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Mírame, como nunca me has mirado.
Mírame, en carne y alma, mira mis ojos como la noche y deja que la luz de los tuyos los ilumine. Mírame, como si fuera tu complemento, mírame como tú igual. Mírame, como yo te miro desde mi primer respiro cerca de ti...






Un día la humanidad perdió.

Pero no se debe a una guerra, o una batalla, ni siquiera fue un desastre natural.

Fue la codicia quien acabó con lo humanidad como la conocemos.

La codicia de sentirnos los mejores, en un universo basto y misterioso.

La NASA había documentado 5 años atrás, la evidencia de minerales únicos encontrados en la superficie de marte por uno de sus exploradores. El mineral recibió el nombre de "Aura". Era una roca, brillosa como si fuera hecha de Led, que cambiaba el color dependiendo su entorno. Al principio, simplemente para traer dicha roca a la tierra, se llevó a cabo una enorme misión con 5 personas a bordo. Resultó exitosa y Aura llegó aquí, a un mundo que la vería reinar, pero al mismo tiempo, haría perecer a su especia más poderosa.

Su color rosado cambió a uno azul agua al momento de entrar en la atmósfera, había leves destellos verdes y algunos amarillos, dependiendo por supuesto de la temperatura y en que lugar se encontraba.

Era un descubrimiento asombroso, solo un poco de este mineral, podría crear electricidad para cubrir todo un país por 5 años, no era contaminante, y era renovable. La humanidad había encontrado su salvación en una época de caos.

Pero...

Cuando la humanidad quiso concentrar plantas de energías en puntos específicos para poder alimentar a todos los países con su basta fuente natural, fue el inicio del fin. Las plantas emitían a través de una torre concentradora una especie de luz, que cambiaba el color dependiendo el alcance. Las luces se bautizaron como el arcoíris de salvación, y ese año fue la época más pacifica en la humanidad como la conocíamos.

Hasta que llegó el día de la visita, y algo, de aquellos cielos azules descendió. Era un halo brillante que descendió en Perú. Pasaron horas antes que dicho halo hiciera algo.

Fue de un momento a otro, que este comenzó a convertirse en un circulo brillante, de donde salieron diferentes criaturas.

Y ese fue el día, en que la humanidad fue rebajada de su categoría como "especie más poderosa de la tierra". Los humanos recibieron una lección. Donde ellos no eran mas que mascotas para aquella raza, que pronto se identificó como "AURA" justo como la roca que inicio el principio de su fin.

Los Aurantes, o hijos de Aura, eran como humanos, tenían el mismo físico, tenían las mismas diferencias de color de piel que la raza humana, solo que estos contaban con ojos brillantes, de diferentes colores, únicos. Y un par de alas como si de hadas se tratara.

Cuando tocaron tierra, estos parecían felices. Al parecer, su mineral había encontrado un ecosistema donde ellos podían vivir felices y prosperar en un planeta más. Fue allí cuando los humanos se dieron cuenta, que no fue casualidad que encontraran el mineral, sino, fue como un pez mordiendo la carnada. Aquellos hijos de Aura buscaban mundos que conquistar, y la Tierra había caído ante ellos.

Los humanos trataron de salvar su planeta, su reino, pero nunca lograron hacerles ningún rasguño, era como si un simple insecto tratara de acabar con un humano a golpes. Humillados, los humanos aceptaron su triste destino, y poco a poco fueron muriendo, de hambre, de descuido. Los descendientes de Aura comenzaron su reino, un reino Utópico, uno donde se respetaba a la tierra, y a los animales en ella. Es por eso, que un día, ocurrió la mayor humillación humana.

Aquellos hijos de Aura tomaron como mascotas bebés humanos, cuidándolos y criándolos, dividiéndolos por razas, como si fueran perros en adopción. Eran del mismo tamaño, eran parecidos, pero no eran tan fuertes. Así que tenerlos de mascotas y sirvientes fue una nueva moda entre los descendientes de Aura.

Cuando estos se hacían mayores, pasaban a convertirse en esclavos sexuales, en adornos o símbolos de estatus. Los humanos comenzaron a clasificarse más y más, algunos eran caros, otros eran abandonados. Había asociaciones de Aurantes que creaban refugios para humanos y los daban en adopción. Una raza cayó esos años, y nunca volvió a ser la misma.

Los humanos de las siguientes generaciones habían perdido su habla, solo se comunicaban con muy pocas palabras, eran sumisos por naturaleza hasta alcanzar la mayoría de edad, habían desarrollado ciclos como los animales, ciclos de apareamiento, ciclos de maduración etc. También, entre humanos desarrollaron un nuevo dialecto, a base de sonidos, gruñidos y gemidos. Pocas veces palabras.

Los descendientes de Aura estaban felices con ello. Sus mascotas al fin habían sido gobernadas y ahora los presumían sin parar. Claro que para no hacer mas complicado su cuidado, enseñaron a los humanos su dialecto y escritura básica, para que estos pudieran comunicarse, dejando atrás su lengua primitiva. Aun así, algunos humanos que quieren dejar fuera el oído de los hijos de Aura siguen usando esta técnica.

Y eso nos lleva a lo que es ahora, a lo que se convirtió la tierra... donde pasó de ser un lugar reinado por humanos a convertirse en AURA.

Elegante, el caminar de ese chico lo era. Había esperado mucho tiempo para tener a su primer humano, y había elegido una de las mejores razas. Quería uno intimidante, poderoso, que pudiera cuidar su casa cuando este se fuera de casa. No quería uno de exhibición como su amigo Katsuki había elegido, no quería una princesa en casa, querían uno fuerte, listo, único. Si, uno que intimidara a los otros humanos, uno que pudiera protegerlo de un robo y que estuviera dispuesto a dar su vida...

El sujeto abrió la tienda de mascotas, suspirando pasó por los pasillos hasta encontrarse con el encargado. Este lo recibió con algo de tristeza en los ojos, cosa que preocupó al rubio.

¿Qué pasa Brendan? Me estás preocupando. – dijo el rubio poniendo su mano en los hombros del sujeto en señal de apoyo.

Ah, mi bella Aiday... murió anoche. – dijo el hombre con pesar – Al dar a luz a su cachorro hubo complicaciones, y aunque logro librarla, ya se encontraba muy mal, comenzaron los tumores en su útero, apenas pudo acabar de criar al cachorro un par de años. Me alegra que lo haya podido ver crecer, pero me duele que mi hermosa Aiday me dejara.

Lo lamento, prometo cuidar al cachorro con mi vida, gracias por vendérmelo. ¿Qué edad tiene?

Tres años. Es muy pequeño aun, necesitan muchos cuidados a esta edad, así que no lo descuides Yuri, por nada del mundo.

Lo prometo.

Otra cosa, el cachorro suele responder a un nombre. Aiday lo nombró. Hacia un sonido para llamarlo, sonaba como "Bek" cuando se enojaba o lo corregía, sonaba un "Bekkkaaaaag" Busque en la historia de los humanos, creo que así se les decía a los que se llamaban Otabek. ¿Qué te parece?

¿Beka? ... suena lindo. Y mejor para mí, así no tengo que pensar en un nombre. ¿Con quién cruzaste a Aiday?

Un Altin kazajo. – dijo el hombre, los apellidos antiguos humanos habían acabado a ser razas de humanos Y así, saber más del origen de la línea de ascendencia y descendencia del humano. La nacionalidad ayudaba mucho en esto igualmente, como los humanos clasificaban (Pastor Alemán, Pastor Australiano) los Aurantes ahora hacen lo mismo. Un ejemplo, un Altin kazajo. Oh un Altin americano.

Perfecto, perfecto. El hecho que ella fuera una Romanov Rusa lo hace una gran raza. ¿Puedo verlo?

Claro, ven.

Era muy pequeño, pensó el de ojos esmeraldas al mirar a ese cachorro. Dormido y con un lindo collar azul con cascabel. Tenía puesto un mameluco, común entre cachorros humanos, y su cabello negro como la noche hizo reír al joven al ver lo enredado que estaba. Su piel era morena, y sus pestañas eran largas. Le encanto verlo dormir, incluso cuando babeaba. Al ser tan lindo le perdonaría eso y más.

Es adorable... ¿Cuánto tiempo tardan en crecer?

Con la debida alimentación, cuidados y su dosis de vitaminas, tal vez unos 10 o 13 años.

Perfecto. ¿Promedio de vida?

Para esta raza, unos 50 o 60 años.

Muy bajo en comparación a las demás... – refunfuño el joven cruzando los brazos. No quería encariñarse para después tener que cuidar de un anciano tan pronto.

Son razas de protección y de pelea, muchos mueren al proteger o pelear antes de tiempo. Si tu cachorro no sufre nada de esto puede llegar a vivir más.

Bien. Eso suena mejor a lo que me dijiste al principio. Me lo llevo.

Okey tienes que firmar su pedigrí y papeles, te lo pongo con cama y comida, oh y las vitaminas esenciales para su crecimiento. ¿Qué collar te gustaría que usará?

Ese. – dijo el rubio señalando uno, blanco con franjas de tigre.

¿Ese?

Me gustan los tigres.

Bien, solo déjame despedir de él. Oh mi pequeño Otabek, solo lo único que hace que no sienta tanta tristeza es que estará en buenas manos.

Gracias por la confianza.

La melancolía en la voz de su amigo hacía al rubio pensar, solo por un momento, si los humanos realmente son mascotas o no... Parecía que su compañero realmente apreciaba a los humanos, a tal punto que se dedicaba a criarlos, sin importar si los comprarían o no. Disfrutaba hacerlo. Pero al parecer, su Altin era especial.

¿Qué tienen de especiales los humanos?



3 años después...

El rubio se estaba hartando de los chillidos que ese cachorro de humano hacia sin parar. No quería comer si el rubio estaba cerca, se rehusaba a bañarse, y cuando este lo quiso entrenar, acabó con una patada en la pantorrilla. El pequeño demonio estaba sacando de quicio al joven de cabellos dorados. Y no solo era su actitud de cachorro, sino que Otabek era un rebelde y un salvaje. No quería usar el jodido pañal o ropa, hacia sus necesidades en los armarios de la ropa mas costosa del rubio por molestar, solía romper cosas y embarrarlas en las paredes, solía tratar de huir al menos 5 veces al día desde que aprendió a caminar, y si, el rubio no podía hacer nada al respecto.

¡Otabek! Te he dicho que no te quites tu jodido pañal, ve el desastre que hiciste en la cocina ¡Maldita sea!

¡AAAAH! – gritaba el cachorro corriendo por los pasillos desnudo y sucio subiéndose a los sillones.

¡Basta! ¡¿Joder eres un jodido simio o que diablos pasa contigo?!

¡AQAAGA!

Probablemente Yuri, nuestro hijo de Aura, estaría a un punto de cometer homicidio al matar a tan joven cachorro, estaba tan agotado de regresar de la escuela y trabajo para encontrarse con un desastre en su casa, y no solo era eso, igual sus problemas familiares habían empeorado. Ese jodido cachorro de humano lo tenía al borde del suicidio, estaba a punto de tirar la toalla, abandonar al cachorro en un albergue y tratar de poner estabilidad en su vida.

Pero, fue hasta que un día, en la mañana, cuando despertaba. Vio por primera vez los ojos de aquel cachorro mirándolo fijamente. Todo cambio desde ese día. Fue instantáneo, el rubio pudo sentir energía a través de él, mirando la profundidad de esa mirada negra como la noche. Nunca en su vida había visto nada igual.

¿Qué pasa Otabek?

MMMHMM...¡aah! ¡Yuyuyuyuyu! – decía el chiquillo mirándolo, solo sonidos que el rubio no comprendía en absoluto.

Yuri... mi nombre es Yuri. Sigue mis labios. Yu...ri.

HMMMM... HMM... ¡Yuri! – Y entonces todo cambio, una sonrisa se formó en el rostro del cachorro de humano, tanta belleza en un humano debería ser prohibida, porque el rubio juraba hasta sus días futuros, que fue la primera mañana en la que vio algo mas brillante que miles de soles juntos.

Si... así es... Otabek, ¿Puedes entenderme?

MMMHMMMMM... – sonrió el chiquillo.

¿Quieres que te enseñe a hablar?

¡AAAh! Yuri Yuri Yuri...

Okey, lo haré. – sonrió el rubio. – Otabek, ven conmigo, te daré un baño e iremos por helado y ropa para ti ¿Ok?

¡Yuri!

Fue un momento único, el chiquillo tomó su mano y el rubio lo cargó, ambos fueron entre sonrisas y pequeñas caricias al baño donde una tina con agua caliente los esperaba. Fue un baño dulce, el pequeño se dejo bañar, dejo que cepillaran su cabello, que le acomodaran su collar, y durmió por primera vez en su cama. Al parecer Otabek no era un demonio, toda esa energía, esos golpes, ese vandalismo, era su forma de lidiar con la perdida de su madre. Y cuando al fin dejó fuera todo ese dolor que ni siquiera comprendía, se acercó a aquel que no le había dado la espalda.

Por otro lado, Yuri Plisetsky por primera vez en su vida, durmió tranquilo con su pequeño cachorro de humano. Pero también, desarrollo una fascinación por aquellos ojos negros intensos, tan perfectos. Los habitantes de Aura carecían de ese color, o más bien, esa ausencia de color en los ojos, y para el rubio eso era fascinante. Un simple humano tiene los ojos más hermosos que había visto en su vida.

La tierra era diferente a su planeta, era más salvaje, más natural, cuando pisó por primera vez esta tierra de nadie, se sintió pequeño, muy pequeño. Aún le parecía impresionante como una raza tan primitiva había logrado estar al tope de la cadena. Era prácticamente una broma, como unos seres inferiores habían gobernado y casi aniquilado este bello pero indomable lugar.

¿Qué misterios tienen los humanos? Se pregunto hasta quedarse dormido abrazando a su cachorro.


10 años después.

Había recibido en su cumpleaños 16 una cama, una grande y cómoda, al igual que cojines adornados que le servían de almohada. Recibió ropa, a su dueño le encantaba vestirlo de negro, como un chico malo y rudo, en el fondo le gustaba, sentía que quedaba con el tipo de rostro que tenía. Su dueño había pasado largas horas enseñándole a hablar el dialecto de los Aurantes, al menos lo más básico y comprensible para que pudiera comunicarse libremente y eso le bastaba. De vez en cuando Yuri lo dejaba leer diferentes libros para mejorar su verbo. Y de vez en cuando, le seguía contando historias de lo que había en el universo, le encantaban esas en particular.

Salió de la cama temprano. Tenia que preparar comida para Yuri y para él, acomodó su collar, no le gustaba, pero no tenía permitido quitárselo, ni salir. Decidido ese día ponerse su arnés, que cubría parte de su pecho, esperando que con esto Yuri lo sacará a pasear hoy. No quería estar encerrado en la casa un día más. Tenia un jodido chip de localización incrustado en alguna parte de su cuerpo, que alertaba a el rubio de que su bella mascota había escapado. Así que las salidas casuales estaban prohibidas, y realmente solo salir al pateo trasero ya era jodidamente aburrido.

Había intentado muchas veces fugarse un rato, pero como se esperaba, en todas había fallado por completo.

Ya en la cocina, hizo un desayuno básico para ambos, y después espero sentado en la barra. Cruzo sus piernas, algo cansado y sintió algo entre ellas. Al bajar la mirada noto una erección alzándose debajo de sus calzoncillos. Nunca había visto algo así, una parte de su cuerpo estaba levantada, cuando solamente suele estar sin moverse y lo ayuda para ir al baño fácilmente.

Uh... – el cachorro de humano no sabia que hacer. ¿Estaba en celo? Pensó, No conocía muchas cosas de apareamiento porque Yuri no lo había dejado aprender aún, siempre solía decirle que llegaría el momento para ello, pero últimamente se sentía demasiado ignorante ante ese asunto. Sabia que cuando se ponía así era debido a ello, o al menos eso creía, pero no sabía qué hacer con él. Curioso, dejándose llevar por su inocencia, toco la punta soltando un gemido estremeciéndolo. – ¿Eh?

Así que ya estas creciendo... – dijo el rubio, viéndolo recargado en el marco de la entrada al comedor.

¿Qué tengo? – preguntó inocente el kazajo.

Nada, solo deja eso, ve a lavar tus manos y regresa, vamos rápido.

Si.

Apenas el chico salió del comedor, el corazón del rubio comenzó a palpitar como loco, le había criado, le había amado desde bebé, lo quiso y cuidó como un hijo, pero... pero... siempre estaba el pero, siempre en las noches se imaginaba esos ojos negros sobre él, ese salvajismo, esa curiosidad, esas ganas de llevarse a su inocencia y destruirla. Sabia que los humanos son sirvientes, mascotas y cuando alcanzan la mayoría de edad se vuelven objetos sexuales. Lo sabía... pero estaba seguro de que Otabek lo rechazaría de golpe.

Estaba seguro de que la inocencia de su cachorro lo haría asustarse, lo haría huir y no podía permitirse eso, no podía perder a Otabek, lo necesitaba, gracias a él, su vida tuvo luz cuando todos los problemas comenzaron a acumularse.

El rubio sintió su comunicador, una especie de circulo que proyectaba un holograma vibrar. Al verlo un mensaje se plasmó frente a él.

"Katsuki: Te he dicho que dejes de evitarme. Por favor Yurio, tenemos que hablar de esto, dime si puedo recogerte en tu trabajo mañana. Saludos."

Listo – dijo el moreno regresando, parándose enfrente de él – ya se fue – contesto señalando su entrepierna. – Yuri, ¿Qué tengo?

Estas en una época de maduración. Tu cuerpo esta creciendo, ya puedes... aparearte con chicas... o chicos.

¿Tú lo haces? – dijo curioso el moreno mirándolo.

Si. Tengo compañeros sexuales, pero no una pareja como tal.

¿Y cómo se siente? – el moreno frunció el ceño, su corazón había dado un golpe, como si tuviera dolor en el pecho.

Bien, se siente bien.

¿Y por qué no tienes una pareja?

Porque no quiero, te tengo a ti y no necesito nada más.

¿Enserio?

Si mi pequeño cachorro.

– Ya no soy un bebé – dijo el moreno, haciendo un leve puchero, pero al mismo tiempo, feliz con la respuesta que le había dado Yuri.

Cierto, pero aún piensas como uno. Como, por ejemplo, tu arnés, ¿Quieres salir no? Esta bien, saldremos a pasear. Solo promete ser bueno. ¿Trato?

Trato.

No hubo diferencias a la hora de comer. El chiquillo comía rápido, tomaba demasiada agua y después se la pasaba viendo a Yuri, como si esperara una orden, o algo. Al mayor no le molestaba, su cachorro de humano era hermoso, aun mas cuando ponía esa cara, como si estuviera esperando una caricia. En cambio, el más joven le veía embobado, siempre le había gustado como la luz del sol se reflejaba en esa cabellera dorada, y resplandecía como si estuviera hecha de la magia más pura, también adoraba como su piel tan clara parecía brillar al sol y se acumulaba un leve sonrojo en sus mejillas. Adoraba lo dulce de sus labios rosados, lo potente de sus ojos esmeraldas brillantes como luces de led con neón.

Y al mismo tiempo, por un instante, por un mínimo instante, sentía que eran iguales, que él era un Aurante igual, que él podía salir sin el collar o el arnés, salir a su lado sin tener que encogerse de hombros, sin tener que ser tratado como una mascota. Adoraba a Yuri, lo adoraba tanto, era su salvador, era la única familia que conocía, era su mundo y eso era algo que nunca iba a cambiar.

Yuri...

¿Si Otabek?

¿Puedo salir sin mi collar y arnés hoy?

No podemos bebé, al lugar donde vamos no te dejaran entrar sin el arnés o el collar, tengo que llevarte con la correa.

... Yuri, ¿Soy igual que tú, cierto?

No Otabek, no somos iguales. – suspiró el rubio, no quería que su pequeño bebé viviera con un sentido de inferioridad, pero tampoco quería que no supiera la verdad – Eres un humano, eres de una raza que se dedica a cuidarme, a cuidar la casa. Tu ciclo de vida es muy corto en comparación del mío. Tengo 36 años y tu 16, lucimos de la misma edad. Tu máximo vivirás hasta 60– 70 años debido a tu raza, yo vivo 150– 200 años. Tengo habilidades diferentes, tengo alas que me permiten desplazarme, una mejor visión, más fuerza física y mental. Tú eres primitivo para mi especie.

... mmhmm... – contestó el moreno encogiéndose de hombros.

Pero, ante mis ojos eres igual, eres incluso mejor que yo. Porque hay algo en la que ustedes humanos nos ganan...

¿Qué es?

Si te lo digo seria un problema para mi especie. Así que descúbrelo por ti mismo.

El pequeño cachorro de humano sonrió, al menos era uno de los pocos que podían entender a Yuri. Oh al menos eso creía, porque era de las pocas personas que podían ver su sonrisa resplandeciente iluminada por bellos rayos de sol. Y quien sabe, tal vez en el futuro, Yuri podría salir con el sin el uso de esas correas o collares.


Era un lindo lugar al aire libre entre bosques. Una cafetería única y de prestigio entre los hijos de Aura, o al menos eso le había comentado Yuri la primera vez que lo trajo.

Podía ver a Yuri a lo lejos, hablando con dos personas. Uno, era un joven de piel blanca y leves pecas, adorable de cabello castaño y ojos marrón. El otro, era una hembra de la especie de Yuri, cabellera negra y tes blanca con grandes ojos azules. Los tres lucían hermosos. El de cabello castaño llevaba ropas ligeras, que dejaban ver sus brazos delicados bajo esa simple camiseta blanca de manta. Unos pantalones negros ajustados y simples sandalias cómodas hechas de piel. Sus alas eran hermosas, no tan hermosas como las de Yuri, pero lo eran. Por otro lado, la mujer era perfecta, con esas telas color agua de seda que caían en su piel, un vestido con escote bajo en la espalda y en el pecho. Podía notar sus piernas largas y perfectas, su pecho perfecto y firme. Sintió un deseo minúsculo por querer saber que tan suave era.

Hey, Otabek, mira esto – y fue allí donde despertó de sus pensamientos cuando vio a sus colegas humanos amarrados con él en otra área. Las correas eran largas para que pudieran moverse, pero no era lo mismo. Además, la comida siempre sabia a vitaminas, proteínas y solo un leve toque de sazón, así que no le gustaba este lugar. Para nada. Y ahora lo que estaba viendo enfrente de él, era su amigo, Jean de la raza Leroy balanceando un vaso de agua en su cabeza, mientras un De la Iglesia comía lo jodida comida "buena para humanos en crecimiento" que les habían dado.

Sorprendente – contestó el moreno comenzando a comer – Esto sabe horrible.

Lo sé, Isabella suele alimentarme de su comida, y acariciar mi cabello siempre, acaricia mi pecho, y me da dulces besos en las mejillas cuando soy un buen chico – comentó el de ojos azules – Pero ella dice que podría ser mal visto si me da de comer lo que come ella estando en público.

Guang dice lo mismo, pero meh, no me quejo. Realmente soy hogareño y cariñoso, suelo comer de todo. Por cierto, Ya saben que pasará, ¿no? – dijo el latino sonriente.

Si, lo sé, soy mayor, sé que pasará. Isabella me hizo las pruebas. – Dijo el mas alto comenzando a comer.

¿De qué hablan? – interrumpió el kazajo confundido viendo a sus colegas.

Pero antes de que estos pudieran responder. Se dieron cuenta que amarraban a un humano mas a la mesa donde se encontraban. Una chica pelirroja, si, Mila, estaba uniéndose a la pandilla de nuevo. A Otabek le pareció lindo el collar de Tela con un moño en el cuello de Mila.

Hola chicos – dijo la pelirroja suspirando.

Hola Mila – contestaron al unisonó mientras el kazajo miro como una chica hermosa y morena caminaba a la mesa de Yuri saludando y acompañándolos en su comida.

Luces bien, ¿Te llevaron a la estética? – dijo Leo acabando lo que había en su plato.

Si, Sala quería que mi cabello estuviera liso hoy, ¿Cómo se ve?

Genial – contestó Leroy sonriente.

Gracias Jean – sonrió la muchacha bebiendo un poco de agua – ¿Qué hacían?

Los chicos estaban a punto de decirme algo, acerca de unas pruebas. – dijo el kazajo curioso.

Le hablábamos de que ya estamos en edad de madurez, que es muy probable que las pruebas comiencen para todos.

Oh, ¿Las pruebas de fertilidad?, Nos las hacen cuando crecemos, quieren ver si podemos tener cachorros. Sala me las hizo hace una semana.

Si, Guang me las hizo hace tres días, ¿A ti Jean?

Hace un mes. Aunque Isabella no ha encontrado una hembra que le agrade para mí.

El kazajo soltó sus cubiertos, ¿Fertilidad? ¿Pruebas? Yuri nunca había hablado de esto, nada de que quisiera que él tuviera cachorros, en lo absoluto. Apenas iba a aprender todo con lo relacionado a la reproducción. ¿Por qué de pronto todos sabían más que él? ¿Por qué no estaba enterado de estas dichosas pruebas de fertilidad?

¿Otabek estas bien? – pregunto la chica acariciándole el cabello.

– ... Yuri apenas me enseñara todo esto. Yo no entiendo muy bien de que hablan. Yuri jamás ha mencionado nada de cachorros, solo somos Yuri y yo, no necesitamos nada más.

¿No lo sabes? Yuri y tú no son iguales, eres la mascota de Yuri. – suspiró el latino – Tienes 16, ya estamos en esa época. Yuri tratara de cruzarte con una hembra en estos años si quiere cachorros. Y después tu serás quien se encargue de Yuri. Aunque ya esta comprobado que el semen humano no puede dejar encinta a un hijo de Aura.

¿Eh? ¿Qué dices? – el moreno estaba comenzando a entrar en pánico.

Dios, Ota, te vas a aparear con Yuri igual. – dijo Leroy ladeando su cabeza – Estamos llegando a nuestra madurez sexual. Somos sus mascotas hasta que llega ese año, y nos volvemos objetos sexuales. Sera como la vida de ahora, solo que, también tendrás como obligación satisfacer a Yuri, hasta que este encuentre una pareja y se case. Entonces decidirán él y su pareja si quieren conservarte o no. Si no, te dejaran en un albergue de humanos y allí vivirás hasta que mueras.

El kazajo quedo en shock mirando su comida. ¿Dejarlo? ¿Tocar a Yuri? ¿Tener cachorros? Todo se había vuelto negro de un momento a otro. No le dolía el hecho de que Yuri quisiera cruzarlo, que lo obligaría a ello. Le dolía más el hecho de ser abandonado. ¿Yuri lo dejaría? El pensaba que tenían algo especial, el cuidaría siempre de él y viceversa. ¿Por qué? ¿Por qué no pueden ser iguales? ¿Por qué no puede estar con aquel hombre que lo crió por siempre? ¿Por qué alguien llegaría y tomaría a Yuri a su antojo? ... ¿Por qué Yuri? ¿Por qué su Yuri?...

Y no era el único con problemas.

El rubio estaba ahora fingiendo una risa cuando su amiga Sala había propuesto algo en la mesa.

"Quiero que Mila tenga cachorros de Otabek, ambos tienen raíces rusas, los bebés serán hermosos"

Eso fue lo que dijo, pero por como su corazón golpeó asustado, parecía que lo habían insultado. ¿Aparear a Otabek? ¿Qué tenga cachorros? No dejaría que por nada en el mundo le quitara la inocencia a su pequeño cachorrito humano. Otabek debía estar siempre con él, a su lado, sin importar que. Además, él sería el primero en llevar de la mano a Otabek hacia la adultez... Solo él podría tomar la inocencia de Otabek y hacerlo solo suyo...

Sintió un balde de agua fría golpeando su cabeza. No podía decir algo como eso, ¿Amar entre especies? Lo repudiarían en un jodido manicomio y no quería pasar su vida así. No podía amar al pequeño cachorro Altin. Además, ¿Qué sabia un hijo de Aura del amor?

No le he hecho las pruebas. ¿Me dejarías hacérselas? Si resulta que es fértil, con gusto llevaré a Otabek a tu casa con Mila, le inyectaré un estimulante y esperemos que tengan al menos dos cachorros para que cada uno se quede con uno.

Hecho, por Aura estoy tan emocionada – sonrió la chica morena de ojos violeta.

Solo puedo preguntarte algo, ¿Por qué no con Katsuki? Su humano, el Nikiforov, seria mejor pareja para tu Babicheva.

Katsuki... ugh, solo dice que una hembra de alto calibre puede tocar a Viktor. No nos deja acercarnos a él. Solo deja que Viktor juegue con Mila, de allí en fuera, aunque Viktor quiera aparearse no lo deja. El pobre Viktor llego a la adultez sin aparearse. Pobrecillo, debe estar tan frustrado y estresado.

Tiene un punto, el sexo es importante para los humanos – contestó Isabella bebiendo de su té. – Pero Katsuki lo tiene de juguete sexual, así que tan frustrado no debe estar.

Pero, a los humanos les llega ese "reloj biológico" para tener crías. – dijo Guang acabando su comida – Katsuki esta siendo irrazonable.

Es una lástima que los humanos no sean como nosotros. Parece que mi Jean quiere mucho a Leo y Otabek, me gustaría cruzarlo con cualquiera de ellos. – suspiró la mujer sacando un abanico y comenzando a menearlo.

Katsuki es un jodido gordo de esquina que tiene un viejo como mascota. – comentó el rubio molesto – Su jodido humano esta tan jodido como él.

Oye, ¿Por qué le hablas así a tu prometido? – dijo Crispino mirándolo.

El rubio apretó la servilleta que tenia en la mano. Si, era verdad, sus jodidos padres habían hecho un compromiso arreglado y ahora estaba comprometido con el jodido, cerdo asqueroso de Yuuri Katsuki. Suspiró, no lo odiaba porque fuera una mala persona, al contrario, era buena persona, tampoco lo odiaba por su apariencia, claro, era muy atractivo igual. Lo que lo hacia odiarlo era que no se opuso al jodido compromiso.

El rubio lloriqueó, pataleó, hizo de todo, pero el jodido de Katsuki no lo apoyo en nada, y ahora esta condenado a casarse con ese jodido idiota.

Porque es mi prometido y le hablo como quiera. – terminó Plisetsky bebiendo de su copa.

Yo siento que sus hijos serán muy hermosos – dijo Hong Ji sonriente y el rubio giró los ojos.

No pienso tocar a ese jodido cerdo.

Oh, ¿Qué pasa si el te toca a ti primero? – rio la morena de ojos violeta acomodando su vestido blanco de seda.

Aborto a la jodida cosa que ponga dentro de mí. No pienso tener a un Katsuki.

¿No quieres tener a un Yang entonces? – sonrió la mujer bromeando y el rubio siguió la broma. Al menos sabía que Isabella comprendía su estado, ella le había ayudado a tratar de romper ese matrimonio forzado. Y ella le daba apoyo, solo que, aunque conocía a su amiga, aun no sabría cuál sería la reacción de Isabella si se atreve a decirle que se ha enamorado de un humano.

Con todo gusto tendría un bebé contigo.

Y ambos rieron, ante la mirada de los demás, porque al menos entre risas, el rubio podía desahogar gritos de miedo y frustración que llevaba dentro.


No habían hablado de regreso. Otabek no quería hablarle.

Sabía que estaba distante con él, cuando solía subir el cuello de su chaqueta para cubrirlo más. ¿Qué tenia su pequeño Beka? Quería consolarlo, quería abrazarlo y decirle que todo estaba bien, que sea lo que fuera que lo tuviera lo resolverían juntos. Pero ¿Cómo decirle eso a alguien tan diferente a él? ¿Cómo...

¿Cuándo me harás las pruebas de fertilidad? – dijo el moreno sentado en una esquina del sofá. Dejando al rubio sin habla viéndolo. ¿Qué carajo acababa de decir?

¿Qué?

Los chicos me lo dijeron, quieres hacerme eso para que tenga cachorros.

Otabek, estas confundido yo nunca...

¿Me abandonarás cuando tengas pareja?

¿Qué?

Pensé que me querías a tu lado, ¡He cuidado de ti y de tu casa como me lo pediste! ¡Porque me vas a dejar en un albergue cuando crezca! – el chiquillo comenzó a lagrimear, oh dios, aun podía verlo de nuevo, cuando tenia 3 años, llorando y pataleando de un lado a otro buscando a su madre.

Te quiero a mi lado Otabek.

¡Mientes!

¡No miento!

Lo haces, ¡cuando tengas pareja vas a abandonarme!

¡Tengo pareja y no te he abandonado, nunca lo haré!

Y el silencio inundo la enorme sala con vistas al lago. El moreno clavo en el rubio esa mirada negra y profunda como la noche. Si Otabek tuviera orejas como lobo, podría ahora mismo verlas caer y tenerlas bajas. Vio cómo se encogió de hombros y dejo caer mas lagrimas por esas dulces mejillas que antes dejaba que él las llenara de dulces besos por las mañanas. Antes su Beka lo dejaba acariciarlo, lo dejaba sentirse tan bien a su lado.

¿Tienes pareja? – el moreno sostuvo su pecho con su mano mirándolo, haciendo una expresión de dolor que el rubio pudo sentirlo. Su pequeño cachorro se estaba desboronando frente a él. Su pequeño cachorro sentía dolor y el solo estaba allí, sin poder decir nada, porque las palabras no salían...

Beka...

¡No me digas así jodido Aura!

¡OTABEK!

Solía pensar, que los humanos eran un adorno más. Eran algo bonito que daba estatus, que podías usar y desecharlo cuando ya no lo necesitaras. Siempre solía pensar eso, hasta que un día esos ojos negros como la noche lo miraron y le sonrieron. Ese color de ojos único no lo había visto nunca, ese misterio, esa belleza, él en todo su esplendor, era algo que el rubio no había visto en su vida.

Y ese algo, ahora estaba corriendo lejos de él a su habitación.

Eso lo hizo enfurecer.

Porque si no podía tener aquello que los humanos tienen, si no podía tener a aquel que amaba con toda su sangre, con toda su alma, aquel que le hizo sentir un más en un vacío de sociedades, entonces, le tendría a la fuerza.

Aún no había mucha diferencia de altura, el kazajo le sacaba pocos centímetros, aún era más fuerte que Otabek, aun era mucho mas que un humano. Y si Otabek no lo amaba ya, lo haría amarlo, aunque tuviera que obligarle.

El rubio camino a su cuarto abriendo una caja sacando un frasco. Preparó su mente al ver su reflejo en el espejo y ver esos ojos de neón verdes encenderse. Sin dudar más, corrió al cuarto del pequeño cachorro de humano, entrando a la fuerza y viendo como el moreno asomaba su cabeza por debajo de las cobijas.

Se acerco lentamente a la cama para después comenzar a subirse encima del cuerpo del moreno. Por supuesto, que el chiquillo peleo contra él, pero para alguien que tiene magia contra un simple mortal, era muy difícil ganar. Aun no era mayor, y aun no era entrenado contra magia, gruño molesto viendo al rubio encima suyo, sonrojándose al ver esos bellos ojos esmeralda que tanto le gustaban pero que le habían mentido vilmente a la cara.

El rubio no dijo nada, solo comenzó a deslizar sus dedos, por los labios del moreno, empapándolos con saliva de este al introducirlos levemente en boca ajena, sacándolos y rozando la barbilla, bajando al pecho.

¿Quieres saber cuándo voy a hacerte las pruebas no? Pues las haré jodidamente ahora.

¿Qué? – preguntó con miedo el moreno.

Crees que puedes usar ese lenguaje contra mí, llamarme de esa forma, a mí, tu dueño. Pues si ya te crees en edad de desafiarme, entonces ya estas en edad de dejar de ser un cachorro.

¡Suéltame!

El moreno trataba de moverse, pero sus piernas y brazos se sentían demasiado pesados de golpe, como si hubiera pesas encima de ellos que le impedían moverse. Plisetsky rompió la camiseta del moreno por el cuello, de allí en fuera, fue rompiéndola en cámara lenta, liberando ese cuerpo juvenil marcado por músculos que estaban creciendo, desarrollándose, para convertirlo en un gran humano guardián.

Plisetsky lamió sus labios, su piel morena y exquisita, su cuerpo tan bien moldeado a su edad, y al mismo tiempo sin dejar ese toque dulce de inocencia. Si, Otabek era único, un Altin puro...

Deslizó su boca por su cuello, besando y chupando, dejando marcas de sus dientes que sacaban gritos leves y gemidos fuertes del moreno que no comprendía las sensaciones de su cuerpo. Mordió el hombro fuerte, mirando el gruñido salir de la boca de Altin, y como este contraía su abdomen, soltando la primera respuesta biológica, moviendo levemente sus caderas. Se deslizó así, a un pezón, chupándolo, sacándole un gemido de sorpresa al moreno que comenzaba a lagrimear y arquearse.

Otabek Altin sentía su mente en las nubes, nunca en su vida había sentido tanto en partes de su cuerpo que ni siquiera sabía que podían hacerlo reaccionar de esa forma. Sintió incomodidad en su entrepierna, presión, y eso lo hacia gemir y jadear más, ¿Qué estaba pasando? ¿Qué clase de prueba era esta? ¿Qué hacía Yuri con él?

El rubio no fue piadoso, dejo mordidas y besos, un camino del pecho al abdomen, hasta llegar al borde del pantalón de Altin, donde su barbilla chocó con un bulto exigiendo salir.

Soy un asqueroso Aura y aun así mira cómo estás. – Plisetsky soltó una risa, haciendo sentir al moreno humillado, lo sabía, por la mirada de enojo en esos ojos negros – Te ayudaré.

D– déjame...

Eres mío Beka...

El rubio acabo desabrochándole el pantalón y bajándole esa simple tela que mantenía algo de un tamaño muy grande para su edad. El sonrojo del rubio fue notorio y la vergüenza del moreno fue aun mayor. Pero no se iba a detener ahora, no ahora, tenia que tener a Otabek a la fuerza, quiera él o no.

Beso suavemente la punta, y el moreno se estremeció gimiendo tan lindo que Plisetsky solo quería comérselo a besos. Dio un par de besos más, para después comenzar a lamer a lo largo. Su pequeño cachorro de humano se estremecía, gimoteando, tratando de ocultar su rostro en la almohada mientras el hijo de Aura chupaba la punta, acariciando y masturbando el miembro tan duro que parecía doloroso. Como lo esperaba el rubio, no tardo mucho para que el moreno llegara al clímax y acabara por correrse en su boca. Fue una enorme cantidad, a decir verdad, el moreno al parecer nunca se había masturbado antes.

Trago un poco, y escupió de lo que quedaba en su boca en el frasco sellándolo, y después mirando al moreno.

Tus resultados llegaran en 2 días. Descansa por ahora. Y lee los jodidos libros que te dejare en la sala. Si vuelves a hablarme así te daré un castigo.

Y con un chasquido de dedos el moreno pudo moverse de nuevo libremente. Aun atontado, con lagrimas secas en sus mejillas y dolido, se cubrió con las cobijas, sin decir nada más. En cambio, el rubio, fuera de la habitación, cubría su boca, mientras apretaba su propia erección bajo sus pantalones de tela. Otabek Altin, aquel de esa especie inferior, le había hecho excitarse de tal forma, que lo quería dentro de él, todos los días, hasta que muriera.

Por Aura, crece más rápido Beka... – jadeó el rubio regresando a su habitación.

Un enorme pecado, entre los hijos de Aura, había nacido. Aquel Aurante que comenzaba a amar a un humano, como igual, acabaría siendo condenado por su gente. Tal vez en un futuro, provocaría algo mas grande que un amor prohibido. 


Pues que les digo, debía este one shot, por cierto @Kriztal_black78  espero te guste ouo. Quería realmente cumplir el lado de fantasía/ ciencia ficción  un poco con la forma que escribo. Y bueno aquí esta. 

Por cierto, me encanto esta historia, me encantaría escribir mas, ¿Ustedes que opinan? 

Es todo lo que tengo que decir por ahora, ¡SALUDOS!

LENZZ FUERA :3

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