CAPITULO 43. POV Gabriel. PREFIERO TENER UNA MALA IDEA CONTIGO. (1era parte)
Cuando desperté ni Rámses ni Amelia se encontraban, solo tenía muchos mensajes en el grupo de la familia y muchas fotos mías durmiendo en cucharita con Rámses.
Lo hice mi pasivo, reí. Se molestará cuando viese los memes que le hicieron.
Recorrí la casa para descubrir que estaba solo. Le pregunté a mi hermano por su paradero y solo respondió "Ya conseguí a Amelia".
¿Se había perdido?.
También tenía un mensaje de Marypaz, la única persona del instituto que tenía mi nuevo número de teléfono.
—¿Qué haces? Estoy aburrida.
—Recién despertando—respondí.
—¿Quieres salir? Quizás ver una película...—me preguntó.
La verdad es que no era mala idea, lo estaba considerando cuando Rámses entró con Amelia en brazos como un saco papas y la palmeó en el trasero con fuerza.
—Te voy a enseñar a acordarte siempre de tener tu teléfono encendido y de avisarme cuando salgas en medio de la noche.
Amelia reía y cuando me vio contemplando la escena con mi ceja alzada, sus mejillas se ruborizaron.
Los vi subir las escaleras y tomé la decisión. Lo menos que quería era quedarme en la casa encerrado en mi cuarto mientras esos dos me recordaban lo solo que estaba.
—Estaré allá en 15 minutos—le respondí y troté escaleras arriba para cambiarme.
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—¡Hola!—me saludó con cariño en cuanto abrió la puerta.
—Hola, estas linda—cortesía ante todo, y de verdad se veía preciosa—. ¿Estas lista?.
Ella asintió y salió de la casa. Caminamos hasta el auto, donde le abrí la puerta para que subiese.
Acordamos ir al cine, en realidad no me parecía una buena idea quedarme con ella en su casa, además de los muchos recuerdos que me traería sería demasiada tentación tenerla allí para mí.
Yo no soy de hierro, mi pene tiene su corazoncito.
Fuimos conversando sobre el ingreso a la universidad. Ella viviría en los dormitorios y se encontraba genuinamente emocionada por eso. Le comenté que nosotros viviríamos en un departamento, sin querer darle muchos detalles, aun mantenía mis reservas con ella.
Hacía mucho tiempo que no salíamos, desde aquel café que nos tomamos hace tanto tiempo. La noté cambiada, más parecida a la chica de la cual estuve enamorado alguna vez. Ya no se maquillaba en exceso y aunque sonaba con más confianza en su voz, no había rastro de altivez ni superioridad, algo que se había convertido en parte de ella cuando le hablabas.
No hubo tampoco sonrisas falsas ni exageradas. Ella estaba siendo espontanea y sencilla, tanto que me hizo recordar nuestra primera salida al cine aquel día de los enamorados, cuando ella nerviosa volteó su bebida en el piso.
Caminamos un rato por el centro comercial antes de entrar a la película, mientras me ponía al día de los chicos del instituto. Marcos estudiaría para ingeniero, Ana María y Rafael decidieron irse juntos a la misma universidad, lo que me hizo alegrarme por ellos, Kariannis se fue a un intercambio estudiantil para Alemania, ojalá se quedase por allá.
Gustavo estaba saliendo con Carolina, eso si me sorprendió muchísimo, y planeaban tener una relación a distancia aunque en las universidades a las que asistirían solo quedaban a un par de horas en auto. Roxana no seguiría estudiando por los momentos, no tenía definido lo que quería hacer así que se tomaría un año para pensarlo.
Aunque Marypaz y yo no estábamos en una cita, era una salida de amigos y lo estaba disfrutando mucho. Bromeamos durante la película, la cual no resultó ser tan graciosa como la anunciaban, sin embargo, fueron nuestras bromas lo que la hizo entretenida. Para cuando salimos de la película ya era de noche y le ofrecí que fuésemos a comer algo, pero al estar todos los locales del centro comercial llenos, conduje hasta un McDonalds y pedimos el servicio al auto, me estacioné el primer puesto libre que conseguí.
—Mi papá se mudó hace dos días. Es raro no verlo en la casa, pero ahora todo es más tranquilo, menos gritos y conflictos.
—Lo lamento. ¿Cómo lo lleva tu mamá?.
—En realidad, bien. Las peleas eran espantosas, Gabo, creo que es un alivio para todos no que se fuese, sino que se acabaran los gritos. Ahora vendrá la parte del divorcio y la verdad es que creo que serán las mismas discusiones, pero por lo menos ya no las tendré que ver. Mi abuela se mudará con nosotros una temporada y eso será bueno para mis hermanitos, me siento más tranquila.
—¿Y la familia por parte de tu papá?—curioseé.
—Odian a mi mamá, dicen que es la culpable y una sarta de idioteces más. Es el primer divorcio que hay en ese lado de la familia. Ellos no le hablan y yo no le hablo a ninguno de ellos.
—Pero mejorará con el tiempo.
—Lo sé o por lo menos lo espero. Lo extraño pero no tanto como debería lo que me hace sentir mal. Ese es el nuevo tema de discusión con mi terapeuta.
—Siempre creí que te llevabas bien con él.
—Era cariñoso cuando quería, pero... bueno el día que se enteró lo que le dije a Amelia y que por eso me llevaron a la dirección, me golpeó.
—¿Qué?—mi voz sonó más alto de lo que pretendía.
—Estabamos en una reunión familiar y mi tia no consiguió mejor momento que ese para comentarlo, influyó que estaba bastante tomada. Mi papá se puso como una furia y me sacó de la fiesta a empujones delante de todos. Mi mamá intentaba intervenir, pero él no entendía razones. En mi familia todos son machistas, asi que ver a mi papá haciendo eso cuando yo había fallado fue normal. Solo los más valientes se atrevieron a decirle a que no lo hiciera en público.
Bufé molesto. Mis papás jamás nos habían golpeado, no importase lo que hiciéramos.
—Cuando llegamos a la casa, mis papás seguían discutiendo. Mi mamá decía que me castigara pero que no me pagara, pero de nada sirvió. Me dio una cachetada que me lanzó al piso y allí mi mamá se fue encima de él... en fin. Un desastre. Creo que eso fue el detonante para que mi mamá le pidiese el divorcio.
Cuando la comida se acabó, Marypaz insistió en ir a comprar unos helados, así que la esperé en el auto a que regresara, no dejó que fuese yo por ellos.
—¿Y tú dónde estás?... ¿y con quién?—preguntó mi papá por un mensaje.
—En McDonalds y no quieres saber con quién. ¿Quieres que te lleve algo?—mi papá tenía una debilidad irracional por las papas fritas de aquí y les gustaba comérselas con helado. Asqueroso.
—Papas fritas y sundae de vainilla con topping de chocolate. ¿Con quién estas?.
—Que conste que te lo advertí... con Marypaz.
La llamada entró casi inmediatamente.
—¿Me estas jodiendo?—pregunto.
—No. ¿Rámelia querrán algo? Pregúntales.
—¿Están en una cita? Coño, pero es que definitivamente tú te me caíste de los brazos cuando pequeño y no me di cuenta. ¿Cómo sales en una cita con Marypaz?. ¿Y Ramelia, así le dices?. Es gracioso, deja que le cuente a Mike.
—No es una cita, es una salida de amigos. Ya lo sabe, él fue quien me dio la idea. Pregúntales y me lo pasas por mensaje, aquí llega Marypaz.
—¡Gabriel! Amiga solamente, nada de derecho a roce y a nada más—dijo apresuradamente antes de que le colgase.
Le abrí la puerta a Marypaz y me entregó mi helado.
—¿Y tú que me cuentas? Tengo toda la noche hablando sin parar.
—No tengo mucho que contar. Después del secuestro no salimos mucho porque a donde vamos nos reconocen y es bastante molesto. Hemos mantenido un perfil bajo. Nos fuimos a Marsella para el aniversario de la muerte de mi mamá y luego paseamos por España y Portugal.
—Las personas normales hubiesen dicho "Nada, encerrado en la casa"—se burló y me reí con ella—, a ti te secuestran y te vas de viaje por Europa.
Me gustó que omitiese lo de mi mamá, no quería hablar de eso. También la forma fresca como se burló me agradó.
—Creo es claro a esta altura que mi familia no tiene nada de normal.
—¿Y Amelia? ¿Cómo está?—preguntó dudosa, sabía que la estuve negando por mucho tiempo, hasta que ella misma desistió de acercarse sin hacer más preguntas al respecto.
—Está bien, en la casa con Rámses y mi papá.
No dije nada más al respecto y ella supo entender que no era un tema donde me sacaría alguna información. Pasamos una vez más por el autoMac para hacer el pedido de lo que le llevaría a mi familia: Hamburguesas y helados para todos, exceso de mostaza para Amelia y papás adicionales para mi papá.
Comencé a conducir hasta la casa, cuando tuve que hacer un viraje un poco brusco para evitar el repentino frenazo que dio el carro que iba adelante. La bolsa con las hamburguesas se volteó y me orillé para poder recoger todo con ayuda de Marypaz.
—Ay no...—se lamentó cuando vio su blusa manchada del helado, que con el movimiento perdió su tapa.
Busqué servilletas y la ayudé a limpiar el desastre.
Esto era más de lo que podía soportar, porque me encontraba limpiando restos de helado y chocolate de su pecho y su blusa. Su respiración tibia me dio en la cara y cuando alcé la mirada la encontré mirándome, sus inmensos ojos estaban cargados de lujuria.
Era una mirada que conocía muy bien y que generaba en mí una reacción casi instantánea.
Y ella lo sabía, porque torció su sonrisa y mordisqueó su labio.
Marypaz me tomó por el cuello de mi camisa y haló con fuerza para que nuestras bocas colisionaran. Decir que no quería besarla era mentirme a mi mismo, ya no sentía los mismos sentimientos por ella, pero seguía siendo una chica muy atractiva y con una mente perversa que me seducía.
Nos encontrábamos en el medio de la carretera, eso debería ser suficiente para no tener que pasar de un buen beso... un muy buen beso que comenzaba a excitarme rápidamente, sobre todo cuando su lengua exploraba cada lugar de mi boca y sus uñas se clavaban en mi cuero cabelludo.
—Gabriel—fue más un gemido que un murmuro—, aquí no. Conduce a mi casa, está sola.
No podía ir hasta su casa, si llegaba a hacerlo estaba perdido. Bueno, tampoco es que no pudiera tomarla aquí en el auto, pero no podría todo en bandeja de plata tampoco.
La claridad de pensamiento volvió a mí en cuanto dimos fin al beso. Sus labios estaban rojos e hinchados, los primeros botones de su suéter estaban sueltos.
¿En que momento hice eso?.
Me reincorporé a la vía nuevamente, mientas comprendía lo que acababa de ocurrir. Esta era la chica que nos drogó, la que se acostó con medio instituto, la que humilló a Amelia que es lo mismo que a mi familia.
Eran demasiadas cosas negativas como para meterme allí. Pero vaya que quería meterme en ella. Mi pene palpitante lo confirma.
—Mi mamá salió con mis hermanos a una fiesta en casa de una amiga de ella. Llegará muy tarde—me explicó, pero yo no quería escuchar nada.
Muchas veces le había rehuido a alguna chica con la que no quería tener nada, pero rehuirle a Marypaz era algo que se me antojaba muy difícil porque... bueno, es Marypaz.
—Si, ehm, escucha... Tengo la comida de mi familia aquí y me están esperando.
—Seremos rápidos entonces.
Su mano acarició mi muslo y no paró hasta que se posó sobre mi entrepierna y apretó.
¡Maldición!
¡Puto pene traicionero!
¡Bájate, bájate te digo que ella ya nos lastimó bastante!.
Intenté recordar todas las cosas horrorosas que ella había dicho o hecho, pero mi pene masoquista no remitía, en cambio palpitó bajo sus caricias, incentivándola a seguir.
—No estoy saliendo con nadie más, no lo he hecho en mucho tiempo. Tampoco busco hacerlo, no estoy lista para empezar una relación sana.
Bla, bla, bla... su mano está en mi pene... corrección, su mano bajó el cierre de mi pantalón y estaba tocándome. Dentro de poco no podría ni decir mi propio nombre sin que la lengua se me enredase.
—Vas a lograr que tenga un accidente.
—¿Accidente como eyaculación precoz o accidente automovilístico?.
—En este punto ya no lo sé—me sinceré, porque ella no dejaba de masturbarme.
—No quiero que creas que para mi esto no significará nada, pero no quiero pensar mucho en lo que significa, solo disfrutar el momento.
Su aliento rozó mi cuello, donde comenzó a besarme.
Un accidente automovilístico, es lo que tendría si seguía así. También una eyaculación precoz.
Mierda, que desastre.
Mi papá me va a desheredar... por lo menos sé que Mike no me dejará morir.
Estaba perdiendo la batalla si es que existía alguna, debo reconocer que no estaba prestando realmente una buena defensa. Aceleré tratando de llegar lo más pronto posible hasta su casa, quizás allí pudiera lanzarla del auto y huir.
Como todo un hombre...
Pero entonces ella gimió en mi oído y volteé a mirarla.
La mano que tenía libre estaba perdida debajo de su ropa, imitando los mismos movimientos que ella hacía en mi miembro.
¿Quién puede resistirse a eso? Nadie, es imposible.
Su casa entró en mi campo de visión justo a tiempo. Ella abrió la gran puerta del garaje y estacioné adentro.
Me bajé del auto con rapidez y di la vuelta en cuatro grandes zancadas. Ella ni siquiera había terminado de abrir la puerta del auto, cuando lo hice por ella y tomándola por la mano para ayudarla a bajar la besé con deseo, atrapándola entre mi cuerpo y el auto, mientras restregaba la erección, de la que ella era culpable, contra su intimidad.
En un ataque de torpeza y desespero reventé algunos de los botones de su blusa, cosa que solo la emocionó más, porque condujo mi mano por dentro de su ropa, directamente hasta su entrepierna.
Estaba húmeda, tanto que mis dedos se deslizaron con facilidad, excitándome en un nivel superior que me hizo mordisquearla en el hombro.
Necesitaba tenerla, ya no podía seguir esperando. Comencé a quitarle el pantalón mientras ella hacía lo mismo con el mío.
Y como siempre, ella nunca me dejaba llevar el control. Me hizo girar para ser yo ahora el que estaba atrapado entre el auto y ella; y sin despegar su mirada de la mía, vi la malicia nacer en su mentecita cuando comenzó a agacharse frente a mí, saboreándose los labios en anticipación.
Mamá, si me escuchas, Rámses me dijo que esto funcionaba, así que por favor, no hagas que... ¡Cristo bendito!
¡No puedo hablarle mientras una chica tiene mi pene en la boca, hasta la garganta!.
Dios, espero que no me esté viendo en estos momentos.
Sus movimientos eran fuertes y acompasados, mis manos estaban enredados en su cabello, pero no hacía falta que la guiase, Marypaz siempre había sido buena siguiendo sus instintos y ella tenía instintos profundos... muy profundos.
Cuando me sentí al borde del orgasmo, saqué un condón de mi cartera y la hice enredar sus piernas en mi cintura, mientras ella misma me dirigía dentro de sí.
Eventualmente terminé sentándola sobre el auto, mientras ella entre jadeo y gemido, me exigía que le diese más fuerte, más rápido, más profundo. Y como siempre yo solo cumplía sus ordenes y era un poco proactivo, halándole el cabello como le gustaba y mordiéndola con fuerza cuando gritó mi nombre al llegar a su orgasmo, y yo vaciaba todas las ganas que le había acumulado en todo este tiempo y en especial desde que empezó esta noche.
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