CAPITULO 42. POV Fernando - Mike-Hayden. SE ESTÁ SALIENDO DE CONTROL. (3/3)
POV Mike.
—Se van a despertar—me apremió Fernando.
—No lo harán—y continué tomándole fotos a Rámses y Gabriel que dormían haciendo cucharitas.
Valdrán oro estas fotos. La venganza perfecta por la casi perforada que le hice a mi pene por su bromita...
Salimos de la habitación aun riéndonos y mandamos las fotos a Hayden, pero debía estar de guardia porque no respondió.
—¿Qué hacemos ahora? Se acabó la botella—Fernando sirvió lo ultimo que quedaba de Whisky.
—Salgamos, mi vuelo sale lo suficientemente tarde como para poder salir a tomarnos algo.
Llamamos a un taxi y en pocos minutos estábamos en un bar, sentados en la barra con un trago frente a nosotros, y algunas chicas desnudas contoneándose a nuestras espaldas.
—No se en qué momento este bar lo transformaron en un bar de stripers—Fernando miraba de reojo y se reía.
—Creo que el nombre nos tuvo que habernos alertado "Picantosas".
—¿Desde cuando no veníamos a un bar de stripeers?—Fernando pidió otra ronda de tragos.
—¿Por disfrute o por trabajo? Porque por trabajo hace un par de años, cuando rescatamos a Gabriel y a Rámses.
—No me recuerdes eso, te juro que esa noche estaba seguro de que Karen se aparecería para halarme los pies y matarme de un susto por dejarlos entrar a uno.
—No fue tu culpa—le dije entre risas— y técnicamente tampoco de ellos. Y por placer desde la universidad.
—No, en mi despedida de solteros, Hayden y Karen me llevaron a uno. ¿recuerdas? Les pareció una genial idea propia de ti.
—Yo no te hubiese llevado a un bar de strippers—puntualicé—, nunca me han gustado. Me parecen vulgares.
—Se los dije, pero Hayden nunca había ido a uno y estaba bastante emocionado y Karen... bueno, ella estaba siendo Karen.
—Soy más de contratar a una puta para que se folle al novio en un hotel elegante.
—¡Dios!, Karen te hubiese matado.
—No te hubiese hecho a ti, o a mi pene si al caso vamos, porque estoy seguro de que Karen me lo amputaba.
Fernando se levantó para ir al baño y aproveché de encender mi teléfono. Tenía muchos mensajes y llamadas que ignoré, solo me interesaba hablar con una sola persona, así que marqué su número, que ya me sabía de memoria, incluso ebrio como estaba.
—Hola—la saludé en cuanto atendió, intenté que no notase que arrastraba mi voz.
—Hola. Te estuve llamando.
—Si, apagué el teléfono—no le mentiría, fue una promesa que le hice y que no pensaba romper.
—¿Podemos hablarlo?—preguntó con cierto recelo en su voz.
—No hay nada de que hablar, novia—la escuché suspirar.
—No quiero que creas que yo-
—Olvídalo, en serio.
—Te amo novio.
—Y yo a ti novia. ¿Qué te parece si cuando llegue me recibes con un buen sexo de reconciliación?.
—Me gusta la idea, espero que no bebas mucho, no quiero sexo de reconciliación con resaca. ¿En donde estás, por cierto?.
No le mentiría pero no implicaba que no me diese miedo lo que ella pudiera pensar.
—Es un bar de stripper al que entramos por error. Estoy con Fernando.
Silencio, no dijo nada.
—¿Novia? ¿Sigues allí?. Te juro que ni siquiera las estamos viendo, era un bar normal hasta hace un par de meses.
—Te creo, solo que no esperé que me dijeses eso.
—Te dije que nunca más te mentiría y no planeo faltar a mi palabra.
—¿Cómo te fue con Amelia?.
—Fue un desastre, el idiota de Angelus permitió que la fecha de la audiencia fuese el día de su cumpleaños.
—¡¿Qué?!. Lo mataré. Es un imbécil de primera, si no fuese por su papá. Despídelo, Mike, no puedes tener ese personal en la firma.
—No puedo despedirlo, su papá es un buen amigo mío, pero lo saqué del caso y de todos los de la firma; estará arreglando el archivo muerto.
—¡Dios! Ese lugar es un desastre. Renunciará a la semana.
—¿Quieres apostar?—un pasatiempo que sabía que ella adoraba.
—Sabes que si, le escribiré a Daisy para que me transfiera de una vez.
—Presumida. Escucha, tengo que cortar, Fernando viene para acá tambaleando entre varias mesas.
—No lo emborraches...
—Él lo quiso hacer solito... no está acostumbrado al rechazo y se le lanzó a su asistente, quien lo humilló recordándole que tenía un novio a quien amaba mucho.
—Wow, esa chica suena enamorada de verdad.
—Te amo, novia.
—Te amo, novio.
—Tenemos que irnos, ¡ya!—Fernando lanzó varios billetes en la barra que cubrían el consumo y un generosa propina.
—¿Por qué?—dije mientras lo seguía a la salida, en más de una oportunidad tuve que ayudarlo cuando tropezaba.
—Abordé a una stripper y ella me reconoció.
—¡¿Qué mierdas, Fernando?! ¿A una stripper? ¿En serio?.
—No te me hagas el santo, estaba disfrazada de enfermera sexy, era irresistible. Todo iba bien hasta que me dijo que mi cara le era conocida y finalmente dio de donde porque de todas las strippers de la ciudad, por supuesto que yo abordo a una de Madeira.
—¿Cuándo tendré un dí1a de descanso con ustedes? ¿Cómo se llamaba? Tendré que contactarla y ofrecerle un acuerdo de confidencialidad, no quisiera que después te viniera a acusar de tener un hijo tuyo por una noche que no recuerdas y que pretenda hacerlo publico si no le das dinero mensualmente y se niegue constantemente a hacerse una prueba de paternidad.
—¿Qué? Lees demasiados libros bizarros.
Nos subimos al primer taxi que conseguimos y salimos de allí.
—Sharley Divine. Ese es su nombre artístico.
—Haré que la contacten desde mi oficina el día de mañana.
Cuando llegamos a la casa, el alcohol empeoró en el organismo de Fernando. A duras penas pude sacarlo del taxi y arrastrarlo hasta la casa.
En cuanto abrí la puerta me recibieron Rámses y Gabriel, mirándonos confundidos.
—¿Qué le hiciste?—preguntó Gabriel mientras se acercaba a ayudarme.
—Hijo—Fernan arrastraba las palabras y pellizcó las mejillas—. ¿Dónde están tus tatuajes?.
—Soy Gabriel.
—No le hice nada, él solo bebió como que no hubiese mañana.
—¿Por qué está lleno de brillantina?—Rámses se había acercado a ayudar también.
Fernando lo saludó con un beso en la mejilla y se colgó de los hombros de sus hijos.
—Una pequeña confusión.
—Fuimos a ver strippers y me enrollé con una.
Mierda, olvidaba que estando borracho, le da por ser excesivamente sincero.
Sus hijos se rieron.
—Pero no llegamos muy lejos porque me reconoció y mi cabeza gritó "chantaje, chantaje" así que corrí.
Los chicos me miraron y asentí confirmándolo, en verdad él había corrido lejos de ella.
Con gran dificultad lo subimos por las escaleras y lo tumbamos en su cama.
Sus hijos se encargaron de quitarle la ropa y prepararlo para dormir.
—Me quedaré con él, me da miedo que se ahogue con el vomito—anunció Gabriel.
—Anclémoslo al piso, así no se mareará—ante la confusión de sus hijos, novatos definitivamente, fui yo quien puso un pie de Fernando en el piso.
Un viejo truco universitario. Mientras el pie estuviese en el piso, sentiría estabilidad y el mareo disminuiría y por lo tanto las probabilidades de vomitar serían menores.
—Tomen nota, novatos, que no digan que nunca les enseñé nada, aunque técnicamente eso me lo enseñó Karen, quería evitar que vomitase en su habitación a toda costa.
—¿Y por qué estabas en su habitación?—la perspicacia de Rámses me quedó clara.
—Habíamos salidos a tomar y su habitación era la más cerca. Tu papá y ella dormían en la cama, yo en el sofá y Hayden en el piso—mentí.
No me creyeron mucho, pero me despedí para encerrarme en la habitación de huéspedes antes de que insistieran en sus preguntas.
POV Hayden.
El coñísimo de la madre de otro...
¿Por qué no pude contenerme?
Soy un puto.
—Ya deja de darle vueltas y ven a acostarte—golpeó la cama varias veces invitándome a acostarme a su lado.
—Es tu culpa, me sedujiste—le recriminé mientras entraba al baño para asearme.
La cabeza me daba vueltas, es mi estudiante y poco me importó eso, mucho menos que sea menor de edad.
¿Por qué tengo que ser así de fácil?
—Culpa a los mariscos que comimos—me respondió entre risas cuando salí del baño.
—No me parece gracioso...
Se reincorporó en la cama y la sabana se rodó de su cuerpo desnudo.
—¿Te arrepientes? ¿Quieres que me vaya?
—No—respondí con sinceridad y me acosté a su lado.
—Termina de llamarlos y ya, pero por Dios, déjame dormir, mañana tengo clases temprano y mi profesor es un cascarrabias si llegamos tarde.
—¿Cascarrabias? ¿En serio?. Te acabo de follar, no puedes llamarme cascarrabias.
—Estoy llamando al Dr. Michia cascarrabias, a ti, Hayden el que me folla como me gusta, te llamo como tú quieras que lo haga.
Me reí y le tomé la palabra. Temprano tuve varias llamadas perdidas de Fernando y Mike, y la cabeza me daba vueltas con a curiosidad.
Fernando no me atendió así que llamé a Mike.
—¿Te la tiraste, verdad?.
—¿Cómo lo sabes?—me reí.
—Cada vez que llamas a esta hora de la madrugada es por la misma chica... asumiré que ya te la tiraste, considerando que no respondiste ni siquiera cuando te mandé las fotos de Gabriel haciendo cucharitas con su papá porque Fernando no se quedaba dormido si no lo abrazaba.
—Puto abogado sabiondo...
—No lo estás negando, así que lo confirmas. ¿Y que tal fue?
—Está aquí a mi lado aún, creo que ya se durmió.
—¿Y que coño haces tú despierto?.
—Llamándolos y estoy preocupado...—confesé—. Es una menor de edad y me gusta demasiado.
—Hayden, disfrútalo mientras se pueda. ¿Qué es lo peor que pueda pasar? Si te aburres, le terminas; si ella se aburre de ti, te terminará.
Suspiré agotado, Mike lo hacía sonar muy fácil, pero no lo era para nada. Lo que más me preocupaba era lo mucho que me gustaba.
Mike aprovechó la llamada para contarme lo ocurrido con Fernando y el bar de stripper. En más de una oportunidad hice refunfuñar a mi acompañante y tuve que taparme la boca para no interrumpir su sueño.
—No te lo puedo creer. ¿Y no tienes miedo de que hable dormido?.
—¿Por qué habría de- ¡MIERDA! Mierda, mierda. Gabriel está durmiendo con él.
Escuché varios ruidos y luego pisadas apresuradas.
—Gabo, anda a tu cama, yo me quedo con él—Mike intentaba despertar a Gabriel.
—¿Por qué?—escuché que preguntó un soñoliento portugués.
—Para que duermas mejor. Párate y ve a tu cuarto.
Pocos minutos después Mike volvió a conversar conmigo.
—Mierda, si no me dices... no sé que sea capaz de decir Fernando dormido.
—Algún día los descubrirán y espero verlo para reírme y decirles "se los dije". No se cuánto tiempo más seguirán ese juego.
—No escupas para arriba, mira que ahora te follas a una estudiante menor de edad.
—¿Es una amenaza? Porque te recuerdo que tú eres mi abogado.
—Es un recordatorio de que no escogemos de quien nos enamoramos...
Sus palabras me hicieron callar, él tenía la razón.
Después de colgar la llamada me acurruqué a su lado, apartando por un momento todos mis miedos y angustias.
A la mañana siguiente, yo salí primero del departamento porque debía llegar temprano a revisar algunos casos en el hospital. Me despedí con un beso que quise prolongar mucho más y me marché.
Mi mañana estuvo muy ocupada, la señora Smith sufrió un ataque cardíaco durante la noche y su recuperación no sería viable, así que empecé el día hablando con la familia para darles la mala noticia.
Después de eso mi guardia no mejoró con un niño con células cancerígenas, un hombre que perdería una pierna por la diabetes y una pareja que acababa de perder a su primer hijo en un aborto involuntario.
Para cuando llegué al salón de clases estaba hecho un perfecto cascarrabias que gruñía con cada saludo de los alumnos y bufaba molesto cuando no respondían correctamente las preguntas que hacía.
Pero me transformé por completo en Dr. Jekyll cuando una estudiante, durante la ronda, le dijo a un paciente sin ningún tacto que podría morir, y cuando eso ocurrió su familia, que estaba presente, entró en pánico, llantos y gritos.
—¡¿Cuántas veces les he tenido que decir que deben dar noticias con tacto?! ¡¡¡¿Qué cuando sean pronósticos reservados y complicados no deben tener a toda la familia reunida?!!! ¡El paciente ahora tiene los índices cardiacos elevados gracias a tu imprudencia! Y la operación a la que sería sometido tendrá que ser pospuesta, solo porque quisiste presumir de lo mucho que leíste delante de ellos.
La chica me miraba con sus ojos abiertos y enrojecidos. El resto de los estudiantes permanecían al margen, esperando que no descargara mi ira con ellos.
—Reportate con el doctor Sander, monitorearás ese caso hasta que el paciente salga de la cirugía, no harás más rondas hasta que eso pase. Se acabó la clase. El próximo que cometa una idiotez como esa quedará suspendido de mis rondas.
Y no estaba jugando.
Después de hablar con la familia y calmarla, que el paciente se estabilizara y de reprogramar la cirugía, por fin caminé a la sala de descanso de los doctores, quería una buena taza de café y cerrar los ojos por un momento.
Pero no pude llegar a la sala, de un solo empujón me metieron en un pequeño armario de medicamentos, con la luz apagada y la puerta cerrada con seguro.
—Vamos a quitarte ya mismo ese mal humor.
—No es el momento—intenté quitarme sus manos de encima pero era bastante persistente.
—Claro que lo es, terminarás matando a algún estudiante como sigas así de enojado. Vamos Dr. Jekyll, juega conmigo.
Su mano se coló por dentro de mi pantalón y aprisionó mi miembro para comenzar a acariciarlo. Me besó en los labios con impaciencia y dejó lengüetazos húmedos por mi cuello, como sabía que me gustaba.
Y como soy fácil y un puto, me dejé.
Sus manos eran hábiles y precisas, no sé en que momento aprendió a conocerme tan bien, pero lo hacía. Lo sostenía con la presión justa, jugueteaba con el volviéndome loco y supo cuando necesitaba que fuese más rápido sin pedírselo, escondí mis gruñidos y gemidos en su hombro, el mismo lugar donde mordí con fuerzas cuando llegué al orgasmo.
—¿Mejor?—su voz engreída estaba cargada de orgullo, me besó en los labios y rebuscó dentro del pequeño cuarto por algunas gasas con la que asearnos.
—Estás demente—le recordé pero poco le importaba mi acusación, por el contrario parecía rebosante de orgullo.
—Ahora, tratemos de que no tenga que volver a encerrarte en un cuarto para quitarte el mal humor, porque la próxima vez ya no me conformaré con darte solo una manito.
Con esa amenaza tan tentadora en el aire, salió y pocos minutos después lo hice yo.
Esto se está saliendo de control...
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