CAPITULO 21. POV Rámses. CON ELLA TENGO QUE USAR TODO MI ARSENAL (tercera parte)
Cuando el intercambio de palabras con su padrastro terminó, sabía que regresaría a la habitación, una de la cual no pensaba salir. Había decidido que hoy vería una película con Amelia y es lo que pretendía hacer. Me tumbé en su cama y cuando ella entró en vez de decirme algo, solo corrió a cerrar la puerta con el candado. Había algo sexy de que Amelia nos acabase de encerrar con candado en su habitación, que no le pasó desapercibida a mi entrepierna.
Por favor ahora no—le rogué a mi entrepierna
—¿Y ahora qué hacemos?—pregunté. No planeaba irme.
—¿Quieres ver una película?—y sonreí por la ironía de la vida, ella hizo la pregunta que tuve que haber hecho yo.
Revisé su lista en netflix, no me sorprendió ver muchas películas románticas, pero las serie que estaba siguiendo sí, muchas de ellas también las veía.
Amelia se sentó a mi lado un poco nerviosa, yo estaba más que consciente de que no podíamos hacer ruido así que susurré como si fuese lo más normal del caso, para que no se sintiese incómoda.
—Me encanta esta serie—confesé cuando llegué a House of Cards—, no has terminado de verla, ¿quieres ver los últimos capítulos?
Ella asintió y comenzamos a verlos. Con esta serie era imposible decepcionarse. Luego me tomé la molestia de colocar en su lista las series que tenía que ver porque no podía perdonarle que no viese: The Walking Dead y Breaking Bad. Y ella aceptó siempre y cuando yo viese The Crown y The Flash. Hicimos un trato.
Vimos dos películas que escogí del universo Marvel sabiendo que les gustaría y en algún momento se quedó dormida en mis brazos, así que apagué todo para acostarme a dormir.
—Me quedaré donde Amelia—le escribí a mi hermano
—Bien. Le diré a Pacita para salir mañana. ¿Se animan?—preguntó.
—Amelia esta dormida. Le preguntaré mañana. Descansa.
Puse el teléfono en la mesa al lado de la cama y acercándome más a ella me acosté a dormir.
El teléfono sonó y me despertó. Amelia seguía enredada en mi cuerpo y no quería moverme para no despertarla, pero el teléfono insistía así que no me quedó de otra que responder.
— Il vaut mieux être importante— más te vale que sea importante— le dije a mi hermano.
—Buenos días mi rey. A juzgar por tu voz apenas te despiertas y asumo que no le has dicho a Amelia de la salida de esta noche. Pasamela, yo le diré y le preguntaré algo sobre Pacita.
—Gabriel necesita hablar contigo—y coloqué el altavoz.
—Hola—saludó con su voz de recién despierta.
—Buenos días beleza, o quizás ya debo decir buenas tardes. Hoy inauguran una nueva discoteca y le dije a Pacita que fuese conmigo, quiero que tú y mi hermano también vengan.
—Está bien. ¿A qué hora?
Sonreí por varios motivos, primero no se había despegado de mi abrazo, segundo aceptó la salida sin dudar.
A veces mi hermano era genial. Acababa de asegurar que Amelia se quedara en la casa esta noche. Tendría que recordar agradecerle ese favor, me había ahorrado tener que buscar una excusa para despertar una vez más a su lado. Cuando ellos terminaron de hablar colgué la llamada y la envolví con mi cuerpo, ella no se quejó, por el contrario también me abrazó con fuerza.
—No me quiero levantar—le aclaré por si alguna parte de ella consideraba tan siquiera que me fuese a levantar, pero no me soltó y tomé eso como una invitación a quedarme.
Estuvimos tanto tiempo acurrucados sin decir una palabra, solo envueltos en los brazos del otro que su padrastro anunció que iría a comprar comida, fue y vino y nosotros seguíamos en la misma posición. Con pesar tuve que reconocer que era el momento de irme. Me despedí de ella con dos besos, uno en cada mejilla, cuando en realidad quería besarla en sus labios. Cuando estuve sentado en la ventana esperando que distrajese a su padrastro para salir, vi sobre su escritorio unos post it, tomé uno y le escribí "Me gustas. Gracias por la noche Bombón.", pero me arrepentí de inmediato, no quería decírselo por una nota.
Me sentía tan estúpido, cursi e infantil haciéndolo, pero una corazonada me decía que a Amelia le gustaría, así que escribí uno nuevo: "Gracias por la noche Bombón" y aunque no expresaba todo lo que quería, tendría que bastar por el momento. Las voces de Amelia y su padrastro llegaron desde abajo y me deslicé por la ventana, sobre el techo y sujetándome del borde, caí en el piso.
Cuando llegué a la camioneta le envié un mensaje y me dirigí a la casa.
—Mientras tu retozabas tranquilo, yo organicé todo para nuestra cita doble—su reproche era falso, pero estaba tan de buen humor que ni siquiera pude seguirle el juego y fingir molestia.
—Sí las chicas se quedarán esta noche acá deberíamos ir a comprar algo de comida—le dije abriendo los gabinetes y viéndolos vacíos.
Me di una ducha, me cambié de ropa y salimos al supermercado. Comenzamos a llenar el carrito con las cosas que normalmente comíamos en el desayuno y la cena, y unas que otras para matar los antojos y la ansiedad. Yo por lo menos amaba la mantequilla de maní y Gabriel las galletas de chocolate con chispas de chocolate blanco; también compramos algunos Doritos y papas fritas por si las chicas querían. Las comidas pesadas las cubría Martha, la señora que limpiaba y cocinaba. Ya que estábamos allí aprovechamos de tomar algunas cosas de la sección de perfumería.
—¿Qué haces?—me preguntó Gabriel cuando me vio viendo unos splash
—¿A que te huele esto?—dije ofreciéndole un pote con un liquido rosado. Gabriel arrugó la nariz.
—A flor con azúcar.
Reí .
—Vi que Amelia tiene algunos splash en su baño, pero no doy con la fragancia. Es como cítrica pero con un toque dulce.
—¿Oliste las cosas en su baño pero no viste que fragancia era?—preguntó mientras se unía a mi búsqueda.
—No lo decía la etiqueta—omití responder que sí, olí su splash en un impulso curioso—.
—Entonces lleva una que te agrade a ti. Ten, ésta huele bien—me tendió uno de los frascos de color verde que olía a menta con alguna fruta. Ahora fue mi turno de arrugar la nariz.
Me rendí y dejé los frascos donde estaban. Fui a la sección de crema y tomé algunas que pude identificar fácilmente.
—Creo que si llevas todo eso enviarás el mensaje equivocado. Le estarías diciendo que te la pasas oliéndola como buen acosador. O peor... que hurgaste entre sus cosas.
—O... que soy considerado y detallista—repliqué—.
—Puede ser—concedió y tomó una botella de crema adicional—.
—¿Para Marypaz?—pregunté divertido, el revoloteó las pestañas
—Para mí, también quiero oler bien y estar suavecito.
—Gay...
—¿Acaso no puedo?
—Si puedes, pero no por eso debes hacerlo sonar tan femenino. Y toma—le dije tendiéndole una crema distinta—esta es mejor, su olor es más neutro.
Lo vi tomar unos jabones para el cuerpo y me explicó que era para el baño de huéspedes, el que usarían las chicas y algunos desodorantes ambientales.
Finalmente pasamos por la farmacia donde Gabriel compró algunos condones, explicándome que prefería estar preparado. A agregué algunos también para mí. Mis esperanzas con Amelia nunca morían definitivamente.
—¿Nos vamos?—asentí y terminé de colocarme la chaqueta—. ¿The Punisher? ¿Pensando en castigar a Amelia?
—Siempre pienso en castigarla, pero se que le gusta The Punisher, asi que...
—Entonces vas en plan tortura—rió y se montó en la camioneta
—Si—confesé riéndome—, con ella tengo que usar todo mi arsenal.
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