás sin miedo a faltar en alguna de las reglas.

Atravesaron unas puertas francesas color rojo, y el ruido de gemidos y el olor a sexo llego de golpe al kazajo. El ruso tomo su mano, para darle confianza mientras caminaban por ese pasillo lleno de habitaciones de puertas rojas.

Es el área de reproducción. – dijo el ruso, caminando, llevando al chiquillo con él – Entrarás aquí hoy, y tendrás o tratarás de dejar encinta a una hembra.

Yo... – no era nada como tener sexo con Auras. El moreno alzó la mirada y dos humanos jadeantes, hombre y mujer fueron metidos en una habitación, después de que un robot les inyectara algo. El moreno se asustó apretando la mano del peliplata. – No quiero Iván.

Es... es un suero que nos pone calientes. Los... nuestros dueños lo usan para asegurarse que tengamos sexo y no solo estemos sentados en una cama platicando.

No quiero... – dijo el moreno abrazando el brazo de Nikiforov. – Detenlos, no quiero.

Temir, yo no puedo hacer nada. – dijo con pesar el peliplata.

Me están violando y harán que yo viole a esa mujer que ni siquiera se si le voy a gustar. ¡No quiero!

El chiquillo salió con lagrimas en los ojos resbalando, corriendo sin parar para salir de ese pasillo, ignorando a su amigo quien llamaba. Corrió sin parar, atravesando habitaciones, secciones de esa casa, tratando de encontrar la salida próxima. Le explicaría a Yakov como es dentro, le diría que se negaría a hacerlo y Yakov entendería, él sabia que el rey entendería sobre su petición, porque Yakov lo amaba y nunca lo obligaría a hacer algo como eso.

Pero no encontró salida, en ningún lado. Cada ventana, cada puerta para escape estaba custodiado por guardias, que con armas metían de nuevo a los humanos que quisieran salir. Recibió un buen corte por el costado cuando intento empujar a un guardia y huir. Así que ahora estaba herido y entrando en un enorme pánico del que no podía escapar.

Iván... no sé qué hacer – el kazajo se quedo allí, en una habitación, en una esquina abrazando sus piernas, lloriqueando por lo que tenia que pasar al ser mayor. No quería crecer, no quería ser mayor y arruinar su vida, traer a un cachorro de esa forma.

¿Estas bien? ¿Te lastimaron?

En ese momento, mientras la sangre de su costado derecho empapaba su camiseta, Temir Altin, a los 18 años, vio frente a él, el ejemplo más claro de un ángel en tierra. Era una chica, con cabello obscuro y piel morena, con ojos miel, con apenas un suave vestido blanco corto blanco, con un collar que hacía juego. Había visto mujeres antes, y eran hermosas, pero nunca había visto una belleza como la de aquella mujer.

Se quedo mirándola, mirando como la chica se acercaba a él y le acariciaba el cabello, como esa chica sin que se le preguntara, tomo un pedazo de tela ayudando a limpiar la herida y haciéndole un vendaje improvisado. El kazajo no pudo decir nada, porque solo podía ver esas delicadas manos acariciándole el torso mientras apretaba el vendaje.

Y con la última gota de valor en su sistema alzo la mirada para que se encontraran al fin la una con la otra. Sus ojos se quedaron conectados por primera vez a unos ojos tan simples llenos de la más pura perfección, así, como es la vida, así como aquel paisaje de tierra todas las mañanas, así como su deseo de libertad y de gloria, así, como todos sus deseos y aspiraciones estuvieran ocultos en aquellos ojos.

¿Te sientes mejor? – dijo la chica.

Si.

¿Cómo te llamas?

Temir.

¿Temir?... Hola Temir, soy Aiday, creo que te encontré. – dijo la mujer sonriendo – Nuestros dueños quieren que tengamos crías.

No así – dijo el moreno incapaz de dejar de ver ese hermoso rostro – No si me obligan o te obligan...

Eso no lo controlamos – dijo la chica sentándose a su lado – Pero, podemos ocultarnos más, y conocernos mejor antes de que todo pase. Antes de que tú dejes de ser tú, y yo deje de ser yo después de que ese suero entre en nuestras venas. Porque te acabo de conocer, y siento que ya te conocía desde hace años. Y ahora, solo quiero conocerte mal, y no sentirme mal si acabo con un cachorro dentro de mí.

Pero...

Me alegra que seas tú. – suspiró la chica – Eres humano, hay humanidad en ti. No me ves como una cosa, me ves como una persona, un igual. Mis... mis demás parejas solo las vi en el cuarto, pero tú, te encontré lloriqueando aquí, herido y asustado de todo. Y eso me gustó.

¿Eres un ángel? – preguntó sincero el chiquillo a la mujer.

No, pero creo que tú si, y estoy feliz por ello.

Y al parecer eso había sido todo.

Siguieron hablando, siguieron conociéndose por horas antes de ser encontrados por los robots. Caminaron de la mano juntos, nerviosos, asustados pero al mismo tiempo sin poder apartar la mirada el uno con el otro. El chiquillo de 18 años sentía solo su corazón a punto de explotar en su pecho, sin poder controlar su sonrojo. Mientras la mujer de 23 años no quería soltar la mano de la persona que la hacía sentir que podía explotar en cualquier momento. Se habían enamorado de la nada, simplemente amor había surgido de la desesperación y tormento.

Y el momento llegó.

Ambos fueron llevados a una habitación de puerta roja, donde después de un pequeño piquete fueron encerrados en aquel lugar con una enorme cama. Ambos, antes de que el efecto comenzara, caminaron a esta, acostándose, abrazándose y acariciándose las mejillas, el pecho, el torso. Comenzaron con besos tímidos, suaves y tiernos. Desnudándose poco a poco, con timidez, entre risas y palabras, luchando para resistir el efecto.

Nuca me olvides – dijo la mujer soltando suaves lágrimas. – Recuérdame siempre.

Lo haré. – contestó el moreno.

Y para su tormento, el suero había hecho efecto en ambos.

Y aquellas suaves caricias y besos delicados llenos de amor se convirtieron en un frenesí de sexo descontrolado. Fueron horas y horas, hasta que ambos cayeron desmayados en la cama. Acabada la sesión, dos robots entraron en la habitación. Tomaron a la mujer desnuda llevándola a otra área de análisis y checar si el coito había sido un éxito. Al muchacho, lo tomaron desnudo fuera de la habitación, cargándolo para ser entregado a su dueño.

Los robots dejaron suspendido en el aire el cuerpo de Temir Altin, quien dormía esperando a que el efecto pasara. Su amigo, Iván Nikiforov bajo la mirada mientras el rey de Hera sonreía suavemente dándole una palmada en el hombro al rey de Aura. Esa era la primera vez que el corazón le dolió más que lo normal a Yakov. Moría por dentro, de tristeza y de celos, de frustración e impotencia.

Moría de que su humano hubiera sido de alguien más.

Y la noticia llego después de días.

Aiday había quedado preñada de un cachorro satisfactoriamente.





Los celos son algo mortal.

El rey de Aura aprendió esa lección de la peor forma. Su amado humano, salía sin aviso de la seguridad del castillo por las noches, escapando por una ventana y deslizándose con unas sabanas amarradas a su libertad. Todo para ver a aquella humana en su casa, con Brendan, metiéndose por el sótano hasta llegar al cuarto de la mujer, y pasar la noche con ella, cuidando su sueño, acariciando su cabello, ofreciéndole protección.

El rey no entendía que Temir Altin seguía sus instintos como humano, el querer proteger a su pareja encinta, no entendía porque no se quedaba en casa, y tampoco entendía, el deseo desesperado del chiquillo en ver nacer al cachorro.

No comprendía como el kazajo sonreía a la nada, como se escabullía y aprendía como hacer ropa y creaba pequeños ropajes de cachorro. "El nunca vera al cachorro, ¿Por qué lo hace?" pensaba el rey, sintiendo dolor en el pecho mientras veía a su humano mas atento con cualquier cosa menos que con él.

Temir. – dijo Yakov tomándole los hombros – ¿Me amas?

Si Yakov – contestó sonriente el humano – Siempre lo he hecho. Pero pensé que no querías que lo dijera en voz alta.

No lo digas. – suspiró el rey – Temir, nunca veras a ese cachorro. ¿Lo sabes, verdad?

El humano abrió los ojos de par en par dando unos pequeños pasos hacia atrás, asustado. No comprendía en absoluto lo que le acababan de decir. ¿No ver a su hijo? ¿Por qué? ¿Por qué el rey le pediría tener un bebé y negarle verlo? ¿Por qué?

¿Por qué? ... – preguntó sincero el moreno mordiéndose el labio – ¿Por qué no puedo verlo? Yakov ayúdame, si tú me ayudas puedo tener a mi bebé.

No necesitas ver a un cachorro que ni siquiera estará en la misma tierra que tú, no quiero que te encariñes. Tu cachorro será enviado a la base 2. Ya tengo unos Auras interesados, estará bien cuidado Temir, pero no puedes verlo, oh dios, ¿Pensabas que ibas a quedártelo? ¿Pensabas que arriesgaría mi credibilidad por ti? – el moreno bajo la mirada apretando los puños.

Cobarde... – susurró el chiquillo poniéndose rojo de la impotencia – Yakov, tú te quedaste a Yuri. ¿Por qué yo no me puedo quedar a Otabek? ¿Por qué soy diferente? ¿Por qué no puedo quedarme con Otabek y Aiday? – lloriqueó el moreno y al rey se le rompió el corazón, mientras sentía sus piernas débiles y su vista cansada. Por Aura, la plaga humana era poderosa.

¿Otabek? Lo nombraste... Temir, por Aura, ¡No! ¡Entiende! – dijo el rey tomándolo de los hombros – ¡No veras a ese cachorro ni tampoco a esa mujer de nuevo! ¡Tienes prohibido salir Temir! ¡No eres igual que yo! ¡Tu cachorro no es igual que Yuri! ¡Tu solo eres mi mascota! ¡Entiéndelo idiota y madura!

... ¿Tu mascota? – el moreno soltó una suave risa entre lágrimas – Tienes razón, soy tu mascota. Soy algo que te pertenece. Fuí un tonto al creer que significaba algo para ti, pero me alegra que al fin lo dijeras en voz alta.

Temir... Temir perdón, no quise... – el rey sentía su pecho a punto de explotar – Temir escucha...

Dejaré de amarte Yakov, de todos modos, amarte no tiene ningún fin si tú no me amas como yo lo hago. – sollozó el chiquillo empujando al rey corriendo lejos de él.

Y el rey dejo al chiquillo llorar mientras se retiraba rápido a la recamara de su reina, tambaleándose, tocando desesperado hasta que Lilia se asomó sosteniéndolo, y metiéndolo a la cama. Su rey se le notaba pálido, y con el pecho negro en el centro, como si algo dentro se estuviera pudriendo. La reina no tuvo opción, que clavar en el pecho de su rey directamente Aura y esperar que esto lo ayudara. Le limpio el sudor, le acaricio el cabello, le cuido todo el día hasta la noche, donde parecía que su rey descansaba suavemente.

Entonces, se levantó, y salió de su habitación para ir a la habitación del humano. No fue con prisa, fue normalmente a hacer una visita. Lo encontró abriendo la ventana, y sonrió al ver el intento desesperado de huir como siempre en las noches.

El embarazo de las hembras humanas dura 9 meses. Que no vayas una noche no hace un cambio significa torio Temir. – dijo la reina – La chica, Aiday, está en el cuarto mes. La he vigilado también, al final es importante para ti ya que tiene un cachorro dentro de ella.

No lo entendería, ustedes no tienen bebés. – dijo el chiquillo, molesto por ser interrumpido en su huida. – No entenderías lo vulnerable que es si tú nunca... – mordió su labio, la reina nunca le había hecho nada. – Si tú nunca tuviste a Yuri dentro de ti.

Es cierto, nosotros tenemos a Aura para reproducirnos. ¿Simple no? Tenemos relaciones, se acumula en la Clema un pequeño huevo de Luz que sale de nosotros en un par de semanas, sin dolor, y se mete directo en una capsula de Aura donde meses después nace un bebé, que pasa sus primeros meses de vida dentro de la capsula de Aura hasta que este mejor desarrollado. Evitando que nazca con alguna imperfección o no sea agradable a la vista.

Crean... como robots saliendo de un taller – dijo el kazajo mirando a la reina – ¿Por qué no tienen a los huevos dentro?

Podríamos, pero es agotador. Preferimos expulsar el producto y mejorar el proceso. – la reina suspiró – Temir, tienes que entender que no lo veras, porque no eres un Aura, eres una mascota. No tienes los mismos derechos, no eres igual a Yakov y mi. Que te consintamos es nuestro problema, pero hay algunas cosas que no podemos pasar por alto y es esta. Tu cachorro ya tiene una familia que lo estará esperando con los brazos abiertos, nosotros no podemos tener un cachorro de humano por el castillo.

Pero Lilia – lloriqueó el humano – ¿Por qué? Yo lo cuidaré, puede quedarse en mi habitación, estaré siempre con él y no dejare que llore y los despierte. Lilia...

La reina cerro los ojos, ahora entendía que había pasado con Yakov, porque poco a poco sentía en su pecho tanto dolor que apenas lo podía soportar. Se acerco al humano, acariciándole el cabello y este la abrazo mientras se dejaba mimar por la reina. Lilia, la reina de Aura, en ese momento, acercó un pequeño circulo de su pulsera a la cabeza del kazajo, el cual se pegó momentariamente a un lateral de la cabeza, por donde pasa la cien. Solo unos segundos después, el pequeño circulo se despegó del humano y la reina soltó una lagrima acariciando suavemente el cabello de Temir.

Ve a verla. – dijo – Ve por ella. Si vas a los bosques, muy a lo profundo y retiras tu collar, serás libre, serán libres. Hay una pequeña cabaña allí, hay suficientes herramientas para que vivas Temir, sabes cazar, sabes defenderte, estarán solos, pero si eso es lo que quieres, entonces ve.

Lilia – el chiquillo vio a la reina y la abrazó una ultima vez.

Fue un abrazo de despedida, uno largo y fuerte, donde aún las lágrimas del moreno caían sobre la tela del vestido de la reina. No dijeron más, solo caricias antes de que el kazajo la soltara y caminara a la ventana.

Temir – dijo la reina con el corazón hecho pedazos sosteniéndose el pecho – Un...

Te daré un beso de despedida cuando sea una despedida – sonrió el moreno – Nos veremos pronto Lilia. Lo prometo.



Y aquel beso nunca llegó...

Era una noche de tormenta.

Una noche de tormenta donde dos humanos corrían rápidamente por las calles, evitando la luz de los guardias. Cargaban una mochila cada uno mientras algo asustados, empapados, y con mucha ansiedad trataban de seguir una misión de libertad, un deseo de un destino mejor. Solo tenían que llegar al puente, saltar la barda y serian libres, solo eso, solo tenían que irse a los bosques.

Pero no ocurrió.

Porque delante de ellos, abriendo sus alas, por primera vez Temir Altin vio que aquellos ojos marrones reflejaban rojo vivo. Aquellas alas doradas reflejaban penumbra, y aquella belleza digna de un ángel, reflejaba las llamas del infierno. El rey de Hera estaba enfrente de ellos, mirándolos, como si fuera un tigre a punto de destrozar a pequeños ciervos. El kazajo rápidamente se puso enfrente de la mujer mientras veía al rey acercándose paso a paso a ellos. Tratando de buscar una forma de huir.

Mi reina me ha dado permiso de irme, por favor déjenos pasar. – dijo el chiquillo, nervioso y tembloroso, si seguía bajo la lluvia podría sufrir hipotermia. Y aun peor, provocar que Aiday enfermara y pudiera lastimar al bebé – Por favor...

Lo que Lilia diga en su delirio no es asunto mío. Pero, un humano no puede abandonar a su dueño.

¡Volveré! ¡Vendré a verlos! – gritó el chiquillo – Solo quiero vivir con mi familia.

Oh... – y una risa resonó por todo el lugar – ¿Familia? Tus dueños son tu única familia, esta hembra solo es una incubadora viviente, y ahora, necesito que ambos regresen con sus dueños. Mira, para mi sería muy fácil matarlos por incumplir la ley, pero aprecio a sus dueños, así que solo den media vuelta y vuelvan a sus respectivas casas.

N–no. – dijo el muchacho, apretando los puños. – No aceptaré reglas de un rey tirano como usted.

El rey de Hera sonrió, despreciaba al humano frente a él, pero, al menos se había ganado su respeto. Ese chiquillo que podía matar de un golpe estaba allí, tembloroso y con miedo tratando de proteger a una hembra, tratando de huir, era cómico, una comedia enorme, pero, aun así, se había ganado su respeto al tratar de ganarle en una misión suicida. Por un momento le recordó a su humano, a todas las veces que aquel ruso luchaba por su libertad, soportando todos los golpes, soportando todas esas noches de gritos, soportando perder su dignidad y valor para poder vivir un día más.

Los humanos eran interesantes, pensó.

Te has ganado mi respeto niño – dijo el rey mientras sus alas preciosas se alzaban, y las puntas de estas crecían y se volvían puntiagudas, apuntando directamente al humano.

No necesito nada de usted, menos su respeto.

Hablas mucho chiquillo, te convenía simplemente asentir y aceptarlo – sonrió el rey peinando su cabella hacia atrás – Ah, agua cayendo del cielo, la tierra sí que es única, y ustedes tan débiles ante ella. ¿Cómo el universo les entrego tan perfecto planeta a una especie tan estúpida y ambiciosa como la suya?

Es porque nos odia. – dijo el kazajo – La tierra, el universo, todo, nos odia. Nos quiere matar todo el tiempo, pero somos adaptables y sobrevivimos. No importa el precio.

El rey miró al chico, y sonrió suavemente.

Serias un buen soldado real... Mira, ya que nunca me notificaron a mí. Entonces estoy con todo derecho de ley a matarlos a ambos aquí. Descuiden, prometo apuntar a la cabeza así la muerte no la sentirán. Es una lástima, el cachorro iba a ser muy querido en la base 2. Bueno, tal vez en otra ocasión.

El humano solo abrazo a la chica, pegándole a ella, esperando que lo que había dicho fuera real, y fuera rápido. Sintiendo sus piernas temblar mientras sentía a la mujer haciéndose pequeña entre sus brazos sollozando.

¡Basta Toshiya! – gritó el rey de Aura aterrizando frente a él. Aun herido después de despertar, aun tambaleante al aterrizar – ¿Qué diablos haces?

Matar a dos humanos que quieren huir. – dijo el Hera, mirando al rey – Te ves pálido. Te ves enfermo Yakov, mira lo que tu humano te ha hecho. Es peor la plaga humana de lo que pensaba.

Nunca en tu vida pienses en tocar a Temir. – dijo el rey – ¡No te metas en mis asuntos Toshiya! Temir, ve a la casa. Solo ve con Lilia y hablamos allá.

No. – respondió el humano – No Yakov. No pienso volver a la casa, me iré con mi familia y vendré a verte cuando nazca Otabek.

Y la risa del rey de Hera se hizo escuchar.

Mientras que Yakov, cansado, herido y molesto volteó a mirarle.

Y no podía creer que allí estaba, un chiquillo empapado y pálido, con los labios comenzando a ponerse azules. Luchando por salir, por no regresar a su hogar, un humano que prefería morir solo en el bosque antes que pasar un minuto mas a su lado, un humano que prefería un cachorro inútil que al mismo rey, un humano que prefería a una hembra humana antes que a él.

¿Qué dijiste?

No pienso volver a casa, volveré después Yakov. ¿Confías en mi tan siquiera un poco? Si lo haces solo déjame ir.

Temir... – el rey abrió sus alas, doradas y brillantes – Temir... por Aura...

Déjame ir Yakov... por favor.

Y el rey se quebró.

Porque ya no soportaba el dolor, los celos, la ira, la humillación de perder ante una simple humana, una humana sucia y común, una humana que solo era una jodida incubadora viviente, eso era todo. ¿Por qué su amado Temir la quería a ella? ¿Por qué?.

Es todo por su culpa. – dijo molesto el rey de Aura, haciendo crecer las puntas de sus alas. – ¡Es todo por su culpa!

Yakov... – el kazajo tembló mirando al rey. – ¡Yakov espera!

Y la lluvia se comenzó a atenuar. Ya no era una tormenta.

Esas claras gotas de agua dejaron de impactar tan fuerte en el suelo y se volvieron más suaves.

Esas gotas cristalinas de pronto comenzaron a teñirse de un potente rojo.

Un grito de una mujer, y la risa de un Hera se escucharon.

Yakov, el rey de Aura acababa de atravesar al humano, Temir Altin, por la cabeza, pecho y torso, tan profundo y rápido que este murió en el instante. El humano había empujado a la mujer, dando su ultimo respiro para protegerla, porque, pensó, tal vez, que su rey no le haría daño si era él, el que se encontraba enfrente de esas alas afiladas, de esas puntas que pueden crecer.

Pero, los celos son mortales, y te ciegan a tal punto, que no puedes notar como matas el amor mas grande que te han dado.



Desde ese día, la reina se negaba pasar junto a su rey alguna noche.

Ella, estaba decidida a que si Temir se iba, podrían crear una copia con los genes y memorias que había obtenido, podrían tener de nuevo a Temir. Pero, Yakov había provocado una desgracia. Después, no pudo verlo a los ojos, cuando su enloquecido rey había tomado las muestras que ella recolecto de Temir, y había implantado a la fuerza aquellos genes en esa pobre mujer.

Murió el hijo de Temir ese día.

Murió la oportunidad de tener a Temir de regreso.

Murió aquel ultimo rastro de cordura en el rey, y murió la ultima sonrisa de la reina.

Pero, una luz que nadie esperaba llegó.

Un día su hijo Yuri, regresando de su internado de la base dos, llego con un pequeño cachorro de humano entre sus brazos al castillo, para sacar sus cosas e ir a vivir por su cuenta a una casa que ya había comprado y acomodado para él. Sus padres habían perdido a su humano, y no consideraba prudente que él estuviera allí, con un cachorro de humano que acababa de comprar.

Yuri ... – dijo el rey viendo al pequeño. Sintiendo como su Core brillaba, frente a él, estaba Temir, su Temir, aquel pequeño bebé era su Temir, el feto, aquel feto sobreviviente en Aiday era Temir, no Otabek. Su vida había regresado a él solo con ver esos ojos obscuros de nuevo – ... ¿Puedo cargarlo?

Claro, Otabek se bueno, ya es mi ultima maleta y nos vamos. – dijo el rubio poniendo al bebé en los brazos del rey. Dándole un suave beso en la frente al pequeño.

¿O–Otabek? ... ¿Lo llamaste así? – dijo el rey sorprendido, ¿Cómo Yuri sabia ese nombre? ¿Qué está pasando?

Su madre lo llamo así, la humana de Brendan falleció al darle a luz. ¿Trágico no? Al parecer, la chica había perdido a una cría anterior, pero, Brendan dijo que nueve meses después salió el pequeño Otabek de ella. Cuando supe que era un kazajo lo quise, porque ¿Nos gustan los kazajos, no? Cuando lo vi me enamoré de él, tan perfecto, con ojos obscuros como la noche, es tan lindo y es mío. Lo cuidare siempre.

S–si... ¿El niño te... reconoció?

¿Reconocerme? Nunca me había visto. Es bebé papá, no una jodida reencarnación. – bufó el príncipe.

Si, lo lamento, fue estúpido preguntar...

Este niño se le quedo viendo al rey unos momentos con esos potentes ojos negros, se encontraba con un pequeño collar de tigre, y con una muda de ropa nueva. El rey sentía que su corazón iba a explotar al ver que su amado Temir estaba frente a él, de nuevo, entre sus brazos. Pero, sintió que la luz de su Core se desvanecía cuando sabia que las memorias de Temir, su Temir nunca volverían. Este niño no era más su humano, era Otabek incubado perfectamente para ser Temir, pero con una falla en el proceso. Era otra persona y no podía hacer nada al respecto.

El niño rio, y esos profundos ojos hicieron llorar al rey, que solo le abrazo cerca de su pecho. No dijo nada más, solo le abrazo mientras el bebé miraba a el príncipe.

Padre, es hora de irme, se que te duele ver a Otabek después de perder a Temir... ¿Era Temir cierto? – el príncipe ladeo su cabeza – pero no voy a darte a mi humano. Ya tuviste uno y murió, como veras, lo haré mejor que tú. Se que es duro pero quiero ser directo contigo en estas cosas, dame a Otabek.

Solo un poco más – dijo el rey acariciando al pequeño – Yuri vive en el castillo. Podemos criarlo juntos.

No, hasta que canceles ese jodido matrimonio de mierda no pienso estar aquí, menos dejar que Otabek este cerca de ese cerdo. – renegó el rubio tomando al pequeño y este automáticamente se abrazo de él. – Ya saben donde voy a estar, y ni se te ocurra mandar a esa jodida bola de grasa a mi casa. ¡Hasta nunca!

¡Yuratchka!

¡Jodete viejo, no volveré hasta que hagas lo que digo! – gritó el príncipe saliendo con aquel niño.

Lo siento Temir... susurro para si el rey, porque ya no podía decirlo en voz alta, si la persona a quien va dirigida la disculpa ya no se encuentra en esta vida.

Se había ido, su hijo y el amor de su vida en sus brazos, se habían alejado de él.

Se fueron, y el rey entendió, que nunca volvería a tener a Temir Altin en sus brazos, porque ya no existía, solo estaba Otabek, y por la forma en la que el niño mira a Yuri, por la forma en que lo sigue incluso cuando no quiere obedecerlo, se dio cuenta de que Otabek ya había decidido a quien amar desde el principio.

Y eso, le dolía más que nada, pero era un apropiado castigo para el error que había cometido tiempo atrás. 


¡Hola!

Este cap fue para explicar el pasado y como Otabek es en realidad la segunda vida de Temir. Pero, debido a un mal proceso en la incubación, Temir nació sin memorias ni registro de que renació, así que fue nombrado Otabek y aunque es el mismo cuerpo que Temir, es diferente en su forma de pensar y ser, creando a Otabek Altin. 

De una vez aclaro, tanto Otabek como Viktor no tienen ningun conocimiento o recuerdo que son segundas vidas. Ambos nacieron sin memorias o registros de lo que vivieron anteriormente. 

Y ambos Yuris no tienen el conocimiento de esto, ya que es un secreto que han dejado los reyes. 

Eso es todo uwu, nos vemos en la proxima actualización, ya regresando al presente con los chicos. 

Lenzz Fuera :3 

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