CAPITULO 8. POV Familia O'Pherer . ¡QUE PASO AYER? (segunda parte)


POV Fernando.

Me estaba tomando una taza de café y leyendo la prensa cuando Rámses y Gabriel entraron a la cocina. Me saludaron desde lejos por lo que asumí que todavía tenían restos de alcohol en su cuerpo. Amelia entró un poco después y se sentó frente a mí.

—¿Estás bien Mia? Luces cansada.

—Sí, solo... no pude dormir bien.

—Amelia ¿quieres tostadas de desayuno?—le preguntó Gabriel y ella apenas si articuló un sí.

—Bueno, hoy llegan tus abuelos, después de comer se cambian para ir a buscarlos.

El silencio fue tan incómodo que disparó todas mis alertas.

—¿Y a ustedes que les pasa?.

—Nada—respondieron al unísono y supe que pasaba de todo.

—Rámses, Gabriel. ¿Qué está pasando?.

Los músculos de sus espaldas se tensaron en señal inequívoca de que me estaban ocultando algo.

—Amelia, ve al cuarto—dijo Rámses de espaldas aún. Ella no se movió.

—De aquí nadie se mueve hasta que no me digan que está pasando y comienzan a preocuparme. ¿A quien debo llamar: a Mike o a Hayden?.

Cuando no me respondieron un escalofrío me recorrió entero. Me levanté y caminé hasta ellos y los obligué a darme la cara. No estaba preparado para lo que vi.

Balbuceé sin poder armar una frase completa, con mis ojos viajando de cada golpe que veía en Gabriel a cada golpe que veía en Rámses.

—A la sala. Vayan.

No se movieron.

—¡Ahora!—grité y se apresuraron en caminar. Detrás de mí lo hizo Amelia y se sentó en el mueble próximo.

—¿Qué carajos les pasó? Díganme. ¿Quién les pegó?. ¿Se metieron en una pelea?. ¿Estaban borrachos o drogados?.

No había ni una sola respuesta para todas las preguntas que les hice. Subí a mi cuarto y busqué dos pruebas de droga y se las tendí.

—Y tomaremos la muestra aquí mismo, delante de Amelia, a menos de que empiecen a hablar.

—No nos drogamos—Rámses respondió sin mirarme.

—Entonces fue alcohol. Maldición. ¿Cuántas veces se los he dicho? ¡¿Cuántas?!. ¿Qué fue lo que pasó?. ¡Pero hablen coño!. Siempre terminan contándome lo que pasó, así que ahorremos tiempo y díganme de una vez.

Grité por un par de minutos más hasta que entendí que no hablarían.

—¡No puedo creer esto! Definitivamente yo no sé cómo hablar con ustedes. Hablamos cinco idiomas y aun así no me entienden. De aquí no se moverán hasta que me expliquen que pasó. ¿De qué coño me perdí?. Hoy llegan los abuelos de Amelia, ¿Ésta es la impresión que quieren darles?.

Cada golpe de ellos me lastimaba a mí. Se veían dolorosos, los violetas y rojos, las costras donde se rompió la epidermis. Las pieles hinchadas y abultadas.

Estaban destruidos.

—Súbanse las camisas. ¡Ahora!. ¡Me lleva la putada! ¿¡Pero que mierda!?.

Sus cuerpos estaban tan violetas como sus caras, casi podía ver las formas de los puños de los salvajes que los golpearon. Mi peor miedo era Stuart, pero considerando que mis hijos peleaban desde que aprendieron a caminar y que estaban bien entrenados, dudaba mucho que ese hombre pudiese dejarlos así, quizás acompañado por otros... pero no solo.

—¿Fueron detrás de Stuart? ¿Es eso?.

—No—respondieron con seguridad y por lo menos respiré un poco.

—Necesito que me digan ya que fue lo que pasó, porque no puedo entender como coño una simple salida se convierte en esto. ¡Hablen coño! Ustedes ya no son ningunos niños y me sabe a mierda el código de hermano, los interrogaré hasta que alguno se quiebre y saben muy bien que sé cómo hacerlo.

Dudaron, lo que significó que había una forma de que hablaran y yo la iba a usar.

—Más le vale que alguno de los dos comience a explicarme. ¿Por qué mierda tienen la cara y los cuerpos así?.

Sus nudillos estaban destruidos, algunas heridas estaban tan frescas que la sangre seguía siendo brillante.

—No se crean que porque tengan la edad que tienen no los puedo castigar, porque se sorprenderían las excelentes ideas que tengo. Hablo de verdaderos castigos...

No se me ocurría ninguno, pero se de alguien que pasó gran parte de su vida castigado y algo bueno saldrá de eso. Hayden es bastante experto en castigos. Así que usaré la única carta que me queda...

—Se acabó, no puedo con esta situación. No habrá más salidas, olvídense de la camioneta, cortaré la extensión de mis tarjetas, me entregarán los celulares y las computadoras y tendré que hablar con los abuelos de Amelia, porque como entenderán si ustedes se la pasan metiéndose en peleas, ellos no sentirán que su nieta estará segura con nosotros y...

—No fue culpa de ellos.

Lo sabía, ella no aguantaría la presión. Miré la cara de pánico de mis hijos y me sentí satisfecho. Ellos no dirían nada pero Amelia...

—Por fin alguien sensato hablará. Dime Amelia, ¿Qué fue lo que pasó?.

—Unos tipos intentaron propasarse con Pacita y conmigo. Rámses y Gabriel nos defendieron... y todo se salió de control.

Y me lo hubiese creído si no se hubiese mordisqueado la boca, si no hubiese estado arrancándose la piel de las uñas, si me hubiese mantenido la mirada fija, si no luciera tan culpable como ellos... Amelia me estaba mintiendo. Oficialmente ha sido corrompida, pero debía reconocer que estaba tratando de salvar a mis hijos... le daré puntos por eso.

—¿Y supongo, que tener un padre dedicado a la diplomacia, que hace de su vida una eterna negociación y dialogo, que es profesional en alejarse de las disputas, guerras y peleas, no ha servido en nada para ustedes?. Espero que esto no haga pensar a los abuelos de Amelia que su nieta vive con unos salvajes que le traerán problemas.

Rámses contrajo el ceño, le di donde más le duele, pero es necesario. Deben entender que sus acciones traen consecuencias y que ahora esas también afectarán a Amelia. Él la ama, pero no le pertenece, sus abuelos podrían decidir llevársela con ellos y no habría nada que hacer salvo que planificar mi mudanza a Florida o a donde sea que sus abuelos la mandasen, porque si algo me quedaba claro es que Rámses la perseguiría al fin del mundo tanto como ella a él, y que Gabriel... bueno... Gabriel no me queda claro si la perseguiría a ella o a su hermano.

—Ya veo que te arrastraron al lado oscuro. Aprecio tu intento de mentir por mis hijos, pero eres pésima mintiendo y yo conozco muy bien a mis creaciones. Pero algo puedo sacar de eso, si fue una pelea, pero lo suficientemente grave como para que prefieran estar castigados de por vida en la era de la prehistoria. Y jamás les hubiese dicho nada a tus abuelos; a pesar de que estos dos se comportan como niños de primaria, sé que no estarás en mejor lugar.

—Lo dijo para que confesara—y por fin lo entendió. De verdad que Amelia era difícil con las indirectas.

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