CAPITULO 44. POV Gabriel. PREFIERO TENER UNA MALA IDEA CONTIGO. (2da parte)
—¿Qué diablos es esto?.
—Tu helado, comételo.
—¿Comérmelo? Si acaso podré tomármelo. Toda la vainilla está mezclada con las fresas. Esto es una merengada—Rámses, no podía quedarse callado.
Si hubiese esperado quizás el helado se hubiese congelado un poco, pero no, el goloso francés quería comerse el helado primero antes que la hamburguesa.
—¿Mucha gente en el local?—preguntó mi papá viendo la merengada de Rámses y luego a mí.
Esquivé su mirada.
—Gracias por la mostaza—interrumpió Amelia, mientras vaciaba todas las porciones extras en su hamburguesa.
—Pediré una segunda opinión médica con respecto al uso excesivo de mostaza en los alimentos, no puede ser inofensivo—murmuró mi papá mientras veía horrorizado lo que hacía Amelia—. Eso no es una hamburguesa con mostaza, es mostaza con hamburguesa.
La pelirrosa encajó los dientes en la hamburguesa y la degustó.
—Entonces, ¿mucha gente en el local?—insistió mi papá.
—No mucha, en realidad—no iba a mentirle, me descubriría tarde o temprano.
Respiró profundo pero no comentó nada más porque Rámses seguía quejándose de su merengada y Amelia colocaba una nueva porción de mostaza a su comida.
Cuando por fin terminaron de comer, Rámses tomó las llaves del auto anunciando que iría a comprar un helado verdadero y Amelia fue con él.
No habían terminado de cerrar la puerta cuando mi papá apareció a mi lado, como si fuese un espanto.
—¡Me asustaste!—exclamé agarrándome el corazón.
—¡Te la tiraste!. No se que me molesta más, que lo hayas hecho o que me hayas mentido diciéndome que no era una cita. Mierda, casi te creí, después te quejas de que no tengo fe en la humanidad.
—No era una cita, pero entonces un tipo frenó y tuve que esquivarlo para no chocar y una cosa llevó a la otra.
—¿Cómo que una cosa llevó a la otra?. ¿Por un choque? ¿Se cayó tu pene encima de ella por accidente?. No me jodas, Gabriel.
—Bueno ¿pero es que quieres los detalles?.
Y mi papá me retó con la mirada el tiempo suficiente para que le explicase, sin mayores detalles, lo que me llevó a estar otra vez con Marypaz.
—Los adolescentes de hoy... hacen lo que yo hacía en la universidad.
—Estaré en la universidad en muy poco, prácticamente soy universitario.
—Bien, hacen lo que yo hacía en mi tercer año de universidad. Ese no es el caso, lo importante aquí es que Amelia te matará y francamente yo no me meteré en esa situación. ¿Es que acaso no pensaste en todo lo que ella le hizo a Amelia?.
—Claro que lo pensé, pero... coño papá tu no podrías pensar tampoco si tienes a una mujer que es una salvaje en la cama, arrodillada delante de ti con tu miembro ¡en la tráquea!.
—Virgen santísima, ¡no me digas esas cosas!. Demasiada información, excesiva de hecho, aunque... te concederé que son circunstancias atenuantes que ciertamente dificultan el pensamiento.
Me lancé en el mueble de la sala. ¿Por qué me tengo que complicar tanto la vida en tan poco tiempo?.
—Bueno, no dejaré que te mate, pero háblalo primero con tu hermano.
—Gran ayuda... ese si que me mata.
—Pero también sabrá entender que no pudiste pensar más nada, es lo que a él le pasa con Amelia.
—Marypaz no es mi Amelia.
—Claro hijo, lo que tu digas—con una sonrisa mi papá se retiró a su habitación, poco rato después subí a la mía.
Era tarde en la noche cuando Rámses entró a mi habitación. Me traía una copa rebosada de helado de chocolate y se sentó en la cama.
—Entonces... te tiraste a Marypaz.
—Mi papá te lo dijo—afirmé pero para mi sorpresa mi hermano negó.
—Solo una persona es capaz de volverte mierda en tan poco tiempo.
—Me la tiré.
—No me mientas...
—No lo hago... lo hice.
—No lo pongo en duda. Se te nota hasta en el semblante que estas livianito. Pero no me digas que te la tiraste como si solo hubiese sido eso.
—No hemos vuelto ni nada por el estilo
—Pero no te la follaste solamente, tienes sentimientos por ella, por eso no te resististe.
No podía responderle, no quería hacerlo.
Los sentimientos que albergaba por Marypaz yacían muy bien escondidos y lo menos que quería era destaparlos ahora, menos cuando estaba por irme a muchos kilómetros de distancia, no después de todo lo que ella hizo para dañar a Amelia... son muchos "no" como para tan siquiera reconsiderarlo.
—Vive lo que tengas que vivir con ella para que puedas quemar esa etapa y terminar de superarla.
Suspiré resignado y terminé de comerme el helado.
—No es la misma persona que humilló a Amelia. Eso me tiene... ¡Era más fácil odiarla cuando sabía que era una perra!, ahora se regenera y provoca reconsiderarlo.
—Que lindas palabras para decir que te hizo un garganta profunda.
El francés se comenzó a reír con fuerza y le lancé la almohada por la cara, aunque no lo negué.
—¿Volverás a salir con ella?—preguntó mi hermano, recomponiéndose de la risa.
—No lo sé, sigo sin estar del todo seguro de esto. Esa me ha partido mi culito pasivo muchas veces, una vez más sería demasiado.
¿Cómo carajo estoy otra vez en esta situación?
Sé que dijimos que no habría nada entre nosotros, sé que lo dejamos bien claro y que yo estuve de acuerdo, pero verla en la fiesta con ese imbécil, era demasiado. ¿Qué mierda?. Creo que la historia está repitiéndose otra vez y soy tan imbécil como para caer una vez más.
Pasé por su lado sin saludarla, quería que supiese que la había visto y que poco me importaba, aunque fuese una vil mentira.
—Gabriel, espera—Marypaz me dio alcance y la miré por encima de mi hombro sin detener mi paso—. No es una cita ni nada parecido. Xavier es mi primo, me invitó a la fiesta y no tenía nada mejor que hacer.
—Claro, primo.
—Es en serio. Gabriel, espera—me tomó por el brazo y me llevó hasta una esquina de la casa, estaba concurrido, así que allí en medio de toda esa gente, era donde menos llamaríamos la atención.
—No me debes explicaciones, Marypaz.
—Si te las debo, porque te dije que no estaba saliendo con nadie y no es falso. No quiero que creas que te volví a engañar.
Sus ojos estaban ligeramente cristalizados y reflejaban la angustia.
—Bien—le respondí dejando que se filtrara en mi voz el beneficio de la duda que le estaba otorgando.
Me di media vuelta y seguí caminando hasta afuera de la casa, donde unos chicos en el bar estaban sirviendo las bebidas. Estaban conversando sobre futbol americano y las posiciones de los equipos de la NFL.
—¡Pelea de chicas!—gritó uno y todos corearon emocionados.
Nos apresuramos para llegar al pequeño círculo que se había formado alrededor de las susodichas, donde todos les gritaban animándolas.
—¡Hagámoslo de camisetas mojadas!—volvieron a gritar cuando traían a rastras unos baldes de agua de la piscina.
Cuando el circulo se abrió para dar paso a los baldes de agua fue cuando pude ver que Amelia era una de las chicas que estaban en la pelea.
Una parte me sorprendió.
Entonces vi a Marié y dejé de sorprenderme. Amelia la mataría.
Di varios pasos en dirección a Amelia, trazando una estrategia en mi mente para poder separarla en su modo Blair, pero entonces el idiota que vino con Marypaz habló.
—La de rosa tiene buenas tetas, te apuesto 10 a que se le rompe la camiseta.
Respiré profundo, era solo un ignorante.
—Olvídalo, te apuesto 20 a que me la llevo a la cama en cuanto termine de pelear, es una salvaje.
Me giré sobre mis pies y estampé mi mejor golpe en su rostro. Él era mucho más grande que yo, pero poco me importaba, no permitiría que hablase así de mi cuñada.
Cuando ese idiota me regresó el golpe, o por lo menos intentó, fue cuando todo terminó de salirse de control. Escuché varios gritos y alcancé a ver a otros peleando, los chillidos de Marié seguían retumbando en el lugar, lo que significaba que Amelia no terminaba aun con ella.
Marypaz apareció en mi campo de visión, me vio peleando con su cita y pensé que intervendría, sin embargo ella pasó por mi lado echa una furia.
—¡Suéltala!—gritó y fue en esa distracción que mi contrincante logró conectarme uno de sus golpes en el rostro.
Enfurecido arremetí con varios golpes que lo tomaron por sorpresa y cuando conecté el último en su nariz escuché un "crack" antes de que la sangre comenzara a manar.
Él se tapó la nariz y retrocedió. Era el fin de la pelea, sin perder tiempo corrí hasta donde Amelia se encontraba y me sorprendí verla a ella junto con Marypaz dominando a Marié en el piso.
A mi lado apareció Rámses, Isaack y Donovan, listos para acabar con toda esa situación.
Rámses tomó a Amelia por la cintura y yo hice lo mismo con Marypaz. La arrastré hasta dentro de la casa, mientras gritaba y forcejeaba conmigo.
—¡Que me sueltes!—chilló—. No le volveré a fallar a Amelia, ¡Suéltame!.
La monté sobre mis hombros y la arrastré escaleras arriba.
Ella dejó de gritar cuando se dio cuenta que no la soltaría pero en especial cuando entré a la primera habitación que conseguí y cerré la puerta detrás de nosotros.
—¿Qué hay con las mujeres peleándose que excita tanto a los hombres?—murmuró contra la pared.
—No lo sé, pero no puedo luchar contra la naturaleza—respondí mientras restregaba mi erección en su trasero.
Ella sonrió y se comenzó a alzar la falda de su vestido para bajarse su ropa interior, mientras que yo liberaba la erección que tenía apretada en mis pantalones desde que la subí sobre mis hombros y ella seguía gritando enfurecida.
Saqué con rapidez un condón de mi cartera justo cuando ella alzaba sus pies para quitarse la ropa interior.
—Hazlo ya Gabriel, estoy lista—ronroneó mientras levantaba su trasero, apurándome.
—Aquí hay una cama—le ofrecí, pero ella negó. Seguía de espaldas a mí y con su mano hasta atrás, me tomó por la camisa para unirme a ella.
Por unos momentos lo único que se escuchó en esa habitación eran sus gemidos, mis gruñidos y el chocar de nuestros cuerpos con cada embestida que le daba. Fue algo rápido, pero intenso y acabamos al mismo momento. Agotados nos tumbamos en la cama, sin ni siquiera arreglarnos la ropa, cuando me giré para verla, ella ya me estaba mirando.
—Ven conmigo a la graduación—su pregunta me dejó enmudecido.
—No se si sea una buena idea.
—Yo tampoco lo creo, pero prefiero tener una mala idea contigo, que conformarme con una buena idea de la que me arrepienta.
Para cuando salí de la habitación con Marypaz, el chico con el que había venido la estaba esperando. Él la llamó prima, y aunque no era mayor prueba, me dio un poco más de tranquilidad, quizás ella no me estaba mintiendo.
Sin embargo y a pesar de todo, debía mantenerme muy atento con ella. No bajar mis defensas tan rápido como mis pantalones.
La morena con la que bailé un par de canciones le pidió el permiso a Donovan para quedarse, su cita estaba borracha y se había marchado sin ella.
—¿Pueden compartir habitación? Hay dos camas en esa habitación.
—Por mi no hay ningún problema—y la chica apenada aceptó igualmente.
Llegado el momento de que nos fuésemos a dormir, mi compañera de habitación no lograba de decidirse. Se acercó hasta mí luciendo bastante apenada.
—Te parecerá loco... pero... ¿puedes llevarme hasta la habitación? Estoy tan nerviosa que no consigo moverme.
—¿Por qué? Yo sé que tienes tu novio y...
—No, no es por eso—negó y sus mejillas se mancharon aun más—, es que tú eres... pareces un modelo de ropa interior.
Me reí con fuerza ante su sinceridad, la tomé de la mano y comencé a subir la escaleras con ella a rastras, de verdad estaba como paralizada. Me despedí de mi hermano, los chicos y de Amelia antes de entrar a la que sería nuestra habitación por la noche.
—Gracias—susurró y tratando de que entrase en confianza me tiré sobre la cama para descansar.
—¿Conoces a la chica con la que tu cuñada se estaba peleando?.
—Si, algo—mentí—. Es la hermana de unos conocidos.
Ella respiró aliviada y la noté más relajada. Se sentó en la cama y se quitó sus tacones.
—Estaba preocupada. En nuestro instituto ella se ha hecho de una muy mala reputación.
No me sorprendí, Marié era demasiado perra.
—La verdad es que mi novio no se fue borracho, yo me negué a irme con él, porque se iba con ese grupo. No es la primera vez que pasa y me he querido hacer la vista gorda, pero la ultima vez, creí que estaba borracho, pero no, estaba drogado. Me dijo que fue cosa de una sola vez y le creí. Pero entonces hoy se presenta esa chica acá y me quedó todo muy claro. Le pedí que escogiera y bueno lo hizo, así que se fue con ellos.
—¿Qué reputación tiene exactamente?.
—Todo el que quiera alguna droga solo debe contactarla a ella. Es algo así como un intermediario por lo que he escuchado.
Su confirmación me heló la sangre. Era más de lo que me imaginaba, tendría que decírselo a mi hermano en la mañana, para que advirtiera a Cólton, y la ayudase a salirse de ese camino; estaba muy seguro de que él no la dejaría sola, después de todo, Cólton ha estado toda su vida perdidamente enamorado de Marié,
—¿De que color es el vestido de Amelia?—le pregunté a mi hermano mientras esperábamos que la vendedora nos trajese algunos trajes para probarnos.
Sus ojitos brillaron emocionados cuando supo que nos atendería.
—Azul marino, fue lo único que me dijo.
—¿Y los zapatos?—volví a preguntar.
—Rosados, para combinarlos con su cabello.
—¿Y su ropa interior?
—Creo que - ¡Idiota!—me gané un golpe, pero valió la pena, casi cae.
Cuando la asistente llegó con los primeros trajes todos eran negros con distintos cortes.
—¿Tiene algunos en azul marino?—le consulté y mi hermano entendió lo que pretendía.
—Corbatas rosadas—le pidió a la chica, y ella confundida solo aceptó.
— Alors ... tu l'as jeté dans la maison aussi - Entonces... te la tiraste en la casa también—acababa de contarle la historia a mi hermano.
La dependienta suspiró cuando nos quitamos nuestras camisas para probarnos la que ella nos trajo.
— Sim, é que essa luta me deixou excitada - Si, es que esa pelea me dejó cachondo.
— Pour nous aussi, mais nous avons été arrêtés jusqu'à la pièce - A nosotros también, pero nos contuvimos hasta la habitación—me explicó—, et déjà là c'était mon tour de devenir son Maître pendant un moment, essayant de la dominer un peu - y ya allí me tocó convertirme un rato en su Amo, tratando de dominarla un poco.
Miré como le quedaba el traje junto con la camisa y el corte no nos gustó a ninguno.
—¿Puede traernos un corte distinto, no quiero las solapas tan largas, y un azul marino más oscuro, por favor.
La chica asintió y cuando se marchó vi a las otras chicas de la tienda que también nos miraban. Mi hermano ya había comenzado otra vez a quitarse la ropa, quedándose solo con la licra deportiva que se había puesto para facilitar la prueba de la ropa. Yo llevaba una igual, la de él era negra, la mía gris.
— Ele me convidou para ir com ela para a formatura - Me invitó a ir con ella a la graduación.
— Et qu'avez-vous répondu?- ¿Y que le respondiste?
— O que você pensaria? -Que lo pensaría.
— Et que vas-tu dire?- ¿Y que le dirás?
La chica regresó con nuevos trajes cuyos colores ahora si eran de nuestro agrado.
— Ainda não decidi. Você viu a festa, a que conseguiu defender Amelia foi Pacita, não Marypaz - No me he decidido aún. Ya viste lo de la fiesta, esa que se metió a defender a Amelia era Pacita, no Marypaz.
— Bien, je dois vous l'accorder. Réfléchissez bien, après tout, il ne vous reste que quelques jours pour partir- Cierto, debo concedértelo. Piensa bien las cosas, después de todo ya quedan solo días para que te vayas.
— Eu sei. Eu não quero começar nada que eu sei que não vai acabar - Lo sé. No quiero empezar nada que se que no terminará.
— Vous devriez accepter leur offre -Deberías aceptar su oferta—la respuesta de mi hermano me sorprendió—. Tu partiras bientôt, ne reste pas avec les doutes, ou avec le désir - Te irás pronto, no te quedes ni con las dudas, ni con las ganas.
— E o que Amélia diria? Eu me sinto culpado, como se eu estivesse traindo ela.- ¿Y que diría Amelia? Me siento culpable, como si la estuviese traicionando.
— Amelia finira par lui pardonner même si cela lui prend une vie, bien que je te dise qu'après qu'elle soit allée la défendre, je sais qu'elle le considère sérieusement. Acceptez l'invitation, Amelia ne sera pas hostile à Marypaz, et vous ne serez pas avec elle.- Amelia terminará perdonándola aunque le tome toda una vida, aunque te digo que después de que ella se metió a defenderla, se que está considerándolo seriamente. Acepta la invitación, Amelia no será hostil con Marypaz, ni contigo.
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