CAPITULO 41. POV Fernando -Mike-Hayden. SE ESTÁ SALIENDO DE CONTROL. (2/3)


—¿Dónde estás?—le pregunté a Mike.

—Esperando el transporte en el aeropuerto, amorcito. ¿Te mueres por verme?.

Rodé los ojos aunque él no podía verme.

—En la oficina. Ya casi termino acá. Nos vemos en la casa.

Colgué la llamada y me concentré en firmar los documentos que Johana colocó frente a mí.

—¿Ya llegó el Señor Oytar?.

—Si. ¿La cita con el delegado de Colombia, fue otra vez pospuesta?.

—Si y esta vez no quisieron agendar una nueva.

—La esposa de Jack dará a luz pronto y él se tomará el permiso de paternidad y también las vacaciones. Tendremos que buscar un reemplazo.

—No podemos—Johana tomaba el lote que ya había firmado y colocaba uno nuevo para el mismo procedimiento tedioso—. Desde la presidencia han solicitado la congelación del presupuesto para casos extraordinarios, no podemos negarle sus pagos de ley, pero si nos negaron la contratación de un reemplazo. Al parecer la Contraloría de la Republica está revisando el presupuesto para el próximo año.

Suspiré profundo, era una pelea que no valía la pena tener con los jefes:— Bueno, redistribuyamos las funciones de Jack por el tiempo que estará ausente. ¿Cuánto tiempo durará esa congelación?

—No nos dieron respuesta.

—¿Qué pagos tenemos comprometidos?

—Bueno, este es nuestro presupuesto—colocó frente a mí el papel con lo que me indicaba—, lo que está en rojo son los gastos que debemos prescindir para poder ajustarnos al plan mínimo que envió la contraloría.

—Esto es una locura...—exclamé detallando todos los renglones que tendríamos que eliminar, algunos eran innecesarios y sobreviviríamos sin ellos, pero la mayoría no.

—¿Desde cuando son los gastos de agua potable y café, extraordinarios?.

—Así me lo mandaron corregido—me explicó.

—Bien, yo correré con esos gastos, no dejaré que el personal comience a tomar agua del grifo ni que se duerman en el trabajo porque el idiota que corrigió esto no sabe lo que es tener a un empleado feliz. Avísame mensualmente para pagar esos servicios.

—No deberías asumir esos gastos.

—No es tanto, más gasto en Starbucks cada vez que Amelia prepara el café.

—Tendré que probarlo un día para saber que tan malo es.

—Deberías... ¿Y si un día te invito a la casa, aceptarías?—solté la pregunta como si su respuesta no me produjese ansiedad.

—Si... ¿por qué no?—sonó dudosa.

Tomé el lapicero que me había regalado Amelia e hice algunas anotaciones para modificar el presupuesto.

—¿Flores?—siempre vi la recepción adornada con flores, también mi escritorio—,jamás detalle que era tanto dinero lo que pagábamos por eso.

—Si, es la mejor floristería de la ciudad.

Un mal presentimiento me embargó.

—¿Quién es el proveedor?—siseé y aparté el resto de los papeles de mi escritorio. Johana rebuscaba en su carpeta.

—Flores R-...—su repentino silencio me lo confirmó.

Pellizqué el puente de mi nariz pero no logré que la presión disminuyese, ni siquiera que la rabia remitiera su avance.

Me levanté tan rápido que Johana se asustó.

—¡Las quiero fuera!. No le pagaremos ni una maldita factura más, que me demande si le da la gana y tiene la desfachatez para hacerlo.

Johana se apresuró a salir de la oficina y aunque escuché cuando repitió mi orden a todos, no era lo suficientemente rápidos en ejecutarla. Salí de la oficina y yo mismo tomé todas las flores que veía y las comencé a lanzar en la basura, a tomar las bolsas y seguir con el siguiente ramo.

Muchos me ayudaron en mi misión, sin preguntar, pero seguramente imaginando lo que me pasaba. Después de todo, no había una persona que no lo supiese.

¿Cómo coños permití que la embajada le comprase flores a la maldita de Rosalía?

Cuando lancé la ultima bolsa en la basura en las afueras del edificio, no me sentí satisfecho. Limpié el sudor de mi frente con mi camisa, para ese momento ni siquiera tenía puesto el saco que completaba mi traje.

Regresé a mi despacho y Johana entró detrás de mí.

—Lo lamento tanto yo no-

Pero no terminó su frase porque atrapé su nuca con una de mis manos y estampé el beso que tenía mucho tiempo queriendo darle.

Sus brazos se colocaron en mi pecho, evitando que siguiera avanzando y me empujó con fuerzas para alejarme de ella.

—No... no, no, no. Mierda, Fernando. Tengo novio, lo sabes... esto... ¿Qué mierda...?. ¡Tengo novio!. Estoy... él y yo... tú...

Ella balbuceaba sin parar mientras caminaba en círculos por la habitación y yo cada vez me sentía más mierda por haberla besado de esa forma.

—Tendrás mi renuncia en unos minutos sobre tu escritorio.

—¡No!, Johana, lo lamento, fue un impulso del momento. No quiero tu renuncia, no la aceptaré.

—Maldita sea Fernando, tengo novio. No.Vi.O. Y lo amo, lo sabes. Si no puedes entenderlo ni respetarlo, no puedo seguir trabajando aquí.

—¿Cuánto pasará para que vuelva a engañarte? ¿Confías completamente en él?.

No respondió, le di en un punto sensible, porque noté de inmediato sus dudas.

—Confío en que no me volverá a hacer daño, superar mis traumas con él mismo es algo muy distinto. Fernando, tú y yo nunca debimos estar juntos, fue un error para mi estar contigo enamorada de otro.

Sus palabras me dolieron y me cabrearon, porque yo solo me puse esta situación, bien que me lo advirtieron Hayden y Mike.

—Me queda muy claro, Johana. No volverá a suceder. Entiendo que tienes un novio. Esto solo fue un impulso, ese fue mi error.

Iba camino a la casa cuando llamé a Hayden para contarle. Mike no me atendió la llamada.

—No puedo creer que hayas hecho eso. ¿En qué estabas pensando? No tienes ni puta idea de lo que es ser sutil. Acabas de retroceder a la jefezone, ni siquiera te dejarán entrar en la friendzone y reza para que el novio de Johana no sea un negro fortachón de tres metros adicto a los esteroides, porque hermano, estarás solo en esa pelea y te habrás ganado tus coñazos.

—Gracias, de verdad, lo importante es que me siento apoyado.

—Tú sabes que cuentas conmigo bajo las mismas condiciones que en la universidad. Tú los tumbas y yo les doy cuando ya estén en el piso.

—Gran ayuda, gran ayuda. Igual, no creo que eso ocurra, Johana no tiene cara de tener un negro fortachón dentro de sus estereotipos de hombres.

—Ya sabes lo que dicen de los negros, y eso es estereotipo de todas las mujeres.

—Cállate, eres el peor mejor amigo para dar ánimos.

—Nunca te he dicho lo que quieres escuchar, no sé por qué te sorprendes.

—Porque estoy ¡cabreado!. Soy un puto adolescente impaciente que no pude esperar un poco antes de hacer mi movimiento y ahora retrocedí miles de pasos.

—Wow, ella de verdad te gusta.

—¿Todavía lo dudas?.

—Chicos, dejen de molestar a Amelia. No le hagas caso Mia, las paredes no son tan delgadas...— no tanto por lo menos.

Estreché la mano de Mike y nos envolvimos en un corto abrazo.

Sabia los motivos de la visita de Mike, quería hablar algunas cosas de Amelia sobre el caso contra Stuart, pero incluso por teléfono fue evasivo, así que no pude preparar a los chicos para que no hicieran un berrinche cuando él les pidió hablar a solas con Amelia. Y francamente yo mismo no entendía sus razones.

—¿Es realmente necesario Mike? Es un tema bien delicado para Amelia y siempre le hemos dado apoyo...

—Lo es Fernan—su tono fue cortante.

—Es que no creo que deban, digo no parece necesario...

—Fernando, no me digas que es y que no es necesario, ni que debo o no debo hacer con mi cliente. No me digas como hacer mi trabajo, que yo no te digo a ti como hacer el tuyo.

¿Qué mierda le pasa?

—Porque mi trabajo no involucra a tus hijos Michael.

Fue un golpe bajo, pero el mal humor que tiene no lo puede pagar conmigo.

—Tus hijos son mis hijos, y tú trabajo siempre los involucra y sin embargo yo no intervengo Fernando.

Apreté con fuerza mi mandíbula para no seguir teniendo esta discusión frente a los chicos, que contemplaban la escena, sorprendidos.

Y no seguimos porque Amelia aceptó reunirse a solas con Mike. Los vi entrar en mi oficina y cerrar la puerta.

—¿Qué mierdas fue eso? ¿Desde cuando Mike nos saca del caso?—bramó Rámses—¿Qué le está diciendo que no podamos escuchar?.

—Tendrá sus razones y ya las explicará.

—Está preguntándole algo en confidencialidad abogado-cliente, es la única razón—explicó Gabriel.

Era cierto, esa era la razón, lo que a su vez significaba que era muy delicado lo que le estaba diciendo en este momento.

Rámses caminaba como león enjaulado, contando los minutos. Entonces la puerta se abrió y Mike apareció

—Ráms-

Mi hijo mayor se apresuró a entrar al despacho y por momentos que se me hicieron poco más de eternos escuché los sollozos de Amelia y algunas palabras sueltas de lo que Rámses le decía.

Cuando pudimos entrar y nos pusieron al día de todo lo que ocurría, entendí las razones por las que Mike quiso hablar a solas con ella, le estaba ahorrando el dolor a mis hijos, y a mí, de tener que escuchar las respuestas de Amelia; y eso solo significaba que las preguntas fueron lo suficiente malas.

—¡Pero que maldito el abogado que se atreve a alegar eso!—bramó Gabriel.

—Es una locura, cualquier juez podrá ver que todo es una artimaña—expresé más para calmar a Amelia que seguía llorosa en brazos de Rámses.

Me acerqué hasta ella y acaricié su cabello.

—Tranquila, Amelia, lo único importante es que tú sepas lo que en verdad pasó, más nadie. Y si decidieses no seguir con esto, también lo apoyaremos.

—Si desisto ahora quedaré como que tengo miedo o le estoy dando la razón a él, así que esa no es opción—me respondió.

—¿Se le harán exámenes psicológicos y psiquiátricos?—preguntó Rámses.

—Todos los que la ley me permita—concedió Mike.

Al parecer seguía molesto conmigo porque su mirada se endurecía al verme.

—No podrá demostrarlo, podrá fingir muchísimas cosas pero no pasará los exámenes psicológicos, no importa que tan bien lo preparen los abogados—agregó Gabriel.

Llevaba ya cierto rato discutiendo con los chicos cuando el grito de Amelia nos hizo callar a todos. Fue su reacción a la respuesta que le dio Mike.

—¡Maldito hijo de perra!. Puto desgraciado, loco, psicópata demente. ¡HIJO DE PUTA!, haré que te pudras en una cárcel y terminarás siendo la perra de algún criminal todas las noches.

—¡Amelia!—nunca había escuchado tantas malas palabras en su boca, juntas y al mismo tiempo, así que mi grito fue más de sorpresa que de llamado de atención.

—Cambia la fecha—llevaba el papel en sus manos arrugado y lo movía con tanto ímpetu que estaba por romperse.

—No puedo hacerlo, el tiempo para oponerme ya pasó.

—¿Qué está pasando Bombón?.

—Es una trampa, una mentira. Fue Stuart quien escogió esa fecha para la audiencia.

Rámses revisó el papel y sus ojos se ampliaron, era un huracán nuevamente apunto de arrasar con todos.

—¡Maldito Bastardo!. No irás Amelia, no lo harás. Mike cambia la fecha. Ese hijo de perra puso como fecha de la audiencia, el día del cumpleaños de Amelia, solo para verla. Tienes que cambiarla.

—¡¿Qué?!—grité.

Miré a Rámses quien me confirmó con su mirada que no había error posible. Pero Amelia no podía faltar, si la audiencia ya fue sido fijada, declarar que era su cumpleaños no la libraría de asistir.

—Estoy avergonzado con Amelia, ese cabrón de Angelus... no dejaré que vea la luz del sol en mucho tiempo. Le diré que organice el archivo muerto de la oficina.

—No seas tan duro.

—¿Con él?—bufó—, merece que lo despida por algo así.

—No con él, contigo mismo. Tú no puedes hacer todo, debes delegar y es normal que esas cosas pasen cuando delegas—le comenté para tratar de calmarlo.

—No, es inadmisible. Desde hoy yo llevaré todo el caso de Amelia, sin delegar ni una puta fotocopia.

Mike estaba molesto, después de que hablamos con los chicos y que logramos calmar la conversación, ellos subieron a ver una película y nosotros nos quedamos en la sala bebiendo una botella de whisky. El mal humor de Mike había remitido un poco, pero seguía bastante tenso aún.

—Te volverás loco—le advertí.

—Ya lo estoy...—murmuró mientras veía su teléfono una vez más.

—No te he contado...—serví un nuevo trago en mi vaso, y rellené el de él antes de proseguir—, la embarré con Johana.

—¿Y eso?—bebió su trago casi de un solo sorbo y se levantó a servirse otro.

Lo puse al día de todo lo ocurrido con Johana y de lo mal que me sentía por haberla incomodado.

—¿Entonces, ella te rechazó?—preguntó una vez más.

—Que si, yo la besé y ella se alejó.

—¿No te respondió el beso ni un poquito?.

—No—suspiré entre frustrado y avergonzado por el recuerdo—, no movió sus labios y me empujó con fuerza hasta que retrocedí, luego se puso como una furia. Renunció inmediatamente y por un segundo pensé que me lanzaría algo a la cabeza. Me costó muchísimo calmarla.

—Bueno chico, esas cosas pasan—Mike palmeó mi espalda varias veces—, te pasa por andar de adolescente cachondo.

—Me recalcó que tenía novio y que lo amaba, que acostarnos fue un error.

Las palabras de Johana me dolían porque a pesar de nuestro acuerdo de una relación casual, se generó el cariño entre nosotros y ella me gustaba mucho.

—No recuerdo la última vez que me rechazaron—confesé finalmente.

Sin contar todas las veces que Karen me rehuyó, que eran las mismas veces que yo le rehuía a lo que sentía por ella; no había sido rechazado nunca en mi vida. Incluso, cuando salí con la primera mujer cuando quedé viudo, fui yo el que terminé rechazándola no porque no fuese una mujer excepcionalmente bella, sino porque lo consideré muy pronto.

—Te lastimó el ego—se burló—. Escucha, ya sabíamos que esta era una situación peliaguda, porque nos enfrentábamos a una mujer con novio, en una relación estable...

Bufé interrumpiendo

—No es estable esa relación, es enfermiza. El tipo la engañaba siempre y terminaba lastimándola todas las veces. No tienes ni idea de cuantas veces la vi llegar con las ojeras marcadas, los ojos rojos. Una vez duró todo el día encerrada en el baño llorando por ese imbécil.

—Fernando... algunas veces las personas no entienden razón por más que la aconsejen, solo comprenden con la experiencia propia. Es como quien está sumergido en el alcohol, solo sale cuando cae bajo, cuando se da cuenta de que no quiere estar allí; del resto, seguirá tomando.

—Entonces ella es adicta a su novio y solo saldrá de esa relación toxica, cuando se de cuenta de que no quiere estar allí.

—Exacto.

—Y yo le demostraré lo que un verdadero hombre es. Le mostraré respeto, admiración y se dará cuenta lo imbécil que es el idiota que tiene por novio.

—Vaya... estás realmente decidido—se levantó a servir una nueva ronda de tragos.

—Si, ya te lo dije ella me gusta mucho.

—Fernando...

—¿Y tu por qué estabas de tan mal humor hoy?.

—Porque me molesta que me cuestiones mi trabajo. Estoy haciendo lo mejor para Amelia y para todos como familia, cuando me cuestionas es como si dudaras de mi como abogado y como familiar. Ellos—dijo señalando escaleras arriba, a donde estaban todos dormidos—, son mis hijos tanto como tuyos ¿Cuándo lo entenderás?.

—Lo sé, lo lamento.

—Siempre tenemos esta misma discusión y cada vez tengo menos paciencia—me advirtió.

Los pasos de Amelia retumbaron en la escalera, se sorprendió cuando nos vio, pero sonrió. Ya no lucía tan triste como horas antes.

—¿Tengo que preocuparme por una fuga?—esperaba que me dijese que no, porque estaba algo mareado como para tener que perseguirla.

—Solo iré a la farmacia por unos tampones y algo para los calambres.

—¿Quieres que te llevemos?—miré mi reloj y no era tan tarde, era seguro que saliese todavía.

—No será necesario, me hará bien caminar un poco.

—¿Y Rámses te dejó ir sola?—preguntó Mike.

—Están dormidos y no quiero despertarlos. Hacen cucharita—burló.

En cuanto Amelia salió de la casa corrimos escaleras arriba.

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